Por el norte de PERÚ. De los glaciares a la selva ✏️ Blogs de PeruMi segundo viaje a Perú, 3 semanas en noviembre-2015, recorriendo lugares de las regiones de Ancash, La Libertad, Lambayeque, Amazonas y San Martín. Cordillera Blanca: La cordillera tropical más extensa del mundo, 300 lagunas, 700 glaciares, 16 picos nevados de más de 6000 m de altura, puyas raimondi. Trujillo y Chiclayo: desértica costa, ruinas moches y chimús, pelícanos, osos de anteojos…. Chachapoyas: montañas selváticas, cataratas gigantes, ruinas Chachapoyas… Moyobamba y Tarapoto: selva, ríos, orquídeas, palmeras, cacaotales… Y no, no vamos a Machu Pichu. Hemos respondido a esa pregunta más de 200 vecesAutor: Meha Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (31 Votos) Índice del Diario: Por el norte de PERÚ. De los glaciares a la selva
01: De nuevo en Perú, en marcha para un recorrido por el norte
02: Huaraz. Trepando a la Laguna Churup. De 0 a 4500 en 10 horas
03: Excursión al Pastoruri, un glaciar lloroso. PN Huascarán
04: Laguna Llaca: diosa de los paisajes. Y ruinas Wilcahuaín
05: Huaraz. Laguna Wilcacocha. La vida andina en las montañas
06: Alcanzando aguas turquesas de la Laguna 69. PN Huascarán
07: Lago Parón y Laguna Artesoncocha, misma agua, distinto color
08: Empacho arqueológico en Trujillo
09: Trujillo, paseando entre el colorido esplendor de su pasado colonial
10: El lujoso camino a la eternidad del señor de Sipán. Museo Tumbas Reales Chiclayo
11: Chiclayo: Saludando a los ojos de anteojos en Chaparrí
12: Catarata Gocta. Colosales cascadas entre nubes que abrazan montañas
13: Yumbilla. Cataratas en el bosque primario de Cuispes
14: De Cocachimba a Chachapoyas pasando por el Cañón del Sonche
15: Revash-Leymebamba, entre tumbas y momias
16: Kuelap. Antigua capital de los Chachapoyas, entre lo práctico y lo simbólico
17: Huayla Belén y Wanglic: un valle aterciopelado y una vista al pasado
18: De Chachapoyas a Moyobamba. Un río de chocolate con cascarón verde
19: Tingana. Navegando en canoa entre melodías y aromas
20: De Tingana a Moyobamba. Orquídeas y colibrís
21: Tarapoto. Indignación en Lamas
22: Tarapoto-Chazuta. Ceramistas y cacaoteras en la selva
23: Lima. De paseo por Miraflores. Burguesía peruana
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En Yungay, ya de buena mañana, los campesinos esperaban con paciencia las largas colas para entrar en el banco, incluso sentados en el suelo. No sé si las mujeres son mayoría, si destacan por su colorida vestimenta, o porque llevan las riendas sociales…………..en cualquier caso, se les ve más, ya sea trabajando el campo, vendiendo en los tenderetes o realizando cualquier recado.
El taxi que contratamos por 170 soles para trasladarnos a Laguna Parón incluía espera y regreso. Carretera asfaltada hasta Caraz, descendiendo por el valle Callejón de Huaylas. La vegetación se iba tropicalizando, incluso crecían plataneras al pie de las montañas. El agua es recogida en la montaña y llega al valle mediante canales. Cualquier metro de terreno está cultivado mientras se pueda enrasar en terrazas, en un revoltijo de higueras, melocotoneros, manzanos, plataneras, maíz, ajís, ……………..y campos sembrados de flores: dalias o clavelinas, para su venta. El color amarillo triunfaba entre las dalias, mientras que las clavelinas variaban entre rosas, rojas y blancas. Un paisaje diferente al que habíamos visto hasta el momento, más verde que en las zonas más altas del Callejón de Huaylas en Huaraz. De la mano de Omar, un día más no nos íbamos a librar de tragar polvo al ascender por la condenada pista polvorienta, que tenía el añadido de deleitarnos con maravillosas vistas al borde del precipicio. Lo que todavía no sabíamos era que la excursión incluía un extravío. Ni ellos mismos saben cómo llegar a los sitios. A Omar lo veíamos inseguro, mirando para aquí y para allá, pero……no fue hasta después de una hora montaña arriba cuando se le ocurrió parar a preguntar a unos campesinos…….en quechua, claro, y nosotros sin entender nada. Efectivamente, el error estaba confirmado. No estábamos en el camino a Laguna Parón, sino por Cashapampa, en la trocha de acceso al famoso trekking de Santa Cruz, que en 4 días atraviesa la Cordillera Blanca y permite saludar al Alpamayo, que alguien ha calificado como la montaña más hermosa del mundo………..Omar no había ido a Parón en su vida. En fin…….., nos brindó la oportunidad de conocer un sitio más. Aquí nunca sabes cómo vas a llegar al siguiente sitio, ni lo que vas a hacer mañana. Es cuestión de preguntar. Era necesario bajar toda la montaña hasta Caraz, para tomar la desviación correcta. …………De nuevo, montaña arriba, la pista ascendía entre campos de cultivo y pequeños poblados. Al igual que habíamos visto hasta el momento, la principal ocupación de los lugareños eran las tareas agrícolas, que por ahí compartían con los cultivos florales. Antes del ingreso al Parque Nacional, las repoblaciones de eucaliptos poblaban los montes. Recuerdo que una vez un hombre me dijo que los eucaliptos no crecen por encima de 1000 m…..yo le contesté que los había visto a 4000 m……….No se lo creyó………..le faltaba recorrer mundo. Ya dentro del Parque Nacional, la vegetación nativa se hace dueña de las escarpadas laderas. Vegetación diversa y diferente a la vista días atrás. Se notaba que este sector es más sombrío. Circulábamos por un camino diabólico, a lo largo de una quebrada estrecha y profundísima, emparedada entre altísimas paredes rocosas de completa verticalidad. El bosque de quenuales crece en las inmediaciones del río que excava el cañón ………..De cinturones de seguridad……ni hablar, claro! En las últimas rampas se apunaba el coche, que en Perú llaman carro. Altitud, coche viejo, empinadas pendientes, pista de piedras……….eran la combinación ideal para dejarnos colgados. Peeero…….¡no!. En Perú, las cosas funcionan…..de otra forma, pero funcionan. A 4200 m de altitud nos recibía el Lago Parón, de agua azul intenso, el de mayor tamaño de la Cordillera Blanca. Punto de inicio de nuestra caminata a la Laguna Artesoncocha. Se trata de una ruta casi plana y que discurre por paisajes imponentes. Bordeando el lago Parón revoloteaban mariposas. En mi vida había visto mariposas a semejante altitud. Multitud de cascadas descargaban sobre el lago de diseño alargado. Extasiándonos de su color azul, de las montañas que lo rodean, de los nevados, de los glaciares, recorríamos los 3 Km de longitud del lago. Tras cada recodo, la perspectiva era diferente. En ocasiones, los bordes del lago se mostraban poblados de vegetación altoandina, ya fuesen quenuales o flores, que vestían de verde o de colores sus orillas. Otras zonas eras más agrestes, descarnadas en roca o arena. Las cumbres del Pisco y del Huandoy despuntaban a la derecha. Enfrente, asomaban las siluetas de la Pirámide Garcilaso (5885 m) y del Chacraraju, que se ha quedado con la vida de muchos montañeros. Al otro lado se refugia la laguna 69. El río procedente del Artesonraju constituye el principal aporte de agua al lago. Era su valle el que recorríamos tras alcanzar el extremo del lago Parón, río que nos resultaba ancho cuando tocaba cruzarlo saltando piedras…………las altas temperaturas derretían mucha agua de los glaciares. La pirámide nevada del Artesonraju asomaba, y nos dejaba boquiabiertos. No sólo lo veíamos, sino que estábamos dentro. Dentro del corazón montañoso. Sólo una ligera subida nos conducía a otro paisaje que nos dejaba absortos. La laguna Artesoncocha era la culpable. Pero no sólo ella. También tenían la culpa el circo glaciar por el que resbalaban cascadas. Y la cumbre del Artesonraju con esa forma tan formidable. Omar pensaba quedarse en el coche esperándonos, pero su idea cambió al ver el lago Parón y contarle nuestro plan. Decidió acompañarnos y se unió a caminar con nosotros, sólo que él no resoplaba al apurar el paso. Los 4200 m de altitud no eran inconveniente para su respiración. Nunca había estado en este lugar, y no paraba de asombrarse: “¡Qué bellesssssas hay en Perú!” Sorprendente la diferencia de colores, siendo las mismas aguas. Las de color verde-grisáceo que presenta la laguna Artesoncocha mantienen su color en el río en el cual desagua. Y, sin embargo, las mismas aguas, en la laguna Parón se tornan azules. A Omar le quedó claro que tenía que llevar a su familia a conocer este lugar. Nosotros, viniendo de tan lejos para conocerlo, y él, estando tan cerca, y ni siquiera sabía que existía. Recogíamos nuevos pasajeros para regresar desde el lago. Un par de ingleses nos pidieron llevarlos hasta Caraz. Habían subido caminando desde el poblado de Parón, donde les dejó una combi. No les quedaban fuerzas ni horas de luz para bajar andando. Hora y media hasta Yungay para nosotros. Caldo de gallina para recomponer el cuerpo……….que casi le ponen la gallina entera……...y nos despedíamos de la brutal belleza que encierran estas montañas del Parque Nacional Huascarán, porque un autobús nocturno de MovilTours nos llevaría a Trujillo, a conocer las antiguas civilizaciones que habitaban en el desértico litoral. Con grandes recuerdos y algunas palabras de quechua en nuestra alforja, dejábamos las alturas y descendíamos al nivel del mar. Descargable para GPS: es.wikiloc.com/ ...d=11902959 Etapas 7 a 9, total 23
A Trujillo llegamos derrotados, a las 4:30 am, tras el viaje en bus nocturno con MovilTours. Pero, 3 horas durmiendo en una cómoda cama en el Hotel Las Condes, nos renovaba las energías. En cualquier caso, estábamos lo bastante rendidos para no tener ningunas ganas de buscarnos la vida. En el hotel nos lo sirvieron en bandeja, y por teléfono nos reservaron una excursión en grupo con Colonial Tours, que incluía la visita a los principales recintos arqueológicos de Trujillo, así como avituallamiento en el puerto de Huanchaco…….vamos, lo típico. Un auténtico empacho arqueológico. Y nos pasaban a recoger en 10 minutos………. A ponerse listos de inmediato!
Desde el primer momento nos dábamos cuenta de que Trujillo no tenía nada que ver con el mundo andino que habíamos conocido en la región de Ancash. Si allá, la tradición indígena y el entorno rural predominaban, percibíamos que Trujillo era una acicalada ciudad, con notable actividad económica. Coches nuevos, rostros más pálidos, vestimentas modernas……..era como estar en otro país. Todo ello, ambientado en un marco de arquitectura colonial. Tras el paso de los siglos, Trujillo representa una combinación de cultura nativa e hispánica. Incluso los desayunos son distintos y el pan es similar al que estamos acostumbrados en España. Con 4 peruanos y la guía Olga nos dejaremos llevar en un tour “completísimo” que nos ocupará el día entero. Cultura chimú por la mañana, cultura mochica por la tarde, dejándonos un respiro a mediodía para inhalar aires marinos. Por un día, estábamos dispuestos a convertirnos en turistas obedientes, y dejarnos guiar. Circuito chimú: Comenzábamos la visita en orden cronológico inverso, ya que la civilización chimú se desarrolló después de la mochica. La Huaca del Arco Iris o del Dragón es uno de los 2 antiguos templos chimús que se han acondicionado para el turismo. Construido en adobe, data del año 1100 dC, y pertenecía a la gran ciudad de Chan-Chan. Al igual que todos los edificios chimús, estaba amurallado y disponía de una única entrada. En un clima tan árido, el agua era…….y sigue siendo……..el bien más preciado, que sólo recibían/reciben cada varios años, cuando se produce el fenómeno de El Niño. Así que, necesitaban invocar a los dioses para pedir agua. Y a eso es a lo que se supone que dedicaban este centro ceremonial, a realizar ofrendas para implorar fertilidad y agua. Los relieves del arco iris simbolizaban la llegada de las lluvias. Las representaciones de figuras en forma de serpiente o de pez estaban asociadas a los ríos, y por tanto, al agua. La Huaca Esmeralda era nuestra próxima visita. Techada desde hace unos meses para protegerla de las esperadas lluvias de El Niño. También edificada en estructura piramidal, como es habitual en las antiguas culturas de la costa peruana. Esta construcción chimú se considera vinculada a un dios del mar, ya que algunas paredes están decoradas con figuras de redes pesqueras y de peces. También observamos relieves de ardillas, abundantes en los bosques secos de algarrobos que antes poblaban la costa norte. Las explicaciones que recibíamos en el Museo de sitio Chan-Chan nos ayudaban a entender las distintas etapas de la civilización de la costa norte de Perú. Los chimús, al igual que los incas, también eran un pueblo guerrero y expansionista. Eran además expertos orfebres, lo cual atrajo la atención de los incas, que los terminaron conquistando. Aunque nunca conocieron el principio de Pascal ni la ecuación de Bernoulli, su sistema hidráulico no ha podido ser superado ni siquiera hoy en día. Mediante una extensa red de canales distribuían el agua desde los ríos, y consiguieron convertir la aridez del desierto en terrenos muy fértiles, que permitían la agricultura. Tras la visita al museo, Olga ya nos había dejado abrumados con tanta información. Y eso que todavía era media mañana. Chan-Chan era la capital del imperio chimú, aunque ése no era su nombre indígena. La extensa ciudad ocupaba casi todo de lo que hoy es Trujillo, y a ella pertenecían todos los recintos que ya habíamos conocido en la mañana. También pertenecía a Chan-Chan el Palacio Nikan, que no es más que uno de los 9 palacios que existían en la ciudad. Construido por completo en adobe, el palacio constaba de altas murallas, amplias plazas, paredes con relieves que antiguamente estaban policromadas en azul, rojo, verde, etc., colores que la erosión ha borrado. Íbamos recorriendo cada zona………..La planta ceremonial pública, el corredor de peces y aves, la sala del altar, la sala de audiencias, numerosas habitaciones decoradas con rombos, la plaza de ceremonias privadas, los almacenes………..Es inmenso. Podría pensarse que el huanchaco o balsa de agua, también de considerables dimensiones, se usaba para almacenar agua para uso doméstico o para cultivos. Pero, ¡qué sería de estas visitas sin el punto romántico de los arqueólogos!. Según ellos, los chimús rellenaban la balsa de agua para ver reflejada la luna en su superficie, y adorarla. Conocemos sus idiomas, sus cerámicas, su historia, su estructura social, sus costumbres, sus cultivos……..Todo ello, a pesar de que no tenían escritura, característica común en todas las antiguas civilizaciones peruanas, incluidos los incas…………Aunque ello es discutible……..ellos tenían sus medios de comunicación escrita, sólo que todavía no hemos sido capaces de descifrarlos. A día de hoy, todo el conocimiento existente se basa en averiguaciones de los investigadores a partir de los objetos hallados. Tampoco se conoce la finalidad de los palacios de la ciudad de Chan-Chan. En función de lo que me contaron, yo apuesto a admitir que se destinaban a la vida y a la muerte de sus gobernantes, y que tras su enterramiento quedaban abandonados, ya que los palacios no coexistieron simultáneamente entre ellos. Desplazarnos a Huanchaco para comer nos concedía un momento de relax a pie de playa. Como anunciaba el restaurante elegido, El Sombrero, “Comer frente al mar es uno de los mayores placeres de la vida”. Y así es, especialmente ante unos ceviches de corvina y de langostinos, contemplando las olas del Pacífico, sobre las que se deslizaban surfistas encima de sus tablas, y pescadores remando en sus balsas de totora, al igual que ya hacían sus antepasados desde tiempos remotos. Al son de la música, suave temperatura a la sombra……..un placer. Los pelícanos surcaban el cielo, y cuando se posaban sobre la arena, ni siquiera se inmutaban ante la presencia humana. Considerable tamaño el de estas aves de pico alargado, cuyo gaznate actúa de desalinizadora natural, depurando el agua salada a dulce, y cuyos antepasados ya volaban sobre nuestro planeta hace millones de años. Huanchaco emana un cierto aire del pasado. Es como volver al sur de Tenerife de hace años, con sus chiringuitos al borde del mar, su costa desértica, las montañas que se desdibujan en el horizonte porque la atmósfera nunca es del todo nítida, y ese perpetuo ambiente vacacional que invita a la relajación. Circuito mochica: El ritmo de visitas organizadas es duro y no hay descanso. Con lo bien que me quedaría yo en Huanchaco paseando al lado del mar, sintiendo la brisa, porque menudo calorazo hace en Trujillo………..¡Nos espera la tarde del circuito moche!!!, retrocediendo todavía más en el tiempo. Y la comenzábamos en el Museo de las Huacas, que se ubica en un paraje desértico, junto el Cerro Blanco, donde antes se emplazaba la ciudad Moche, ahora sepultada bajo la arena. No permiten tomar fotos en el interior del museo. La cultura mochica se desarrolló en la costa antes que la chimú, entre los años 100 y 800. Interpretar los ciclos del agua era clave para sobrevivir en un mundo árido, de ahí su adoración al agua. Los sacerdotes encarnaban el poder, hasta que perdieron credibilidad al no conseguir mitigar la furia de los dioses en un año de grandes inundaciones…….no era más que una visita del Niño con especial intensidad. Así, en el año 600 dC, el poder cambió de religioso a civil. En el museo te haces una idea de la cultura moche: sus ritos, creencias, organización social y religiosa, música, su alimentación, ceremonias de sacrificios humanos. Aunque a semejante velocidad, que yo creo que me enteré mejor a mi ritmo en una exposición temporal de cultura mochica a la que asistí en Madrid un par de meses antes. La Huaca de la Luna era nuestro siguiente objetivo. En este centro religioso, construido en forma piramidal mediante 5 edificios superpuestos de adobe, se han encontrado 70 enterramientos correspondientes a sacrificios humanos. Lo hacían para apaciguar la ira de los dioses o para atraer la fertilidad. Eso dicen……… Unos pocos eran quienes doblegaban al resto de la población, haciéndoles creer que conectaban con el mundo superior. En trance sí que debían de entrar, a juzgar por la cantidad de coca y otras sustancias alucinógenas que quedan como rastro en los espacios ceremoniales. Sus pinturas murales se consideran incomparables a nivel mundial, en las que la figura del atemorizador Dios Ai-apaec se repite indefinidamente. Posiblemente, su función iba más allá de la decorativa, representando algún tipo de comunicación. Enfrente se sitúa la Huaca del Sol, otra estructura piramidal que se destinaba a residencia y centro de poder de los gobernantes. Permanece cerrada al público, pues todavía no ha sido excavada. En el suelo dormitaba un perro autóctono sin pelo de Perú, de raza viringo, especie protegida. Al parecer, cada recinto arqueológico debe preservar algún ejemplar de perro viringo. Etapas 7 a 9, total 23
Tras la excursión por las civilizaciones prehispánicas de Trujillo, y antes de entregarnos a los placeres de la mesa, todavía teníamos tiempo para pasear por el centro de la capital de la región de La Libertad. Fundada por Pizarro en 1535, en honor a su ciudad natal, la arquitectura de su centro histórico rezuma su pasado colonial.
Hoy en día, su vida urbana y bulliciosa se desenvuelve en torno a la Plaza de Armas y a la peatonal calle Pizarro. Un sábado por la tarde, la animación era incesante. Paseo y compras eran los entretenimientos de los trujillanos, como en cualquier ciudad. Tan pronto veíamos escaparates de ropa a la última moda internacional, como artistas callejeros, vendedoras de frutas, o buscavidas, como los tipos que ofrecían pesarte en una báscula casera en plena calle. Iglesias y casonas nobles con vistosos patios resumen el pasado colonial de Trujillo. Entre ellas, destacan algunos palacetes con siglos de historia a sus espaldas, como la Casa Orbegoso, la Casa Urquiaga, la Casa de la Emancipación, la Casa Bracamonte, o el Palacio Iturregui, el cual, a imitación de un palacio renacentista italiano se considera la casa más bella y lujosa de Sudamérica. Además, teníamos la oportunidad de entrar a curiosear en los patios de varias de ellas, ya que están abiertos al público. Su presente se anuncia a todo color, decorado en albero, naranja, azulón, granate, colores que sirven de lienzo para resaltar todavía más sus características ventanas de forja enrejada. La noche de Trujillo se ilumina con farolillos amarillos, que crean un ambiente acogedor en algunos rincones más retirados. Cena: El Rincón de Vallejo. Lomo saltado, cabrito asado, leche asada……..Por mucho que buscamos un restaurante de pescado, por la noche sólo servían carne en Trujillo. Muy animado, la comida bastante buena, sin destacar especialmente. Al día siguiente......... Era domingo por la mañana. Los trujillanos se congregaban en torno a la Plaza de Armas. El motivo no era otro que un gigantesco desfile. Grupos de universidades, asociaciones culturales o vecinales, militares……todos (menos nosotros) vestidos de gala………y seguimos sin saber por qué. A pesar de preguntar a varias personas, no conseguimos que ninguna respuesta coincidiese. Una nos decía que se celebraba el aniversario de la Universidad de Trujillo. Según otro, se conmemoraba la fundación de un barrio de Trujillo. Otra nos aseguraba que se trataba de un desfile rutinario semanal, sin motivo especial. La cuarta versión sostenía que se debía al izamiento de la bandera. En cualquier caso, maquillaje, tacones, uniformes, indicaban que se trataba de una ocasión festiva, con despliegue de bomberos, policías y músicos. Entre la algarabía nos despedíamos de las calles del centro de Trujillo y de su colorida arquitectura colonial. La ciudad donde se forjó la independencia de Perú. Taxi al hotel para recoger el equipaje, y trasladarnos a la terminal de autobuses de “Emtrafesa” para desplazarnos a Chiclayo. ¡Y pensar que pretendíamos alquilar coche por esta zona!! Menos mal que anulamos la reserva un par de días antes al ver cómo conducen por aquí. El barrio que cruzábamos de camino a la terminal de autocares nada tenía que ver con el flamante centro de Trujillo. Un enorme mercadillo de ropa de segunda mano se desplegaba por el suelo, adueñándose de calles y más calles. Tras facturar las maletas, nos entreteníamos unos minutos por los alrededores de la estación, ojeando los puestos ambulantes en los que nos ofrecían fruta cortada, jugos de colores que incluían toda la gama de marrones, o huevos de diversas aves recién hervidos en la calle. Los butacones del autobús VIP resultaban comodísimos, y desde la primera fila del piso superior se convertían en un trono panorámico desde el cual observar un paisaje desértico y sucio, adornado por cables y postes del tendido eléctrico, por negocios en chamizos, hostales y bares de mala muerte, perros vagabundos, y gentes que vagaban por las polvorientas calles de barrios chabolistas. Seguro que muchos de los ladrillos de adobe de estos poblados proceden de los saqueos a las construcciones arqueológicas. Era una lástima no poder visitar la tumba de la Señora de Cao, uno de los más recientes hallazgos arqueológicos de relevancia (2005) en el recinto El Brujo, aunque todavía quedan tantos restos del pasado bajo tierra que ni siquiera se sabe todo lo que hay. Se hacía difícil resistir el peso de los párpados en unos asientos tan confortables. Pero en sólo unos minutos de ojos cerrados, pasábamos de un cielo gris sobre un desierto monótono y lleno de basura, a un cielo soleado sobre campos verdes de caña de azúcar que se perdían en el horizonte. Supongo que obtienen el agua reaprovechando los antiguos canales de riego construidos por los chimús, que consiguieron hacer fértil un territorio desolado. Aunque, poco duraban los terrenos cultivados. El desierto peruano se extiende por cientos de kilómetros de costa. Al otro lado de la carretera, las mujeres lavaban los utensilios domésticos en cubos de pintura reutilizados, probablemente en agua poco saludable. Todo resultaba bastante deprimente, incluso la película que emitían por la tele del autocar era más bien tristona. Etapas 7 a 9, total 23
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