Esta noche hemos dormido menos porque es el cambio de hora, pero eso no es impedimento para afrontar la jornada de hoy con la misma ilusión que días anteriores.
Salimos de Madrid para ir a San Lorenzo del Escorial. Los nubarrones que nos persiguen desde hace tres días hacen de las suyas y la promesa de lluvia se concreta hoy. También hace bastante frío, incluso dentro del Monasterio. Visitamos la pinacoteca para completar nuestro periplo artístico; las estancias de los Austrias nos llaman la atención pero por su sobriedad más que por su belleza; la basílica enorme y también bastante sobria, salvo el retablo del altar; el panteón real, con sus tumbas de mármol; y destacamos por su belleza la biblioteca, magnífico con sus frescos en el techo y de gran exuberancia. Lástima que el Palacio de los Borbones sólo puede visitarse en días concretos previa cita, a buen seguro nos habría encantado por la magnificencia que se ve en las fotos.
De vuelta en Madrid, vamos al Café Gijón a tomar algo.
El mítico bar tiene un encanto peculiar gracias a que conserva su decoración decimonónica y a que aún cuenta con una clientela de famosos. Por desgracia, en el rato que pasamos no vemos a nadie conocido.
Damos una vuelta por el barrio de Chueca, volvemos a Recoletos, pasamos por la Plaza de Colón y seguimos Castellana arriba. Un paseo agradable que se ve truncado por un aguacero que hacía rato que estaba amenazando con caer. Cansados y mojados, decidimos tomar el metro y volver al hotel a descansar hasta la hora de cenar.