Llegamos al aeropuerto de Narita sobre media mañana.
Lo típico de un gran aeropuerto, muchos pasillos y escaleras. Se nota la tecnología, mucha pantalla e indicadores. Llegamos ya a las puertas de entrada de inmigración, antes de ella pasamos por otra donde detecta si tienes fiebre y así evitan que se entre con la gripe A, que dicho sea de paso aquí es una verdadera psicosis. Recogemos el equipaje, pasamos la aduana y ya nos reunimos todos en el hall. Aquí conocemos a nuestro guía, que quería que lo llamáramos Rocky, un señor mayor, muy simpático para ser japonés. Aquí los autobuses no son de los grandes, mas bien son justos los asientos necesarios, y el equipaje tiene que ir en un camión aparte. Aquí ya se empieza a dar la circunstancia de que la gente que no va en parejas, al ocupar un asiento de dos cada uno, hace que una pareja vaya separada y así será en cada relleno de autobús. Pasamos por un parque Disney en las proximidades de Tokio.
Después de mas de una hora de guagua, llegamos a Tokio. La primera impresión de la ciudad es un poco extraña, no es una ciudad que se vea en conjunto desde lejos, tiene una mezcla de edificios altos y otros mas antiguos, lo mismo con las carreteras, mezcla de carreteras antiguas y nuevas autopistas. Lo que si es una constante en todo el país es la limpieza, no se ve basura ni papeles por ninguna parte.
Llovía un poco. Llegamos al hotel. Las habitaciones no las entregaban todavía con lo que fuimos a comer primero, por nuestra cuenta. Al lado mismo del hotel había un restaurante estilo americano y allí comimos carne, que estuvo bien. Los hoteles tienen en la entrada unos armarios con muchos paraguas, que se alquilan con una moneda.
Aquí, desde la misma estación, que va por alto el tren, se ve la calle, con un gentío enorme, cientos de personas cruzando por los pasos de peatones en diagonal, y como estaba lloviendo todos con los paraguas, transparentes, que es la moda, y sin tropezarse. Una imagen que nos impactó por lo inusual, el orden, y tanta gente. Además como era hora de salida de las oficinas, todo el mundo va el clásico traje de oficina, traje negro, corbata negra y cartera con Pc, todos iguales, clónicos.
Cenamos en un Burguer King y ya a las 9 volvimos hacia el hotel en el mismo tren.
En el hotel compramos una tarjeta para llamadas telefónicas, a 1000 yenes. Es muy fácil de usar, marcas lo que dice por detrás, con la clave que sale al rascar y el numero llamado. Da para varios minutos a España.
Así acabamos nuestro primer día en Japón, en Tokio, una gran ciudad. Hay varias cosas que ya empezamos a dar como normales, y son buenas, lo primero la limpieza por todas partes y lo segundo, la seguridad, es agradable poder ir sin miedo por la calle, poder soltar los paquetes en un bar o cualquier sitio, sin miedo a que te roben, ah y otra cosa que también te acostumbras pronto, a ver gente con la mascarilla puesta, muchísimos.