Diario de nuestro viaje a Perú en Junio-2014 en el que hemos recorrido durante 19 días, Lima-Ica-Paracas-Nazca-Arequipa-Valle del Colca-Puno-Lago Titicaca-Cuzco-Valle Sagrado-Machu Picchu-Cuzco-Maras y Moray-Puerto Maldonado-Lima. Autor:Viaja2Fecha creación:⭐ Puntos: 4.7 (15 Votos)
Como siempre desayunamos muy pronto. Un desayuno medio buffet medio servido en la mesa, pero muy bueno. (Las duchas en todo el viaje fueron muy grandes, con mucho caudal y agua caliente sin problema. Incluso en algún hotel que no nos gustó, la ducha estuvo bien).
Nos recogieron a las 7,30 para llevarnos al aeródromo que está bastante cerca. Íbamos a volar las famosas Líneas de Nazca, una enorme red de líneas y dibujos, que se encuentran entre los km. 417 y 465 de la Panamericana Sur (que partió por la mitad la zona de las líneas, incluso algún dibujo), cubriendo unos 350 km cuadrados. Fueron descubiertas en 1927 y la doctora alemana María Reiche lleva 50 años estudiándolas.
Tuvimos mucha suerte, tras los trámites de pasaporte, pasar el arco de seguridad y tal, a las 9 menos cuarto ya estábamos en la avioneta con otra pareja de Guatemala. Cada uno en ventanilla.
Piloto y copiloto jóvenes e insuperables de simpáticos y agradables. El copiloto nos hizo varias fotos al lado de la avioneta antes de subir, y explicó como subir y colocarnos los cascos; dijo que no había problema si nos mareábamos: que para eso estaban las bolsas en el asiento; y como no marearnos: mirar primero las figuras y luego hacer las fotos, no cerrar las ojos para no sentir sensación de vacío...
Antes de despegar el piloto habló sobre lo que veríamos y algo sobre las líneas, orientándonos para que pudiéramos verlas todas y diciendo que nos las enseñaría primero desde la derecha y luego desde la izquierda. Incluso una vez sobre las líneas preguntaba si la figura la habíamos visto bien, y si no era así (a mi a veces me costaba encontrarlas), volvía sobre ella y te la señalaba con la sombra que proyectaba el pico del ala de la avioneta.
Son figuras de animales como: la araña, el mono, la orca, el cóndor, el colibrí, el árbol, el astronauta... Líneas rectas, triángulos... Lo sorprendente es que han sido hechas a escala gigante excavadas en la tierra hasta 30 cm. de profundidad, y solo se pueden ver desde el aire.
Existen diversas teorías sobre el origen y el uso de estas líneas y figuras, incluso la de que son obra de extraterrestres!!! La la Dra. María Reiche opina que fuera un observatorio astronómico relacionado con el movimiento de los astros.
El día era totalmente despejado y soleado, sin aire, perfecto para poder verlas bien y disfrutar del vuelo. Media hora de disfrute total que se nos hizo cortisima. Realmente una experiencia inolvidable.
Existe también un mirador de 12 metros de alto, que luego hemos visto en nuestras fotos, desde el que dicen se pueden ver las figuras de la mano y el árbol, aunque he leído en algún diario que realmente se ven muy mal y el llegar a la torre es complicado.
Ya abajo, curioseamos un poco en las tiendas de recuerdos y enseguida vino el coche a recogernos. El conductor nos ofreció una excursión a las ruinas de Cahuachi. Al ver las fotos que llevaba nos apeteció bastante, pero era una hora en autobús y con el calor que hacía, pensar en estar turisteando por las excavaciones cuando a las 3 de la tarde teníamos que coger el autobús para Arequipa, en un viaje de 565 km. y 8,5 horas, nos desanimó y preferimos irnos a Nazca a pasear tranquilamente, viendo su gente, su mercado, sus tiendas, comprando algún recuerdo, en fin... relajándonos un poco, también nos gusta ver el ambiente y sus gentes de cada sitio, es otra buena forma de conocer un país.
Nazca es una pequeña ciudad que tiene muy poco de llamativa y qué ver. En ella surge la prehispánica cultura Nasca, conocida por la perfección y colorido de sus cerámicas. Y sobre todo, famosa por las "Líneas de Nazca", consideradas por la UNESCO Patrimonio Cultural de La Humanidad.
Comimos en un restaurante chifa: mezcla de la cultura china y peruana. Pedimos un plato de su carta y resultó que era un menú completo, con una sopa con col china y pasta, y un arroz chifa con carne rehogada con salsa de soja. Con una cerveza grande Cusqueña, nos costó unos 40 soles los dos.
Volvimos al hotel, y estuvimos haciéndole fotos hasta que llegó el coche para llevarnos a la estación de autobuses que estaba muy cerca. En la estación, bastante cutre y totalmente vallada, esperamos al autobús en una pequeña oficina de Oltursa, llena de gente ya que hacía un sol de justicia y no había quién esperase fuera. Esta vez no íbamos con Cruz del Sur, a pesar de que también tiene un autobús para Arequipa a la misma hora, las 3 de la tarde. Salimos con algo de retraso, subimos bastantes viajeros y tardamos un poco en entregar las maletas y que las metieran dentro. Una cosa que tienen muy bien organizada es el tema de las maletas: cuándo las entregas te dan un número y otro igual lo pegan a tu maleta. Cuándo las recoges comprueban si es la tuya, así no se la puede llevar nadie.
El autobús era bastante viejo y los asientos (también Vips) estaban un poco hundidos y eran más incómodos, pero igual de anchos.
El viaje, hasta que se hizo de noche, fue por un paisaje un poco desconcertante, subiendo con mucho esfuerzo carreteras empinadas con alguna montaña de frente, y bajando de nuevo hasta el mar, que de vez en cuándo quedaba otra vez a nuestra vista. Teníamos que llegar hasta los 2.840 m.s.n.m. de altura, cosa que me preocupaba bastante por no saber como íbamos a llevarla.
Nos dieron una cajita-menú como las de los aviones para cenar.
Decididamente Cruz del Sur superó a Oltursa totalmente.
Llegamos con bastante retraso a Arequipa (el autobús había veces que parecía que no podría subir la cuesta), y nos estaba esperando el coche para llevarnos al "Hotel Beausejour". Lo habíamos cogido por ser el número 1 en Trypadvisor y resultó una elección estupenda. Un chalet moderno, con pocas habitaciones, la cama grande y muy cómoda y el baño una delicia. De entrada nos pareció perfecto.
La impresión sobre el hotel Beausejour boutique hotel beausejour que tuvimos al llegar la noche anterior se reforzó por la mañana al levantarnos, después de haber dormido muy bien, y poder verlo de día. Es un edificio moderno, decorado con muchos detalles, con un pequeño jardín y terraza desde la que se ven lo volcanes que vigilan Arequipa. El desayuno lo sirven en el salón-comedor de la casa, igual que si estuvieras en casa de unos amigos. Está servido con todo detalle y los platos de la fruta son una verdadera alegría para la vista. Sus dueños, Verónica y Gerard, salieron a saludarnos, a preguntarnos si todo estaba bien y a presentarnos los compañeros de la mesa, una pareja francesa muy simpática y con los que medio en francés, medio en español que él hablaba bastante, pudimos mantener una agradable conversación.
El golpe en la cabeza me dolía bastante y, con las indicaciones de Verónica y en el taxi que ella nos llamó por teléfono, fuimos al centro de la ciudad a un consultorio para que me viera un médico. Me pareció que la sanidad en Perú es prácticamente privada por la cantidad de gente que había en la pequeña clínica y todos los servicios clínicos que anunciaba en sus carteles. Era "Medicentro Arcángel", una gran empresa que tiene multitud de farmacias en muchas de las ciudad que visitamos y, por lo que luego vimos, bastantes consultorios médicos como el que estuvimos.
En recepción me tomaron los datos y me cobraron 10 soles que era el importe de la visita, me dieron una hoja de consulta y pasé a otra sala a esperar que me llamara el médico.Éste me dijo que si no había tenido ni vómitos, ni vértigos ni somnolencia, no debía preocuparme y solo seguir curando la herida.
Más tranquilos nos fuimos a pasear. Llegamos hasta el mirador de Yanahuara (también con las indicaciones que nos dio Verónica). El Misti, el Chachani y el Pichu-Pichu, los volcanes que están al frente, se ven desde allí muy bien.
Llegamos hasta el río Chili y el centro de la ciudad. Las calles estrechas y llenas de coches atascados llamaban la atención.
En la calle Santa Catalina, seguimos las vallas del Monasterio de Santa Catalina que ocupa varias manzanas muy grandes, frente a ellas, está la Casona Santa Catalina en un edificio colonial de fachada amarilla y patio interior con una fuente y plantas y ,rodeándolo, los restaurantes Chicha y Tanta de Acurio, una platería y una tienda de ropa de alpaca baby.
Comimos en el Tanta, en la terraza del patio. Pedimos: Sanguche de chancho, Minicausas variadas y Yuquitas dos texturas. Todo muy bueno y abundante. Nos costó un poco caro, 105 soles. Miramos el Chicha y como nos gustó, reservamos para la cena a las 7,30.
Cogimos en la misma puerta un taxi para ir al hotel (6 soles). Venían allí a recogernos para hacer el City-tour Colonial.
Puntual, llegó un minibús con el conductor, la guía y otra pareja (la chica solo hablaba ingles), con los que haríamos la excursión.
Fuimos a las afueras de la ciudad, a un mirador desde el que se ven también los tres volcanes y unas vistas de Arequipa y sus alrededores estupendas, allí la guía nos contó la fundación de la ciudad. (url=http://https://es.wikipedia.org/wiki/Arequipa#Localizaci.C3.B3n]Arequipa[/url]
Después a Yanahuara, en dónde habíamos estado por la mañana, por nuestra cuenta. El centro histórico con el templo y plazoleta de San Francisco; la Plaza de Armas y la Catedral; Cúpula y claustros de la Compañía de Jesús y Casonas Coloniales.
La guía, magnifica y amena, se despidió de nosotros a la entrada del Monasterio de Santa Catalina en dónde cada pareja formamos parte de un grupo (ellos en inglés), con una guía del monasterio que nos haría la visita.
El Convento de Santa Catalina se fundó en 1579, tras altas y gruesas murallas de sillar. Desde su inicio mujeres de diversos estratos sociales entraron en él para servir como monjas de clausura, construyendo sus celdas privadas (para ellas y para sus criadas) de gran tamaño (verdaderas casas), creando una ciudadela en la que se conservan diseños y formas arquitectónicas con elementos españoles y nativos. Durante casi dos siglos, en la época virreinal, los claustros y celdas del monasterio sufrieron modificaciones, agregados y nuevas construcciones, convirtiéndolo en un verdadero muestrario de la arquitectura colonial de Arequipa que, aquí dentro, no es la ciudad blanca como se la llama, los edificios están enfoscados y pintados de colores fuertes y muy alegres (amarillos, rojos en todas sus gamas, ocres, azulones, añil...) El espacio que ocupa el monasterio es enorme, con calles y plazas con nombres de ciudades españolas (Córdoba, Sevilla, Toledo...) como si fuese un pequeño pueblo.
La visita, muy completa y amena, resultó una verdadera sorpresa.
Cuándo acabó seguimos paseando por el centro. Estuvimos en una especie de pequeño centro comercial en el que la mayoría de puestos era de artesanías y recuerdos típicos. Está cerca de la Plaza de Armas y la Catedral, a la que entramos para visitarla.
Seguimos por las calles del centro histórico llenas de casonas coloniales; en algunas entramos ya que casi todas eran comercios, la mayoría anticuarios, tiendas de ropa de alpaca, o de recuerdos.
Se nos hizo la hora en que habíamos quedado para cenar en el Chicha de Acurio. Chicha Arequipa El restaurante tiene una terraza cubierta desde la que se ve la cocina, separada por un cristal, y varios salones, cada uno de un estilo.
Decidimos cenar en la terraza. Aunque era de noche cerrada y hacía bastante frío, se estaba bien con las estufas altas que había repartidas.
Pedimos "Pulpo a la brasa" y una botella de vino blanco peruano como aperitivo, mientras pensábamos qué seguir pidiendo de la carta.
El pulpo era un par de patas con una salsa de aceitunas, cebollas blancas, chimichuri, salsa rosa... Estaba francamente delicioso. Casi terminándolo, encontramos en el plato un trozo de plástico de cocinar, que nos dio bastante asco.
Nos quedamos alucinados y más, la camarera a la que llamamos para enseñárselo. Vino la jefa del restaurante y se llevó el plato, pidiéndonos tantas disculpas que no sabíamos qué decir. Desde nuestra mesa vimos la revolución que se armó en la cocina cuándo llegó el plato con el plástico. La camarera se acercó a pedir disculpas...
Volvió la jefa, nos dio todo tipo de explicaciones de lo que, decía, era un error imperdonable. Y nos preguntó qué nos apetecía pedir para seguir cenando.Ya no nos apetecía pedir nada más, y cuándo se lo dijimos nos insistió en que quería que nos quitásemos el mal sabor de boca.
Nos convenció para pedir un "Tiradito del día" estaba recién hecho, y quería que lo probásemos. Era trozos de pescado blanco, marinado en zumo de limón (a la lima le llaman limón), con salsa de rocoto amarillo y aceite de oliva. No supimos decir que no y aceptamos.
El tiradito estaba impresionante y acabamos el vino con él.
Pedimos la cuenta y, con muchísimas disculpas más, nos la trajeron cobrándonos solamente 39 soles que era lo que valía el vino.
Con ella venía una encuesta sobre el restaurante, como la que ya habíamos rellenado en la mañana en el Tanta. Nos habían pedido tantas disculpas..., se habían sentido todos tan agobiados con el plástico..., el servicio había sido tan estupendo..., que no fui capaz de escribirlo en la encuesta, ni de poner una calificación mala. Eso me hizo sentir luego mal, pensando que si hubiera sido en un restaurante más vulgar, con menos servicio y menos nombre, seguro que sí lo hubiera contado en la encuesta.
Nos pidieron un taxi y, un poco disgustados, nos fuimos al hotel.
De nuevo dormimos muy bien y tras dejar las maletas preparadas en la habitación, bajamos a desayunar. Otra vez, el diseño de los platos de fruta y su batido, también de frutas, nos dejó encantados. Nos despedimos de la pareja francesa que también proseguían su viaje, y nos hicimos fotos con Verónica y Gerard, los dueños del Beausejor, que creo cuelgan en su página.
Como viajábamos hacia el Cañón del Colca y llegaríamos hasta casi los 5000 metros de altura, Verónica nos trajo al final del desayuno un té de coca. El primero de los que desde ese momento íbamos a ir tomando. Estaba menos malo de lo que esperaba y no me costó nada tomarlo.
Poco antes de la hora acordada llegó a recogernos el guía de nuestra próxima excursión (Jimmy): Cañón del Colca, Chivay, Mirador del Condor, Puno. Dos días y una noche.
En la calle nos esperaba el minibús y su conductor (Jorge), al que saludamos. Tras subirnos, fuimos a recoger al resto de viajeros: una familia mejicana con los padres y cuatro hijos, tres chicas y un chico (entre 18 y 25 años). Llevaban bastante equipaje pues harían el Camino Inca y necesitaban sacos de dormir y colchonetas.
La minibús era un poco antigua y no tenía los asientos cómodos ni muy anchos. El equipaje iba en algunos de los asientos vacíos de atrás y, la mayoría, en el techo de la furgoneta afuera. Adentro íbamos un poco justos.
La primera parada, a la salida de Arequipa, fue en una tienda en dónde compramos lo que nos había ido indicando nuestro guía (madurito, muy hablador y ameno con multitud de explicaciones de la vida, lenguaje y costumbres incas). Compramos botellas de agua, caramelos de coca y varias bolsas de hojas de coca (manufacturadas y con todos los permisos en su etiqueta) que traían una especie de piedra grisácea que era Estevia (una planta que en España había visto como endulzante en yogures). Nos explicó que había que meterse unas cuantas hojas de coca dobladitas, dar un pequeño mordisco a la estevia y masticarlas juntas bebiendo de vez en cuándo un poco de agua. Si podíamos masticarlas hasta que quedase poca cosa, tragarlas, Si no podíamos con ellas, después de un rato se escupían. El guía fue mascando y tragando las hojas casi todo el tiempo, la costumbre, supongo.
De nuevo en la minibús, probamos por primera vez las hojas de coca. ¡Díos mío! no podían saber peor. Las ganas de vomitar no sabíamos como evitarlas, y me pareció imposible que yo pudiese tragarme eso alguna vez. Después un trozo de chocolate, nos quitó el mal gusto; también nos lo había aconsejado para tomar de vez en cuándo.
Las siguientes veces que fui mascando las hojas me fueron sabiendo cada vez menos malas, hasta que llegué yo también a tragarme los pocos restos que quedaban después de un rato de masticarlas. La zona por dentro de la boca en la que están las hojas, se queda un poco dormida al rato; también nos lo había comentado que nos pasaría y que era normal.
Lo que sí puedo asegurar es que los efectos beneficiosos se notan al poco tiempo. No notamos en ningún momento agobio al respirar, ni sensación de mareo ni dolor de cabeza. Si notaba que la cabeza se me hacía un poco pesada, unas hojas de coca y, al momento, ni me acordaba de ella. A mi me pareció un remedio maravilloso y, como me acostumbré a su sabor y lo sobrellevé bien, estuve encantada de no tener que utilizar medicamentos. No hay nada mejor que lo natural y experimentado durante siglos.
Iniciamos la excursión al Valle del Colca por la ruta norte. La carretera Arequipa-Valle del Colca atraviesa la Reserva Nacional de Salinas y Aguada Blanca, creada para conservar la fauna y flora de la zona y mantener zonas paisajisticas con atractivo turístico. Allí encontramos llamas, alpacas y vicuñas, especies protegidas y prohibido cazarlas.
Está entre los 2800-6500 m.s.n.m. de altura,y situada a 35 km. al norte de Arequipa (1,5 h. en bus). En ella están los volcanes Misti (en quechua gran señor), Chahani ( señor de las nieves) y Pichu-Pichu (montaña sobre montaña).
El paisaje es una pampa muy extensa con picos de volcanes y montañas alrededor. Tiene tres zonas: pampas o altiplanicie, lomas y colinas bajas, y conos volcánicos que forman parte de la cadena occidental de los Andes, límites de la reserva.
Es un paisaje desolado pero grandioso, con cazadores nómadas en la zona desde 8000 a.C. www.go2peru.com .
La carretera es bastante solitaria y pudimos ir parando, en el borde de ella, sin problemas.
Pasamos por el pueblo de Yura (en quechua, desierto), que está alrededor del volcán Chachani. Íbamos subiendo muy rápidamente.
Llegamos a Pampa Cañahuas, ya a 3.000 m.s.n.m., detrás del Chachani y del Misti, con lagunas producidas por la mucha agua que hay en la zona con algunos patos en ellas, y bastantes rebaños de alpacas y de vicuñas.
Patahuasi, en plena subida, con una pared entera de rocas con forma de tejados a dos aguas Al lado, paramos en Viscachani para tomarnos un té triple anti-soroche, en un merendero-restaurante de lo más rústico. El triple lleva: hojas de coca, muña (digestiva) y crespillo. Y nos sentó muy bien, ya que seguíamos sin apenas notar la gran altura a la que íbamos acostumbrándonos poco a poco; claro está, mascando hojas de coca de vez en cuándo, algún caramelo de coca, y ahora con el triple.
A 4.450 encontramos rebaños de alpacas y llamas que cruzaban la carretera y que bajamos a fotografiar.
A 4800 m.s.n.m. bajamos del coche para conocer un liquen de la zona: la Yareta, que es tremendamente duro y compacto. Puedes subir encima y no se inmuta. Allí había bastantes montañitas de piedras, unas sobre otras, hechas por los turistas en sitios significativos y que, dicen, se hacen para volver a ir a ese lugar.
El guía las llamó "apachetas" y contó de ellas que "con fe se activa el magnetismo que saca lo malo de la vida de las personas y le deja lo bueno". Mira por dónde otra versión de las torres de piedras. Yo hice mis montañitas pensando que cualquiera de las dos versiones podrían ser estupendas.
Volvimos a parar en el borde de la carretera para ver de cerca unas cascadas heladas preciosas. El agua se había quedado helada en plena caída y sin ser altas, eran preciosas mezcladas con el marrón de la pampa. Hacía mucho frío, con un aire helador y de madrugada las temperaturas bajan bastantes grados bajo cero por aquí.
Mirador de los Andes con 4.850 m.s.n.m. Una zona pelada e inhóspita, con un frío glacial tremendo, y en dónde sí notamos que íbamos mejor sí andábamos despacito. Hay piedras señalando hacia los volcanes que se pueden ver, y al glaciar Ampato, en dónde encontraron la momia Juanita que está en un museo en Arequipa. Hay puestos de señoras que venden artesanía "teóricamente hecha a mano" como jerseys (chompas), budandas, cinta de pelo bordadas... (que es lo que compré). Las pobres no sé como pueden aguantar el frío y el aire tan tremendo. El guía explicó que la gente de estas alturas tienen un litro más de sangre y el corazón y los pulmones más grande que las de la costa.
Junto al mirador está PataPampa con 5000 m.s.n.m. y límite del Parque Aguada Blanca.
A partir de aquí la carretera empieza a bajar, y al poco se ve al fondo del valle a Chivay después de muchas curvas, y al que se entra por un arco de bienvenida. Cuándo llegamos fuimos directos al restaurante Los Portales para comer. Era un buffet turistico en el que la comida estuvo bastante bien.
Llevamos a los mejicanos a su hotel, que estaba a 3-4 km. A la vuelta paramos para ver los Baños Termales de La Calera, y en dónde no entramos a bañarnos porque hacía un frío bastante grande. Al lado hay un puente de piedra que hicieron los españoles y que está en bastante buen estado.
De nuevo en Chivay nos dejaron en nuestro hotel:" Casa Andina Classic": son cabañas pareadas entre jardines y con el Planetario Observatorio María Reiche en el que que hay visitas guiadas cada noche que no pudimos aprovechar, por estar bastante nublado y no verse casi el cielo.
La habitación era muy agradable y cómoda.
Salimos a pasear por el centro del pueblo, que está muy cerca del hotel. Estuvimos en el mercado de artesanías, con muchos puestos que vendían bolsos o prendas de vestir con dibujos bordados con máquinas de coser que tenían allí mismo y algunas señoras estaba utilizando. Son los mismos bordados que llevaban las señoras en sus ropas y sombreros.
Está en una calle peatonal con muchas tiendas, casi todas de artesanías y cerámicas
que, raramente, no volvimos a ver iguales en casi ningún sitio de los que fuimos recorriendo.
Cenamos en el restaurante del hotel, calentado con una agradable chimenea encendida. Yo tomé una sopa de verduras que me sorprendió negativamente por ser, yo creo, de verduras congeladas, una pena con las verduras que hay en todo Perú.
Y, a la cama, que ya era hora.
Hola vickymanp, muchas gracias por tus comentarios a mi diario.
Estoy segura de que si sois muy activos podréis seguir nuestro ritmo sin ningún problema.
En las mochilas llevábamos si no recuerdo mal: gorro, chubasqueros, agua, protector solar, un jersey finito, chocolate, chicles, tiritas, líquido para desinfectar las manos, pañuelos de papel...
No recuerdo haber visto allí mosquitos. Sí los había en la selva en Puerto Maldonado.
Muchas gracias de nuevo.
Un diario imprescindible y estupendo...tomo nota si alguna vez puedo realizar un viaje a Perú...ojalá!!
Enhorabuena y muchas gracias por compartirlo.
Te dejo todas mis estrellitas.
Un saludo
Muy agradecido por tu diario. Comparto totalmente tu opinión, todos los comentarios y "pequeños" aportes que voy haciendo son en gratitud a los muchos que dentro de esta página recibo/imos.
Y enhorabuena por el viaje
Saludos
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Desaconsejo totalmente reservar excursiones con Civitatis! Todas las personas con las que coincidimos en el viaje también compartieron con nosotros su mala experiencia con Civitatis. Mucho mejor agencias locales o Get Your Guide…
También mucho cuidado con SKY Airline!!! Desaconsejo totalmente la reserva de vuelos con esta compañía!! Pueden cancelarte en los minutos previos a la partida y...sin obligación alguna a darte explicaciones, soluciones o indemnizarte!!! Al no ser una compañía europea ni un vuelo europeo... Pierdes esos derechos como consumidor... Y esta compañía se aprovecha de... Leer más ...
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