Nos levantamos a eso de las nueve y nos fuimos a desayunar. Como veríamos en el resto de los hoteles, el desayuno se tomaba en la recepción del hotel. En este caso, el típico café infumable, zumo y gofres recién hechos por uno mismo. La verdad que el desayuno estuvo bastante bien, amenizado por unos turistas Australianos que nos pusieron los diente muy largos explicándonos que llevaban 3 meses viajando por los EEUU...
Al pagar el hotel, preguntamos al amable empleado si el circuito de Laguna Seca quedaba cerca... Nos dijo que sí, nada más girando en el semáforo a unos 5 km. Así que como buenos seguidores de MotoGP, nos acercamos al circuito.
Era una mañana gris, y llovía ligeramente, pero era una ocasión única de estar en el sacacorchos. Llegamos en 15 minutos, y ahí no había ni el tato. La caseta de la entrada estaba cerrada y sólo había información del coste de acampar alrededor del circuito. Raúl oía una voz de una mujer al teléfono (me dijo más tarde), pero no conseguía verla. Cuando se dirigía de vuelta al coche, la mujer salió de la caseta y se puso hablar con él.
Cuando entró en el coche me contó que le había dicho que podíamos entrar al circuito, que tirásemos todo recto y encontraríamos el acceso a la pista, que emoción!
Después de bordear el circuito encontramos un acceso, nos adentramos hasta llegar a una puerta metálica abierta con un cartel que prohibía la entrada, nos paramos, y le dije a Raúl: ‘si nos ha dicho que podemos entrar, tira’.
Así que ya estábamos dentro del mítico circuito, seguimos por el trazado hasta llegar al Sacacorchos. Qué pasada!!! Lo estábamos viendo en vivo!!! Nos hicimos unas fotos de fanáticos y, por supuesto, un video trazando esa curva endemoniada! Hasta nos hicimos la foto sobre la alcantarilla que pisó Rossi en su duelo con Stoner, que carrerón!!!
Cuando nos dirigíamos a dar una 2ª vuelta para disfrutar con más tranquilidad, nos cruzamos con unos empleados que nos dijeron que estaban trabajando y que no podíamos estar allí. Con la adrenalina a flor de piel, salimos del circuito, y nos dirigimos hacia el puerto de Monterrey.
Allí estuvimos viendo los puestos de souvenir y de pescado fresco. También habían un montón de leones marinos nadando entre las barcas. Paseamos durante una hora mas o menos y después nos dirigimos al coche con el que recorrimos el perímetro de la península de Monterrey, disfrutando de sus vistas y las pedazo de casas a pie de playa.
Seguimos por Carmel Bay, la zona más exclusiva, y continuamos hacia el sur.
Nos fuimos parando en casi todos los miradores al pie de la carretera 1. Hay unas vistas muy chulas de los acantilados y la inmensidad del Pacífico.
Como ya era la hora de comer, decidimos parar en el siguiente pueblo, Big Sur, que resultó ser más que un pueblo, 4 restaurantes desperdigados por la autopista.
Comimos una hamburguesa, para variar, no muy elaborada ya que el pan nos recordaba al bimbo hamburguesa, y la bebida la tuvimos que comprar en la tienda de al lado, por orden del camarero.
Con el estomago “lleno”, continuamos el viaje disfrutando de las vistas de la costa.
Llegamos a un mirador, antes de llegar a Cambria, donde estaban amontonados y perreando cientos de leones marinos. Estuvo muy bonito verlos, no tiramos allí un buen rato hasta que decidimos seguir con el viaje ya que anochecería pronto y debíamos buscar alojamiento.
En el librillo de descuentos aparecían bastantes hoteles en San Luis Obispo, así que nos dirigimos allí, y empezamos por el ya clásico Motel6, pero cuando aparcamos en el parking nos pareció supercutre y con muy poca gente, así que nos fuimos al que nos pareció con una relación calidad-precio más razonable. El San Luis Inn and Suites, resultó no estar a la altura de su pomposo nombre, pero vimos la habitación y como estaba bien, y estábamos reventados nos quedamos allí.
Fuimos a cenar al Restaurant Bontemps Cróele Café, que nos hizo gracia por su nombre con rasgos catalanes. La especialidad era la cocina de Nueva Orleáns. Yo comí un arroz muy bueno llamado Jambalaya, triunfé. Raúl unas salchichas con salsa picante que fue demasiado para comerlo en una cena. No salió muy caro, unos 15€ por persona. Nos volvimos al hotel a domir.