Japón, en agosto y con un grupo de 14 personas ¡Se puede! ✏️ Blogs de Japon

Durante la noche pudimos comprobar como el aviso del tifón no era una broma ni los japoneses iban de farol. Se tiró toda la noche jarreando, literalmente. Con este panorama nos levantamos algo más tarde le nuestras 7 habituales e hicimos una pequeña reunión en el hall del hotel para dedicir qué hacer ese día.
En eso estábamos cuando recibí una llamada del Ninja-dera, templo al que había reservado una visita el día anterior para el grupo en la que me decían que por tifón el templo permanecería cerrado y no podríamos hacer la visita.
Ante este panorama nos fuimos al mercado, que al menos estaba cubierto, a curiosear un poco. Por allí entre moluscos, crustaceos, peces y verduras varias anduvimos un par de horas. Parecía que llovía un poco menos o igual era que nos acostumbramos a que lloviera de esa manera que decidimos coger el loop bus para ir a Higashi-chaya, uno de los barrios de geishas de Kanazawa para al menos hacer algo de turismo por la ciudad. Craso error. No sólo no llovía menos sino que empezó a arreciar y el viento era tal que se cobró la vida de alguno de nuestros paraguas y terminamos, a pesar de chevar chubasqueros calados hasta los huesos. Volvimos de nuestro intento de ver algo de Kanazawa al centro a tomarnos un café caliente y secarnos a una cafetería y decidimos que no tenía mucho sentido intentar ver algo con la que estaba cayendo, así que fuimos a la estación de Kanazawa, donde, según tripadvisor hay un restuarante kaitenzushi muy recomendado y allí que fuimos, a ponernos morados de sushi. El restaurante, en la segunda planta del centro comercial de la estación es muy recomendable y su personal muy simpático. Dicho queda.
Tras la comida, nos retiramos al hotel y pasamos la tarde entre sesteando y de compras por el centro comercial que había enfrente del hotel.
Un auténtica pena que no pudiéramos disfrutar más de la maravillosa ciudad de Kanazawa. Habrá que volver
Bueno, al menos descansamos algo, que al día siguiente íbamos a Takayama...

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El día amanecía nublado aunque con visos de despejarse a lo largo de las siguientes horas, después de que nos pasara un tifón por encima, literalmente, y no pudiéramos ver apenas nada de Kanazawa. Lo único positivo es que más o menos pudimos descansar algo el día anterior y estar algo más descansados.
Muy pronto cogimos el shinkansen hacia Toyama, desde donde salía nuestro tren a Takayama, justo a las 8 de la mañana.
Al llegar a Takayama en el ryokan, de nombre Oyado Koto no Yume, donde nos dieron mucha información, pudimos reservar el onsen privado y la mujer propietaria nos dio muchas indicaciones.
Tras desprendernos de nuestras maletas, fuimos a la estación de autobús, dispuestos a coger un bus hacia shirakawa-go. Pero había un problema, no había billetes disponibles para un grupo tan grande a la misma hora, y si queríamos ir debíamos hacerlo por fascículos. Como la máxima era que el grupo que viaja unido permanece unido cambiamos de planes y lo que cogimos fue un billete combinado de bus y entrada para Hida-no-Sato, una especie de museo al aire libre situado a las afueras de Takayama.
El museo resultó un lugar muy entretenido e interesante, con muchas réplicas de casas tradicionales de la zona y algunas casas originales, que trasladaron de otras regiones a éste museo. Además, el museo contaba con alquiler gratuito de sombreros tradicionales, sombrillas y bastante atrezzo japonés. Hicimos la ruta completa por el lugar, marcado con números y vimos todas las casas tradicionales, en las que se podía entrar, vimos el molino de agua, el templo del dios de los carpinteros y en un taller donde se hacían tallas de madera a precio de anillo de diamantes.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

*** Imagen borrada de Tinypic ***

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Tras un par de horas en Hida-no-Sato, el hambre azuzaba, así que volvimos al centro de Takayama en busca de un restaurante donde poder comer la especialidad de la zona, la ternera de Hida. El restaurante resultó tener un menú de mediodía a un precio medianamente razonable y todos pudimos comer la famosa ternera de Hida.
Después de la comida, nos dispusimos a recorrer Takayama, pero resultaba que había muchísima gente, y la autenticidad del pueblo, con tanta gente y tanto comercio de souvenirs en casas, eso sí tradicionales, quitaban interés, así que aprovechando que la dueña del ryokan nos había recomendado ir a un pueblo cercano, situado a tan sólo 15 min en tren decidimos seguir su consejo e ir a dar una vuelta de un par de horas por allí.
El pueblo en cuestión era Furukawa, al que llegamos enseguida y cuyo mayor atractivo era una zona de canales laterales de agua dónde unas carpas del tamaño de atunes y con un apetito voraz exigían que les dieras comida que podías comprar allí mismo. El recorrido por los canales, con las carpas en estado de excitación fue entretenido.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Como aún quedaba un rato para el viaje de vuelta nos dio tiempo a ver un templo muy bonito, a pasar a una tienda donde vendían dibujos también a precios populares, como las tallas de madera, y a descansar un poco en la estación mientras tomábamos algún refresco.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Llegamos a Takayama un poco antes de que empezara el festival del fuego que tenía lugar esa misma noche. El festival resultó ser una especie de danza del fuego bastante repetitiva sobre unas plataformas situadas sobre el río. Fue suficiente con media hora para hacernos una idea de cómo era la celebración, y además teníamos la reserva del onsen privado en el hotel, así que volvimos y por turnos fuimos disfrutando del relajante baño.
Tras el baño, quedamos en el hall del ryokan para hacernos unas fotos con los kimonos que habíamos elegido y posteriormente a dormir que al día siguiente viajábamos a Kyoto.

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