Egipto, un sueño hecho realidad (abril 2017) ✏️ Blogs de EgiptoViaje de 9 días por Egipto en tour organizadoAutor: Paulis87 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.7 (9 Votos) Índice del Diario: Egipto, un sueño hecho realidad (abril 2017)
01: Introducción
02: Viaje
03: Día 1 - Llegada a El Cairo
04: Día 2 - El Cairo
05: Día 3 - El Cairo
06: Día 4 - El Cairo - Luxor
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Etapas 4 a 6, total 12
Memphis + Saqqara (parte 2) + Alfombras + Barrio Copto + Khan el Khalili Sábado 15 de abril de 2017 Nos despertamos y bajamos a desayunar, porque a las 07.30 am nos pasaban a buscar por la recepción para empezar con las visitas de la agencia. Cuando llegó Ramón, otro de los coordinadores de Galaxia, fuimos al bus que nos estaba esperando en la puerta del hotel. Ahí nos encontramos con quien iba a ser nuestro guía en todo el viaje: Ramzy. Hoy éramos diez personas; el lunes llegaban otras cuatro y así ya iba a quedar armado el grupo. Consideramos que estaba bien porque no éramos muchos. Contrario a lo que estaba previsto en el programa (Memphis, Saqqara y las pirámides de Guiza), nos comentaron que las excursiones del día se iban a dividir en dos: hoy hacíamos Memphis y Saqqara y el día siguiente, las pirámides . Nos pareció raro porque la ruta de Saqqara y las pirámides era la misma (por algo las agencias las agrupan el mismo día), así que pregunté el porqué del cambio y me dijeron que habían tenido que reprogramar las visitas porque dos personas de nuestro grupo que tenían otro itinerario (que incluía Alejandría) habían llegado dos días antes y ya habían ido al Museo y a las pirámides el día anterior. Fuimos hacia Memphis, capital del Imperio Antiguo, y llegamos alrededor de las 09.00 am. Nos repartieron las entradas del museo al aire libre (EGP 40), que estaban incluidas. Primero visitamos la única sala cubierta del museo, donde subimos unas escaleras para poder contemplar mejor el coloso de Ramsés II. El tamaño de la estatua impresionaba y el nivel de detalle era increíble: se notaban bien las facciones, los músculos, las rodillas... ¡hasta las uñas! Salimos de la sala, el guía nos dio explicaciones sobre la Triada de Memphis y la esfinge de alabastro y tuvimos media hora para recorrer la zona. La estructura de todas las excursiones que hicimos con la agencia era la misma: llegábamos a un lugar, el guía nos daba las entradas correspondientes, escuchábamos sus explicaciones y después teníamos tiempo libre para andar y sacar fotos. Seguimos rumbo a Saqqara. Antes de entrar por la enorme fachada, nos detuvimos y escuchamos a Ramzy, quien nos daba sus explicaciones haciendo dibujos en la arena con un palo que le alcanzó uno de los vigilantes del lugar. El método nos resultó didáctico e interesante y se repitió en el patio, cuando nos contó sobre la construcción de la pirámide escalonada y sus cámaras. Y aquí un dato anecdótico: mientras escuchábamos al guía, en el cielo se veían muchas cosas blancas que volaban. Una de las personas del grupo creyó que era una bandada de aves, pero al ver mejor se dio cuenta de que eran nada más ni nada menos que bolsas de basura... Justamente el día anterior habíamos notado que había sectores del complejo que no estaban bien cuidados. Cuando le preguntamos a nuestro guía, nos dijo que lamentablemente no se invertía en la limpieza y el cuidado de los sitios. Una lástima A continuación, media hora de tiempo libre para caminar por los alrededores. Cruzamos el patio en dirección a las escaleras, y subimos para contemplar las vistas privilegiadas de la pirámide de Djoser. Desde lo alto se veían la pirámide de Unas y, a lo lejos, las pirámides de Dashur. Sacamos algunas fotos y bajamos. Ya de nuevo en el patio, pasamos por el pabellón real, bordeamos la pirámide escalonada y caminamos por el patio del Heb-Sed con sus capillas para luego atravesar la sala con las columnas, salir del recinto y subir al bus. Aquí terminó la excursión a Saqqara, de unas dos horas de duración, con su lado bueno y su lado malo. Por suerte, en nuestro caso, la visita se complementó con la que habíamos hecho el día anterior: nos explicaron otras cosas y pudimos concentrarnos en el complejo funerario de Djoser, que habíamos visto muy por arriba con el guía que contratamos por nuestra cuenta. En contra tengo que decir que no entramos a ninguna mastaba ni pirámide y solo nos dieron media hora de tiempo libre. Claro está que es una opinión personal; tal vez aquellos que se conformaban con ver la pirámide escalonada y algunos restos arqueológicos no tuvieron quejas. Creo que todo depende de los gustos y las preferencias y cuando se viaja en grupo lamentablemente hay que ajustarse a las reglas del juego (mientras algunos quieren pasar más tiempo en un lugar hay otros que no ven la hora de irse). A la vuelta nos llevaron a una fábrica de alfombras, en la que primero nos explicaron cómo las hacían y luego nos hicieron subir a un salón donde estaban todas exhibidas. Había de todos los colores, modelos y tamaños, pero los precios eran caros. Nadie compró nada y la visita duró menos de lo esperado. Otro dato anecdótico: cuando llegamos a la tienda, nos ofrecieron algo para tomar, pero luego “se olvidaron” y no nos convidaron nada. Ya en la puerta, antes de subir al bus, uno de nuestros compañeros del grupo le dijo al guía, en forma de broma, que el té había estado muy rico y al guía le llamó la atención que no nos hubieran dado nada. Con su mejor voluntad intentó entrar de nuevo a la tienda a reclamar, pero al unísono le respondimos que no hacía falta, que siguiéramos con el recorrido. La siguiente visita fue al Barrio Copto, donde conviven sinagogas, mezquitas e iglesias cristianas. Las calles del barrio eran estrechas y hasta parecía un laberinto. Conocimos la Iglesia de San Sergio y entramos en la cueva donde, según la Biblia, se refugió la Sagrada Familia. La iglesia era pequeña y muy bonita. Adentro no se podían sacar fotos, pero sí estaba permitido con el celular. También visitamos la sinagoga de Ben-Ezra, donde directamente estaba prohibido hacer fotos. Después fuimos al bazar Khan el Khalili. Como cortesía por el ofrecimiento de bebidas fallido en la fábrica de alfombras, Ramzy nos invitó a tomar algo…. a El Fishawy!!! (esta visita no estaba prevista en el programa). Por suerte el lugar no estaba lleno y encontramos asiento enseguida. La mayoría pedimos té de menta y algunos optaron por café turco o gaseosa. El Fishawy o Café de los Espejos tiene un encanto particular, un ambiente que atrapa, no sabría cómo describirlo. Las paredes están llenas de espejos enormes con unos marcos preciosos de madera tallada y en el techo cuelgan lámparas de distintos estilos. En las mesas se veían grupos de gente fumando shisha, tomando té y conversando. Se mezclaban los turistas con la gente local. Después de la pausa en el Fishawy, tuvimos tiempo libre para recorrer las calles del bazar. La intención era hacer compras en la tienda de Jordi, donde los precios son fijos y no se regatea. Con un plano escueto que teníamos en el celular tratamos de localizar la tienda, pero no la encontramos Es más, nos perdimos entre las calles hasta que empezamos a ver cada vez menos turistas y cada vez más tiendas con precios en árabe. Para volver teníamos como referencia uno de los minaretes de la Mezquita Al Hussein, pero en la zona había otras mezquitas y aun así no nos ubicábamos. Solución: preguntar por El Fishawy (porque justo conectaba con un callejón que salía a la plaza Al Hussein, nuestro punto de encuentro con el resto del grupo). No compramos nada; de todos modos, el guía nos había adelantado que prácticamente todo lo que íbamos a ver era mercadería hecha en China. Igual me quedé con las ganas de ir a Jordi, supongo que me hubiera salvado con los souvenirs para regalar y, además, hubiese tenido una idea de precios. Claro que era más fácil preguntar a alguien por la tienda y dar una propina, pero queríamos aventurarnos y lanzarnos por nuestra cuenta. Salvo dos o tres vendedores pesados, ninguno nos agobió mientras estuvimos en el bazar y fue un lindo paseo. Eran las 16:00 pm y llegó la hora de comer (el almuerzo estaba incluido en el programa). Nos llevaron a un barco amarrado a la orilla del Nilo, el “Nile Maxim”. Como ya era tarde el restaurante estaba vacío, lo teníamos solo para nosotros. De entrada nos pusieron panes para acompañar con unas salsas, el plato principal era pollo con arroz y papas fritas (se podía elegir pescado) y el postre era helado. La comida no me pareció muy buena, pero era lo que había. Le pagamos al mozo las bebidas, pero no nos dio el vuelto (y era bastante, porque no teníamos cambio). No sabíamos si creyó que lo que sobraba era propina o se hacía el que lo cría, la cuestión fue que nuestro guía intervino y recibimos el vuelto correspondiente. Llegamos al hotel cerca de las 18:00 pm; si bien nos hubiera gustado seguir recorriendo la ciudad, estábamos un poco cansados y decidimos quedarnos. Arreglamos con una pareja del grupo para cenar en uno de los restaurantes del Fairmont; entre charla y charla se hizo casi la medianoche y nos fuimos a dormir, que seguían los madrugones… Etapas 4 a 6, total 12
Domingo 16 de abril de 2017: Ciudadela + Museo + Pirámides de Guiza + Tienda de Papiros
Nos levantamos, desayunamos y a las 07.45 am nos pasaron a buscar para empezar con las excursiones del día. Primero fuimos a la Ciudadela de Saladino (EGP 60, entrada incluida), donde estaba la Mezquita de Alabastro o Mezquita de Mohamed Alí. Para poder entrar, tanto hombres como mujeres tenían que quitarse o cubrirse los zapatos y, solo en el caso de las mujeres, no se podía mostrar el escote, las piernas ni los brazos. Para cubrir los zapatos ofrecían unos protectores por EGP 5, todos decidimos quitárnoslos y guardarlos en una especie de estantería dentro de la mezquita. A las mujeres que tenían alguna parte del cuerpo descubierta les daban una túnica, pero no sabemos si cobraban por ella. Vimos el patio interior, donde estaba el reloj que los franceses regalaron a Egipto a cambio del obelisco del templo de Luxor (salieron ganando los europeos, porque el reloj nunca funcionó y el obelisco decora la Plaza de la Concordia en París). Después entramos a la mezquita, nos sentamos en el suelo y el guía nos explicó la historia y los detalles arquitectónicos. En el tiempo libre, salimos a la terraza y sacamos algunas fotos, las vistas de la ciudad eran muy lindas. El siguiente destino era el Museo Egipcio de El Cairo, una de las visitas que más esperaba. Pasamos por el detector de metales, nos dieron las entradas (EGP 75, ya incluidas) y pedimos un ticket para poder sacar fotos adentro del museo (EGP 50). El guía nos repartió auriculares para escuchar sus explicaciones, pero como se me salían de la oreja (por lo general tengo este problema con los auriculares ), decidí no usarlos y quedarme cerca de él para no perderme nada El museo es inmenso y tiene un montón de piezas, claramente se necesita un día (o más) para recorrerlo. Empezamos la visita guiada por la planta baja y fuimos viendo algunas piezas: paleta de Narmer, estatua de Djoser, estatua de Osiris, tríada de Menkaure, sarcófago de alabastro, escriba, estatua de Kefrén, Rahotep y Nofret, Seneb, estatua de Keops (¡minúscula!) y la cabeza de Hatshepsut. Tríada de Menkaure (sala 47)
Estatua de un escriba (sala 42)
Estatua de la reina Nofret (sala 32)
Cabeza de la reina Hatshepsut (sala 11)
En la segunda planta del museo vimos parte del tesoro de Tutankamón. ¡Impresionante! Y lo increíble es que todo eso haya sido encontrado en la tumba. Entramos en la sala en la que se exhibía la máscara del faraón, pero ahí no se podía hacer fotos . La máscara, una belleza; la verdad es que impresiona. Capilla portátil de Anubis (sala 9)
Capilla para canopes (sala 9)
Abanico (sala 8)
Caja en forma de cartucho (sala 30)
La visita terminó cerca de una de las salas de las momias reales y nos dieron quince escasos minutos para recorrer el museo (en principio eran diez, pero logré negociar cinco minutos más con el guía). Aprovechamos ese tiempo y sacamos la entrada para ver las momias reales (EGP 100). Entramos solo a una de las dos salas que había porque no encontramos la otra y las indicaciones que nos daban nos confundían . En el medio del recorrido, antes de ir al punto de encuentro, alcanzamos a ver una sala con sarcófagos y otra con los tesoros de Tanis. Salimos del museo a las 12:30 pm, luego de haber estado dos horas, y para las 13:15 pm estábamos en la meseta de Guiza. En el camino vimos el Gran Museo Egipcio, todavía en construcción, y el guía nos contó que su inauguración estaba prevista para 2015 pero se postergó por diversos motivos. Al parecer, finalmente se va a inaugurar en 2018. A medida que el bus se acercaba las pirámides se veían más y más grandes. Y el estar frente a ellas ufff… fue toda una sensación. Eran impactantes, imponentes, majestuosas. El tamaño de los bloques que las formaban era increíble. Sentía que al lado de eso no éramos nada… Por más que haya distintas teorías sobre la construcción de las pirámides, para mí sigue siendo todo un misterio. Antes de que nos repartieran las entradas al recinto (EGP 80, incluidas), mi novio y yo le dijimos al guía que queríamos entrar en la pirámide de Keops (EGP 200). Se sorprendió, porque la excursión con la agencia incluía la entrada a Micerinos (EGP 40). ¿Acaso pensaba que nos conformábamos con eso? ¡No señor! Lo bueno es que de a poco fuimos convenciendo al grupo para que se sumara y al final conseguimos que todos se prendieran en la travesía, lo que nos iba a dar más tiempo en el lugar (pequeña venganza por lo del Museo, je je ). A la pirámide de Keops se accedía por una entrada que no era la original (porque esa estaba sellada). No se podía entrar con cámaras de fotos (pero sí con mochila), así que dejamos la cámara en el bus y llevamos celulares. Al salir podíamos volver al bus a recuperar las cámaras y hacer fotos. La entrada era un poco empinada, el trayecto hasta la Gran Galería era corto y había que ir agachado. Por suerte había buena iluminación. Avanzamos hasta llegar a la Gran Galería… y nos quedamos sin palabras. Las paredes internas formaban una bóveda escalonada, al igual que en la pirámide roja, solo que esta zona era mucho más grande y se atravesaba cuesta arriba para llegar a la cámara funeraria. Otra vez impresionaba la perfección de los bloques de piedra, no había ninguna ranura entre ellos. Se transpiraba mucho porque el espacio era muy cerrado, entraba y salía gente permanentemente y hacía calor, pero eso no era nada comparado con la experiencia de entrar en una pirámide. De Keops nos trasladaron a Micerinos; esta vez la entrada era más fácil y el trayecto era más corto comparado con el anterior. Nos dimos la vuelta y saludamos a Kefrén Era increíble que la punta todavía conservara el revestimiento de piedra caliza que originalmente cubría toda la pirámide. Sacamos fotos, volvimos al bus y nos llevaron a un mirador, donde nos ofrecieron montar en camello (EGP 60). Del grupo solo subimos cinco personas, nos hicieron andar unos metros y nos detuvimos en un punto para las fotos. Los niños que llevaban los camellos nos pidieron las cámaras para hacer una sesión fotográfica “original”, en un momento agarraban una piedra y la ponían frente a la lente para simular que la estábamos levantado (lógicamente, nos hacían levantar los brazos y ponerlos en posición). Para mi suerte, ninguna de las fotos salió bien (más que levantar la piedra parecía que la hacía levitar, ¡ja, ja!). Pero fue divertido. Desde ahí fuimos a la esfinge, que en mi cabeza lucía más grande de lo que realmente era. De todos modos, no dejaba de impactarme. Sacamos las fotos de rigor y a las 16.30 pm abandonamos el recinto (la visita duró 3 horas). Fuimos a comer al restaurante del hotel Mercure, que estaba cerca. De entrada nos dieron ensalada, el plato principal era carne con arroz, papas fritas y algunas verduras y de postre nos sirvieron cuatro tipos de dulces. La comida no era del otro mundo, pero estaba bien (bebidas aparte). Con el estómago lleno nos llevaron a una tienda de papiros. Como nosotros ya habíamos comprado (y mejor, porque la realidad es que nos habían gustado más los del lugar al que habíamos ido el primer día y eran más baratos), nos limitamos a escuchar (de nuevo) las explicaciones de cómo los hacían y no compramos nada. Las visitas del día terminaron tarde: recién a las 19:30 pm volvimos al hotel. Nos acostamos temprano porque al día siguiente a la mañana teníamos el vuelo a Luxor. Etapas 4 a 6, total 12
Lunes 17 de abril de 2017: Vuelo a Luxor + Templos de Karnak y Luxor + Luz y Sonido en Karnak Hoy madrugamos: a las 05.45 am nos pasaron a buscar por el hotel para llevarnos al aeropuerto, porque volábamos a Luxor. Hicimos el check-out y la gente de recepción nos entregó una caja de desayuno para el viaje: un jugo de manzana, un budín, una factura, una mandarina, una manzana y un frasco de mermelada (que me resultó muy útil más adelante ). Llegamos al aeropuerto y pasamos los controles. Encontramos a Ahmed, el coordinador de Galaxia, que ayudó a algunos a sacar sus pasajes. A todos les asignaron asientos separados menos a nosotros, que nos dieron dos asientos juntos El vuelo de Egyptair salió a las 08.15 am, como estaba previsto, y duró un poco más de una hora. Viajamos tranquilos y sin inconvenientes. En el trayecto nos dieron un jugo de naranja. Ya en el aeropuerto de Luxor, buscamos el equipaje y se lo dejamos a la gente de la agencia, ellos lo iban a llevar a la motonave porque como el horario de ingreso al barco era cerca del mediodía, íbamos a aprovechar ese tiempo para hacer dos visitas con nuestro guía. La primera fue al Templo de Karnak, donde permanecimos dos horas. Este fue uno de los templos que más me gustó del viaje. El recinto era ENORME; para entrar pasamos unos controles y llegamos al centro de visitantes, en el que vimos una maqueta del templo y escuchamos las explicaciones del guía. Seguimos avanzando hasta que de a poco apareció la avenida de esfinges con cuerpo de león y cabeza de carnero. Desde este punto teníamos una vista completa del primer pilono o fachada. Fuimos caminando en grupo por todo el templo, pasamos por la sala hipóstila, el obelisco de Hatshepsut y la visita terminó en el lago sagrado, frente a la estatua del escarabajo, a la que, por las dudas, le dimos las 7 vueltas . Luego, tiempo libre. En el recorrido vimos varios grupos de adolescentes, de hecho, uno se me acercó y me hizo señas con la cámara, yo pensé que quería que le sacara una foto y asentí con la cabeza. ¡Pero había entendido mal… él se quería sacar una foto conmigo! ¡me sentí famosa! El guía nos dijo que era normal, que algunas personas querían sacarse fotos con los turistas y tenerlas de recuerdo. Lo que nos impresionó más de este templo, además de su grandiosidad, fue la sala hipóstila. Constaba de 134 columnas, algunas de las cuales llegaban a tener una altura de casi 25 mts. Estaban llenas de relieves bastante bien conservados. Era una obra magistral. La segunda visita fue al Templo de Luxor, que era mucho más pequeño que el anterior, pero tenía su encanto. A este templo le dedicamos una hora, aunque la mayoría se ocupó con las explicaciones. En la entrada nos recibieron dos estatuas enormes de Ramsés II sentadas, una de pie y otra que aparentemente estaban restaurando, porque estaba cubierta con un manto blanco. También se veía uno de los dos obeliscos del templo, el que falta es el que regalaron los egipcios a los franceses y que ahora está en la plaza de la Concordia en París. El detalle de las columnas y los dibujos de los relieves eran formidables: Una de las cosas que nos llamaron la atención eran los dibujos con motivos religiosos que aparecían en una de las partes superiores del templo; el guía nos explicó que era una reforma de los cristianos. Terminadas ambas visitas, embarcamos en la motonave Amarco. Nos pareció sensacional, elegante y bien cuidada. Pasamos a uno de los salones de la recepción y nada más llegar nos ofrecieron karkadé y otra infusión que no recuerdo el nombre (era de otro color). Ramzy nos pidió los pasaportes para el check-in, al rato nos devolvió la documentación y nos repartió unos papeles al azar donde figuraba el número de camarote (sin el nombre de los pasajeros, que era lo que teníamos que completar nosotros). Nos tocó el 215, en la primera planta, el más cercano a la joyería del barco. ¡Qué peligro! El camarote estaba bien decorado y era cómodo (sobre todo la cama y las almohadas) y tenía una ventana grande desde donde se podía contemplar el Nilo. Después de acomodarnos, bajamos al subsuelo donde estaba el comedor. El almuerzo era buffet. Teníamos la tarde libre, así que aprovechamos para salir a conocer el mercado de Luxor. Cuando salimos, vimos que el Amarco estaba amarrado a media cuadra del templo de Luxor. ¡Qué privilegio! Intentamos hacer dos pasos, pero se nos interpuso un hombre que nos ofrecía un paseo en barco, lo ignoramos, pero nos siguió insistiendo. Le dijimos “no, gracias” (“la, shukran”), le hicimos gestos de que no queríamos nada y no había caso, caminaba a la par nuestra. Recurrí al “Jalass” (“basta”) y fue un momento mágico, porque el hombre se sorprendió, me dijo “ok, ok” y se fue Seguimos caminando (el mercado de Luxor estaba a pocas cuadras de la motonave) y por las calles vimos que estaba lleno de gente, muchos grupos de adolescentes y familias se reunían y hacían en las veredas. Se debía a que ese día era la fiesta Sham El-Nessim, en la que se celebraba la llegada de la primavera. Llegamos al mercado y recorrimos las pocas calles con puestos, los vendedores no eran tan agobiantes. Hicimos unas compras y pusimos en práctica nuestras escasas habilidades de regateo. A mí particularmente me causaba fastidio porque no sabía realmente cuánto costaba lo que estaba comprando o mirando y además por ser turista seguro aumentaban el precio. Pero son sus costumbres y las acepto. Volvimos al Amarco y a las 18:30 pm nos pasaron a buscar para ver el espectáculo de luz y sonido en Karnak, excursión que solo nosotros habíamos contratado (USD 40). La persona que nos llevó hablaba algo de inglés y poco español; una vez en el recinto, nos sacó las entradas y nos entregó unos auriculares para escuchar el audio, que era en inglés. Esta vez llevaba mis propios auriculares No fuimos al luz y sonido de las pirámides, pero sabíamos que este era diferente. Cuando llegamos había bastante gente, pero de a poco nos acomodamos entre la multitud para encontrar una buena ubicación. Ya en las gradas, contemplamos el templo iluminado, que sumado a la noche estrellada formaba un paisaje mágico. Cuando llegamos a la motonave fuimos directo a cenar. Esta vez la comida no era buffet, sino que nos iban sirviendo distintos platos, todos ricos y con buena presentación. Luego de la cena había un espectáculo de danza de vientre en el salón, pero no fuimos porque preferimos descansar, el día siguiente era un día especial que empezaba con uno de los dos grandes madrugones del viaje… Etapas 4 a 6, total 12
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