Nos levantamos con ilusión hoy: a las 9.50h cogeremos un barco que nos llevará a las ISLAS DE STAFFA Y LUNGA, que por lo que hemos leído, son una pasada.
Desayunamos tranquilamente. La sala de desayuno de este B&B está genial, el mobiliario, la decoración, todo cuidado al detalle. Hay un salón anexo con sofás, un montón de libros y prismáticos por si quieres observar las aves.
Recogemos los trastos y nos vamos hacia el pequeño puerto, a pocos metros. Fionnphort es una localidad minúscula, básicamente es la calle que lleva hasta el embarcadero, hay 3 o 4 alojamientos, un restaurante y la oficina de correos que también hace las veces de tienda. Desde el embarcadero salen los barcos de las excursiones y también el ferry que cruza a la isla de Iona. Nosotros hemos hecho la reserva a través de su página web, el pago se hace en el barco. Esperamos la llegada del nuestro, no hay apenas gente, pero en cuanto para el primer barco, empiezan a llegar los turistas. Se llena el primero, que va a Iona, y se llena el segundo, el nuestro, que hace la excursión más larga. De momento, está nublado pero en breve el sol saldrá de entre las nubes y no nos abandonará en toda la travesía.
El trayecto hasta la ISLA DE LUNGA dura unos 50 minutos. Vamos muy pendientes del mar, a ver si vemos cualquier tipo de bicho viviente. Vemos aves, nadando o volando, pero delfines, ni en pintura. Hemos leído que a veces nadan al lado del barco, pero nos da la sensación de que serán las menos.
El señor del barco, muy amable, nos cuenta un poco la historia de la isla. No entendemos todo, tiene un acento muy marcado, pero sí que estuvo habitada hace años y que ahora migran en esta época del año colonias de aves, entre ellos, frailecillos o puffins, como ellos les llaman. Nos indica por dónde tenemos que ir una vez bajemos del barco y no para de repetir que nos va a gustar lo que vamos a ver… y cuánta razón tiene. Bajamos del barco, subimos la montaña por un sendero marcado por los pasos de visitantes anteriores y al llegar arriba… ¡LOS PUFFINS! Cientos de ellos al borde del acantilado esperando el momento de lanzarse al mar a por su desayuno. La tierra está blandita y allí tienen un montón de madrigueras donde entran y salen para guardar el pescaito. El frailecillo es un ave marina, pequeñita, de unos 25 centímetros, con un aspecto muy peculiar. Su cuerpecillo se parece al del pingüino, también sus andares, pero el pico a mí me recuerda al del tucán. Lo tiene muy colorido, dándole un aspecto de ave tropical. Son graciosísimos y, además, no tienen miedo al hombre, por lo que allí te puedes pasar horas observándolos.
Decidimos dedicarles un rato a la vuelta y continuamos por el sendero, explorando la isla. El camino es sencillo, pero está terriblemente embarrado, por lo que cuesta un poco avanzar en algunos puntos. La isla es preciosa, cubierta de un manto verde, acantilados en la costa y muy muy tranquila. Vamos viendo un montón de aves diferentes: cormoranes, alcas y araos. Entre las rocas, tienen sus nidos y se les oye piar (en algunas, hasta se les ve). El camino hace un giro y, de repente, enfrente, en una gran roca miles y miles de pájaros se agolpan con un escándalo digno de una feria. Nos quedamos con la boca abierta. Es impresionante la cantidad de aves que hay, parece que no cabe ni una más.
Seguimos un poco más el sendero hasta que llegamos a un acantilado y parece que ya no se puede seguir. Volvemos por donde hemos venido para dedicar un rato a los puffins antes de volver al barco.
La siguiente parada es la ISLA DE STAFFA, también impresionante, pero ésta por su peculiar formación de columnas de basalto que le dan un aspecto insólito. Le damos una vuelta con el barco y nos dejan en el embarcadero para recorrerla por un lado andando y entrar en la cueva. Una auténtica maravilla.
Nos acordamos de la leyenda que leímos la noche anterior en uno de los libros del B&B, que relaciona el origen de la isla con el de la Calzada de los Gigantes, en el norte de Irlanda. Me encantan las leyendas y los misterios y ésta no es una excepción. Si os apetece, podeis leerla en este enlace.
Regresamos a Fionnphort a la hora prevista y rápidamente nos montamos en nuestro cochecillo ya que vamos con el tiempo justo para coger el ferry en Craignure con el que abandonaremos la preciosa isla de Mull. Al final, llegamos con tiempo y esperamos un rato hasta embarcar. En el viaje de vuelta, contemplamos un precioso atardecer sobre la isla.
En OBAN, decidimos parar a comprar algo de comida para los últimos días. Además, nos apetece dar una vuelta por sus calles, ya que al venir, nos pareció un lugar bastante agradable y con mucho ambiente. Me parece un buen sitio para hacer noche, salir a tomar algo y dar un paseo al atardecer.
Retomamos la ruta hacia nuestra parada de hoy: Crianlarich. Por el camino, observaremos preciosos y pararemos en el CASTILLO DE KILCHURN. ¡Ojo! La salida no está señalizada y la tienes que intuir. Dejamos el coche y damos un paseo de unos 10 minutos hasta llegar a él. Se ve realmente bonito al atardecer. Es un castillo semi-derruido y parece que no se puede visitar por dentro, pero está a la orilla de un lago, el Loch Awe, y la postal es perfecta.
A pocos kilómetros, se encuentra Crianlarich, y cerquita del pueblo, nuestro alojamiento de hoy, Inverardran House. El dueño nos recibe amabilísimamente, nos enseña la sala del desayuno y nuestra habitación. El sitio está bastante bien, aunque la habitación es un poco pequeña. Se nos ha hecho bastante tarde, por lo que comemos algo en la habitación y a descansar para nuestro último día.