Os contare ahora solo una parte de mi viaje, el que se refiere al desierto de Atacama, en cuanto es poco visitado y creo que merece la pena verse.
Empiezo con la salida de Tupiza, un pueblo boliviano, al que había llegado desde Potosi, del que tal vez algún día os cuente mis sensaciones en la mina y el rito al dios uru, pero empezare a contaros mis sensaciones, porque no os voy a contar otra cosa, y para que sintáis algo de ellas , nada mejor que las imagenes.
Otra aclaración, en este recorrido me uní a un joven alemán y una pareja italiana, para por 200 Euros cada uno poder contratar un guía conductor de un Landrover, un cocinero y los hoteles.
Tupiza no está en el desierto de Atacama, es una población del altiplano, de 40000 habitantes, en un valle rodeado de cerros rojizos pelones, y aunque dicen que es la más antigua de Bolivia no tiene mucho que ver, pero si su entorno con cañones erosionados, quebradas y desfiladeros, por los que se hacen excursiones a caballo, pero yo iba en un jeep, con lo que no me pude sentir como un cowboy en el Oeste americano.
Aunque todavía no se considera como Atacama, es una zona desértica de quebradas multicolores en donde abundan muchas variedades de cactus.
Dejamos Tupiza y según avanzábamos el paisaje iba cambiando, entre las montañas rojizas, secas y erosionadas, con algunas notas verdes por grupos de cactus, se abrían valles verdes con rebaños de llamas, pero el paisaje se fue volviendo cada vez mas árido
Junto a estas lagunas de diferentes colores por los minerales que tienen se empiezan a ver lagunas ya secas, como grandes extensiones de sal.
Pero en medio de estos paisajes majestuosos hay que disfrutar no solo con la vista y con los sonidos que desprende el aire al acariciar las viejas piedras erosionadas, también existen otros placeres hedonistas, asi que aprovechemos los manantiales de aguas termales.
Dicho y hecho: Al agua.