Desayunamos en el centro comercial que hay al lado del hotel , compramos la Salzburgcard y nos vamos al centro en el trolebús, una mezcla de bus y tranvía que no produce contaminación atmosférica ni acústica .
Nos bajamos en una parada a orillas del río Salzach, del lado del Altstadt o casco histórico.
En primer lugar:La calle por excelencia, Getreidegasse.
Una calle comercial pero muy distinta de otras calles de tiendas que nos podemos encontrar por Europa.
Lo más llamativo a primera vista son los carteles de las tiendas, todos realizados en hierro fundido,dando mucha uniformidad y realzando el estilo medieval de la calle.
Las casas en perfecto estado de conservación se conectan con las calles paralelas a través de unos pasajes y patios interiores de gran belleza.
Antiguamente, entre las hileras de las casas había jardines, pero con le paso del tiempo y para ganar espacio,se fueron construyendo en ellos talleres de artesanos y departamentos para los criados. Así surgieron los románticos patios interiores.
El “vecino” de más relevancia fue Wolfgang Amadeus Mozart, que nació en el número 9 de ésta calle.
La visita a la casa resulta interesante , se pueden ver las distintas estancias y también objetos pertenecientes al célebre compositor, entre ellos varios de sus instrumentos.
Muy cerca se encuentra la Catedral. Un edificio barroco que ha sufrido todo tipo de desgracias, desde varios incendios, hasta la caída de un obús durante la II guerra mundial.
La catedral comparada con otras que hemos visto no nos impresionó demasiado.
No tuvimos mucha fortuna con los siguientes planes que teníamos :
Visitar la Residenz nos fue imposible, porque estaba cerrada; tampoco pudimos entrar en la iglesia de la Abadía de San Pedro porque había una boda; decidimos entonces coger un barco por el río y pero los cruceros se habían suspendido debido a que había subido demasiado el nivel del agua.
Bastante decepcionados por nuestra mala suerte decidimos que veríamos todo con más optimismo si nos tomábamos unas cervezas así que nos dirigimos a la Stiegl Brauwelt.
Visitamos las instalaciones y comimos allí.
Por la tarde visitamos la fortaleza, las catacumbas que sirvieron de vivienda de los monjes ermitaños y el cementerio de San Pedro.
Finalizada la tarde cogemos nuevamente un trolebús que nos lleva a la Agustinerbrau, un establecimiento religioso con destilería propia…
El establecimiento es muy curioso pues mezcla la sobriedad de un monasterio con la atmósfera festiva de una cervezería germánica.
Es hora de regresar al hotel, mañana iremos a Hallsttat.
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