Si hay algo que dificulta el poder viajar con los animales de compañía por España es el hecho de que pocos hoteles los acogen (en comparación con otras partes de Europa). Y si algo tenía claro en mi viaje es que mis dos cockers spaniel se venían conmigo. Lo siguiente que tenía claro era el destino: León. ¿Por qué León? Primero, porque no había estado todavía y segundo, porque no estaba muy lejos de donde yo resido habitualmente (La Rioja) ya que disponíamos de 4 días (el puente del padre, del 19 al 22 de marzo). Por suerte, esta provincia dispone de una serie de alojamientos en donde los animales son bien recibidos. Así que una vez que encontré hotel por Internet (del que hablaré más adelante) solo había que esperar a que llegara el esperado puente del padre.
Ese día llegó y a las 9:30 de la mañana salíamos con el coche mi novio, mis perros y yo con destino León. Como era "operación salida" decidimos no ir por carretera nacional y cogimos la A-8 hacia Burgos. Antes de llegar a Burgos enlazamos con la Autovía de Castilla y León y de ahí derechitos hacia nuestro destino. Entre paradas, almuerzos y demás, llegamos a León sobre las 13:30 de la tarde. Habíamos reservado habitación en el Aparthotel Campus San Mamés, totalmente recomendable, tanto si te alojas con animales como si no. Las habitaciones, que son grandecitas, disponen de cocina (puedes pedir vajilla en recepción), baño completo y tv; y el personal es bastante amable. Eso sí, hay que pagar 12,75 euros por día si llevas mascotas. A mí me gustó bastante, está ubicado a 1 km del centro (10-15 minutillos andando) pero en la zona en la que está tienes de todo (supermercado, farmacia, frutería, centros veterinarios, restaurantes...). Una vez alojados y tras haber comido nos dispusimos a conocer León.
Lo primero que vimos fue El Hostal de San Marcos, cuya fachada es impresionante. Consta de un hotel, un claustro y una iglesia y además custodia el museo de León. La iglesia no es muy grande pero merece la pena echarle un vistazo. A un lado de la iglesia se abre una puerta que conduce al museo de León, donde puedes ver algunas pinturas. Luego regresas a la iglesia y otra puerta conduce al claustro, sencillo pero bonito.
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Junto al Hostal se encuentra el puente de San Marcos, desde el que puedes ver todo un paseo verde que discurre por debajo (ideal para gente en bici, andando o con animales). También puedes ver pescadores subidos como en una especie de presa intentando pescar algún pez. Gran parte de la tarde estuvimos paseando por los parques y calles de la ciudad, ya que el día también acompañaba. Andando, andando, llegamos hasta la Catedral y la Plaza de la Regla.
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La Catedral tenía un lateral en construcción pero la fachada era digna de ver. Por dentro, lo que más impresionó fueron las vidrieras. De hecho, ahora hay una mini-exposición de lo importante que son las vidrieras para la catedral. Esta exposición está nada más entrar, ocupando una capilla. Los perros no podían entrar así que mi novio y yo teníamos que turnarnos para ver la catedral por dentro. De la Plaza de la Regla, que es donde está la Catedral, nos dirigimos por la calle ancha hasta la casa de los Botines, obra de Gaudí, (ahora acoge un banco) y el Palacio de los Guzmanes, sede de la Diputación Provincial.
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Por cierto, en un lateral de la casa de los botines hay una exposición de pintores asiáticos, por si a alguno le gusta este tipo de pintura. Después de andar y pasear por la calle ancha y otras calles adyacentes, nos hablaron del barrio húmedo, una zona llena de bares donde puedes tomar algo y comer a base de tapas. Pero aquí, las tapas son GRATIS, en contraste con la zona en donde yo vivo, donde te cobran por lo que bebes y por la tapa que pides. Así que como ya llevábamos mucho tiempo andando decidimos dejar a los perros en el hotel y cenar a base de pinchos, cerca de la Plaza de San Martín. Estuvimos en 5 bares (la verdad que a mi novio y a mí nos gusta comer) y yo no sé por qué pero es salir de vacaciones y tengo más hambre de lo normal. Excepto el primer bar, donde nos pusieron un mini-pincho de tortilla más pequeño que mi pulgar, en el resto, las tapas eran majitas. Entre las más sabrosas, las croquetas de queso (suaaaves) y la costilla. El precio era el mismo en todos los bares: 1 mosto+1 tapa, 1€ ¿no está mal, no?
Después de las tapas y el mosto, decidimos que había que comer alguna especie de postre. Entre las diversas tiendas que hay en la calle ancha, encontramos una de chucherías (en qué hora!, para mí esto es un peligro). Así que un poquito de goloseo y para el hotel.