ALSACIA, LAGO CONSTANZA Y SELVA NEGRA - Agosto 2017 ✏️ Blogs de Europa Central

El penúltimo día del viaje lo dedicamos a visitar Friburgo. Desde nuestro alojamiento en Haslach fuimos por la carretera 294, muy bonita también, atravesando pueblecitos, bosques y praderas. Sin embargo, tal vez por ser sábado, no había apenas tráfico ni camiones, por lo que el trayecto se nos hizo cómodo y rápido; en tres cuartos de hora estábamos allí.


FRIBURGO

Estuvimos casi seis horas en esta ciudad. Llevábamos previsto aparcar en el Parkhaus Unterlinden, que nos pillaba bien situado viniendo del norte, pero la zona estaba en obras y no encontramos el acceso, así que dando vueltas acabamos sin querer en el Parkhaus Rotteckgarage, en pleno centro. Las seis horas nos costaron 12 €.



Friburgo es una ciudad en la que se respira seguridad, tranquilidad, alegría y limpieza. Estas cualidades, unidas al día tan soleado que disfrutamos (Friburgo tiene uno de los climas más benignos de Alemania), hicieron que la ciudad nos gustara mucho.



Hay que tener cuidado con los canalillos que hay en todas las calles del centro, porque es fácil meter un pie si no vas mirando al suelo y, como mínimo, torcerte un tobillo. Era simpático ver muchos niños pequeños jugando con barquitos de madera en los canales, como si fueran ríos, y muchas personas de todas las edades refrescándose los pies. Estos arroyuelos son antiquísimos; se crearon para abastecer la ciudad de agua y como mínimo existen desde el siglo XIII.



Oficina de Turismo de Friburgo (3). Está en la Rathausplatz, en un edificio rojo que era el antiguo Ayuntamiento. Cobran 1 € por los planos de la ciudad. Nosotros nos apañamos con el Google Maps de los móviles.



Ayuntamiento Nuevo (4). En la misma plaza, al lado de la Oficina de Turismo. El sábado por la mañana, cuando estuvimos nosotros, salían por sus puertas parejas de novios recién casados como si aquello fuera una churrera.



Catedral (5), muy cerquita del Ayuntamiento. Desde éste ya se vislumbra su torre, por lo que no tiene pérdida. Se puede subir a lo alto (380 escalones), pero nosotros no lo hicimos porque teníamos previsto ir a la colina de enfrente, desde donde también hay vistas panorámicas de toda la ciudad.

En la plaza de la Catedral hay un mercadillo todas las mañanas, excepto los domingos, con decenas de puestos de verduras, frutas, artesanía, bocadillos de salchichas, etc. Si queréis hacer fotos de la catedral sin tenderetes por delante será mejor que vayáis a partir de las 14:00 horas, que es cuando cierra el mercadillo.



Edificio Lienhart Müller (6), en la misma plaza de la Catedral. Son unos antiguos almacenes que se reconocen perfectamente por su color rojizo, su soportal de cuatro arcos y sus miradores poligonales en esquina rematados por pináculos de tejas de colores. Es realmente bonito y destaca sobre todos los demás edificios de la plaza.



Puertas de la ciudad (7). Se conservan tres, la Schwabentor, la Martinstor y la Breisachertor. Las dos primeras son torres de las murallas medievales que se localizan perfectamente con el Google Maps. La tercera es de las murallas barrocas, pero no os volváis locos tratando de encontrarla, como nos pasó a nosotros, porque no es una torre; es un edificio normal y corriente que hace esquina a las calles Rempartstrasse y Gartenstrasse.


Schwabentor:



Martinstor:




Parque Stadtgarten (8), un parquecillo aledaño al centro de la ciudad, sin más. Dimos una vuelta por él, pero no tenía nada de particular que nos llamara la atención. Ni siquiera fuentes de agua potable, que íbamos buscando como desesperados porque hacía bastante calor.
En el centro de Friburgo sí que hay varias fuentes de agua “trinkbar”.


Schlossberg (9), el "Monte del Palacio", es la montaña cubierta por un frondoso bosque verde que se levanta junto a Friburgo. Como es de esperar, desde ella hay estupendas vistas de la ciudad, con la catedral emergiendo de los tejados.
Hay un tren-cremallera que sale del Stadtgarten y te deja a media altura de la ladera. Otra opción es subir andando por los caminitos que hay preparados para ello. Nosotros lo hicimos así y no tardamos ni veinte minutos en un paseo bajo los árboles.



Comer en Friburgo. Nosotros compramos en el mercadillo de la plaza de la Catedral unos bocadillos de salchichas, y raciones de salchichas con salsas, que costaron entre 2,50 y 3,00 € cada uno.

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Hoy, domingo, termina nuestro periplo por las tierras del Rin. Hemos tenido mucha suerte con el tiempo; sólo nos llovió la tarde de Basilea y el resto de los días hemos tenido sol con temperaturas máximas de 22º unos días y 28º otros.

Nuestro avión salía del aeropuerto de Mulhouse-Basilea por la tarde, así que aún disponíamos de algo de tiempo por la mañana. Decidimos volver a Basilea para tratar de ver algo más de esta ciudad, ya que la anterior visita se malogró por el aguacero. Así que desayunamos, hicimos las maletas, recogimos el apartamento, nos despedimos de la dueña y nos marchamos.

Condujimos hasta Basilea y fue cruzar la frontera Alemania-Suiza y empezar a cerrarse sobre nosotros unos negros nubarrones. Cuando aparcamos en una calle de Basilea y salimos del coche empezó a llover. Dimos unas vueltas confiando en que fuera un chaparrón de cinco minutos, pero no. Basilea nos tenía echado el mal de ojo. La lluvia arreció y no paraba, así que finalmente nos dimos por vencidos. Dos intentos de ver Basilea, los dos malogrados por la lluvia.

Aunque aún faltaba bastante tiempo para poder facturar en el aeropuerto, decidimos ir ya hacía allá. De camino teníamos que llenar el depósito de gasoil.

Cruzamos la frontera de Suiza a Francia… y dejó de llover.

No encontramos ninguna gasolinera en el camino de Basilea hasta el aeropuerto. Entramos en el aeropuerto y vimos una en uno de los parking. Era autoservicio 24 horas (sólo se podía pagar con tarjeta), pero el gasoil estaba a 1,90 € el litro , cuando lo habíamos estado pagando a 1,10.

No estábamos dispuestos a pagar esa barbaridad, así que, como íbamos con tiempo de sobra, nos acercamos al municipio de Saint-Louis, que está allí mismo. En Saint-Louis encontramos una gasolinera de Total, que estaba cerrada por ser domingo pero se podía repostar en autoservicio. El gasoil estaba a 1,26 €/litro, también más caro que lo que habíamos visto durante todo el viaje, pero no tan desorbitado. Es evidente que se aprovechan de la proximidad del aeropuerto porque saben que los coches de alquiler se han de devolver con el depósito lleno.

Por cierto, al llegar a Madrid vimos en el extracto de nuestra tarjeta un cargo de esta gasolinera por 100 €, cuando sólo habíamos repostado 40 €. Cuatro días después nos cargaron los 40 € y nos hicieron el retroceso de los 100 €. Entendemos que los cien euros son un cargo automático que se efectúa en el momento de meter la tarjeta en el surtidor, y ya después ajustan el cargo al consumo real.

Y aquí termina la historia. Dejamos el Kadjar en el mismo aparcamiento de donde lo habíamos recogido y devolvimos el mando en el mostrador de Avis. Nadie nos acompañó a comprobar el estado del coche; simplemente nos dijeron OK y nada más. Esto no me hizo mucha gracia; hubiera preferido que alguien de la empresa hubiera venido con nosotros a comprobar que dejábamos el coche en perfecto estado.

Comimos en el aeropuerto unos bocadillos que llevábamos preparados con esa intención, facturamos las maletas y esperamos al embarque. El vuelo de Iberia salió puntual y enseguida veíamos desde el aire las curvas del Rin y Basilea.

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