El vuelo con Air Asia transcurrió con total normalidad y al cabo de 3 horas (diferencia de una hora con respecto a Camboya) aterrizamos en el aeropuerto KLIA2. El desplazamiento por esta terminal me resultó demasiado largo. En el punto de seguridad me hicieron algunas preguntas acerca del motivo de mi viaje y hasta cuándo iba a estar en Malasia. Incluso tuve que enseñar una copia del billete de avión. Pasamos por un mostrador de taxis pero no admitían pago con tarjeta, por lo que tuvimos que ir a otro puesto. Antes cambié un poco de dinero con un cambio malísimo de unos 4'34 MYR por euro. Compré un bono de precio fijo para ir en taxi hasta el hotel Traders. El precio fue de 85 MYR. El tiempo de viaje hasta el hotel fue de aproximadamente una hora.
Al llegar al hotel Traders, el servicio de conserjería está en la planta baja y hay que subir hasta la 5ª planta que es donde está la recepción. La habitación que me asignaron estaba en una planta baja, en la 14, completamente esperado teniendo en cuenta que había reservado la categoría de habitación inferior. Tampoco ponía que fuese a tener vistas a las Torres Petronas y sin embargo, cuando me asomé por la ventana, allí las tenía. Una visión un poco de lado, pero completas, de arriba a abajo. Con sus 452 metros de altura.
La habitación me gustó por su amplitud. Había un sillón grande de relajación, TV de pantalla plana, minibar, un escritorio y vi que me habían puesto 2 botellas gratuitas de agua. Cotilleando en el armario comprobé que había un albornoz y zapatillas. El cuarto de baño, que contaba con una buena ducha, incluía bastantes artículos higiénicos aparte de los habituales, como pañuelos de papel, kit de afeitado, kit dental, etc...).
Eran sobre las 14:00 o más y no había comido, por lo que pillé lo que tenía más a mano, que era el restaurante buffet de la 5ª planta: el Gobo Chit Chat. Había un montón de comida, tanto internacional como malaya, pero me tuve que conformar con rellenar el plato con 4 cosillas “más saludables”, que no me veía tomando ni salsas ni comidas picantes. No recuerdo cuánto costaba el buffet, pero me suena que era cerca de los 55 MYR.
Antes de salir a la calle, por si acaso, cambié dinero en recepción, donde al menos el valor era mejor que el del aeropuerto. El euro tenía un valor de 4'62 MYR (con respecto al valor oficial de 4'82 MYR).
Lo primero que hice fue tomar unas fotos de las Torres Petronas desde el exterior del hotel y a continuación coger el coche eléctrico que el hotel pone a disposición de los huéspedes para ir hasta el centro comercial Suria KLCC. Lo mejor es identificarse con la tarjeta del hotel. Este servicio es desde las 9 ó 10 de la mañana hasta las 22:00 y es de ida y vuelta. La frecuencia es cada 10 ó 15 minutos. Sólo se interrumpe cuando hay tormenta y llueve.
Ver las Torres Petronas desde la base impresiona, pero no menos interesante es la panorámica del parque KLCC con el lago y los edificios altos detrás, entre ellos el correspondiente al hotel Traders.
Entré en el centro comercial a chafardear un poco y buscar una oficina de cambio. Encontré una en el nivel C (-1 con respecto a la entrada), donde me daban 4'76 MYR por euro. De vuelta en el nivel G (planta baja), atravesé el pasillo principal del centro comercial para llegar al vestíbulo de las Torres Petronas. Unos metros antes de llegar, en el lado izquierdo, vi otra oficina de cambio en la que daban 4'77 MYR por euro. Fueron los dos sitios en los que vi un valor más beneficioso a lo largo de todo el viaje. Mi idea de ir al vestíbulo de las Petronas era ver si quedaban entradas esa tarde para subir hasta el mirador, pero el aforo estaba completo.
Volví de nuevo al hotel, porque nuevamente comencé a sentirme regular y en las 2 horas que quedaban de luz esa tarde no hice nada más. Al final tuve que tomar la decisión de contactar con el seguro IATI para ver si me podían mandar un médico al hotel. La visita a domicilio no fue posible, pero me dijeron que me podían organizar el desplazamiento por Uber al hospital más cercano y que avisase cuándo podía salir.
Como tardó mucho rato, pensé que se habían olvidado de mí y aproveché para pedir algo de comida al servicio de habitaciones. Arroz con pollo al estilo de Hainán. No me gustó demasiado, porque llevaba un cuenco de sopa, que sabía a sopa de cocido y el pollo tenía gusto a lo mismo. Los del seguro me pillaron con la comida en la boca. Me solicitaron el Uber y en 5 minutos llegué al hospital privado, donde me atendieron rápidamente tras rellenar diferentes papeles de registro y proporcionar los datos del seguro. Pero lo que más me importa es que me dieron unas cuantas bolsas con sobrecitos y pastillas para los siguientes días, jajaja. Todo muy bien ordenado y con pegatinas indicando cuándo tenía que tomar cada cosa. Cuando terminé, pedí al del seguro que me pidiese de nuevo otro Uber para volver al hotel.
Al final me sirvió este malestar de 3 días para conocer la atención sanitaria en un hospital privado malayo.
El desayuno es a partir de las 6:00 y es muy variado: múltiples comidas malayas y occidentales, zumos naturales exprimidos en el momento, un montón de dulces (riquísimo el bizcocho de plátano), diferentes clases de panes, mermerladas, quesos, ensaladas, etc... Aun medicado, tenía que controlar lo que comía por prescripción médica, así que hubo muchísimas cosas que me quedé sin probar. Me prometí que tengo que volver a este hotel en otra ocasión.
Quizás el punto más flojo del hotel sea la oferta de restauración. Teniendo en cuenta que se trata de un alojamiento de 5*, contar con un restaurante buffet (Gobo Chit Chat) y otro especializado en carne (Gobo Lounge), no es mucho. La carta del Sky Bar no me llamaba la atención y las vistas de las Torres Petronas no eran mejores que desde mi habitación o desde la calle.
Después de desayunar me desplacé en el coche eléctrico para ir hasta el Suria KLCC, atravesé el centro comercial hasta salir por el vestíbulo de las Torres Petronas y justo enfrente cogí el autobús verde Go KL. Este autobús forma parte de un conjunto de 4 líneas de autobús gratuitas que circulan por diversas zonas de la ciudad. No siendo expresamente autobuses turísticos, se adaptan bastante bien al recorrido que hace una persona en Kuala Lumpur cuando está de viaje.
Estas líneas son la verde, la azul, la roja y la púrpura. Circulan entre las 6 de la mañana (7 los fines de semana) y las 11 de la noche, con una frecuencia de 5 minutos en hora punta durante los días laborables y de 10 minutos el resto de tramos horarios y días.
La línea verde circula por el Triángulo de Oro, entre las Torres Petronas y la zona de Bukit Bintang.
La línea púrpura hace un recorrido entre Bukit Bintang y el barrio chino.
La línea roja circula entre la estación Sentral KL y la plaza Merdeka.
La línea azul fue la única que no utilicé, puesto que aun pasando por Bukit Bintang no vi que se dirigiese luego a algún lugar en el que viese algo de interés desde el punto de vista turístico.
Volviendo a las visitas que iba a hacer este día, me bajé de la línea verde en Bukit Bintang y allí hice transbordo a la línea púrpura para ir hasta la última parada en la estación de autobuses de Pasar Seni. Desde allí llegué en 5 minutos al templo hindú de Sri Mahamariamman. Al lado de la entrada hay un puesto donde se dejan los zapatos y te dan un resguardo. Sri Mahamariamman se trata del templo hinduista más importante de la ciudad. Fue construido en 1873 como santuario privado para una familia tamil que procedía del sur de la India. En 1885 fue reconstruido en su ubicación actual. Destaca la gopura o puerta de acceso al templo, decorada con figuras de dioses hinduistas, al igual que en el interior del templo, como por ejemplo Ganesh, dios con cuerpo de hombre y cabeza de elefante. Estando en el interior del templo comenzaron a realizar una ofrenda en la que vertieron agua sobre la escultura de un dios hinduista, mientras que unos músicos tocaban unos instrumentos.
Enfrente de este templo, se encuentra el templo taoísta de Guan Di, Dios Taoísta de la Guerra y la Literatura. Protegiendo la entrada hay dos leones chinos de piedra. En el interior se venden varillas de incienso. Junto a la estatua de Guandi están las de sus dos asistentes, uno Guanping, llevando un sello y el otro, Zhoucang, que es su mensajero.
Después de salir de este templo recorrí la calle Petaling, a lo largo de la cual se distribuyen los puestos de un mercadillo de venta de souvenirs. Por la noche se transforma en un mercado de comida. No le dediqué más de 10 minutos a recorrer esta calle. Me cansa tanta concentración de puestos y baratijas.
El siguiente sitio al que me encaminé fue el templo taoísta Sin Sze Si Ya. Es el templo taoísta más antiguo de Kuala Lumpur, construido en 1864. El interior está lleno de estatuillas y farolillos rojos. Se respira a incienso en el interior. Muchos estudiantes chinos, antes de realizar exámenes importantes, acuden a este templo a pedir buena fortuna.
A poca distancia de este templo está el Mercado Central, edificio en estilo art decó de color azul de la década de 1930. Dentro hay muchos puestos de artesanía, joyería/bisutería, ropa con diseño de batiks, restaurantes, puestos de comida,etc....
Estuve basante rato dando vueltas porque me pareció entretenido e hice alguna compra. Aproveché para comer algo rápido en uno de los cafés. Estuve en el Old Town, tomando steamed chicken rice, es decir, arroz al vapor con pollo. Con la bebida pagué 19 MYR.
De regreso a la estación de autobuses de Pasar Seni, cogí el autobús GO KL púrpura hasta la parada Menara KL. Para llegar a la torre hay que seguir de frente después de bajarse del autobús y continuar rodeando la colina en la que se encuentra hasta llegar a la entrada. Allí, se puede tomar una furgoneta gratuita que lleva justo hasta la base. Hay diferentes modalidades de billetes que se pueden adquirir: el Observation Deck (mirador cubierto), el Sky Deck (mirador al aire libre) y otro que es una combinación de los anteriores. Yo compré el billete para el Sky Deck, cuyo precio es de 105 MYR.
Desde el mirador se pueden ver las vistas en una panorámica de 360º: los rascacielos de la ciudad, los parques, la plaza Merdeka, las torres Petronas. Sobres estas últimas quizás no sea la mejor panorámica, puesto que se observan medianamente de perfil. En el mirador hay una plataforma con el suelo de cristal a la que se puede subir uno para hacerse una foto. ¡Para quien no tenga vértigo!. Por lo que comprobé se trata de un lugar al que las parejas de novios van a hacerse fotos.
Volví al hotel a descansar un rato y más tarde, cuando se hizo de noche, fui otra vez hasta el Suria KLCC para ver el espectáculo de luces y sonido con las fuentes del lago que hay en el parque. No es el Bellaggio de Las Vegas pero estuvo entretenido.
Seguidamente fui a cenar dentro del centro comercial al restaurante Madam Kwan's, que está en la 4ª planta. Había mucha gente, pero sólo tuve que esperar 10 minutos. Pedí lo siguiente:
Zumo natural de manzana
Char Kway Teow: Es un plato de fideos planos fritos con gambas, huevo, etc...
7 de enero. Me levanté temprano porque el avión a Penang despegaba sobre las 11 de la mañana. Tras desayunar, a las 7 de la mañana estaba haciendo el check-out. Mi primera intención era solicitar un Uber para ir al aeropuerto, pero cuando trataba de hacerlo indicaba que tenía que verificar mi número de teléfono enviando un mensaje con un código y esto fallaba siempre. Debido a esto opté por pedir un taxi hasta la estación Sentral KL y desde allí ir en autobús hasta el aeropuerto internacional KLIA.
El hotel Traders proporciona un servicio de transporte al aeropuerto KLIA, aunque es muy caro, porque cuesta 150 MYR.
El billete de autobús lo compré por anticipado por Internet, al precio de 10 MYR.
En cuanto al taxi, me costó 26 MYR. El viaje fue tan rápido, que al llegar a Sentral KL me dio tiempo a coger un autobús que salía sobre las 7:30. El tráfico a esa hora de la mañana era tan poco, que en 45 minutos llegamos al KLIA.
Al llegar al aeropuerto de Penang pensaba que me estaría esperando algún conductor para llevarme hasta el hotel, más que nada porque me lo habían ofrecido y yo había aceptado, aunque luego no recibí ningún correo de confirmación. Lo cierto es que no había nadie, así que compré un billete con un precio fijo (dependiendo de la zona) para ir en taxi. Me costó 45 MYR.
No tardamos más de 30 minutos aproximadamente hasta el hotel, que es una casa-tienda china.
Tiene la peculiaridad de que el suelo de escaleras, pasillos y habitaciones es de madera, por lo que con excepción de la recepción y el restaurante, hay que ir sin calzado. Hay un mueble al comienzo de las escaleras para dejarlo. El edificio no tiene ascensor. Entonces para subir las maletas las enganchan con unos broches a unas cuerdas y las suben por el hueco de las escaleras.
La habitación que reservé estaba en la primera planta y se llamaba Peacock, que significa pavo real. La pared de la habitación era con papel pintado, el cabecero de la cama era un panel con una escena de la naturaleza en la que aparecía un pavo real, el suelo delante de la cama estaba cubierto por una alfombra, los cojines de la cama estaban decorados con flores, el pie de las lámparas de las mesitas de noche era un ave y la silla del pequeño escritorio también tenía flores y un pavo real.
En cuanto a mobiliario, además de aire acondicionado había un ventilador de techo, máquina Nespresso, frigorífico (con una botella de agua y otra de zumo), un armario de tamaño adecuado (dentro había albornoz y zapatillas), TV de pantalla plana.
En el cuarto de baño por otro lado, el suelo tenía una decoración simétrica en colores naranja, rojo y verde, con flores. La ducha considerablemente grande y no se inundaba el resto del suelo del cuarto de baño al tener mampara de cristal y una pequeña diferencia de nivel . Había también un taburete, cepillos de dientes, algodones, champú, acondicionador, bastoncillos de los oídos, ….
El salón de estar/biblioteca también lo encontré muy acogedor, con el sofá, las alfombras, la madera como elemento destacable.
Por todo lo anterior es por lo que elegí este alojamiento.
Otro punto a favor del hotel es el personal y en particular el de recepción, que me resultó cordial.
En recepción me dieron dos mapas:
Comida callejera de Penang: se describen varios platos típicos de la comida Peranakan y se mencionan los lugares en los que se pueden comer.
Mapa con la distribución de murales y esculturas fabricadas con varillas de acero, que representan escenas callejeras de la vida en esta ciudad. Fue un proyecto ideado como resultado de la declaración de Georgetown como Ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Y hablando de Peranakan (o Baba-Nyonya), el término hace referencia a los descendientes de aquellos primeros emigrantes chinos que llegaron a colonias británicas del estrecho de Malaca como Penang y Singapur y adoptaron costumbres locales para adaptarse a la vez que se casaron con mujeres malayas, creándose una cultura específica.
Salí a comer al restaurante Tek Sen, en Lebuh Carnavon, 18. Es un restaurante de comida china típica de Hainan. Casi todos los platos eran fritos, así que me costó trabajo elegir qué comer. Al final pedí un plato de pato asado con boniato, que no estaba mal, pero con toda la salsa en la que iba bañado, no me sentó muy bien que digamos. El precio económico, puesto que con la bebida sólo pagué 32 MYR (el plato que pedí era de los más caros de la carta).
Siguiendo por Lebuh Campbell empecé a fotografiar los diferentes edificios de 2 plantas correspondientes a casas-tienda. Me llamaban la atención los colores, el estilo de las ventanas, los letreros en chino.
Enseguida me encontré con la primera escultura: Ting Ting Thong, en la calle Lorong Seck. En esta calle había muchos puestos de comida ambulantes, uno de los cuales era Ting Ting Thong, que vendía caramelos hechos de una mezcla de azúcar endurecida, nueces y semillas. Tenía que ser golpeado con un martillo para romperlo en trozos pequeños que se pudiesen comer. Estos caramelos eran del gusto de los niños.
Cualquier sitio es bueno para echarse una siesta, incluso un rickshaw.
La siguiente visita que había previsto era la del templo hindú Sri Mahamariamman, pero por algún motivo que desconozco estaba cerrado, así que sólo pude ver la gopura.
Main Street es otra escultura que hace referencia a la calle Chulia, inicialmente hogar de una importante comunidad del sur de la India cuando se estableció la colonia británica en Georgetown hasta hoy en día que se ha transformado en una calle de ambiente más mochilero y que forma parte del barrio chino.
Enfrente del templo hindú Sir Mahamariamman se encuentra el templo Han Jiang Ancestral, con una bonita entrada tallada en madera. Sobre el tejado del templo hay figuras decorativas de dragones.
En la calle principal, Kapitan Kling, la mezquita que lleva el mismo nombre es la más antigua de Penang, fundada sobre 1800 por un miembro destacado de la comunidad musulmana india y Kapitan Kling o capitán de los Kling. El término Kling hace referencia a la comunidad de tamiles musulmantes o chulia que eran la mayoría de los indios musulmanes. Externamente la mezquita destaca por el color blanco tanto del edificio principal de rezo como del minarete.
Lebuh Armenian es una de las calles más relevantes del casco antiguo de Georgetown en la que se pueden ver múltiples ejemplos de casas-tienda.
Cerca, hay otra mezquita, en la calle Acheen, fundada en 1808 por un comerciante de pimienta de Sumatra como lugar de culto a la comunidad musulmana de Lebuh Aceh, primera ciudad malaya de Penang.
En Lebuh Cannon, otra escultura de varillas de acero, llamada Cannon Hole. Conmemora un agujero que se produjo por el disparon de un cañón durante las protestas en Penang en 1867. La escultura representa en tono cómico a un conductor de trishaw desapareciendo por un agujero.
Procession, en Lebuh Armenian, representa una procesión que se realiza durante el Año del Tigre para expulsar la mala suerte y atraer la riqueza y la salud.
En otra travesía de Lebuh Armenian, en Lorong Soo Hong, hay una concentración de diversos murales y esculturas:
Too Narrow: Esta escultura en tono de humor representa a un conductor de ricksaw que va a toda velocidad y se separa del ricksaw porque no pasa por la calle y se deja a los pasajeros atrás.
Mural “Niño sobre la silla”
Otros murales sin nombre representan a un gato asomado por una ventana, una especie de insecto volador gigante (como una abeja o algo así), un hombre con un puesto de venta ambulante sobre un carro con una bicicleta, un hombre empujando a otro por la espalda, una cena entre personajes de ficción, una mujer haciendo una ofrenda con varillas de incienso,etc...
También en Lebuh Armenian está el mural “Kids on Bicycle”, con una bicicleta de verdad.
El siguiente lugar en visitar fue el Templo Khoo Kongsi. Fue fundado originalmente en 1835 por mercaderes de habla hokkien del clan Khoo procedentes de la provincia china de Fujian. El templo fue erigido en honor a Leong San, aldea de la que eran procedentes. Los kongsi funcionaban como lugar de culto y de reunión del clan que los construía. En este caso Khoo Kongsi era lugar de culto y reunión para otros influyentes clanes de lengua hokkien.
La historia de este templo es llamativa. A finales del siglo XIX el clan Khoo reconstruyó el templo en un estilo más opulento porque consideraban que el existente era excesivamente modesto. El nuevo templo se incendió, quedando destruido. Pensaron que había sido como un castigo divino por construir un templo demasiado grandioso para honrar a sus antepasados, por lo que el nuevo templo que construyeron a principios del siglo XX era más sobrio. La decoración es magnífica, con los frescos, las figuras talladas en la madera del techo, paredes y columnas.
Cogí por primera vez el autobús gratuito CAT, que vale para desplazarse por varios puntos del centro de la ciudad:
Me bajé en la parada más cercana al fuerte Cornwallis, en el centro de la ciudad colonial. En esta zona fue donde en 1786 desembarcó Francis Light y fundó la colonia británica de Penang.
Del fuerte sólo vi el muro exterior porque no me interesó hacer la visita. No consideré que hubiese mucho más que ver que lo que se contemplaba desde fuera. A su izquierda están los jardines Padang Kota Lama o Antiguo Parque Urbano. Es una gran extensión de césped en la que los malayos se reúnen para pasear, hablar, jugar, .... Alrededor hay 2 edificios de interés: el ayuntamiento y la sede legislativa del Estado. Cerca hay un cenotafio de guerra que fue construido por los británicos para honrar a los soldados caídos durante la I Guerra Mundial.
Cerca hay una torre de reloj construida en 1897 para conmemorar el 75 cumpleaños de la reina Victoria de Inglaterra. Como iba de nuevo en el autobús CAT, no me fue posible hacer una foto.
Antes de llegar al hotel todavía tuve la oportunidad de ver en Lebuh Cintra el hotel Nam Keng, ubicado en una bonita casa-tienda, así como otra escultura de acero llamada Buffer Zone. A principios del siglo XX esta zona no tenía muy buena reputación. Había además tiendas de cámaras japonesas que se sospechaba que hacían actividades de espionaje.
Al subir a la habitación vi que me habían puesto un papel en la cama diciendo que tenía una sorpresa en el frigorífico. La sorpresa fue una porción de tarta o bizcocho. Por no hacer un feo, consideré que me podía saltar 5 minutos las precauciones a la hora de comer.
Por la noche, como no me fiaba de ir a ningún restaurante de comida típica, me quedé en el del hotel, que se llama Il Bacaro y está especializado en comida italiana. Los precios son más altos y hay que añadir el 16 % a la cuenta. Pedí un plato de tagliatelle con champiñones y un zumo natural de manzana. Pagué entre 70 y 75 MYR.
A la mañana siguiente, 8 de enero, el desayuno lo estaban sirviendo a partir de las 8 de la mañana. Es continental y se puede elegir. Me pusieron un plato con frutas como piña, fruta del dragón, etc... y luego croissants, pan (integral o no),mermeladas, huevos, tortillas. El servicio de desayuno sí que me resultó lento y tampoco me quedó claro si se podía pedir de todo o sólo un producto por categoría, porque no me lo explicaron. Igual me quedé sin probar cosas porque no sabía ni que las tenían.
Aprovechando la wi-fi gratuita del hotel, solicité un Uber para ir al templo Kek Lok Si, por un precio de 11 MYR. El día estaba amenazando con llover y a mí encima se me olvidó el paraguas en la habitación.
Kek Lok Si o Templo de la Dicha Suprema es el templo budista más grande y venerado en Penang y se empezó a construir en 1893. Se distribuye sobre una colina con vistas a Ayer Atam. Consta de varios templos, pagodas y jardines. Por ejemplo, la pagoda de Rama VI es uno de los monumentos más significativos, que combina estilos artísticos de Tailandia, Birmania y China. También se llama pagoda de los 1000 Budas.
En un punto intermedio en el que hay una tienda de souvenirs, se puede coger un funicular (6 MYR ida y vuelta) que lleva hasta la parte alta del templo, donde hay una estatua de más de 30 m de altura que representa a la diosa Kuan Yin (o de la Misericordia). Hay un mirador en una terraza desde donde se pueden contemplar los alrededores y observar la vegetación frondosa que cubre las montañas.
Durante esta última parte del recorrido estuvo lloviendo y fue incómodo verlo todo sin paraguas, debido a lo cual no lo disfruté demasiado y finalicé la visita más rápido de la cuenta.
De vuelta a la entrada al templo, como no tenía conexión a Internet, no me quedó más remedio que bajar hasta Ayer Atam, en principio para coger un autobús que me llevase a Komtar y allí coger un autobús para ir a otro sitio. Desde el templo serán como 10 minutos. Como era un poco caótico y no tenía ni idea dónde debía coger el autobús, pillé un taxi para ir al templo tailandés Wat Chaiya Mangkalaram. Con taxímetro me costó 17 MYR.
El nombre de este templo se puede traducir como “Templo de la victoria auspiciosa” y data de 1845, cuando fue solicitado el permiso para su construcción por parte de la comunidad tailandesa. Lo que destaca en el templo principal es la estatua tumbada de Buda de más de 33 m de longitud, la 3ª más grande. Se realizó en la década de 1950 para conmemorar el 2500 aniversario del nacimiento de Buda. Junto a esta estatua había muchas estatuas pequeñas de Buda bañadas en oro y de otros dioses tailandeses.
El acceso al santuario principal está protegido por dos dragones. Lo que afea a este edificio es la cubierta que le han puesto. Junto al templo principal, otros elementos significativos son una estupa dorada.
Sin caminar mucho, sólo cruzando la calle, se accede al templo birmano Dhammikarama. Alberga un monasterio budista theravada de 1803.
Hay una sala de oración con un gran Buda, una estupa dorada, un conjunto de figuras mitológicas y deidades budistas junto al santuario principal y bajo una higuera sagrada. Un aspecto ciertamente hortera sí que tenía y un dudoso valor artístico, aunque lo mismo sí que lo poseía.
Hay un lago de los deseos en los que los visitantes echan monedas que luego se utilizan para el mantenimiento del templo. Un mural representa el viaje de Siddharta Gautama para alcanzar el nirvana y convertirse en Buda.
Para volver a Georgetown cogí el autobús L101 a 5 minutos del templo. El precio es 1'40 MYR. Me bajé en Komtar y allí esperé el autobús CAT para ir hasta las inmediaciones de Lebuh Armenian.
Era hora de comer y el sitio en el que pensé fue Jawi House, en Lebuh Armenian, 85.
Interesante tanto por la decoración del café como por la comida. El nombre del local, Jawi, hace referencia a las primeras comunidades musulmanas establecidas en la zona o "Jawi Peranakan", descendientes de musulmanes árabes, turcos o persas que se casaron con mujeres locales malayas. La comida del café es una fusión de ambas.
Yo elegí un plato de biryani de pollo, que junto con un zumo de manzana natural y agua me costó 43 MYR. Un sitio recomendable.
Después de comer me fui dando un paseo por Lebuh Armenian hasta llegar a los embarcaderos de clanes.
Hay 7 en total y fueron construidos en el siglo XIX, casi todos ellos (excepto uno) por comunidades chinas procedentes de la provincia de Fujian (China).
El que yo elegí para visitar, llamado Chew (Chew Jetty), es el más antiguo, de 1870. A lo largo del embarcadero, que es una larga pasarela, hay casas a uno y otro lado que en la actualidad son todas o la mayoría de ellas tiendas de souvenirs. Al final del embarcadero hay un templo dedicado al Emperador de Jade. Hay una bonita panorámica de los embarcaderos cercanos y de la costa. Bueno, la panorámica de la costa no es bonita porque se ven barcos cargueros enormes a media distancia y afean bastante.
A continuación fui a la cercana estación de autobuses. Dudaba en ir al jardín botánico pero se me escapó el autobús y la frecuencia era cada hora. Como no veía probable que me fuese a dar tiempo a verlo y albergaba dudas con el horario de los autobuses de regreso, cambié de opinión y cogí otra vez el autobús CAT, bajándome en la parada de Little India con la intención de visitar la Mansión Peranakan o Mansión Verde. Este nombre es por el color de la fachada.
La entrada cuesta 20 MYR pero considero que vale la pena. El horario de visita es de 9:30 a 17:00. Inicialmente te dan una explicación introductoria de unos minutos de diferentes dependencias de la casa museo antes de empezar a recorrerla por tu cuenta.
Muestra el estilo de vida y costumbres de un peranakan, baba o nyonya rico de finales del siglo XIX. Fue lugar de residencia y oficina de Kapitan Cina Chung Keng Kwee. La decoración y arquitectura de la mansión es ecléctica. Las diferentes estancias de la casa se distribuyen en torno a un patio central.
Se puede ver el comedor, el templo, la cocina, una tienda de ultramarinos, una sala para el trabajo de la madera, un museo con trajes típicos, joyería, los dormitorios principales, el cuarto de baño y muchas otras salas decoradas con antigüedades.
Estuve no menos de una hora realizando esta visita y además hay una tienda con bastantes cosillas interesantes para comprar. Yo me llevé una imagen del Chew Jetty.
Después de volver al hotel para descansar, tomarme la porción de tarta que tenía nuevamente en el frigorífico y arreglarme, salí para cenar. No había mucho ambiente en los alrededores del hotel y por ser lunes había muchos restaurantes que estaban cerrados, así que por segunda noche consecutiva opté por cenar en el hotel. Sin salir de la pasta, pedí un plato de lingüine con carne de cangrejo que estaba bueno. Con la bebida pagué entre 70-75 MYR.
Al día siguiente, 9 de enero, tras tomar el desayuno y ver un mural cercano al hotel, eché a andar por Jalan Penang hasta el Cementerio Protestante. Lo encontré un tanto descuidado.
Para hacer tiempo hasta la hora de la visita de la Mansión Azul, fui al hotel Eastern & Oriental (E & O). Este hotel fue fundado en 1884 por la misma familia que el hotel Raffles de Singapur. Es un edificio histórico de Penang y joya de la arquitectura colonial.
Yo fui para tomarme alguna bebida o postre pensando en que habría algún salón de té con encanto colonial, pero lo que no esperaba cuando pregunté en la recepción es que el sitio al que me dirigieran fuera el salón del desayuno buffet, una sala bastante grande y de aspecto frío que a esa hora de la mañana estaba vacía.
En definitiva, que me tomé una bebida que no me apetecía en ese momento del día en un lugar sin gracia alguna. El precio del zumo de manzana: 18 MYR.
Buscando tiempo más tarde en la página web del hotel, vi que sí que había un sitio como el que buscaba: el Sarkies Corner.
Tendría que haberlo buscado por Internet antes de ir al hotel, puesto que ya lo tenía pensado.
Continué hasta Lebuh Leith a la espera de que se hiciese la hora de visitar la Mansión Cheong Fatt Tze o Mansión Azul.
Hay que estar 15 minutos antes de la hora de la visita guiada, para la cual hay 3 horarios diferentes por la mañana. No se puede reservar con antelación y la entrada cuesta 17 MYR. Yo elegí la primera del día, que creo recordar que comenzaba a las 11:00.
La fachada de la mansión es llamativa, con el color azul de la pared y las puertas y ventanas de madera en color marrón oscuro. Combina elementos arquitectónicos chinos y occidentales. Fue construida en 1904 por Cheong Fatt Tze, joven empresario chino que llegó a ser uno de los hombres de negocios más importantes y ricos del sudeste asiático. En ella vivió junto a 3 de sus esposas favoritas y 8 hijos. Era la casa tradicional con patio más grande de la región. Quedó abandonada en 1916 tras la muerte del empresario. En el año 2000 recibió un reconocimiento por parte de la UNESCO por su fiel reconstrucción.
La visita guiada explica todo esto durante unos 45 minutos pero a mí me resultó decepcionante porque no se puede ver nada más allá del patio central, puesto que se trata de un hotel y las dependencias son privadas para los huéspedes. En cuestión de decoración tampoco tiene apenas nada. No es como la Mansión Verde que conserva la decoración de la época.
La guía era una china mayor que contaba la historia de una forma muy graciosa, pero hablaba en inglés muy rápido y alguno de los asistentes a la visita guiada le montó un pollo por eso. Yo creo que la gente perdió interés porque cuando subimos a la planta de arriba para ver los paneles sobre las obras de rehabilitación, la guía había perdido la mitad de su público y yo francamente ni me enteré cuándo terminó la visita ni si la guía se despidió.
En definitiva, para ver cómo estaba decorada una típica casa peranakan pienso que está mejor la Mansión Verde. La Mansión Azul con hacer por fuera una foto es suficiente o si se quiere ir al restaurante. La explicación está bien pero se puede obtener información por Internet.
Continué con mi paseo por Lebuh Leith.
Cerca del cruce con Lebuh Muntri, está la escultura de acero “Jimmy Choo”, que representa el lugar donde el diseñador de zapatos comenzó su período de aprendizaje.
Una de las cosas más llamativas de Georgetown es el número de galerías cubiertas que hay por las calles, como ésta de Lebuh Muntri (más arreglada de lo habitual).
En Lebuh Muntri fui a comer al Mews Café, del hotel Muntri Mews. Aquí me di un pequeño homenaje:
- Zumo de mango
- Rollito de primavera vietnamita
- Ternera rendang
Me gustó mucho la comida y aparte el local es agradable. La cuenta fue de unos 67 MYR.
El templo Hainan está dedicado a la patrona de los marineros. El edificio actual data de 1895 (el original de 1866) y era casa de clan para los chinos que procedían de la isla de Hainan.
Siguiendo por Lebuh Muntri y Love Lane había bonitos ejemplos de casas-tienda con la fachada en color blanco, celeste pálido, ocre y con las ventanas de madera de diferentes colores.
Llegué al hotel y estuve haciendo tiempo un rato, antes de solicitar Uber para ir al aeropuerto. Me descuidé un poco y con la demanda por la lluvia (supongo) me subió el precio de unos 22 ó 23 MYR hasta 32 MYR. Aún así, más barato que en taxi (por lo menos comparado con el precio fijo desde el aeropuerto).
El vuelo con Malaysia Airlines debía salir a las 16:00 pero tuvo más de media hora de retraso, ya que a la hora que tenía fijado el despegue ni siquiera había comenzado el embarque. Me llamó la atención el número tan pequeño de viajeros occidentales a diferencia de otros lugares como las islas tailandesas y también la gran proporción de viajeros de la península arábiga, porque había no pocas mujeres cubiertas de arriba a abajo de negro dejando ver sólo los ojos (niqab) con sus familias. Los hombres como de costumbre vestidos al modo occidental y de punta en blanco.
El vuelo tuvo poca historia y aterrizamos poco después de la media hora.
Lo primero que hice nada más salir del avión fue comprar una tarjeta de teléfono móvil para una semana con 2 GB de datos, por un total de 25 MYR.
A continuación, en el mostrador de taxis me dijeron que para ir al hotel Nadias Cenang Langkawi costaba 25 MYR. El trayecto hasta el hotel sería como de unos 20 minutos y me causó buena impresión por el paisaje y no ver adefesios (o no muchos) que estropeen el lugar. De camino fiché el restaurante en el que iba a cenar.
Lo mejor del hotel es claramente su ubicación, al encontrarse en la calle principal de Pantai Cenang y tener un acceso a la playa justo enfrente. En los alrededores hay muchos restaurantes y algunos supermercados (que no sé cómo de bien estarían abastecidos porque no fui a ninguno durante la estancia en la isla). El personal de recepción me pareció simplemente correcto. No fue el más amable que me encontré, eso seguro, pero cumplieron todas las peticiones que les hice. La habitación que me dieron estaba en la 3ª planta y daba a una calle lateral, pese a lo cual tenía una cierta vista panorámica de la playa y los islotes que hay, así como de algo de la zona de interior de los alrededores. Muy montañoso, por cierto. Siguiendo con la habitación, estaba bastante bien de tamaño y tenía escritorio, TV con canales internacionales (aunque no la llegué a encender en los 3 días), aire acondicionado (que salía gélido) y un armario de tamaño adecuado. Además, un par de botellas de agua, que cada día iban reponiendo. El cuarto de baño no era especialmente grande y contaba con los artículos de higiene justos.
Con todo esto, lo podría calificar de un hotel funcional. No es para aquél que vaya buscando algo especial. No obstante, se está cómodo.
Respecto a la información turística, a primera vista no me dio la sensación de que tuvieran folletos de excursiones interesantes. La mayoría de lo que vi eran como unos paquetes turísticos para cruceros o para jugar al golf. De todos modos tienen una agencia, por lo que imagino que si se pregunta por excursiones, darán información.
Durante el registro en el hotel al principio, tuve que pagar 52 MYR por impuestos y otras tasas municipales.
No perdí mucho el tiempo y me fui a cenar a un restaurante que me habían recomendado: Putumayo. Su especialidad es el marisco, fundamentalmente.
Como andaba buscando verdura y todavía no me fiaba en exceso de comer ciertas cosas (curry y picante), me conformé con un plato de vieiras con brócoli. No es que suene muy apetitoso a priori, pero estaba rico. De bebida lo acompañé con agua y con un zumo natural de manzana.
El servicio fue rápido y la cuenta ascendió a 53 MYR.
Miércoles, día 10. Tenía por la tarde una excursión pero por la mañana no estaba muy seguro de lo que iba a hacer.
Bajé a desayunar no demasiado pronto (comienza a las 7 de la mañana). No es muy amplio que digamos y encima de la mitad de las cosas no me arriesgaba a comer. Entre lo que ofrecía el buffet recuerdo la bollería (que no estoy muy seguro de si era casera o industrial), pan de molde, mermerlada y mantequilla, fruta partida (piña y sandía), tortillas, zumo de polvos, arroz frito, otro día había unos fideos fritos, una carne en salsa que podría ser ternera rendang, salchichas de pollo, bacon, french toast,..
Después fui a la playa un ratillo a dar un pequeño paseo y ver el paisaje. Yo no soy ni de bañarme ni de ponerme a tomar el sol, así que no me entretengo mucho. Había muy poca gente, imagino que en parte por la hora, pero tengo la impresión que las playas no se llenan demasiado ni siquiera al mediodía o por la tarde y en temporada alta.
Luego, tras pasar otra vez por el hotel, me dirigí hacia el Underwater World, cuyo horario de apertura es a las 10:00. Está ubicado en la misma calle principal de Cenang, saliendo del hotel Nadias a la izquierda, a poco más de 300 metros.
No es muy grande, así que en una hora y media como mucho se puede ver. No me topé con casi ningún turista y por lo tanto lo pude recorrer sin ningún tipo de agobio y aglomeración.
Me llamaron especialmente la atención los pingüinos de penacho amarillo, muy raros con unos pelos colgando a cada lado de la cabeza, las rayas, las serpientes, la variedad de peces tropicales, los caballitos de mar. En la zona tropical los animales estaban “libres” y no me entretuve mucho. Tampoco es que viera muchos animales aparte de unas aves rosas que me imagino eran flamencos.
Cuando salí a las 11 y pico seguía haciendo una mañana soleada y de cielo azul. Me dije a mí mismo que no era el mejor día para ir al Skycab porque antes de las 15:30 me recogían en el hotel para una excursión y además, por ser miércoles (o quizás fue sólo ese día) en la web del Skycab ponía que se realizaban tareas de mantenimiento y que como consecuencia no abría hasta las 12:00. De hecho por eso me fui al acuario y no al Skycab (abren normalmente a las 9:30). Con ese día tan bueno que a lo mejor no se repetía después, opté por arriesgarme y a pesar de las prisas, ir al Skycab.
compré la entrada correspondiente al paquete “Bottom Glass Gondola”. Este paquete incluye los siguientes servicios:
No hay que hacer cola
No hay tiempo de embarque
Se comparte la cabina con otros pasajeros
La cabina tiene el suelo de cristal
Está incluida la entrada al SkyDome, SkyRex t “3D Art Langkawi”.
Todo ello por un precio de 105 MYR.
Tras imprimir la reserva en el hotel (no hay ordenadores ni impresora para los huéspedes, pero los recepcionistas me lo imprimieron en la suya), pedí un Uber para ir hasta Oriental Village por 21 MYR.
El trayecto duró sobre media hora. Al llegar unos minutos después de las 12, me fui aprisa y corriendo en dirección hacia donde los letreros indicaban que estaba el SkyCab. Me hice un poco de lío, porque no me aclaraba dónde tenía que canjear la hojita que había impreso por la entrada. En el caso por lo menos del paquete Bottom Glass Gondola, te dan una pegatina de colores identificativa para ponérsela en la muñeca. Enseñando la susodicha pegatina no tuve que hacer ni un segundo de cola y sólo tuve que esperar 5 minutos para que pasase una cabina con el suelo transparente para mí sólo. ¿Qué decir de la sensación? Un poco de intranquilidad sí que causa eso de ir viendo la vegetación y la ladera de la montaña bajo los pies de uno, pero más que nada porque se escuchaba el ruido del viento en el exterior. En cualquier caso lo importante era la panorámica fabulosa que se podía contemplar de todas las islitas del sur de Langkawi según íbamos subiendo.
La última parte del recorrido hasta la estación intermedia tiene su aquel, porque adquiere un grado de verticalidad que no es moco de pavo. Y el ruido del viento.
Al llegar a la estación intermedia me lié un poco. Pensaba que me tenía que bajar para cambiar a otra cabina que subiese hasta la estación superior, pero no fue el caso. Para subir desde abajo hasta la estación, no hay que bajarse en la estación intermedia. Esperé unos minutos y cogí otra cabina. El recorrido es más corto pero igualmente espectacular, ya que digamos que va de montaña a montaña. Al llegar a la estación superior lo primero que quise fue ir al SkyBridge. Aquí hay 2 opciones: o se baja a pie y debe haber unas cuantas escaleras o se baja en funicular. Al caminar con muletas, no me quedaba más remedio que el funicular. Había cola para adquirir el billete (otros 15 MYR). Con una nueva pegatina en la muñeca, pasé el control para el funicular. Lo peor es que había cola de nuevo y aunque no era demasiada gente la que estaba delante, el problema es que el funicular es pequeño, por lo que tuve que esperar a que bajase y subiese creo que una vez.
Ya a la entrada del SkyBridge, sobran todas las palabras sobre la obra de ingeniería de la que se trata y la peculiar forma curva del puente. Lo recorrí hasta llegar a un mirador al final, desde donde se veían otras islas hacia el oeste y las montañas próximas cubiertas de árboles.
El mirador estaba cubierto por una carpa o un toldo , sobre el que un par de monos estaban jugando, pero me tuve que conformar con ver sus sombras, puesto que allí se quedaron.
Viendo el problema de las colas con el funicular, no me demoré mucho más en iniciar el camino de regreso. Afortunadamente había pocas personas delante y pude entrar a la primera.
De nuevo en la estación superior, subí todas las escaleras que había hasta el mirador. La vista es magnífica y además, hay una curiosa panorámica del Sky Bridge visto desde arriba.
Pasados unos minutos y cuando ya había hecho fotos en todas las direcciones, tomé de nuevo una de las cabinas y me bajé en la estación intermedia.
Después del paisaje que contemplé desde arriba, las vistas desde aquí no me sorprendieron ya tanto, así que no me entretuve apenas en subirme nuevamente a una cabina para bajar. Durante este trayecto pude ver una magnífica cascada en la que no había reparado durante la subida.
Al llegar al Oriental Village eran cerca de las 13:45. Estuve tentado para quedarme a comer en un restaurante que me habían recomendado, pero ante la incertidumbre de que pudiera retrasarme demasiado, desistí y me fui a coger un taxi, que me salió más caro que si hubiese pedido un Uber. Cierto es que ni me molesté en regatear.
El balance de la excursión fue positivo, por el añadido de haber hecho tiempo soleado. La pena es que no me lo pude tomar con calma y dedicarle más horas con tranquilidad. De cualquier manera, hice bien en ir esa mañana, ya que fue el último día de los que estuve en Langkawi en el que hizo sol.
Almorcé un plato rápido noodles en el hotel y a las 15:30 pasaron a buscarme de la empresa Dev's Adventures para hacer la excursión Sea Safari. El grupo que se formó era pequeño, de 8 personas, así que muy bien.
El recorrido consistió en ir navegando entre las diferentes islas ubicadas al sudeste de Langkawi, mientras que nos iban explicando detalles de la flora y fauna, de los manglares, etc...
Por ejemplo, en una de las primeras paradas que hicimos vimos unas nutrias.
Luego, paramos en una playa desierta de una isla donde íbamos a tener un tiempo libre para bañarnos y tomar un picnic que había preparado el guía. Por último, dimos un paseo por el interior de la selva de unos 10 ó 15 minutos. Cómo se nota la diferencia de temperatura entre estar paseando a la orilla del mar o hacerlo entre la vegetación a apenas 50 metros hacia el interior.
Cuando terminamos, se notaba que se había producido un cambio en el tiempo y se preparaba una tormenta. De hecho, el mar estaba un poco más picado y en el viaje de vuelta el bote largo daba bastantes más saltos sobre el agua que a primera hora de la tarde.
Esa noche, después de regresar de la excursión y arreglarme, fui a cenar de nuevo al restaurante Putumayo, dispuesto ya a dejar de lado la “dieta”. En esta segunda ocasión cayó un plato de calamares rebozados y otro de langostinos en curry amarillo que estaba muy suave. Para acompañar, un zumo natural de maracuyá. Muy rápido de nuevo el servicio. La comida me pareció buenísima y me costó 73 MYR.
Hubiese repetido más veces, pero había que probar en otros restaurantes.
Para no perder el tiempo, hice una reserva en The Cliff para el día siguiente a las 18:30 y ver la puesta de sol.
Al día siguiente, 11 de enero a las 9 de la mañana aproximadamente pasaron a buscarme por el hotel para hacer la excursión de los manglares en bote, que transcurre por el nordeste de Langkawi, en el Geoparque Kilim.
Tras embarcar, el primer lugar en el que paramos fue en la Cueva de los Murciélagos, junto al río Kilim, donde el guía nos avisó de que tuviésemos cuidado con las pertenencias debido a los monos. Curiosamente ninguno de estos bichos hizo acto de presencia. Igualmente, nos dio algunos consejos como activar el móvil en modo avión, hacer fotos sin flash en el interior de la cueva, no gritar, no abrir la boca y no tocar la barandilla del interior de la cueva con las manos, pues estaría bastante sucia, imagino que en parte por los pis y las cacas de los murciélagos.
Personalmente no noté que el interior de la cueva oliese tan mal como consecuencia de los excrementos. El guía enfocó con una luz hacia algunas partes del techo donde pudimos ver cientos de murciélagos.
Pero la cueva no se caracteriza exclusivamente por la existencia de estos animales, sino que también se pueden contemplar estalactitas, estalagmitas, columnas y otras formaciones geológicas causadas por el flujo de agua sobre roca caliza durante millones de años. Por la cueva fluye el río en ambas direcciones cuando sube y baja la marea.
El guía tuvo que llamar la atención a otras personas o grupos que entraron en la cueva, por el escándalo que armaban al hablar y algún grito quizás por el olor.
A la salida de la cueva por el otro lado, atravesamos por una pasarela de madera una sección del manglar y vimos cómo son las raíces de estos árboles.
Tras esto, comenzamos ya a navegar por el río. En vídeos que había visto de esta excursión, había un montón de monos jugueteando en la orilla, junto al manglar. Este día en cambio ni uno.
El primer bicho que vimos fue un varano, que estaba tan perfectamente mimetizado con las raíces de los árboles del manglar, que me costó trabajo verlo incluso con las indicaciones del guía y de otras personas del grupo. ¡Tenía el mismo color!
Siguiendo con la navegación por el río, llegamos a un área en el que estaban sobrevolando “brahminy kites”.
Es algún tipo de milano, de la misma familia de aves que las águilas, característico del sudeste asiático, con plumaje castaño excepto la cabeza blanca y las alas negras. Alguna foto que pude capturar lo confirma. En esta excursión no se alimenta a las aves con pollos para que aparezcan, así que es todo bastante natural. El guía comentaba que la alimentación “artificial” podía hacer que estas aves perdieran su instinto de caza y por otra parte que enfermeran y muriesen antes, al ser alimentadas con pollos no naturales.
Seguimos navegando lo más próximo a los manglares para ver si se dejaba ver algún bicho más.
Sobre la rama de dos árboles el guía nos enseñó un par de Pit Vipers (víboras), que en qué me vi de enterarme donde estaban.
Más adelante, al otro lado del río vimos al único mono del día entre los árboles del manglar, muy esquivo para fotografiar. Y eso fue todo.
En la siguiente parte del recorrido salimos durante unos minutos a navegar más por mar abierto. Hasta entonces el día había estado “aguantando” pero sobre las 12 empezó a chispear.
Después fuimos a comer a un poblado flotante en el río Kilim, donde hay acondicionado un restaurante.
El menú estaba incluido en la excursión y era con sopa (picante o no picante) y arroz (vegetariano, con pollo y no recuerdo si había alguna variedad más). Yo pedí la sopa picante de gambas Tom Yam Kung y luego arroz con pollo, un poco decepcionante, porque en vez de pollo de verdad era como nuggets de pollo del McDonalds, así que menú McDonalds fue como bauticé la comida.
Después de comer continuaba lloviendo con intensidad y la barca se había mojado en los sitios donde nos teníamos que sentar. Como el agua de la lluvia daba de refilón en los asientos, pues terminé con el culo empapado, que me incomodó mucho. Menos mal que la temperatura era alta.
Pasamos por la cueva del Cocodrilo. Según parece, dependiendo del ángulo desde el que se observe la cueva, tiene la forma de este animal. Se trata de un túnel natural que se formó en la roca caliza por una corriente subterránea que fluía en el área durante la marea baja.
Me dejaron en el hotel creo que como a las 14:00. Esta tarde fue un poco desperdicio de tiempo, porque no paró de llover durante toda la tarde, así era incómodo realizar cualquier actividad al aire libre. Dediqué las horas a descansar hasta que se hizo la hora de ir a cenar. Cuando me fui hacia el restaurante continuaba lloviendo por lo que estaba claro que no iba a haber ninguna puesta de sol. No obstante, como la mesa que me dieron estaba junto a la barandilla del restaurante, fue bonito contemplar la playa de Cenang mientras que empezaba a oscurecer.
En cuanto a la comida, no me decepcionó en absoluto:
Canelones de cangrejo
Tukun Perak: Plato enorme el que sirvieron, repleto de langostinos, vieiras, pescado, mejillones, berenjena, cebolla, en una salsa de curry.
Arroz de acompañamiento.
Zumo natural de manzana verde.
Todo estuvo delicioso y encima con vistas. La cuenta fue de 156 MYR.
Además de comer a la carta, hay diferentes menús y un buffet.
El 12 de enero tenía pensado hacer una ruta en taxi por varios lugares de interés de la isla. En el hotel me dijeron que si quería a partir de las 11 de la mañana me podían asignar a un conductor del hotel. Como no quería perder un instante, pedí que me llamase a un taxista, con la condición en la medida de lo posible de que hablase inglés. Según la chica que me atendió en recepción, no había ningún problema en ese sentido. La realidad, cuando apareció el taxista, es que hablaba tanto inglés como yo ruso. Más allá de unas frases de cortesía y del nombre de los lugares a los que quería ir, no parecía que entendiese más.
El primer lugar que le dije fue la playa de Pasir Tengkorak, en la costa noroeste de Langkawi (cerca de Datai). “Pasir” significa arena y “Tengkorak” calavera. Calaveras no hay pero según una leyenda, el nombre de la playa procede de una tormenta que afectó a los barcos que navegaban por el estrecho de Malaca, de modo que las calaveras de los muertos fueron arrastradas hasta la orilla de la playa.
Se trata de una playa bastante pequeña de arena blanca. El agua tenía un color como celeste claro por la escasa luminosidad del día, que junto a las islas que se veían al fondo y el color de la arena, ofrecía un bonito contraste de colores. Es una playa frecuentada fundamentalmente por gente local y efectivamente la mayoría de la gente que había lo era. La mayoría de los que se estaban bañando lo hacían con ropa. Por otra parte había varias familias haciendo un picnic. Había leído también por Internet que era posible ver algunos monos y que había que tener cuidado con la comida. Y efectivamente. En un momento dado apareció un mono de entre los árboles y agarró una bolsa de comida de una de las familias que estaban preparando la comida. Menudo griterío de las mujeres. La escena me pareció hasta cómica. Unos minutos después, el mismo u otro mono volvió a repetir la acción y llevarse otra bolsa. Más griteríos.
Tras unos 45 minutos en esta playa, continuamos hasta la playa de “Black Sand”. Para el porqué del color negro de la arena (en verdad hay una mezcla de arena oscura con arena normal) hay varias explicaciones. Una de ellas dice que es a causa del óxido de hierro en la arena. Hay quien piensa que es como consecuencia de la fábrica de cemento cercana. A la entrada de la playa hay unos paneles informativos que explican cuál es el verdadero motivo del color oscuro de la arena. Según esto, se debe a la presencia de los minerales Turmalina e Ilmenita en la próxima montaña de Gunung Raya (la montaña más alta de Langkawi). Las lluvias arrastran estos minerales ladera abajo y es lo que causa el color de la arena.
La playa de Black Sand no es apta para el baño según la información que leí por Internet. El motivo de ir a esta playa es porque suele haber barcas de pescadores, que son de colores. Junto con la panorámica de las islas, proporciona un pintoresco paisaje....siempre claro está que no se mire hacia la izquierda, porque entonces lo que se puede ver es la horrible y mastodóntica fábrica de cemento.
El siguiente lugar del recorrido fue el de la playa Tanjung Rhu, a 4 km de distancia, aunque se tarda bastante en llegar. Es una de las playas más bonitas, con el agua de color esmeralda, si bien ese día se veía más azul. Es bastante extensa y considerablemente ancha. Nuevamente el paisaje es muy bonito con los islotes que hay frente a la playay la vegetación. Según la información que encontré en Internet, cuando hay marea baja incluso se puede llegar andando a uno de los islotes cercanos. De hecho, vi a una pareja que estaba andando mar adentro, como si por una pasarela o camino fuesen. Ese día había bandera roja en algunos tramos de la playa, así que cuando uno de los socorristas o vigilantes (tenía más pinta de policía por el uniforme) vio al par de personas adentrándose en el agua, se lió a tocar un silbato, pero no parece lo más adecuado si quieres que te oigan. La pareja siguió alejándose y el vigilante desistió al final de seguir haciendo sonar el aparatito.
Seguidamente era turno de comer en el hotel Four Seasons. El taxista no se enteraba de nada y ya se había pasado el desvío a la entrada del hotel cuando le tuve que decir que diera la vuelta porque quería entrar. Las 3 ó 4 veces que le expliqué que iba a ir a comer a este hotel porque tenía una reserva, está claro que no se enteró ni lo más mínimo. Para las 14:00 tenía una reserva en el Kelapa Grill.
Una vez dentro del hotel, fueron a buscarme en un buggie para llevarme hasta el restaurante. Cuando el taxista vio que me subía en el cochecillo eléctrico, se puso nervioso. Debió de pensarse que me escaqueaba y no pensaba pagarle. Un empleado de conserjería le tuvo que explicar probablemente que me llevaban al restaurante. ¡Qué decir de la ubicación! ¡Fantástica! Justo a pie de la playa.
Comer mientras que se contempla no tiene precio, pero la comida sí que lo tiene, porque se trata de un restaurante bastante caro. La carta no es especialmente amplia y es principalmente occidental, con algunos platos asiáticos. La relación calidad/precio me pareció regular en todos los platos que pedí, aunque es cierto que me equivoqué en la elección:
½ ración de satay ayam (6 unidades): brochetas de pollo asado con salsa de cacahuetes. No fueron las mejores que he comido, pero estuvieron aceptables.
Panjang Mee Jawa: plato de fideos amarillos con gambas crujientes, calamares, tofu, Bok Choy (variedad de col china) y brotes de soja en una salsa roja. El plato me resultó muy difícil de comer y no me gustó por la salsa, que estaba fuerte, pero no por el picante. Me recordó al sabor de los calamares en conserva.
Helado Pisang Goreng: Los helados fueron el único postre que encontré asequible en la carta, por 25 MYR. El resto costaban 60 MYR, lo que vienen siendo más de 13€. A priori no tenía ni idea de qué era el helado, pero sabía a plátano. Buscando más tarde en internet, descubrí que el pisang goreng es un postre hecho a base de plátano frito.
Agua de 750 ml.
En total la cuenta fue de 240 MYR ó 52 $. Un cambio malísimo el que me hicieron al pagar con tarjeta, a propósito.
El buggie me devolvió al aparcamiento, donde estaba el taxista echando la siesta. Salimos dirección a Pantai Cenang, para ver Laman Padi o Museo del Arroz. Al entrar en el recinto, no hay una señalización buena, es decir, que no se sabe muy bien hacia dónde hay que ir. Hay una bonita panorámica de unos campos de arroz, también hay algunas herramientas agrícolas, un jardín con diversas especies botánicas, unas gallinas a su libre albedrío y por fin el museo.
La exposición consta de una serie de paneles en los que se explica el proceso del cultivo y recolección del arroz en Malasia y haciendo alguna mención a Langkawi, diferentes variedades de arroz. Estos paneles van acompañados de diferentes objetos utilizados en todo este proceso e incluso múltiples tarros con diferentes variedades de granos de arroz.
Después de algo más de una hora di por concluido el recorrido por el museo y sus alrededores y con ello la ruta en taxi. Cuando llegué al hotel Nadias creo que le pagué unos 175 MYR por las 6 horas y media de ruta.
Esa noche buscaba un restaurante más baratillo para cenar, dado el dineral que me había gastado al mediodía. Sin embargo, una forera me recomendó que fuera al restaurante La Sal del hotel Casa del Mar, para darme un homenaje gastronómico de despedida de la isla. Y claro, yo que soy muy fácil de convencer en cuestiones de comida, pues no me lo pensé dos veces e hice una reserva para esa misma tarde. Como estaba lloviendo, la cena no sería en la playa sino a cubierto.
Para ir al restaurante pedí un Uber por 4'6 MYR.
Los primeros minutos en el restaurante fueron un poco desagradables, porque tenía a mi espaldas un grupo joven de rusos con 2 ó 3 hijos pequeños que no paraban de correr alrededor de la mesa y de chillar. Incluso un hombre que estaba sentado en una mesa más alejada se acercó para llamarles la atención. Menos mal que se largaron a los pocos minutos.
Para cenar pedí lo siguiente:
Zumo natural de mango.
Ensalada oriental de ternera.
Malay palet: Degustación de varios platos de gastronomía malaya. Llevaba rendang de ternera, ensalada malaya, arroz, curry de pescado, Ayam Kapitan (curry de pollo con leche de coco) y algún plato más del que no recuerdo el nombre. La mayoría me gustaron, pero cuando me lo sirvieron apenas si tenía hambre.
Crumble de pera con una especie de gelatina de fresa, barquillo de chocolate y helado de té verde: me encantó la presentación y fue un auténtico broche de oro a la cena.
La cuenta ascendió a un total de 182 MYR, que pagué encantado. Buen servicio y bonito sitio. Merece la pena.
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