Último día en Sap Petersburgo. Aprovechamos para visitar algunos de los sitios más importantes del San Petersburgo soviético.
Aunque después de la victoria bolchevique en 1917 que inauguró la URSS hasta 1991, la capital fue trasladada a Moscú, dónde se pueden ver bastantes vestigios de la época,
San Petersburgo fue testimonio de la sublevación popular y conserva algunos símbolos dignos de ver. A pesar de que hay muchísimos más esparcidos por la ciudad, aquí te explico algunos de los más importantes.
Primero cogemos el metro hasta Moscovskaya (línea 2, azul clarito) y vamos a ver el
monumento a la victoria que conmemora el final de la II Guerra Mundial y la derrota de los nazis frente al ejército rojo. A pesar de la revisión histórica y de la minusvaloración del papel que jugó la URSS en la victoria contra el nazismo, el orgullo del ejército rojo (también por temas nacionalistas tampoco hay que ser ingenuo) sigue presente a día de hoy en Rusia.
El asedio a Leningrado (nombre que recibió San Petersburgo desde 1924 hasta el final de la URSS) fue el acontecimiento más cruel de la segunda Guerra Mundial y allí el recuerdo sigue vivo. Se dice que no hay persona que no conozca, aunque sea de lejos, a alguien que murió durante el asedio. Los muertos se contaban por centenares de miles (se calcula que un tercio de la población de la ciudad).
La ciudad fue asediada durante más de 900 días (que se dice rápido) totalmente incomunicada, sin comida (la gente conreaba comida en las calles y plazas, y pescaba los peces del río Neva, que tienen hasta un monumento) y bombardeada de manera continua (en la
Nevsky Prospeckt hay una placa que avisa de que es una zona de bombardeos constante que todavía se puede ver). El sitio de Leningrado es el máximo exponente de los horrores de la guerra.
En 1944 el ejército soviético consigue romper las líneas alemanas y
liberar la ciudad de Leningrado en uno de los actos más heroicos que los rusos siguen rememorando. Esta victoria supuso un punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial. A partir de allí, los alemanes empezaron a retroceder hasta la victoria de los aliados en 1945 cuando el ejército soviético liberó Berlín poniendo fin a una guerra atroz.
Y los rusos se acuerdan. Comparar la Unión Soviética con el nazismo, como algunas veces se hace, es escupir en la cara de todos aquellos que se dejaron la vida luchando contra el fascismo en la guerra patriótica. Memoriales como los del soldado desconocido en Moscú o este gran monumento a la victoria en San Petersburgo son un buen lugar para recordarlo. Un must para visitar.
Al volver al metro pasamos por delante de la
Casa de los Soviets dónde también hay una escultura de Lenin de 16 metros de altura.
También podéis ir hasta
Ploschad Lenina (la Plaza de Lenin, hay una parada de metro con el mismo nombre) testimonio del
discurso de Lenin al regresar del exilio en 1917 que da comienzo a la revolución bolchevique. En ese mismo lugar se levanta una gloriosa escultura de Lenin en 1926.
Justo delante está la estación de tren (estación Finlyandsky) dónde se conserva la
locomotora 293 que llevo a Lenin de vuelta a San Petersburgo (hay que preguntar a la estación para que os dejen entrar a verla).
A unos 20 minutos a pie siguiendo el
espectacular río helado (de verdad que de las cosas más bonitas que he visto) encontramos otro de los símbolos de la revolución: el
Acorazado Aurora. Se trata del barco militar que en 1917 abrió fuego contra el Palacio de Invierno. Se encuentra atracado delante de la academia naval Nachimov y es símbolo nacional desde 1948. Se puede entrar pagando una entrada (pero desde fuera también mola verlo).
También a unos minutos a pie (o bien podéis volver a coger el metro hasta la estación Gorkovskaya) podéis visitar el
fuerte de Pedro y Pablo, lugar dónde, además de estar enterrados la mayoría de zares, en especial de la dinastía Romanov, es también dónde prende la chispa de la revolución de 1917. Los soldados de la fortaleza se sublevaron y facilitaron armas al pueblo, quién inició la revolución. La revolución de octubre puso fin al régimen zarista (Nicolás II fue el último zar) iniciando la época soviética hasta el desmorone de la URSS en 1991.
Volvemos a cenar en un sitio de comida rápida rusa a lo self-service y luego cogemos el tren para llegar a la mañana siguiente de vuelta a Moscú, dónde cogeremos el avión para regresar a Barcelona.
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