Si el anterior había sido un día intenso en cuanto visitas, la intención para este era tomárselo con más calma y recorrer una serie de localidades aproximadamente en la misma línea recta desde el primer pueblo que visitáramos por la mañana hasta el que usáramos esa noche como base, ya en el centro mismo de la Toscana todos ellos.
Así que sin necesidad de levantarnos ya tan temprano, recuperamos nuestro coche del aparcamiento subterráneo cercano al hotel en Pisa donde lo habíamos dejado la noche anterior, y nos dirigimos a nuestro primer destino del día, Volterra.
Volterra, encrucijada de culturas
Tras aproximadamente hora y media, y encaramándonos a algunas montañas atravesando incluso algunos retazos de niebla, llegamos a Volterra, dominando la cima de una montaña a 403 metros sobre el nivel del mar en el corazón de la Toscana. La parte más elevada de la localidad, la antigua, rodeada aún de sus murallas, se alza hasta una altura de 545 metros sobre el nivel del mar, y es allí hasta donde llegamos con nuestro coche, pudiendo aparcar en uno de los estacionamientos junto a las murallas. Gracias a que suele madrugar aunque cueste, Gatto llega a los sitios cuando no hay nadie y se va cuando llegan las hordas de turistas, consiguiendo una experiencia mucho más grata casi siempre.
En el interior de la parte antigua de Volterra, dentro de sus murallas, y alrededor de estas, hay multitud de vestigios de las diferentes culturas que poblaron en la antigüedad este asentamiento… habitada desde el neolítico, la civilización más antigua que dejó su huella fue la de los etruscos, de la que se conserva la Porta all’Arco de su muralla o la necrópolis etrusca. Más tarde, bajo la dominación romana, se erigirían edificios públicos como atestiguan las ruinas romanas del teatro y otros vestigios.
No obstante, pese a estos vestigios aquí y allá, el aspecto de Volterra y su núcleo antiguo amurallado es predominantemente medieval, con grandes iglesias con torres y grandes edificios de piedra contenidos en sus murallas del siglo XII, si bien el elemento renacentista se evidencia también en alguno de sus palacios sin desentonar con el aspecto medieval reinante.
A destacar el atípico desayuno que nos tomamos en la Piazza dei Priori a la sombre del palacio con el mismo nombre, en una terraza de una heladería artesada y consistente precisamente en eso mismo, helado de avellana, "nocciola"... los helados son otro de los placeres disfrutables en la Toscana, y en Italia en general.
San Gimignano, el pueblo de las torres
En donde además, hablando de helados, existe una heladería en la plaza de San Gimignano en donde supuestamente se vende el mejor helado del mundo (con certificado que así lo atestigua...) por lo que había una cola brutal a todas horas, y decidí prescindir de esa gustativa experiencia teniendo en cuenta que ya había desayunado helado y que no estuvo tan mal.
Antes de dirigirnos hacía San Gimignano, nuestra siguiente visita, lo que si hicimos es parar a comer en un lugar recomendado por una amiga del trabajo. Lo cierto es que estuvimos arriba y abajo dando vueltas con el coche hasta encontrarlo, pues no está realmente en ningún pueblo, si no que es un establecimiento llamado Ristorante La Terrazza Montaine cerca de Gambassi Terme... todo muy bueno, ¡pero una lentitud abrumadora!
Así pues, con el estómago lleno y más tarde de lo que nos habría gustado, seguimos nuestro camino hasta llegar a San Gimignano, posiblemente una de las localidades más renombradas de la Toscana, famosa por sus altas torres y murallas que datan del siglo XIII y rodean todo el recinto de la villa. Al ser un sitio tan turístico, cuenta con multitud de aparcamientos alrededor, en el exterior de las murallas, y fue uno de los pocos en los que tuvimos que ir a uno de los aparcamientos un poco más alejados para poder dejar el coche y visitar el lugar.
La entrada a través de sus murallas, lleva a través de una calle de casas de piedra a lado y lado a su plaza central, llamada Piazza de la Cisterna, en donde entre otras tiendas de recuerdos y mercachifles varios que infectan el lugar, se halla la archirenombrada gelatería ya mencionada.
En su casco antiguo, se alzan aún 14 torres de las que ya expliqué en el post anterior que simbolizaban la influencia y riqueza de las familias que las alzaban... y las de San Gimignano a parte de aguantar el paso del tiempo desde su construcción siglos atrás, son particularmente altas.
A parte de las torres, alguna de las cuales hasta puede visitarse si se tiene el ánimo de subir unos cuantos cientos de escalones, otros lugares de interés son algunas de sus muchas iglesias, y los pequeños establecimientos en donde se puede degustar el vino típico del lugar, un blanco delicioso llamado Vernacchia de San Gimignano, de gran prestigio no solo en la región si no en el mundo.
Conviene también alejarse un poco del centro y de las torres y subir un poco hacia el pequeño parque que lleva a la cima de la colina en donde San Gimignano se asienta, pues desde allí se puede tener una vista panorámica de sus torres y casco antiguo, que evoca a los tiempos pasados y permite imaginar estar contemplando como debía ser el lugar en tiempos remotos, con el marco del paisaje toscano de fondo.
Sería este el primer día y en particular la primera visita, en la que me di cuenta como se acaba explotando turísticamente cualquier cosa, y es que los aficionados a los videojuegos reconocerán, que muchos de los lugares de la Toscana de los que hablo en este post y hablaré en próximos, son escenario de la segunda parte de la famosa saga de videojuegos Assassin's Creed. En particular en este, ambientado durante el Renacimiento y protagonizado por una familia Toscana de Florencia, se retratan muchos de los lugares de la época, incluída la propia Florencia, y siendo uno de ellos San Gimignano... así que atentos a ver quien ve a Ezio saltar desde las torres (flasheado me ha dejado el vídeo).
Ya hacia el atardecer, nos dirigimos ya hacia la que sería nuestra última visita por aquel día, otro pueblo encaramado a una colina, que si bien puede ser alcanzado usando su funicular, es posible subir hasta la cima por una estrecha y maltrecha carretera, aparcando como mejor se pueda a sus puertas... ese pueblo es Certaldo, o más concretamente, Certaldo Alto.
En la mitad de la nada Toscana
Después de pelearme otra tanto rato con el GPS para encontrar una ruta alternativa que permitiera subirnos a la parte alta de Certaldo esquivando las obras en varias calles que incluía nuestra ruta, conseguimos encontrar la carretera que puede seguirse para subir hasta la cima de la colina... dudando si no nos estábamos metiendo en un camino rural, ya que la carretera era mitad tierra mitad asfalto gastado, pero rodeada de un entorno campestre muy atractivo, desde el que además antes de llegar se ve el Certaldo Alto desde la distancia.
La parte alta se trata de otra pequeña villa, no más grande apenas que su calle principal, desde la que puede admirarse la panorámica del paisaje toscano, e imaginar como sería la vida en un pueblo de calles y casas de piedra roja. Al atardecer sus colores rojos resultan ciertamente atractivos, y bien merece un paseo si se está por la zona.
Cansados ya después de toda la jornada de visitas, nos sentamos un rato a disfrutar de un refresco. A esas alturas nos dimos cuenta también de como aún en el mes de abril, al irse el sol, todavía las tardes y noches son frescas, por lo que acabado nuestro refresco, nos volvimos para ahora si, ir a buscar nuestra guarida para esa noche... y perdernos otra vez... y mucho: nuestro establecimiento para aquella noche era un agroturismo en algún lugar alrededor de Castelfiorentino, y hasta que encontramos el camino correcto para acceder a él, estuvimos dando un buen rato vueltas (de nuevo... maldito GPS).
Resumen de la etapa
Otro buen y largo día aprovechado en el mismísimo corazón de la Toscana. Se pueden ver en el mapa los lugares de interés comentados y la ruta trazada de unos a otros.
Paradas
Pisa - Volterra: 65km (1h30min).
Volterra - San Gimignano: 30km (45min).
San Gimignano - Certaldo Alto: 22km (30min).
Certaldo Alto - San Miniato (Castelfiorentino): 10km (15min).
Hotel
Para una de las noches en la Toscana tenía ganas de visitar y pernoctar en uno de los muchos agroturismos que hay en la zona apartados de núcleos de población importantes. Este, Villa Sonnino (****), literalmente en medio de la nada, resultó ser una espléndida villa de grandes habitaciones tipo apartamento, con restaurante y otros servicios como bar terraza etc... un tanto desangelado imagino por las fechas. Quizás por tratarse para este tipo de negocio de temporada baja, el precio fue bastante ajustado, e incluso en nuestra habitación nos encontramos con una botella de vino spumante de regalo... nada mal.
Villa Sonnino (****)
Via Castelvecchio, 11
56028 San Miniato, Italia
El título del post en el que os hablaré hoy hace referencia a que literalmente la ruta de aquella jornada nos iba a trasladar no solo en el espacio, de un lado a otro, si no también en el tiempo, desde la edad media hasta otro de los epicentros del Renacimiento, en donde dormiríamos al finalizar esta jornada. ¡Y todo ello sin máquina del tiempo! Ya me gustaría que el gattomóvil tuviera esa funcionalidad... pero por el momento me temo que no es posible.
En todo caso el por qué de este viaje en el tiempo se ha de encontrar en la continuación de las visitas de la jornada anterior a pequeñas villas amuralladas con reminiscencias medievales, que hoy continuaríamos visitando, pero que a lo largo del día evolucionarían de época para acabar el día en otra gran ciudad de la Toscana, como es Siena, segunda capital del Renacimiento, con el permiso de Florencia (y para mi más atractiva y menos agobiante... ahí queda eso), a la que dedicaríamos por completo prácticamente casi todo el día siguiente.
No obstante, sin adelantarnos a los acontecimientos, vamos a recordar lo que fue aquel día, empezando por la visita a Monterrigioni, otro mítico escenario de películas como El Paciente Inglés, Gladiator, La Vida es Bella, o apariciones de nuevo en videojuegos como Assassin's Creed.
Una plaza amurallada
A pocos kilómetros de Siena, sobre una colina baja a los pies de la antigua Vía Cassia romana, se alzan las torres y murallas de Monterriogini, construida por los señores de Siena en el siglo XIII para dominar la ruta a Siena, y que ha permanecido así hasta el presente, separada de la localidad moderna que aún lleva el mismo nombre. En nuestro caso, tras poco más de media hora de conducción desde Castelfiorentino, llegamos bastante pronto para dejar nuestro coche en un aparcamiento aún vacío, y subir por la cuesta que llevaba hasta la puerta de la muralla.
La villa medieval en si, pese a su espectacularidad por la altura de sus torres y murallas, no merece en mi opinión el título de localidad, pues la verdad tengo serías dudas de que alguien viva en el recinto amurallado, consistente en poco más que una plaza con una iglesia románica y todo tipo de establecimientos de recuerdos y restaurantes... si acaso alguno de los amos y los gatos que por allí pululan.
Se accede al recinto amurallado por una de las dos puertas, una al sur y la otra al norte, que se unen a través de la calle principal que atraviesa la Piazza di Roma, nombre dado al recinto delimitado por las murallas en el centro. En realidad por las noches, es un agradable remanso de paz en el que disfrutar de una cena toscana fuera e Siena en alguna de las terrazas si el tiempo acompaña (en abril lo hicimos pero aún con bastante fresco ya por la noche) por lo que ya solo por esto me gustó mucho el lugar y su potencial en cuanto a posibilidades hedonistas.
No obstante, la actividad estrella durante el día, y la que practicamos durante esta visita matutina, es la de subir a sus murallas y recorrer su perímetro, o por lo menos la parte intacta de las almenas, con una mejor vista de las torres y de la panorámica del paisaje de los alrededores.
Tras una visita que se puede hacer relativamente rápido por la pequeñez del lugar, nos dirigimos hacía nuestra próxima parada, en donde aparte de subir cuestas, podríamos por lo menos disfrutar de su Vino Nobile.
Montepulciano cuesta arriba
Aunque ese día la idea era acabar nuestra jornada viajera en Siena, durante el día visitamos algunos otros lugares alrededor dejando por el momento la capital atrás y moviéndonos más hacia el sur, en este caso para continuar a continuación hasta Montepulciano, famoso entre otras cosas por ser lugar del rodaje de algunas escenas de las películas de la saga Crepúsculo (de la cual me niego a poner ningún vídeo), pero prefiero quedarme con su otro producto famoso, el vino.
Este es otro pueblo toscano típico en cuanto a que está subido a otra colina desde la que se puede disfrutar de la panorámica del paisaje alrededor, y cuya calle principal de nada más y nada menos que 11 kilómetros desde la Porta al Prato hasta la Piazza Grande sube por la colina hasta su cima desde el lugar en el que existe el aparcamiento en donde puede dejarse el coche, ya que por supuesto todo su interior amurallado, perteneciente al casco histórico, es de circulación restringida.
Con un poco de paciencia y no poco esfuerzo, comenzamos la ascensión por la calle principal, que por fortuna no hace falta seguir en estricta línea recta para llegar hasta su cima. Entre paseo y paseo, y siendo la hora del aperitivo, para recuperar fuerzas tomamos un descanso en una de las abundantes tiendas de vino locales, en donde entre otras cosas, puede degustarse el Vino Nobile de Montepulciano, un tinto suave de diferentes calidades, elaborado con la uva de las viñas de los alrededores, siendo este el segundo gran vino de la Toscana a probar en nuestro viaje, después de la famosa Vernacchia de San Gimignano.
Elevado nuestro espíritu, seguimos hasta llegar a la plaza en la cima de la colina, la Piazza Grande, en donde puede verse el Duomo y el gran espacio de la plaza, alrededor de la cual hay algunos restaurantes. santa Maria Assunta, que es como se llama el Duomo, es un ejemplo de la arquitectura toscana sienesa, de planta circular y dos campanarios construidos en travertino blanco.
Como ya iba siendo hora de comer, dinos un vistazo a los restaurantes de la zona, y nos gustó Osteria del Borgo, un local con terraza desde las que se pueden contemplar las vistas, que si bien en principio fue en donde nos acomodamos, tuvimos que huir al interior del local debido al fuerte viento (y frío) que hacía, ya que precisamente estábamos ya también a una altura considerable. Fue aquí en donde disfruté de la primera Bisteca a la Fiorentina del viaje, uno de los platos más deliciosos de la gastronomía toscana consistente en una gran filete de ternera preparado sobre una piedra caliente, tipo pizarra, que comer lentamente y degustar. El postre, un tiramisú casero, estuvo sin duda también a la altura.
Tras haber visto la parte alta, solo quedaba volver a bajar y aprovechar el paseo de vuelta para digerir nuestro exquisito banquete. Solo quedaba hacer alguna parada en las tiendas de vino de la calle principal más cercanas al aparcamiento para no tener que cargar peso durante demasiado rato, y adquirir alguna botella de vino Nobile con la que volver a casa. Una vez recuperado nuestro coche, nos dirigimos hacía la que sería nuestra tercera parada del día, un lugar en el que era ya mucho más evidente el humanismo renacentista que la oscuridad medieval... Pienza con sus palazzos.
Pienza y la reurbanización humanista
Pienza, conocida por ser la ciudad natal del llegaría a ser el Papa Pío II durante el siglo XV, fue precisamente por este reurbanizada según a los ideales renacentistas de la época, por lo que en sus calles y plazas más amplias abundan los palazzos, y su Duomo es diseñado ya a pleno estilo renacentista, siendo este uno de los ejemplos de renacentismo italiano más antiguos.
No deja de ser un pueblo pequeño que se recorre en poco más de media hora, y que como en los otros se puede dejar el coche en sus inmediaciones y visitar su casco histórico a pie. En sus calles se pueden ver varios palazzos que datan del siglo XV, entre los que destaca también el edificio de su ayuntamiento con su torre con reloj.
Tras repostar en la gasolinera del pueblo y comprobar la presión de los pneumáticos del gattomóvil, volvemos a la carretera para seguir hasta nuestro próximo destino en la Toscana profunda.
San Quirico d'Orcia, Toscana Posh
Ya bien entrada la tarde, hicimos una visita relámpago, vista y no vista, a otro pequeño pueblo de la zona y que cogía de camino, llamado San Quirico d'Orcia. Sobre este pudimos ver como se trataba de una pequeña villa, muy pequeña, muy limpia y bastante orientada al turismo de lujo con grandes hoteles, baños con spa, etc... que debían servir de un buen retiro espiritual.
Destaca su gran iglesia y calles empedradas, pero estaba bastante vacío y no había mucha animación que digamos, por lo que decidimos aprovechar el tiempo que quedaba de día y dirigirnos a la que sería nuestra última visita del día antes de descansar en Siena.
Montalcino y el Brunello
Literalmente el monte de las encinas, Montalcino es otro de los pueblos toscanos famoso principalmente por dos cosas: la producción de su vino característico, el Brunello, y su gran castillo fortaleza del siglo XII, del que en realidad quedan poco más las murallas, aún así bastante impresionantes.
Ya con poca luz dejamos el coche en uno de los aparcamientos públicos alrededor del poblado, y subimos hasta la parte alta por las escaleras que al lado había, para contemplar la fachada de su Duomo, ya cerrado a esas horas. dedicado a San Salvador, este es de apariencia neoclásica, como si de un templo griego se tratara.
Sus murallas, del siglo XIII, se erigen en la parte más alta de la colina sobre vestigios anteriores formando la llamada fortaleza. Toda la villa está rodeada de viñedos, siendo junto al turismo, su principal actividad económica. Tras degustar una copa de su famoso vino y ya con la hora echada encima, nos dirigimos por fin hacia nuestra base para esa noche, Siena, a donde aún prácticamente nos faltaba una hora más para llegar y descansar por aquel día.
Llegada a Siena
De Siena, al ser una ciudad grande, me preocupaban las limitaciones de acceso de vehículos a determinadas zonas, por lo que cogí un hotel a las afueras para no tener problemas a este respecto y con un aparcamiento en el que se pudiera dejar el coche sin problemas en el mismo hotel. Lo que se supone era una buena idea, se convirtió en una pesadilla al no haber forma humana de encontrar el hotel... otra mala pasada del GPS, aunque lo peor era que veía el hotel frente a mi, pero era incapaz de ver exactamente por donde se tenía que acceder a él.
El caso es que estaba JUSTO donde termina Siena, literalmente, y al lado, una gran rotonda con salidas hacia 2 o 3 carreteras diferentes, justo después de otra rotonda más pequeña, con una entrada a la autopista en dirección a Monterrigioni. Y pasó todo lo que tenía que pasar... meternos por error en la autopista y tener que hacer diez kilómetros de ida hasta la primera salida que pudiera tomarse y diez de vuelta, meternos por la carretera que no era... hasta descubrir que el acceso al hotel era una calle que salía de la rotonda pequeña que apenas ni se veía, ya que parecía más un camino privado que otra cosa... sin señalizar claro... y al borde de la crisis nerviosa (aún cuando lo recuerdo me entran ganas de quemar el hotel).
En fin, de nuevo las malas noticias eran que como me temía al ver el panorama, nuestro hotel estaba a tomar por c... digooo... muy lejos de la parte interesante de Siena, la que hay alrededor de la Piazza del Campo y el Duomo básicamente, teníamos que volver a coger el coche y aparcar lo más cerca posible del casco histórico.
Siendo positivos, después de dejar nuestras cosas en el hotel, conseguimos hacer eso razonablemente rápido, y pese a dejar nuestro coche en una zona con aspecto un tanto inquietante ya oscurecido, llegamos razonablemente pronto a pie a la zona de los monumentos.
Antes de ir a cenar, dimos un paseo nocturno de exploración de los lugares que al día siguiente íbamos a visitar más extensivamente, y por supuesto para disfrutar de la iluminación nocturna de tan insignes monumentos como el Duomo de Siena, o la Piazza del Campo y hacer algunas fotografías.
Me sorprendió precisamente que ya a esas horas las calles estaban desiertas... todo excepto la gran plaza central, Piazza del Campo, en donde había una gran animación con todos sus restaurantes alrededor de la plaza. Nos fijamos en uno, Osteria la Mossa, particularmente lleno y de aspecto atractivo, así que decidimos preguntar y conseguir una mesa dentro, aunque nos hubiera gustado más en la terraza con vistas a la plaza. Después del banquete consistente en Bisteca a la Fiorentina para comer, tomé en mi caso solamente un plato de spaghetti carbonara... deliciosos.
Exhaustos y agotados, ahora si que nos dirigimos de vuelta a nuestro hotel procurando, por el amor de Dios, no volvernos a equivocar con el coche y meternos por el acceso correcto para poder dejar de una vez nuestro coche en el hotel y dormir en paz. Por lo menos, al día siguiente estaríamos gran parte del tiempo en Siena... o no... ya veríamos.
Resumen de la etapa
Como resulta evidente por la longitud del post y la intensidad, un día muy movido y largo, visitando muchos de los lugares de interés de la Toscana alrededor de Siena. E aquí pues un resumen de los lugares descritos en una ruta circular alrededor de Siena.
Hotel
Ya he comentado bastante sobre las desgracias acontecidas debido a la elección de este hotel, en el que para colmo hacía un calor atroz. Se trataba del Hotel San Marco (***), justo en la frontera de lo que puede llamarse Siena (juro que al lado estaba la placa de entrada al término municipal). Precio razonable comparado con lo que valen los hoteles en Siena si, pero una pesadilla logística que casi me produce una crisis nerviosa. Por lo menos el aparcamiento era gratuito... que menos.
Hotel San Marco (***)
Via Massetana, 70
53100 Siena, Italia
Suelo decir de broma cuando vuelvo de vacaciones que vuelvo a necesitar otras después para recuperarme de estos viajes, y a veces en realidad no es para menos, pues estaremos de acuerdo en que aunque placentero también acaba siendo agotador, sobretodo al final de los largos días, y más con la vorágine automovilística del día anterior y tanta confusión de arriba, abajo, ¿por dónde diablos se entra al hotel?
Ese día por ello, al menos iba a ser más relajada la jornada, ya que nuestro plan consistía en dejar el coche quieto de una puñetera vez, y dedicarnos a descubrir Siena tranquilamente. Además, nos permitimos levantarnos a horas más civilizadas para estar en vacaciones, y tras nuestro desayuno, por una vez incluido con el hotel, nos dispusimos a ponernos en marcha. El único inconveniente, es que al estar el hotel donde Cristo dio las tres voces, no era especialmente aconsejable irnos andando hasta la parte interesante de Siena, si no que lo más recomendable era tomar un autobús que dejaba a un paso de la Piazza del Campo, así que eso es lo que hicimos.
Siena de día
Para visitar los lugares más destacables de Siena, lo más cómodo es hacerse con una de las fórmulas ofrecidas en la Oficina de Turismo, en la propia Piazza del Duomo, que permite el acceso de visita a varios de los monumentos más representativos de la ciudad: el Duomo, Baptisterio, Cripta, Museo de la Opera, Torre Panorámica frente al Duomo... nosotros escogimos una de estas fórmulas para visitar algunos de estos monumentos, empezando por Santa María de la Scala, un antiguo hospital orfandad convertido en museo. En él se pueden visitar dentro de las estancias del antiguuo hospital, diversas obras de arte, como pinturas y alguna que otra atractiva escultura, además de visitar sus estancias subterráneas. Después de dar una vuelta nos fuimos a lo que queríamos ver por dentro de verdad, el Duomo.
Llamado de Santa María Assunta, en estilo gótico italiano y planta en cruz, es junto a todo el centro histórico de Siena, parte de la ciudad declarada como patrimonio de la humanidad por la Unesco. En su interior las naves se dividen con arcos de medio punto, destacando su decoración de mármoles claros y oscuros tan característico del gótico italiano, comparable a otros duomos como el de los mármoles policromados de Florencia. Aparte de sus altos techos, tiene en su centro la linterna o cúpula, octogonal en su alzado y circular en su término. En el exterior, en el mismo estilo de mármoles claros y oscuros (de hecho el blanco y negro son los colores de la ciudad de Siena) se alza su campanario a la derecha de la planta principal.
En el propio interior de la catedral, se halla el acceso a la librería Piccolomini. Importante tener en cuenta este dato para no volverse loco buscando el acceso en el exterior como parecen sugerir las indicaciones. Estas son unas salas ricamente decoradas en dorados y pinturas, con una colección de antiguos volúmenes y otros objetos... todo muy gótico y recargado.
En la misma plaza, a la derecha de la entrada principal a la catedral, puede visitarse el museo de la Ópera, que da acceso además a la torre de observación panorámica frente al Duomo, accesible por una estrecha escalera desde su nivel superior, tras hacer cola unos minutos, ya que el acceso está limitado a un máximo de personas al mismo tiempo, y se tiene que esperar a que baje la gente para poder subir.
Las vistas panorámicas desde la torre son fantásticas, viendo el Duomo al completo y la Piazza desde su parte superior, así como la torre de la Piazza del Campo y una vista de 360º de Siena en general. Esta torre en realidad debía ser parte de una ampliación del a propia catedral, las obras de las cuales quedaron paradas en el siglo XIV a causa de la peste negra, tras lo que fueron definitivamente abandonadas.
El Baptisterio, en la parte posterior de la catedral bajando por las escaleras que llevarían hacia la zona de la Piazza del Campo, es otro de los anexos del edificio central de la catedral que puede visitarse para ver su pila bautismal en otro lugar recargadamente decorado... cosas del gótico.
Deleitados y hambrientos frente a tanto arte, nos dirigimos a la Piazza del Campo, a sentarnos en una terraza y tomar un aperitivo contemplando el Palacio Comunal con su gran torre. Esta es una de las plazas medievales de Europa mejor conservada, famosa además por la celebración del espectáculo con caballos de Siena (carrera de caballos del Palio) en los meses de verano.
Se trata de una amplia plaza en forma de concha, centro neurálgico del casco antiguo de Siena, donde se situaba en el siglo XIII el mercado que servía de punto de encuentro de las comunidades que formaban Siena. A un lado de la plaza, cerca del Palacio Comunal, se erige la fuente Gaia, que traía antiguamente agua a la ciudad, y es otro de los símbolos de Siena.
Ruta del Chianti
Tras comer tranquilamente en otro de los restaurantes de la plaza, nos planteamos qué hacer por la tarde. Como estábamos un poco cansados de andar de aquí para allá y ya habíamos visto los lugares más representativos, decidimos hacer una ruta en coche por los pueblos de los alrededores, famosos por su vino tinto, el Chianti, de renombrada fama internacional.
La ruta lleva por pequeñas carreteras a los pueblos de las montañas cercanas, en donde empiezan a aparecer a uno y otro lado viñedos y bodegas en las que se ofrece el preciado vino. Estos pueblos son, entre otros, Greve, Radda, Panzano y Castellina en Chianti.
Realmente, fueron un poco decepcionantes en cuanto que a como lugares en si, no tienen nada especialmente destacable, si acaso alguna iglesia pintoresca o resto de castillo medieval. Lo más disfrutable sin embargo, y eso es lo que acabamos haciendo, es entrar en alguna de las bodegas o tiendas de vino a catar los caldos y comprar alguna que otra botella.
Como ya se iba haciendo tarde y había que buscar un sitio para cenar, aprovechamos para hacer algo que nos pareció apetecible el día anterior pero que por nuestra apretada agenda no pudimos... esta vez pararíamos en Monteriggioni para cenar en uno de los restaurantes terraza rodeados de murallas.
Bien entrada ya la noche, volvimos a nuestro hotel, como cada día ya agotados, a descansar, ya que al día siguiente si que nos volvíamos a poner en ruta, de nuevo por la Toscana más rural, en este caso hacia el sur y este.
Resumen de la etapa
Tras pasar la mañana en Siena, hicimos una pequeña excursión por carretera que nos ocupó la tarde por los pueblos de la ruta del Chianti, para acabar cenando en Monteriggione y vuelta a Siena a dormir por aquella noche. Quedan anotados los pueblos de la ruta en el siguiente mapa.
Paradas
Siena - Ruta del Chianti - Monteriggione - Siena: Ruta circular aproximadamente 125km.
Hotel
Esa noche repetíamos, único hotel en el que pasábamos 2 noches en este viaje.
Hotel San Marco (***)
Via Massetana, 70
53100 Siena, Italia
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Buenas,pongo aquí la consulta porque está relacionada .Estoy muy indeciso y hecho un lío .Estoy entre Puglia ,Calabria y Sicilia .Cada una diferente .Alguien que me aconseje una de estas zonas o que esté por encima de las otras por varios motivos?Entiendo que es muy relativo ,saludos y gracias
Pues primero vas a un sitio y luego al otro...tampoco hay tanta distancia...al final todo esta en los ojos que miran...y siendo Italia todo es parecido...mucho turismo y pagar por todo. Buen viaje.
Salodari Moderador de Diarios 03-04-2009 Mensajes: 22979