Por el norte de SUDÁFRICA. Montañas, playas, fauna y sus gentes ✏️ Blogs de SudáfricaDurante 16 días visitaremos el norte de la extensa república sudafricana y los 2 países que encierra entre sus límites, Swazilandia y Lesotho. Conoceremos las montañas Drakensberg y sus poblados zulús, los pastores de Lesotho, las salvajes playas de la costa del Indico y los humedales poblados por hipopótamos y cocodrilos en iSimangaliso NP -Santa Lucía, los rinocerontes del pequeño país de Swazilandia, la diversa fauna del Kruger National Park, el profundo cañón del río Blyde. Montañas, playas, fauna salvaje, y sus gentes, estarán en el punto de mira de nuestra nueva experiencia viajera.Autor: Meha Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (27 Votos) Índice del Diario: Por el norte de SUDÁFRICA. Montañas, playas, fauna y sus gentes
01: Nos vamos a Sudáfrica. Golden Gate National Park
02: Drakensberg: Royal Natal NP. Bajo una nevada africana en el Sentinel Trail
03: Drakensberg: Royal Natal NP. La belleza del Tugela Gorge Trail
04: Drakensberg: Intrincadas formas de Cathedral Peak
05: Drakensberg: El brillo de Champagne Valley. Sphinx – Blind Mans Corner
06: Giant´s Castle: arte nativo, paseo con tormenta, y niebla en escénica carretera
07: Hacia las alturas del Sani Pass y las montañas de Lesotho
08: Las playas del Indico sudafricano
09: Hipopótamos en Santa Lucía: PN iSimangaliso Westland Park
10: Swazilandia - Hlane. Cara a cara con los rinocerontes
11: Kruger: Entrada por Crocodile Bridge y noche en Lower Sabie
12: KRUGER: Despertar en Lower Sabie, atardecer en Skukuza
13: KRUGER: De Skukuza a Satara. Entre ornitólogos y guepardos
14: KRUGER: Persiguiendo leones. Morning Walk en Satara y atardecer en Olifants
15: Kruger: Olifants, Letaba y salida por Phalaborwa
16: KRUGER: ¿Cómo organizarlo?
17: Blyde River Canyon: miradores y cascadas en tierras de los boer
18: Despedida de Sudáfrica y reencuentro con París
Total comentarios: 55 Visualizar todos los comentarios
Etapas 7 a 9, total 18
En nuestro alojamiento de Himeville, un bed and breakfast, la pelirroja y grandullona propietaria nos servía un abundante desayuno en su detallista salón. El desayuno hubiese servido para subir el Sani Pass a pie: huevos, tomate, patatas, beicon, yogur, tostadas, fruta, mermelada, café…………...
Ella era la reencarnación de Mildred Roper. Se notaba que había acumulado recuerdos de toda una vida. Nos enseñaba fotos de Himeville nevado y nos contaba que en invierno alcanzan -10 ºC. Nosotros ya habíamos notado el bajón de temperatura, y que esta zona es mucho más fresca que Drakensberg norte y central. En los alrededores de Himeville abundan los eucaliptos, también las redondeadas colinas, y algunos laguitos rodeados de plátanos coloreados de otoño. Al Sani Lodge Backpackers llegamos en 15 minutos en coche desde Himeville, porque ahí comenzaremos una excursión guiada al Sani Pass y al escondido país de Lesotho. El camino al Sani Pass es tan malo que sólo se puede subir en 4x4. La regordeta negra comprobaba nuestros datos para la excusión que habíamos reservado por correo electrónico unos días antes. Un colorido pajarillo que revoloteaba entre las flores nos entretenía mientras preparábamos nuestros bártulos, conocíamos a nuestros compañeros por un día, y nos repartíamos los completísimos paquetes de picnic. En un viejo pero robusto Land Rover emprendíamos la excitante subida al paso de montaña, justo cuando el sol comenzaba a ganar terreno a las nubes, y las cumbres de más de 3000 m se empezaban a destapar. Nos acompañaban 5 alemanas, 2 holandesas, y Stuart, un guía blanco muy dicharachero. La alemana que se presentó calzando sandalias abiertas y luciendo uñas de pies pintadas de rojo no debía de saber que en Drakensberg se esconden varias docenas de tipos de serpientes, algunas muy venenosas. Pronto comenzaba el meneo africano por la accidentada pista de tierra que conduce a lo alto de estas montañas de rocas basálticas. Menudos golpetazos se dieron las placas tectónicas hace millones de años para hacer emerger estas montañas. Y así, hasta 5 bruscos movimientos, que fueron originando distintas superposiciones de capas. Por los profundos surcos de las montañas bajan corrientes de agua que siguen erosionando y modelando un paisaje realmente peculiar y diferenciado. ¡Cuánto ha cambiado el medio! ¡Pensar que, en el pasado, estos valles estaban ocupados por helechos arbóreos! Así trataba de imaginármelo, muy diferente a como lo estaba viendo. Ahora sólo unas cuantas proteas se elevan del suelo. Sus cientos de especies endémicas de flora, su fauna, y sus pinturas dejadas por los bosquimanos en las rocas, convierten este espacio en un área de enorme riqueza natural y cultural, perteneciente al Parque Natural uKahlamba-Drakensberg, que se expande 200 Km de largo y 30 Km de ancho. Por ello, es Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad. Trámites aduaneros a 2000 m de altura. Es a partir de entonces cuando el paisaje incrementa su dramatismo y espectacularidad. ¡¡¡¿Qué se le pasaría por la cabeza a aquél pionero que fue el primero en subir este paso para comerciar con los basotho?!!! Stuart era un fenómeno localizando animales, incluso los más pequeños: ni aves, ni reptiles, ni roedores le pasaban desapercibidos. Bueno, es que era buenísimo como guía y como conductor. Seguro que ya había hecho el tour cientos de veces, y sin embargo, no había perdido ni pizca de entusiasmo ni de frescura en sus explicaciones. Las paradas eran continuas, y la admiración no tenía fin. Los pronunciados zig-zags nos conducían hacia las alturas. Estábamos a punto de traspasar esos murallones pétreos de cientos de kilómetros de longitud. Desde distintas perspectivas los habíamos visto durante los anteriores días, más allá de los cuales parecía acabarse el mundo. La destartalada oficina migratoria de Lesotho se sitúa a 2884 m de altitud, justo en el paso de montaña. La bandera ondeaba al viento y el fresco se notaba. En invierno alcanzan -20 ºC. Justo ahí, Stuart nos agasajaba con unos buñuelos calientes comprados a los basotho………sabían a churros. La carretera era mucho mejor al otro lado de la frontera, en Lesotho. Está siendo construida por los chinos, toda la maquinaria es china. Los negros curran y los chinos supervisan………..Tienen claro lo que buscan: facilitar la salida al mar de lana y minerales, que después usarán en sus manufacturas. Una altiplanicie encuadrada entre montañas dominaba el paisaje. Tierra de pastores, de rebaños de ovejas, dura vida en humildes cabañas, sin leña para calentarse, sin electricidad……….o con placas solares algunos afortunados. Aquí habitan durante 9 meses al año, hasta que llegan las nieves invernales y bajan a zonas menos inhóspitas. A uno de esos poblados nos acercamos. Un par de jóvenes se aproximaban tocando una guitarra construida con un bidón de plástico y una barra metálica. Lesotho, país de montañas infinitas y de extrema pobreza. Un país de altura, que los nativos llaman “el reino de los cielos”. Nosotros continuábamos subiendo a las alturas, contemplando la belleza de lo desolado. Un país que parece estar protegido por una gigantesca muralla, que son las Drakensberg. A modo de una fortaleza defensiva gigante, estas montañas semejan capaces de proteger cualquier ataque guerrero, y tal vez por ello los zulús las llamaban uKahlamba, que significa la barrera de lanzas. Aunque esto no son más que imaginaciones mías. La leyenda oficial cuenta que los zulúes sentían que los sonidos de los truenos sobre las montañas eran similares a los sonidos provocados por sus lanzas al golpear los escudos de sus enemigos en sus numerosas batallas. En una corta caminata llegábamos a nuestra zona de picnic, a 3300 m de altitud, con vistas al montañoso paisaje. Ni un árbol. Un par de jóvenes pastores se nos acercaron, con ellos compartimos nuestra comida. Su vestimenta consistía en unas mantas colocadas directamente sobre su piel y abrochadas con imperdibles. Cubrían su cabeza con un pasamontañas. Unas botas altas, un colgante al cuello y el típico bastón llamado malamo completaban su atuendo. Mi curiosidad se centraba en averiguar si vestían alguna prenda para tapar sus intimidades por debajo de la manta. En un momento en que la manta se abrió por encima del muslo, lo conseguí. Supongo que tanta era la soledad que sentían que no apartaban la vista de nosotros mientras comíamos. Nosotros sentados, y ellos de pie frente a nosotros, ante el viento sibilante. Éramos su televisión, su reality show. Se partían de risa pidiéndonos que les fotografiáramos y viéndose después su imagen. Inocencia absoluta. Probablemente no han visto un televisor en su vida, ni una lavadora, incluso ni un libro………….quizás ni saben leer. Tal vez ni siquiera conocen los teléfonos móviles, que los indígenas de otros países usan con soltura, o como mucho los habrán visto en manos de algún turista haciendo fotos. Seguro que las palabras codicia, avaricia, insolidaridad, no existen en su vocabulario. No saben nada del resto del mundo, pero seguro que conocen sus montañas mejor que nadie. Regresando al poblado basotho, teníamos la oportunidad de probar el pan cocinado con leña, y una bebida parecida a la sidra, pero muy ácida. Lo hacíamos sentados en corro en el interior de un rondavel, las chozas redondas de los nativos, construidas en piedra y forradas interiormente con barro. De barro era también el suelo, en cuyo centro se situaba la hoguera en la que cocinan. El techo constaba de varios troncos acarreados desde lejos, sobre los que colocan paja. Sin ventanas, la diminuta puerta es el único punto de ventilación. Y, sin embargo, el interior se mantenía cálido. Reino de tradiciones tribales, país de pasado caníbal, y presente cristiano amalgamado con tradiciones paganas, con menos de 50 años de vida como país independiente. De superficie similar a Galicia, es un país “cerca del cielo”……….en ningún otro país del mundo su punto de mínima altitud es más elevado que en Lesotho. Stuart nos había mostrado el Thabana Ntlenyana, que, con sus 3482 m de altura, es la montaña más alta del sur de África. Como en todas partes, las montañas siempre tienen algo de sagrado. Una corta incursión en Lesotho que me sabido a poco y me ha dejado con ganas de más. Abandonábamos el “reino del cielo” para visitar el Sani Pub, el pub más alto de África, a 2874 m de altura. A pesar de la niebla, las vistas eran espectaculares hacia toda la vertiente de subida al Sani Pass desde Sudáfrica y una bebida caliente resultaba reconfortante. Aunque llovía cuando iniciamos el descenso del Sani Pass, poco después salía el sol. En cualquier caso, todo un espectáculo. Los zig-zags de la carretera volvían a resultar excitantes. ¡Gran excursión! El pub de Himeville rebosaba animación por la noche………..noche de viernes. Todo el pueblo socializaba en el bar, de cualquier color, y además, con música en vivo. Felicitamos al músico, que era bastante bueno tocando la guitarra y entonando con voz melodiosa. El ambiente nos invitaba a una nueva cena carnívora. Repitiendo lugar, ya nos habíamos ganado la confianza de unos cuantos "himevillenses", y tras un rato de charla no pude evitar preguntar: "En un país con semejante conglomerado de diferentes comunidades, ¿te sientes sudafricano?"........."Ahora sí, después de todo lo que hemos pasado" Alojamiento en Himeville: Arbuckle House bed and breakfast. Tremenda terraza que tenía nuestra habitación Etapas 7 a 9, total 18
De Drakensberg a Santa Lucía. De las montañas a las playas del Indico
Seguíamos con la dieta del colesterol. Desayuno a base de huevos y bacon, aunque “aligerado” con tomate, patata, tostadas y yogur. Underberg, el pueblo bajo las montañas, se asienta a pocos kilómetros de Himeville, y sin embargo, su aspecto es diferente, mucho más “negro” y menos residencial. La actividad matutina transcurría sin prisa pero sin pausa en sus calles. El día estaba claro y luminoso, y los alrededores de Underberg resultaban exquisitos. Los árboles caducifolios en tonos dorados y cobrizos se salpicaban sobre las verdes praderas, algún laguito, y las elevaciones de Drakensberg al fondo, eran los condimentos que sazonaban un paisaje precioso. Lástima que nos saltamos un estupendo mirador hacia este entorno. Quedaba en la otra mano de la carretera y no se podía cruzar. Después, y hasta Howick, durante unos 80 Km, el paisaje seguía siendo muy bonito, relieve de verdes ondulaciones y pequeños pueblecitos, mientras el perfil de las Drakensberg se iba difuminando en la lejanía. Esta cordillera es tan extensa que me habría encantado explorarla más a fondo. Cuando enlazamos con la autovía N-3 en dirección a Pietermaritzburg y Durban, el horizonte ya se había aplanado y el tráfico intensificado. De pronto, nos parecía que estábamos en otro país, o incluso en otro continente: elegantes casas, flamantes coches, grandes camiones. El corazón zulú de Kwazulu-Natal se había quedado en las montañas. Cruzábamos Durban por las 1000 Hills, un área muy elegante, de grandes casas entre árboles. La vegetación se iba tropicalizando. Así, pasábamos de largo esta gran urbe de abundante población india, y donde Ghandi jugó un papel importante en su historia. Y hablando de historia, atrás habíamos dejado Pietermarizburg, relevante ciudad durante la colonización europea, fundada por los Boers tras su victoria contra los zulús en Blood River, y que actualmente es capital de la provincia de Kwazulu-Natal. La autopista de la costa, N-2 hacia el norte, nos trasladaba entre verdísimos campos de caña de azúcar, en paralelo al mar. Tugela Mouth era nuestra primera parada en las salvajes plazas del Océano Índico. No es un lugar turístico, ni figura en las guías, sólo era un capricho personal. Tenía curiosidad por ver la desembocadura del río Tugela en el Océano, el mismo río que habíamos visto nacer en las montañas Drakensberg, y cuya garganta habíamos recorrido caminando. Echando un vistazo general, veíamos una playa que no tenía fin. La vegetación tropical acariciaba las dunas, y las plataneras llegaban hasta la arena. Fijándonos en los detalles, veíamos pequeños cangrejos corriendo por la arena, caparazones de langosta, muchas conchitas, y restos de corales. La actividad principal era la pesca. Los blancos pescaban con caña por entretenimiento. Los negros pecaban por necesidad, lanzando sus redes al mar. “It´s my food por today”, me decía un jovencito, mostrándome su caldero con 2 peces todavía vivos. “Congratulations, my friend, very fresh, it seems delicious!”. La temperatura era cálida, la arena fina, y el baño en el Indico templado y delicioso. Amatikulu Nature Reserve era nuestra siguiente visita. En esta reserva natural nos pasamos un buen rato explorando sus senderos entre la diversa vegetación tropical. En la exuberancia se escondían montones de pájaros que nos dedicaban un coro que abarcaba todos los sonidos imaginables. También algún mono saltaba de rama en rama. Más difícil es avistar jirafas, antílopes, o cebras, que habitan en esta reserva. Para acceder a sus hábitats necesitaríamos un 4x4. En el estuario de marismas buscaban refugio las aves acuáticas. Por el Trail 2 pretendíamos llegar a la playa de dunas salvajes que divisábamos al fondo. Sólo que, llegó un momento en que el camino estaba tan inundado que no podíamos pasar (yo creo que por la marea alta). Este tramo de costa es absolutamente virgen e inaccesible en coche. Umlalazi es otra Reserva Natural costera. Hasta ahí llegamos tras salir de la autopista en el primoroso pueblo de Mtunzini. Impresionante playa de altísimas dunas. El tupido bosque llegaba al borde de las montañas de arena, e incluso escalaba por ellas. Bosque, arenas, playa y océano al atardecer…………perfecta combinación!. Los sudafricanos apuraban los últimos momentos de la tarde jugando, pescando o bañándose. Una pandilla cantaba y bailaba al son de la música mientras preparaba una barbacoa. No me extraña que ahora se esmeren en proteger estas zonas de costa que permanecen inalteradas. La mayor parte del territorio está ocupado por extensísimas plantaciones de eucaliptos o de caña de azúcar. En Sudáfrica es fácil entender las normas de tráfico. Simplemente, no existen. La línea continua no significa que no se pueda adelantar. Que vengan coches de frente, tampoco…….ya se echará alguno al arcén para dejar paso. Y la policía, dando ejemplo, lanzándose a los adelantamientos más temerarios. A Santa Lucía llegamos de noche. No es nada agradable conducir en la oscuridad por estos lugares. Menos mal que teníamos la tarjeta SIM sudafricana en el móvil y sirvió para llamar a la dueña del alojamiento. Llegamos más tarde de la hora de check-in y como no vive en la casa, ya se había marchado, pero pronto la localizamos y pasó a recibirnos. Cálida temperatura. Cena en la terraza de un restaurante. Pasamos de dormir con radiador a dormir con ventilador. Etapas 7 a 9, total 18
Zulani guest house era como un sueño, la casa ideal. Uno podría pasarse el día en el patio tropical con piscina, o en su salón africano.
Genial desayuno al borde de la piscina, compartiendo mesa con un par de alemanes……….tan jóvenes……….tan guapos………..tan rubios. Su cuidada indumentaria delataba que todavía estaban poco duchos en las aventuras de viajar. Completaban los huéspedes un matrimonio indio con nulas intenciones de socializar. Procuraban no coincidir con nadie y esperaban a que hubiésemos terminado los demás, antes de sentarse a la enorme mesa de desayunos. Se nota que Santa Lucía es mucho más turística que los anteriores lugares que hemos visitado. Numerosos alojamientos, restaurantes, mercados, tiendas, terrazas repletas…… En el pueblo se multiplican las agencias de servicios turísticos, que te pueden entretener durante varios días. Observación de aves, safaris, cabalgatas, kayak, snorkelling, avistamiento de ballenas o de tortugas, …..son sólo algunos ejemplos de las actividades que proliferan en esta zona de la llamada Costa del Elefante. Demasiado calor para nosotros. Para hacernos una idea, la posición del paralelo de Santa Lucía es equivalente al de Las Palmas de Gran Canaria en el hemisferio norte. La cola en la puerta de acceso a Cape Vidal progresaba lentamente. El Cabo Vidal se ubica dentro del iSimangaliso Westland Park, Patrimonio de la Humanidad. El parque incluye diversos ecosistemas: lagunas, bosques, sabana, costa, dunas, estuario. Una rica diversidad natural que acoge variedad de animales terrestres, lacustres y marinos. Algo así como el milagro que creyeron ver los zulús al visitar por primera vez este territorio. En nuestro lento conducir pretendíamos ir avistando la fauna salvaje que habita en este paraje llano, compuesto por praderas y bosques de árboles achaparrados. Y así íbamos descubriendo cebras, cerdos salvajes, antílopes….. Desviándonos hacia Mission Rock, el bosque se espesaba. Por una pista de tierra llegábamos a la costa. El Índico batía con ganas contra las rocas. Junto al área de picnic que se ubica en el camino a Mission Rock, parte el uMziki Lookout Trail. Un sendero extremadamente fácil que conduce a 2 miradores. Alcanzábamos el mirador superior en menos de 5 minutos, escuchando los sonidos del bosque. Auténtico paisaje africano, que reúne los hábitats del parque: bosque, sabana, laguna y océano. Los insectos eran descomunales, y sobradamente coloridos. Algunos grandes mamíferos avanzaban por la pradera. Con prismáticos conseguimos verlos desde el mirador inferior. Su casa era bien grande!. Siguiente parada en Catalina Bay. Un mirador nos permitía contemplar el lago de Santa Lucía. Los prismáticos resultaban imprescindibles para avistar las aves que se refugian en la laguna, y también los hipopótamos, que se sumergían y emergían. Poco interés le encontramos al Dune Loop. Más bosque y más monos. Desde el siguiente mirador, Mfabeni, podíamos divisar las altas dunas rojas, aunque eso sí, a considerable distancia, más allá del bosque y de la sabana. Al otro lado, el campo forrado de flores amarillas. Se notaba que era domingo. La playa de Cabo Vidal estaba frecuentada por bañistas domingueros, predominaban las familias indias. Con un agua ligeramente más fresca que en Tugela Mouth, el Índico demostraba poder. Impresionante playa salvaje. Es inmensa, escoltada por un cordón dunar al que se abrazan los árboles. Por mucho que camines, no consigues llegar al final. La carretera finaliza en Cabo Vidal, a 30 Km de Santa Lucía. Más al norte, el parque iSimangaliso se prolonga hasta la frontera con Mozambique. Por allí se extienden los salvajes y kilométricos arenales de Sodwana Bay y de Kosy Bay, esta última a más de 200 Km de Santa Lucía y ya sólo accesible en 4x4. Dicen que sus arrecifes son impresionantes. Costa que aunque actualmente dividida políticamente entre Sudáfrica y Mozambique, hasta finales del siglo XIX era el hogar de las tribus Tsonga. Para el loop más grande, el Grassland Loop, no encontramos la entrada. Tal vez sólo permiten safaris guiados. Tres ñús descansaban cuando recorríamos el Vlei Loop, mientras varios jabalís se alimentaban. Por el Pan Loop teníamos la oportunidad de encontrarnos con gacelas, búfalos y antílopes, que intentaban exprimir las charcas secas. Realmente, extraordinaria diversidad de ecosistemas en poco espacio. Si habíamos dedicado la mañana a recorrer Cape Vidal, por la tarde era el momento para navegar por el estuario de Santa Lucía e intentar avistar hipopótamos y cocodrilos. Para ello, nos dejamos aconsejar por June, la propietaria de nuestro B&B, que nos recomendó un barco pequeño que se acerca más a los animales, y ella misma nos hizo las reservas en la compañía Shoreline. El capitán explicaba las características del parque, la diversidad de aves, y en especial, las costumbres de los hipopótamos……… Buceaban o salían a respirar exhalando bufidos. Dormitaban o se desperezaban emitiendo guturales ronquidos. Se encaramaban a las ramas de los manglares para alimentarse, levantando su enorme cuerpo soportado sobre sus cortas patas. Los hipopótamos eran la principal atracción. Parecía mentira que con su gran envergadura pudiesen erguirse tan hábilmente a las ramas. Algunos mostraban sus afilados dientes cuando abrían sus enormes mandíbulas. Con los cocodrilos no hubo tanta suerte, y sólo se dejó ver un ejemplar tumbado en la orilla. Nada hacía presagiar su supuesta agresividad. La puesta de sol se iba adueñando del paisaje sosegado sobre el estuario. Los colores anaranjados incendiaban el cielo y se reflejaban en el agua. Atardecer africano. Buen momento. Encantadora excursión. La temperatura seguía siendo cálida por la noche en Santa Lucía. ¡Con lo bien que se duerme con edredón! Si no era un tucán, era de su familia. Gritaba desde lo alto de la copa de un árbol. Después alzó su considerable envergadura para salir volando. Habíamos salido a estirar las piernas antes de desayunar, paseando por el Igwalagwala Trail. Raíces aéreas, ramas, hojas, se mezclaban formando túneles vegetales que hacían más íntimo nuestro camino. La selva tropical exhibía su amplia diversidad. También algunos animalillos semejantes a hurones correteaban de un lado a otro. Desde luego, Santa Lucía es un pueblo que no da la espalda a su naturaleza, y, aunque cada vez resulte menos frecuente cruzarse con hipopótamos paseando por sus calles, ellos siguen siendo los habitantes más respetados. ¡Qué gozada el desayuno al borde de la piscina! Los pajaritos de colores revoloteaban y se acercaban a picotear en los comederos que había colocado June. Pasábamos nuestros últimos momentos en Santa Lucía dándonos unos garbeos por las pasarelas junto al estuario. El agradable paseo sombreado transcurría entre la selvática vegetación tropical y los manglares. Las pasarelas nos guiaban cómodamente hasta el inicio de la playa…………kilómetros y kilómetros de arena y dunas. El Índico seguía aterrizando potentes olas sobre la orilla. En las marismas se cobijaban las aves. Los hipopótamos emitían gruñidos que parecían lastimosos. Resoplaban, emergían y se sumergían. Los cocodrilos permanecían holgazaneando. Uno de los gigantes lagartos justo estaba sacando el cuerpo del agua para secar sus escamas. Los otros dos lucían palmito tumbados al sol. Dentro de un par de meses llegarán las ballenas a pasar el invierno en estas costas. Las tortugas ya se han marchado, ellas son visitantes veraniegas. Cuando el sol apretaba más fuerte, tomábamos rumbo a nuestro siguiente destino, el pequeño país de Swazilandia, que se cruzaba en nuestro camino hacia Kruger. Para cenar en Santa Lucía: Restaurante Braza. Lenguado, que sabía a cualquier cosa menos a pescado, acompañado de patatas y verduras. Espetada de carne. Aquí se nota la influencia portuguesa, no sólo en el nombre de Santa Lucía, sino también en la gastronomía, aunque se quede únicamente en……………..una ligera influencia. Ocean Basquet: kingslip (dicen que el pescado más apreciado en Sudáfrica), gambas, calamares, dorada. Insípidos pescados de aguas cálidas. Lo mejor, el pastel de mus de chocolate……riquísimo. Etapas 7 a 9, total 18
📊 Estadísticas de Diario ⭐ 5 (27 Votos)
Últimos comentarios al diario Por el norte de SUDÁFRICA. Montañas, playas, fauna y sus gentes
Total comentarios: 55 Visualizar todos los comentarios
CREAR COMENTARIO EN EL DIARIO
Diarios relacionados SUDÁFRICA, DOS SEMANAS POR EL KRUGER Y LA COSTA SUR
15 días de agosto en Sudáfrica. Un viaje con dos partes: una semana viendo...
⭐ Puntos 4.91 (44 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 308
SUDAFRICA: 23 días de aventura solos; del Atlantico al Indico .....
En tren, autobus, avion y 4000km en carro alquilado. .....
⭐ Puntos 4.37 (38 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 173
SUDÁFRICA EN EL CORAZÓN (JULIO 2015)
Un viaje recorriendo parte de Sudáfrica y una pequeña parte de Swazilandia. Un viaje...
⭐ Puntos 4.85 (48 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 173
15 días por Sudáfrica
Las 4 etapas imprescindibles para recorrer Sudáfrica por libre
⭐ Puntos 5.00 (2 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 144
17 DÍAS EN SUDÁFRICA POR LIBRE
Diario práctico con fotos y gastos diarios.
⭐ Puntos 4.95 (21 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 137
Galería de Fotos
|