12 días en Sri Lanka y Maldivas. De los campos de té a los baños con tiburones ✏️ Blogs de Sri Lanka

Puntual, como siempre, nos recoge nuestro conductor para ir a visitar las ruinas de Polonnaruwa, una de las antiguas capitales de Sri Lanka y que forma un conjunto arqueológico precioso de visitar. Es un recinto bastante amplio que se tarda en recorrer. Hay gente que alquila bicis, pero a nosotros nos llevan en la furgoneta para poder ir bajando en los sitios más interesantes. Al principio nos parecieron cuatro pedruscos, jaja, pero luego la visita fue de lo más interesante.



Lo más bonito de ver es toda la zona sagrada, donde están los templos budistas. Eso sí, hay que descalzarse para andar por la arena y taparse hombros y piernas así que acabamos con los pies achicharrados y muertos de calor!!




Tras un buen rato recorriendo todos estos templos, nos vamos a un puesto de cocos, donde nos bebemos primero su agua y luego nos lo parten para comérnoslos. Están riquísimos!!


Tras este pequeño descanso, compramos agua y nos vamos a visitar el conjunto de budas de Gal Vihara. Esto sí que nos deja con la boca abierta. Son varios budas gigantes excavados en la roca, absolutamente impresionantes de ver.


También hay un buda tumbado, y Wije nos explica que representa a buda muerto, no dormido, porque los pies en lugar de estar al mismo nivel, están ligeramente desnivelados, y eso significa que está muerto.


La visita de este recinto arqueológico nos encanta, sinceramente es totalmente recomendable. Nos vamos con la sensación de haber visto cosas impresionantes.

Terminada la visita, volvemos a la furgoneta para continuar trayecto y paramos a comer en un restaurante muy agradable al aire libre donde ¡por fiiiiiin! tenían cerveza


Ya sólo por esto, el sitio nos encantó. Bueno, la comida también estaba bastante buena, así que tras zamparnos unos sadwiches o un buffet, según el hambre que hubiera, nos fuimos a hacer el safari en el parque nacional de Minneriya.

Llegamos allí sobre las 14,30 y Wije nos contrata el jeep para hacer la visita al parque. Antes de entrar nos vamos al baño y comprobamos que en las taquillas hay una cola tremenda, así que volvemos asustados pero nos enteramos de que Wije tiene un contacto y le van a colar, así que nos subimos al jeep todos juntos y esperamos a poder iniciar nuestro primer safari


En unos minutos el vehículo se pone en marcha, con Wije y el conductor del jeep delante y nosotros detrás en un safari totalmente abierto que nos permitió ponernos de pie y disfrutar muchísimo del trayecto.


El calor a esas horas aprieta muchisimo, pero nos lo vamos pasando bomba por el camino, esquivando las ramas de los árboles y adelantando a los otros jeeps que van más despacio que nosotros. Por fin, tras unos 20 minutos, llegamos a la zona del lago donde vemos las primeras familias de elefantes, aunque se trataba de un grupo pequeño.


Mineriya es una reserva natural donde se desplazan las familias de elefantes a criar a sus bebés en la época seca, así que se concentran numerosas familias y podemos ver bastantes elefantes recién nacidos escondidos entre el resto de la manada, mamando y muy protegidos por su familia. Es un espectáculo increíble.

Continuamos el safari y nos desplazamos a otra parte del lago donde la concentración de elefantes es mucho mayor.


Los elefantes se ven cerquísima, casi se pueden tocar. Después de estar un buen rato, nos desplazamos nuevamente a la laguna donde están una cantidad enorme de aves que parecen cigüeñas.


Volvemos por el camino nuevamente esquivando las ramas y tomando el aire que ahora es más fresco, ya que hemos pasado un calor tremendo, pero nos vamos encantados con la excursión y haciendo planes para viajar a África a hacer safaris a lo bestia, ya que nos ha gustado muchísimo la experiencia.

De vuelta al hotel, le pedimos a Wije que nos pare a comprar unas cervezas y nos para en una tienda específica donde venden alcohol, ya que en los supermercados no se encuentran. Nos venden la cerveza Strong, bastante fuerte y potente, y nos la llevamos al hotel donde nos la tomamos antes de cenar.

Tras la cena volvemos a rehacer maletas, ya que al día siguiente toca nuevo desplazamiento, y nos vamos a la cama cansados pero tan contentos.

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Después del último desayuno en este hotel, que era simplemente correcto, recogemos maletas y salimos rumbo a Kandy, donde está nuestro siguiente alojamiento. Como todos los desplazamientos en Sri Lanka, el trayecto es largo y lento, y volvemos a la locura del tráfico, pero nos entretiene muchísimo todo lo que vemos por el camino. Nuestra primera parada es Dambulla, para visitar el Templo de la Roca, al que se accede por el Golden Temple. Esta visita será también una de las más bonitas de viaje.


Iniciamos la subida, que también es un poco dura y cansada, pero bastante entretenida porque está llena de familias de monos.


Por fin, cansados de tanta escalera, llegamos a la entrada del templo de la roca y empezamos a ver los templos que están excavados en la montaña.


Wije nos va adentrando en cada una de las cuevas, llenas de estatuas de Buda y con sus paredes y techos totalmente decorados con pinturas.


La verdad es que esta visita es espectacular, una de las más bonitas del viaje.


Como en casi todas las visitas, el chófer nos mete prisa y lo vemos un poco acelerados, pero tenemos que empezar a bajar para continuar viaje y llegar a nuestra próxima parada: el jardín de las especias.

Llegamos al jardín y nos asignan un guía que chapurrea algo de español. Allí nos enseñan las plantas de las que se obtienen especias como la pimienta, nuez moscada, cardamomo, el árbol de la canela... Te las dan a oler y a probar y te cuentan las propiedades de cada una de ellas con la única finalidad de que luego te pases por la tienda y compres los productos que fabrican con ellas.


Nos untan aceites perfumados, cremas para la cara, perfumes... un merchandasing tremendo. A mi marido le ponen en la pierna una crema de cardamomo que es depilatoria, y es verdad que lo es, porque todavía tiene la calva que le dejaron Al final de la visita nos invitan a un té especiado con vainilla muy rico, la verdad, y nos llevan a la tienda, donde comprobamos que los precios de las cremas y demás productos son desorbitados, aunque sí compramos pimienta, nuez moscada, canela...que no tienen nada que ver con lo que nos venden aquí y a un precio razonable.

Seguimos nuestro viaje y llegamos a Matale, donde vamos a visitar el templo hindú. Al llegar nos encontramos con que lo han cerrado hace unos diez minutos, y ya no vamos a poder verlo, así que nos tenemos que conformar con verlo por fuera.


El templo es muy espectacular, pero como todos los templos hindúes, a mí me parece una falla de Valencia llena de ninots de colores



Aunque no podemos entrar, vemos bastantes huecos y puertas abiertas que nos permiten verlo por dentro bastante bien, y se ve que tiene que ser precioso.


Seguimos hacia Kandy y Wije nos dice que si no nos interesaría ir a ver un espectáculo típico de danzas cingalesas. En qué hora se nos ocurrió decir que vale!! Dios mío, qué tarde más horrible, qué turistada. Primero nos lleva a comer a un sitio que es como un salón de bodas, tremendo de verdad, después, para hacer tiempo, vamos a una fábrica de joyas donde te explican cómo es una mina y cómo se extraen las piedras preciosas. Luego te pasan al taller donde ves a la gente trabajando y después, cómo no, a la tienda. Y al final, la guinda del pastel.... las famosas danzas. No sabíamos si reir o llorar, casi nos da algo. Desde luego, aquí nos la coló pero bien colada, fue todo un horror

Cuando por fin salimos de esa tortura, le dijimos que queríamos ir ya a Kandy y ver el Templo del Diente de Buda, un sitio sagrado para los budistas ya que allí custodian un diente que sacaron de la pira funeraria donde incineraron a Buda. Llegamos ya bastante tarde, y los de la entrada se ponen bordes y no dejan entrar a mi hijo de 14 años porque llevaba bermudas y no teníamos pañuelos suficientes para cubrir las piernas, así que mi marido se queda con él pensando que lo podrían ver cuando saliéramos nosotros. Entramos con Wije, y aquello estaba hasta arriba de gente que iba a rezar y a hacer ofrendas, y aunque el templo es muy bonito, para mí no es de los más espectaculares.


Es un recinto muy grande, con varias estancias sagradas, patios, árbol sagrado... Se tarda bastante en visitar.


Tardamos media hora, y eso que lo vimos a la carrera, así que cuando salimos es casi de noche y mi marido está bastante mosqueado porque se pensaba que era como visitar una iglesia aquí, y que habíamos tardado demasiado... Al final ellos no entran y quedamos en que lo verán mañana, y nos vamos al Ozo Hotel de Kandy, que será nuestro alojamiento durante dos noches.

Salimos a cenar a una terraza que veo desde la habitación y que nos da buena pinta, y pedimos sandwiches, tortillas y zumos que están buenísimos, pagando unos 25€ los 8, así que nos vamos a descansar con la sensación de que la tarde de hoy ha sido un auténtico desastre.

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Desayunamos en la terraza del hotel Ozo con vistas al río, y nos tomamos uno de los mejores desayunos del viaje. Había hasta aceite de oliva y tomate


Cuando baja mi sobrina Eva, que comparte habitación con mi hijo, me dice que Darío ha estado toda la noche vomitando y que está en la cama hecho polvo, así que a mí se me viene un poco el mundo encima. Tras comprobar que no hay forma de que se recomponga, y que es mejor que se quede descansando en el hotel, mi marido decide quedarse con él y con bastante pena nos vamos sin ellos a las visitas de hoy.

La primera parada es en los jardines de Peradeniya, un precioso jardín botánico que adquirieron los británicos y ampliaron, convirtiéndolo en lo que hoy es.


Alquilamos un cochecito para poder visitarlo más rápidamente, a pesar de que nos cobraban 12 €, pero es que de otra manera no nos hubiera dado tiempo a verlo por la enorme extensión que tiene y la verdad es que fue un acierto. La visita es preciosa, vemos jardines impresionantes con flores y árboles de todo tipo, una exposición de orquídeas maravillosa, muchísimo bambú, árboles exuberantes, praderas infinitas... A todos nos encanta este jardín.


Al terminar llamamos a ver cómo se encuentra Darío, por si está más recuperado y pueden venirse a la siguiente visita, pero sigue mareado y con ganas de vomitar, así que decidimos seguir hacia Pinnawala, el orfanato de elefantes, a donde llegaremos después de un trayecto de hora y media. Según vamos llegando, empezamos a alucinar con la cantidad de gente que hay, y nos empezamos a temer que esto es una turistada total. Tras aparcar la furgo nos dirigimos al río donde están bañando a los elefantes.


Aunque reconozco que es curioso de ver, esta visita no nos gustó nada. Había muchos elefantes encadenados y desde luego de orfanato no tenía nada de nada. Es un sitio llenísimo de turistas, de tiendas, de merchandasing... en fin, para mí fue la mayor decepción del viaje. Hicimos algunas compras en las tiendas de por allí y después nos acercamos a una especie de zoo que había enfrente y que tampoco nos gustó, apenas se ven elefantes y están en unas condiciones un poco penosas. Justo antes de irnos vimos llegar a los elefantes que venían de bañarse en el río, y consigues verlos bastante cerca, pero en mi opinión, es una visita totalmente evitable.

Salimos de allí y nos vamos a uno de los múltiples sitios que había por la zona para montar en elefante y decidimos que se monten sólo las chicas, ya que es un poco timo, unos 15€ por cabeza por dar un paseo de 15 minutos por un sitio que no tiene ningún encanto, pero en fin, les damos el capricho a ellas.

Entre que esta visita no nos gusta demasiado y yo estoy con mal rollo por mi hijo, nos vamos de vuelta al hotel para encontrarnos con ellos y que mi marido pueda ir a comer algo. Le decimos a Wije que se tome la tarde libre ya que vamos a descansar en el hotel y subimos a ver cómo está Darío. Nos lo encontramos ya un poco más recuperado, aunque débil y mareado por los vómitos y por no haber comido nada, pero poco a poco empieza a ir tomando algo. Nos vamos a comer a un hotelito de mochileros donde tardan una hora en traernos la comida! Menos mal que nos da la risa, y que la comida estaba muy buena, que si no nos abrimos las venas

Cuando volvemos al hotel, Darío se ha duchado y quiere venir con nosotros a dar una vuelta por Kandy, que hasta ahora ni habíamos podido ver. Nos bajamos dando un paseo, y mi marido y él se bajan en tuc tuc tan contentos, y podemos disfrutar de una tarde a nuestra bola


Kandy es igual de caótico que el resto de ciudades de Sri Lanka, aunque tiene el encanto del lago y del recinto del Templo del Diente de Buda.


Mi marido decide irse a visitar el templo, ya que el día anterior no lo pudo ver, y nosotros nos vamos a dar una vuelta y a hacer algunas compras. Ese día es festivo y la ciudad está bastante tranquila, así que, aunque no hay muchas tiendas abiertas, conseguimos circular por allí sin que sea una locura y compramos bastantes cosas que querían los chicos, especialmente pantalones con dibujos de elefantes, tan típicos de allí.

Entramos a ver un pequeño templo hindú, donde un monje budista nos coge por banda y nos enseña una foto suya con el Dalai Lama. Nos pide que nos sentemos unos minutos y como podemos le decimos que nos están esperando fuera y que no podemos entretenernos, porque ya quería evangelizarnos!!



Tras esta tarde de libertad, volvemos al hotel dando un paseo, aunque yo me subo en tuc tuc con Darío y me encanta la experiencia Nos vamos a cenar a la terracita que hay enfrente del hotel, donde hoy hay bastante más ambiente que el día anterior, y nos vamos a descansar ya que al día siguiente toca cambiar de destino.

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