CÓMO SUIZA NOS ATRAPA POR 5º VERANO CONSECUTIVO + CARENNAC Y LOUBRESSAC ✏️ Blogs de Suiza

Voy a obviar el día 31 de julio porque fue de nuevo un día pasado por agua por completo, y no hicimos otra cosa que pasear por el barrio, visitar parques cercanos cuando dejaba de llover y por la noche fuimos a visitar las gargantas del Aare que las iluminan al atardecer.

En cambio la Fiesta Nacional del 1 de agosto amanecía con un sol resplandeciente, así que tenemos que aprovecharlo al máximo y fijamos como objetivo KLEINE SCHEIDEGG

Vamos en furgo hasta Lauterbrunen, donde aparcamos en el mega parking que tienen preparado en la estación. De allí parten los famosos trenes que llegan a la cima de la Jungfrau; no es nuestro caso, destino que año tras año descartamos por dos razones de peso: la altitud para Hugo con su miopatía y lo caro que es.

El tren que cogemos hace una primera parada en Wengen, localidad que creo que tambien merece una visita, más que entre sus calles, entre sus verdes prados con vistas al valle de Lauterbrunen. Pensamos en visitarlo a la bajada, aunque después lo descartamos porque Hugo se quedó dormido en el tren de vuelta.

Si os sentáis en la parte derecha del tren os aseguraréis las mejores vistas. Es un tren que va llenísimo porque es una de las opciones para subir a la Jungfrau. Nosotros lo cogimos a primera hora de la mañana.
Al salir de la estación decepciona un poco la cantidad de grúas que hay, de gente (sobre todo japoneses), de vías... pero solo tienes que girarte 360 grados para contemplar ante ti el majestuoso trío de cuatromiles que te dejan sin habla. Nos alejamos de la zona de la estación y empezamos a empaparnos de montaña, estamos a 2.061 metros.


El objetivo es hacer una parte del conocido como Eiger Trail, el emblemático sendero que comienza en Eiger Gletscher y llega hasta Grindelwald, todo ello bajo la temida cara norte del Eiger, un verdadero templo del alpinismo. Al estar en obras, han desviado el camino de Eiger Gletscher y nos complicó bastante por no decir mucho, el recorrido.

Desde Kleine Scheidegg hasta Eiger Gletscher hay cerca de una hora de camino cuesta arriba, y allí comienza el sendero que mide 14km. Nuestra intención era recorrer solo los primeros 3 o 4. Pero la verdad es que la subida se nos hizo eterna con Hugo. Al comenzar el ascenso encontramos el Fallbodensee, un lago artificial en el que parar a contemplar tanta maravilla alpina, y en la que se ven reflejadas las montañas.


Continuamos el ascenso pasando por un pequeño refugio, que se mantiene como eran los refugios de antaño para deleite de los que subimos. Las vistas siguen siendo espectaculares, siempre con el tren rojo de fondo que sube a la cima de la Jungfrau.


Cuando conseguimos llegar a Eiger Gletscher, Hugo estaba cansadísimo, así que decidimos parar y comer nuestros bocadillos allí. Las vistas ya no eran tan espléndidas, estábamos rodeados de grúas, excavadoras y camiones.

Comenzamos, ahora sí, el Eiger Trail, por la arista de una montaña de baja altura. El paisaje empieza a cambiar de verdes prados a rocas de pizarra. Hay tramos en los que tenemos que ir en fila de uno, y tras recorrer unos metros decidimos que no es lugar para Hugo; un pequeño resbalón o traspié nos puede traer consecuencias fatales, así que Hugo y yo, nos dimos la vuelta y con mucho cuidado iniciamos el regreso hasta la estación de Eiger Gletscher, donde cogemos el tren que nos baja a Kleine Scheidegg. Ah! con los tickets nos regalan unas chocolatinas!
Papá decide continuar un rato más y quedamos en vernos abajo en un par de horas. Tiempo que Hugo y yo dedicamos a contemplar los escaladores desde los prismáticos del hotel Bellevue, visitamos las tiendas, y subimos a lo que desde la distancia nos parecía un fuerte indio.

Se trata de un mirador y una zona infantil del restaurante y hotel Grindelwaldblick, que por cierto, tambien tenía Hotpot y sauna exterior. Allí pasamos un buen rato viendo como un oriental sorprendía a grandes y pequeños resolviendo un cubo de rubik en 8 segundos.
Las vistas desde allí, espectaculares, faltaría más.




Volvimos a bajar a la estación y allí nos reunimos con mi marido, decidimos iniciar el descenso y parar en Wengen, para contemplar el valle de Lauterbrunen. Os dejo estas fotos del Eiger Trail, que aunque no lo recorrió entero, volvió encantado:




En la bajada, Hugo cayó completamente dormido, no hubo forma de despertarle al llegar a la estación de Wengen, así que decidimos dejarle descansar todo el trayecto porque por la noche nos acercaríamos a la celebración de la fiesta nacional y nos interesaba que fuera persona para entonces.

Al atardecer, y como el año pasado, nos acercamos dando un paseo hasta la parte trasera de la oficina de turismo, donde cada verano, los vecinos de Beatenberg se reúnen para celebrar el 1 de agosto. Esta gente lo tiene todo controlado y este año han instalado una gran carpa y han construído un enorme porche para la celebración, y bien que lo van a estrenar porque la noche viene con agua...
La celebración consiste básicamente en unos juegos populares para niños con pintacaras, puestos de comidas, bebidas y postres, y todo ello amenizado con trompas alpinas. Este año como novedad, han preparado una rifa, en la que participamos sin saber muy bien en qué consistía.
Allí cenamos, y nos mimetizamos con la gente del lugar, y a última hora de la noche cuando la lluvia hacía su aparición en Beatenberg, comenzaba la famosa rifa.
Iban sacando los números y diciéndolos en alemán, claro está, así que como para enterarnos de que sacaban el nuestro; momento en que dejamos de mimetizarnos, nos levantamos de nuestro banco y nos colocamos al lado del interlocutor para decirle entre número y número que no nos estámos enterando de nada, pero que tenemos nuestro número, que lo mire, que se quede con él y que nos avise si sale el nuestro...los suizos son muy amables y hospitalarios no? comprobémoslo! jajaja
La ristra de números seguía corriendo, y los regalos iban desaparenciendo de la mesa, y cuando ya habíamos perdido esperanza alguna, el organizador de la fiesta se gira y nos señala...NOS HA TOCADO!!!!nos moríamos de risa y de vergüenza al ir a recoger el regalo.
Oye tan felices como si nos tocase una quiniela nos acercamos a recoger nuestro premio: un monedero, una regla escolar, y varias entradas: para un escape room (vamos lo que nos faltaba...encima en alemán, no salimos de allí en toda una vida), para el museo al aire libre de Ballemberg, para el parque de atracciones nostálgico de Interlaken... Bueno que volvimos a casa pasados por agua pero más felices que unas castañuelas con nuestro paquetito...os lo ilustro y con esto cerramos la etapa de hoy... vemos los fuegos artificiales desde la terraza de nuestra casita y a descansar, el día nos ha cundido, la verdad.




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Venga que de nuevo dan buen tiempo, no completamente despejado pero nos va a permitir una nueva etapa al aire libre.

Descubrí ROSENLAUI gracias a facebook. Un buen día detecto un par de fotos que me enamoran y decido investigar donde demonios están, y sorpresa para mi, no está demasiado lejos de nuesta zona, así que ya tenemos objetivo para hoy. Alrededor de una hora nos separa del destino.
Para llegar hay que ir dirección Meiringen y después al puerto de Grimmsel, y nada más pasar una gasolinera aparece una indicación a la derecha a Rosenlaui, como si fuera una pequeña lcoalidad. Comienza a subir la carretera sinuosa y en poco tiempo te encuentras solo un carril y con preferencia para los autobuses, así que si te encuentras uno de frente ya te las puedes apañar porque el autobus no recula ni un centímetro.
Esa carretera que parecía que no llevaba a ningún sitio nos pone a nuestros pies un valle desconocido a la par que precioso.
Dejamos la furgo en una especie de parking que no es otra cosa que una gran explanada donde paran los autobuses. Pone que no se puede aparcar ni pernoctar pero hay muchos vehículos aparcados, así que decidimos jugárnosla y dejarlo. Estamos a media hora a pie de la pequeñísima localidad de Rosenlaui. El lugar exacto del parking es Gschwandtenmaad.
¿Por qué dejamos el coche ahí y no continuamos hasta Rosenlaui? fácil, de allí partía el sendero que salía en las fotos tan chulas que había encontrado en facebook.Si no, juzgad:
A vuestra disposición el Wellhorn y su glaciar.


El sendero discurre paralelo al río Rychenbach, sí, ya lo sé, eso suena a donde están las famosas cataratas de Sherlock Holmes. Exacto, el río es el mismo pero las cataratas quedan al otro lado del valle.
Cruzamos el primer puente y caminamos entre el bosque con las vistas que os he puesto antes, hasta llegar a una granja, que indica el comienzo de la pequeña localidad de Rosenlaui. La granja hace sus propios quesos con la etiqueta de la zona, además de vender miel, y otros manjares. Ahora no íbamos a ir cargados pero a la vuelta compramos un par de botes de miel y queso, todo ello por cierto, delicioso. Desde allí vemos la fachada del hotel Rosenlaui, y poco más, al otro lado del puente están las gargantas del glaciar de Rosenlaui, las llamadas Gletscherschlucht, a las que dedicaremos parte de la tarde al regresar.

Continuamos el sendero; ahora el objetivo es Swarzwaldalp, un antiguo aserradero de madera que funciona hoy día todavía con una noria de agua. Tenemos 40 minutos de paseo de nuevo entre bosques, puentes, riachuelos,...una delicia. Y algo cada vez más importante para nosotros en nuestros viajes: sin masificaciones, bueno este destino directamente sin gente. Nos cruzamos en toda la mañana con 3 personas.


En el Swarzwaldalp hacen visitas guiadas por el propio carpintero que trabaja en el molino, pero todo en alemán así que no nos molestamos. Desde fuera se puede ver el trabajo que realiza puesto que está completamente abierto.
Allí está también el hotel restaurante que lleva el mismo nombre, un parque infantil en el Hugo pasó un buen rato, y merenderos, donde comimos admirando la cara norte del Eiger, porque desde allí lo teníamos enfrente. Hasta allí arriba se puede llegar también en coche particular o en los autobuses dueños de la carretera jajaja.


Os dejo unas fotos del molino de agua.

Hugo y yo nos quedamos un ratito en el parque jugando en los columpios mientras papá como de costumbre se perdía sendero arriba dirección Grosse Scheidegg. Cuando nos pareció oportuno comenzamos el descenso por el mismo sendero que habíamos subido y le esperamos descansando en la puerta del Gletscherschlucht, último objetivo del día.

La entrada a las gargantas del glaciar es de 8 chf.- para adultos y 6 para niños. Y a calentar rodillas porque creo que nunca en mi vida había subido peldaños taaan altos y tan seguidos como aquella tarde... Totalmente inviable para sillas de ruedas, carros, y males de rodilla. Eso sí, merece mucho la pena. Ah! y chubasquero, super necesario.



Arriba del todo vuelves a salir a la superficie y nos encontramos unos merenderos estupendos con barbacoas, así que puede ser un buen plan para otra ocasión, subir con las salchichas hasta arriba y comer allí. La bajada es a pie y por un sendero señalizado, en unos 30 o 40 minutos. Aunque desde allí parten también varias rutas de senderismo. Nosotros la subida de la garganta la tuvimos que hacer con Hugo en brazos porque era dificilísimo que subiera semejantes escalones. Y más después del día de pateo que llevaba encima,porque ahora no solo era bajar de nuevo a Rosenalui, sino que había que llegar al coche. Así que una vez abajo, llegamos hasta la granja de la miel y el queso y allí esperamos a que papá subiese con la furgo a por nosotros, y claro está cayó rendido.
Os dejo unas fotos que hicimos arriba al salir de la garganta:




Finalizamos la tarde dándonos un bañito y tomando el sol en el lago de Brienz y posteriormente viendo anochecer desde la terraza de casa. Un día muy completo, la verdad.

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Hoy tenemos una nueva jornada de cielos despejados así que nos vamos a visitar otra zona desconocida para nosotros: ADELBODEN

La única información que encontramos sobre esta zona estaba en alemán y algo más resumida en inglés, así que decidimos descubrirla un poco a ciegas, a ver qué nos encontrábamos...y nos sorprendió muy gratamente, quedando apuntada como destino ineludible en la próxima visita a Suiza.

Pusimos el gps rumbo a Adelboden, que es una de las localidades que da nombre a ese valle, y llegamos con la furgo hasta el mismo centro, aparcando en un parking de pago, como no; muy cercano a la oficina de turismo.

Allí preguntamos por rutas para familias que no tuvieran excesivo recorrido y sin lugar a dudas nos recomendaron "Vogellisi Der Erlebnisweg".
Para comenzarla había que llegar al teleférico de Oey, situado en la parte baja de Adelboden. Hasta allí se puede llegar cogiendo otro teleférico más que te baja hasta las mismas taquillas o bajar dando un paseo que fue lo que hicimos nosotros, en unos 40 minutos, ya que vamos despacio.

Al llegar a las taquillas, nos explican que la ruta tiene 3,5 kilómetros, que se suele realizar en una hora y diez minutos sin apenas paradas, es a partir de 6 años y no está adaptada a carritos de bebé ni sillas de ruedas (pero sí que vi en la oficina de turismo un par de rutas pensadas para ellos). Nos parece una ruta bastante corta, pero es que tenía truco, luego lo descubriréis.
Con los tickets nos dan unos pasatiempos que hay que resolver en cada una de las paradas del recorrido de Vogel Lisi, y tenemos la enorme suerte de que al abrilo para ver en qué consistían, estaban hechos...uff de la que nos hemos librado. Porque eso de saber que si resuelvo los enigmas me dan un premio y no enterarnos de los propios enigmas, lo llevamos un poco mal...

Bueno pues como decía la ruta empieza cogiendo el teleférico de Oey (tiene macro parking si no queréis alejaros más) y tenemos que subir hasta Sillerenbühl, a 1974 metros de altura. Allí empieza el recorrido que baja hasta Bergläger, a 1491m, estación donde cogeremos el teleférico de vuelta a Oey.
Arriba, antes de empezar la ruta, encontramos un súper parque de cuerdas como nunca antes habíamos visto, os dejo una foto:

La zona estaba a tope de gente, ya que arriba había un hotel-restaurante, además de un parque infantil con vehículos para que los pequeños conduzcan. También parten de allí las famosas trotti bikes, así que entre unas cosas y otras agobiaba un poco el ambiente.
Pero todo cambió cuando empezamos la ruta, la gente fue desapareciendo e hicimos el recorrido practicamente solos.

Os preguntaréis quién es la tal Vogel Lisi, o de qué va este sendero; venga que os cuento un poco: Lisi era una niña que vivió siempre en el bosque rodeada de animales y especialmente de pájaros. Tenía otra gran pasión que eran las plantas medicinales, con las que hacía ungüentos y se los proporcionaba al doctor de la aldea de Adelboden. La niña crece hasta convertirse en anciana y en amiga inseparable de un cuervo del bosque. finalmente fallece a la edad de 90 años víctima de una caída,y el gran cuervo muere de pena con ella.
Básicamente esta es la historia, y por lo tanto las paradas de la ruta hacen honor a las diferentes aventuras que vive Lisi en su bosque, apareciendo constantemente los pájaros y el cuervo.
Hay una extensa literatura sobre esta muchacha en Suiza, incluso tiene su propia canción muy popular en Adelboden. De ahí que le hayan dedicado un sendero.
Aquí comienza el camino de Lisi, y estos son los postes informativos y con el acertijo que ibas encontrando en cada parada:

No os voy a desvelar los entresijos de la ruta para que la disfrutéis y os sorprenda como a nosotros si váis. Sólo deciros que merece mucho la pena y el paisaje es espectacular. Escalaréis nidos de águilas, las haréis volar con un sencillo mecanismo, descubriréis entradas secretas en el bosque...y terminaréis en la casita de Lisi, acondicionada con barbacoas, donde nosotros comimos. Nos llevamos unas salchichas y pan y fue de las comidas que mejor nos supieron en todo el viaje. Os ilustro el recorrido, solo lo justo:






Después de comer, cruzamos la meta de Vogellisi (suena su "famosa" canción al cruzarla) y pensamos que allí mismo estaría el teleférico de vuelta. Nos encontramos un cartel que nos informa de que aún queda una hora de camino hasta la misma... La verdad es que el paseo sigue siendo entre bosques, cruzando puentes y muy agradable, pero hay que tenerlo en cuenta porque los tres kilómetros y medio al final se convirtieron en unos cuantos más.
Papá nos coge la delantera porque su ticket era sólo de subida, así que inicia descenso hasta el mismo Adelboden. Nosotros vamos más despacito y cogemos el teleférico de vuelta.
Una vez abajo canjeamos nuestras soluciones, que tanto trabajo nos ha costado conseguir, ; el premio es o un refresco de medio litro o unas semillas para plantar. Nos decantamos por la segunda opción porque Hugo no es muy de refrescos, y nos las guardamos para plantarlas al llegar a Madrid (debo decir que han germinado, aunque de momento solo son un pequeño tallo con un par de hojitas, habrá que darle tiempo...)
Hugo estaba k.o, y el coche todavía estaba arriba, así que subimos solo una parte del trayecto y esperamos a que papá baje con el coche a recogernos. Siesta reglamentaria de Hugo en la furgo,y cuando vamos debatiendo qué hacer encontramos esta maravilla por el camino:

Nos hemos vuelto muy de puentes colgantes qué queréis que os diga, y éste en concreto está en Rohrbach, creo recordar. Si nos impresionó el del primer día, este nos dejó con el corazón en un puño, porque es un puente particular, privado, debes pagar un franco para cruzarlo, dinero que destinan a su mantenimiento, y se mueve que te mueres. De hecho no puede cruzar una segunda persona a menos de 16 metros de la primera. Tal es su movimiento que hay que cruzar agarrado al cable que hace las veces de barandilla.
Como Hugo está dormido como una marmota, nos quedamos en la furgo con él y primero cruzó uno y luego el otro, para no dejarle solo.

Decidimos terminar la jornada con un último baño por este verano en el lago de Thun.

Regresamos a casa, tenemos que recoger y preparar maletas porque mañana dejamos Suiza muy a nuestro pesar....

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