Escapadas y rutas por la Nueva Zelanda menos conocida ✏️ Blogs de Nueva ZelandaHace tiempo que me ronda la cabeza hacer un diario sobre las escapadas y visitas que hacemos a los sitios menos “típicos” de NZ, los que suelen quedarse fuera de las rutas turísticas habituales por falta de tiempo, o simplemente por desconocimiento. La idea es que sea un diario abierto, para poder ir aportando nuevas experiencias durante el tiempo que andemos por aquí. Voy a estrenarlo con un par de rutas de senderismo que hemos hecho este verano, pero después iré añadiendo cosas que hacer en Wellington, las maravillas de Wairarapa, escapadas de fin de semana… Las etapas no van a tener ningún orden concreto, y puede que resulte una mezcla un poco rara, pero espero que al menos sea interesante :)Autor: Chufina Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (18 Votos) Índice del Diario: Escapadas y rutas por la Nueva Zelanda menos conocida
01: Mt Aspiring NP / Fiordland NP: Routeburn Track (diciembre 2019)
02: Tararua Forest Park: Mt Holdsworth Loop (noviembre 2019)
03: Escapada a Picton (diciembre 2017): Queen Charlotte Track
04: Escapada a Hamilton (marzo 2017): Waitomo y alguna sorpresa más
05: Wairarapa, esa gran desconocida
06: Wellington más allá del Te Papa y el Cable Car
07: Escapada a Queenstown y Wanaka (octubre 2018): glaciares, lagos y vistas
08: Esquí en NZ (agosto 2020)
09: Nelson Lakes NP: Lake Angelus (Navidad 2020, I)
10: Golden Bay (Navidad 2020, II)
11: Kahurangi NP: Heaphy Track (Navidad 2020, III)
12: Fiordland NP: Humpridge Track (febrero 2021)
13: Stewart Island: kiwis, Coast to Coast y unos días en Oban (febrero 2021)
14: ¿Lo mejor de la isla Sur en 9 días? (Navidad 2018)
15: Diez días de roadtrip por Northland en caravana (febrero 2021) [I]
16: Diez días de roadtrip por Northland en caravana (febrero 2021) [II]
17: Egmont / Taranaki NP: Pouakai Circuit (marzo 2021)
18: Wanaka: Roy’s Peak (diciembre 2021)
19: Mt Aspiring NP: Gillespie Pass Circuit (diciembre 2021)
20: West Coast: Copland Track (diciembre 2021)
21: Arthur’s Pass: Bealy Spur Track y alguna cosilla más (diciembre 2021)
22: Taranaki: Three Sisters, Forgotten World Hwy, East Egmont NP (marzo 2021)
23: Tongariro NP: Tongariro Northern Circuit (enero 2022)
24: Mt Aspiring NP: Liverpool Hut & Cascade Saddle (febrero 2022)
25: Fiordland NP: Kepler Track (febrero 2022)
26: Cosas que hacer en Rotorua
27: Fiordland NP: Milford Track (enero 2023)
28: Gertrude Saddle, posiblemente la mejor ruta de medio día de NZ (enero 2023)
29: Mt Aspiring NP: Rees-Dart Track y Cascade Saddle (febrero 2023)
30: Aoraki / Mt Cook NP: Sealy Tarns y Mueller Hut (febrero 2023)
31: Tongariro Crossing en invierno (agosto 2023)
32: Kahurangi NP: Tableland/Mt Arthur Circuit (abril 2023)
33: Nelson Lakes NP: Blue Lake Circuit (abril 2023)
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Etapas 4 a 6, total 33
En marzo de 2017 tuve que ir un par de días a Hamilton por trabajo y aprovechamos para convertirlo en una mini escapada, ya que teníamos ganas de visitar las cuevas de Waitomo y no quedan muy lejos de allí.
Durante mi estancia en Hamilton aproveché para visitar la que posiblemente sea la mayor (y única?) atracción turística de la ciudad: Hamilton Gardens, unos jardines preciosos y cuidados al milímetro por donde es un auténtico placer perderse. Hay distintas zonas y colecciones, con ejemplos de jardín japonés, indio, tudor, surrealista, de hierbas, maorí… La entrada es gratuita. Hamilton Gardens
De camino entre Hamilton y Waitomo entramos a visitar Otorohanga Kiwi House, un centro de conservación de fauna, incluidos kiwis, aprovechando el 2x1 de la revista Arrival. Fue la primera vez que vimos un kiwi, y son unos bichos de lo más graciosos. En general no soy nada partidaria de ver animales en cautividad, pero la triste realidad de NZ es que la población de depredadores es tan grande que sin estos centros de conservación y sus programas de reproducción en cautividad (y posterior reintroducción en el bosque) es posible que los kiwis se hubieran extinguido ya. Además de kiwis, tienen varias aves endémicas (kea, tui, kereru, kaka, weka, whio, karearea, kakariki y varias especies de pato) y también reptiles como el tuatara. Las cuevas de Waitomo son unas famosas cuevas calizas cuyo nombre maorí significa algo así como agua que fluye por el agujero. Se empezaron a explotar con fines turísticos a principios del siglo XX, y hoy en día son uno de los mayores reclamos turísticos de la isla norte. Lo que las hace especialmente llamativas es la presencia de glowworms, un bichito endémico de NZ que en su fase de larva emite una luz azulada para atraer otros insectos, con los que se alimenta. Al contrario de lo que mucha gente piensa (y lo que su nombre sugiere), no son gusanos sino una especie de mosquito. Las larvas tejen unos hilos de seda que cuelgan de la pared de la cueva y tienen gotitas de un fluido pegajoso. Cuando la luz que emiten atrae algún insecto y este se queda pegado en los hilos, las larvas simplemente tiran del hilo para arriba y se comen al incauto insecto… vivo. Esto que suena tan poco atractivo en realidad es bastante fascinante, y un espectáculo digno de ver, especialmente cuando en una cueva se juntas cientos de puntitos de luz. Waitomo no es el único lugar de NZ donde se pueden ver glowworms ni mucho menos, pero sí es el más famoso y más explotado. Las cuevas más famosas y más visitadas son Waitomo Glowworm Cave, Ruakuri Cave y Aranui Cave. Estas tres cuevas son gestionadas por el mismo operador, www.waitomo.com. Waitomo Glowworm Cave es la más famosa y la que incluye un tranquilo paseo en barca. Ruakuri se puede visitar andando pero también es donde se hacen los tours de Black Water Rafting. Lo del black water rafting es un deporte de aventura muy kiwi que consiste en recorrer las cuevas, a oscuras y generalmente llenas de agua, enfundado en un neopreno y con distintos niveles de dificultad/empapamiento, y puede incluir desde simplemente flotar tranquilamente en un donut gigante hinchable hasta rápel en cascadas dentro de la cueva. Personalmente, creo que esta es la mejor forma de visitar Waitomo, porque además de pasártelo genial con un grupo pequeño de gente haciendo el cabra dentro de las cuevas también podrás disfrutar de los glowworms. Yo, que soy muy muy friolera, no las tenía todas conmigo, pero tenía claro que quería probarlo. El agua en las cuevas tiene una temperatura más o menos constante todo el año de unos 12C, y por eso es necesario el neopreno. Lo bueno es que es de las pocas actividades en NZ que se pueden disfrutar exactamente igual si está lloviendo, a no ser que sea una lluvia torrencial que suba demasiado los niveles de agua en las cuevas (y por supuesto, esto es lo que nos pasó a nosotros). Teníamos claro que queríamos explorar las cuevas con algún tour de black water rafting. Lo difícil era elegir. Además de los tours que ofrecen en la Legendary Black Water Rafting Co (el Black Abyss y el Black Labyrinth), hay otros operadores que se adentran en otras cuevas y tienen tours alternativos. Después de mucho mirar y comparar, el que más me llamaba la atención era el Lost World Epic All Day Adventure, cuyo título tan rimbombante en teoría hace justicia a una aventura que empieza con un rápel de nada menos que 100 metros para adentrarte en la cueva seguido de varias horas nadando, reptando y haciendo el cabra por dentro. Son entre 7 y 9 horas y el precio incluye comida, cena y fotos que te hacen los guías. No es para nada barato: $432 por persona hace 3 años (y veo que ahora ha subido a $535!! qué locura… mi sueldo no ha subido un 25% en estos 3 años!), pero se me metió entre ceja y ceja y nos dimos el capricho porque no íbamos a visitar ninguna otra cueva. Pero tuvimos la mala suerte de que nuestra visita coincidió con unas lluvias bastante fuertes y el nivel de agua en la cueva estaba demasiado alto para poder hacer el tour, y en esos casos lo que hacen es cambiarlo por dos tours de medio día: el Lost World Half Day más el Haggas Honking Holes. El primero es la versión corta del que habíamos contratado, que empieza con el mismo rápel de 100 metros y luego se adentra en la cueva para ver glowworms, estalactitas y estalagmitas, pero sin meterse en la zona de agua (este tour se considera “seco” y no necesita neopreno). La bajada en rápel fue increíble, suspendidos en ese agujero gigante en medio de la lluvia… creo que no se me va a olvidar nunca. Era la primera vez que hacíamos rápel y nos encantó. Da un poco de cosilla cuando te asomas desde arriba y no ves el suelo, y te dicen que te vas a descolgar por ahí tú solito, pero luego no es para tanto. Fue más dura la escalera de 30 metros que tuvimos que subir dentro de la cueva; 30 metros completamente verticales de peldaños de esos en los que necesitas tanta fuerza en los brazos como en las piernas. Y además no podíamos pararnos a descansar, había que intentar subirlo del tirón… Éramos un grupo pequeño de solo 4 personas y nos lo pasamos genial. Es un tour muy recomendable para quien quiera adrenalina pero prefiera no mojarse. El guía nos hizo fotos durante el recorrido que luego compartió en Dropbox, algunas de ellas muy chulas (fijaos en los glowworms): Lost World Half Day
Nos dieron de comer y nos llevaron a la segunda actividad del día. El Haggas Honking Holes es una actividad de varias horas atravesando una cueva inundada, rapelando por cascadas y reptando por estrecheces, todo esto con un neopreno y un casco con lintera. El agua estaba fría, sí, pero sorprendentemente te acostumbras enseguida y no lo pasé tan mal como esperaba (y os repito que soy muy friolera y no me gusta nada el agua fría). Nos encantó la actividad. El rápel de por la mañana fue increíble por ser largo y el primero, pero hacerlo a oscuras y con un torrente de agua cayéndote en la cabeza, aunque sean solo unos metros, fue otra experiencia para no olvidar. Era como hacer barranquismo en una cueva, y se lo recomendaría a cualquiera que quiera adrenalina y que no tenga claustrofobia. Hubo un momento que apagamos las linternas y nos quedamos flotando en el agua observando los glowworms. En fin, aunque no pudimos hacer el Lost World Epic, estas dos actividades no nos defraudaron. Fue un día de 10. Haggas Honking Holes
Al día siguiente teníamos que volver a Hamilton pero lo hicimos por el camino largo, desviándonos hacia la costa, aprovechando que había dejado de llover y hacía hasta buen tiempo. La primera parada del día fue el Mangapohue Natural Bridge, un corto paseo para ver un arco de piedra a 17 metros de altura que en realidad son los restos de una antigua cueva colapsada. Mangapohue Natural Bridge
La segunda parada fue Marokopa Falls, una cascada de 35 metros de altura que en ese momento y gracias a las lluvias de los días anteriores iba bastante cargada de agua. Marokopa Falls
La última parada del día fue en Kawhia Beach, una playa con la particularidad de que si escarbas un poco en la arena te encontrarás agua caliente. Es como la prima desconocida de Hot Water Beach en Coromandel, y poca gente la visita. Es una zona con mucha cultura maorí, y en febrero se celebra allí el Kawhia Kai Festival, con comida, cultura y bailes maoríes y considerado como uno de los “top 10 indigenous events in the world” por Lonely Planet. La playa en sí es grande y salvaje, con vegetación y dunas, parece más una playa para hacer surf que para bañarse, pero con el añadido del “spa casero háztelo tú mismo”. Y sin tener que pegarte con otras 10 personas por un hueco, como en Coromandel. Kawhia Beach
De aquí ya fuimos directos a Hamilton para nuestro vuelo de vuelta a Wellington. Fue un fin de semana intenso y bien aprovechado. Etapas 4 a 6, total 33
Wairarapa es una región muy cerquita de Wellington, conocida por sus viñedos y sus pueblos pintorescos. Los wellingtonianos suelen usarla para sus escapadas, y al ser muy rural hay incluso gente que decide irse a vivir allí, “al campo”, aunque trabajen en Wellington, ya que hay tren directo y las casas son mucho más baratas (y con más terreno). Pero aparte de viñedos, Wairarapa ofrece otros muchos encantos: senderismo, aventura, fauna, playas, faros y hasta localizaciones de LOTR.
Wairarapa
Las montañas y bosques del Tararua Forest Park son un paraíso para aquellos que disfruten del senderismo, pero son traicioneras: todos los años hay algún rescate ya que las condiciones climatológicas cambian muy rápidamente, y es frecuente la nieve y el viento fuerte. Y lamentablemente, muchas veces los rescates se convierten en operaciones de recuperación de cuerpos. Uno de las rutas más conocidas es la del Mt Holdsworth, de la que ya os hablé en una etapa anterior, pero hay muchas más. Wairarapa, como decía, es zona de viñedos, particularmente alrededor de Martinborough, un pequeño pueblo con encanto colonial y más de 20 bodegas. Lo más habitual es alquilar una bici y dedicarse a ir de bodega en bodega disfrutando de las degustaciones de los distintos vinos (o un tándem, para hacerlo más interesante, sobre todo después de un par de degustaciones…). Todo muy bucólico. De bicis y vinos por Martinborough
Otro de los pueblos “con encanto” de la zona es Greytown, que hace un par de años ganó el premio de NZ's Most Beautiful Small Town Award (Masterton, también en Wairarapa, ganó en la categoría de ciudad de más de 20,000 habitantes). Mi cuñada, antes de venir de visita hace año y pico, me dijo que había leído un artículo sobre lo bonito que era Greytown y que quería ir a verlo. Claro, yo alucinaba porque es un pueblo diminuto y nada conocido! Pero es verdad que es pintoresco. Son sobre todo tiendas tipo boutique, pero los edificios victorianos (y los coches de época, cuando tienes la suerte de verlos) le dan un encanto especial. Y lo mejor es que no hay que desviarse para visitarlo, ya que lo atraviesa la propia carretera. Toda la costa de Wairarapa es salvaje y rocosa, y hay un par de faros muy fotogénicos que merecen una visita. El primero de ellos, y el que queda más a desmano, es Castlepoint Lighthouse, inaugurado en enero de 1913 y operado por un “farero” hasta 1988, que se automatizó. En 1922, el farero que vivía allí en ese momento se mató al caerse desde la torre, y hay quien afirma que su espíritu sigue rondando por allí. Es el faro más alto de la isla norte y es increíblemente fotogénico. Castlepoint Lighthouse
Más al sur, y de camino hacia el segundo de los faros de Wairarapa, están los Putangirua Pinnacles, una formación geológica de erosión baldía donde el agua y el viento erosiona la roca hasta formar cañones, canales y “chimeneas de hadas”. El paisaje es ya de por sí interesante, pero tiene el añadido de ser una de las localizaciones de LOTR: Dimholt Road, donde Aragorn, Legolas y Gimli se encuentran con el ejército de los muertos en El Retorno del Rey. Se puede acceder fácilmente desde el parking siguiendo el lecho del río, pero es mucho mejor hacer la ruta completa que te lleva por un “bush walk” hasta un mirador y luego puedes volver por el lecho del río. El loop son unas dos horas en total y tiene algo de pendiente pero es bastante fácil. Putangirua Pinnacles
Siguiendo por la misma carretera, un poco más adelante se encuentra Cape Palliser, con su pintoresco faro y su colonia de focas. El faro data de 1897 y hay que subir 253 escalones para llegar a él, pero las vistas desde arriba merecen la pena (puedes incluso llegar a ver la isla sur si hace buen día). La colonia de focas (o mejor dicho, lobos marinos) que hay en ese trozo de costa es la más grande de la isla norte, y entre noviembre y enero se pueden ver cientos de animales con sus crías. Cape Palliser
Uno de los secretos mejor guardados de Wairarapa (y de NZ) es Patuna Chasm, un paseo por el cañón de un río donde se ven fósiles, fauna, flora, cascadas y formaciones rocosas muy curiosas. Y todo esto con el agua entre los tobillos y la cintura. El cañón está en terrenos privados y el paseo empieza en una granja, donde te montan en una especie de tráiler arrastrado por un 4x4 y te llevan hasta el principio de la ruta. Patuna Chasm
Como es una actividad muy popular que en los últimos dos años se ha hecho muy famosa (por lo menos para la gente de por aquí), organizan varios turnos por día en grupos de máximo 20 personas, pero está bien montado porque no te encuentras con nadie que no sea de tu grupo. La primera parte se hace “en seco”: vas andando paralelo al río pero por la parte de arriba del cañón unos 2.5km. Antes de llegar al punto donde desciendes hasta el río ayudado por cuerdas y una escalera, te encuentras con una “roca-caracol” de lo más curiosa: Patuna Chasm
En este punto ya bajas al río y te adentras en un recorrido de cascadas, paredes verticales, musgo, wetas y hasta fósiles de conchas. Y todo esto acompañado por los mil y un tonos verdes que ofrece NZ. Vas andando por el río y obviamente te mojas los pies (por lo menos) así que tienes que llevar calzado adecuado (preferiblemente zapatillas cerradas que no te importe mojar, pero no chanclas porque el río es de piedras y hay algo de algas que en algunos sitios resbalan). El agua está fresquita y una vez en el río ya no te da el sol, así que si no hace mucho calor es recomendable llevar algo de abrigo a mano. Nosotros tuvimos suerte y nos hizo un día de muchísimo calor, así que el agua fría nos vino hasta bien. Patuna Chasm
Dependiendo de en qué época vayas y cuánto haya llovido recientemente, el nivel del agua será más o menos alto, pero lo normal es que te mojes hasta las rodillas como mínimo. Al final del recorrido tienes la opción de salir del río y volver al punto de partida, donde te recogen con el tráiler 3 horas después de haberte dejado allí, o seguir andando un poco más por el río, pasado el punto de partida, y luego retroceder andando por fuera. Esta última parte es más profunda y según el momento de la visita puedes necesitar ir nadando, pero en nuestro caso el agua sólo llegaba a la cintura (aun así fue muy divertido!). Patuna Chasm solo se puede visitar entre finales de noviembre y finales de marzo, y cuesta $30 por persona. Waiohine Gorge es una zona de rafting, kayaking y senderismo. Hay un camping (algo básico por lo que me han comentado) bastante popular, ya que el acceso al río es muy fácil y en un punto ideal para darse un baño. También está aquí uno de los puentes colgantes más altos e impresionantes que he visto en NZ, y una bonita cascada que se ve desde el puente (a ver si la encontráis en las fotos) y a la que se puede acceder por el río. Las rutas de senderismo de esta zona pertenecen al Tararua Forest Park, e incluso se puede llegar andando a Mt Holdsworth desde aquí. Waiohine Gorge
Por último, Puhaka/Mt Bruce es un centro de recuperación/conservación de fauna famoso por sus programas de cría en cautividad y su kiwi blanco, Manukura, nacido en 2011. Puhaka colabora con varias reservas de kiwis del país, y allí llevan los huevos a eclosionar y permitir a las crías crecer en un ambiente seguro, hasta que llegan a los 1200 g y las devuelven a las reservas. Las posibilidades de supervivencia de una cría en libertad son muy bajas, incluso en reservas con control de depredadores. Con este programa se han reintroducido más de 130 kiwis en la última década, pero además de kiwis trabajan con otras especies endémicas como el whio (un pato) o el kaka (el “loro del bosque”). Cuando visitas las instalaciones puedes ver los laboratorios donde están las incubadoras y donde van monitorizando los huevos hasta que nacen los polluelos, y si en ese momento tienen alguno puedes ver cómo les dan de comer, o cómo los pesan, a través de los cristales. Tienen programas educativos y visitas guiadas, y es que la educación es uno de los grandes pilares de la conservación. Pukaha tiene sobre todo pájaros, pero también se pueden ver otros animales como anguilas o tuataras, reptiles prehistóricos primos hermanos de los dinosaurios que todavía existen en NZ. Son unos bichos muy interesantes, sobre todo si te gustan los reptiles como a mí. Nacen con un “tercer ojo” que después va desapareciendo poco a poco, y del que no se tiene muy claro su función pero se cree que sirve para detectar la radiación infrarroja, y así regular el metabolismo en función del sol. Su nombre maorí significa “espalda espinosa”. Hoy en día solo se pueden ver tuataras en centros de conservación como Pukaha o en islas libres de depredadores. Además de la fauna, Pukaha tiene una zona de enormes redwoods californianos y también ofrece un par de rutas de senderismo, pudiendo incluso subir a la cima del Mt Bruce a través del Braddick’s Track. En estas rutas a través del bosque es muy posible encontrarse con varias especies de pájaros nativos como el tui, titipounamu o rifleman, piwakawaka o fantail, kereru, kaka, kokako o korimako o bellbird. Nosotros hicimos el loop de 4 km en poco más de una hora. Me hubiera encantado subir hasta la cima pero eran 6.8 km por trayecto y no nos daba tiempo. Pukaha
Wairarapa es una zona relativamente poco frecuentada por turistas extranjeros pero que tiene algunas joyas que bien merecen una visita. Espero haberos animado a dedicarle unos días! Etapas 4 a 6, total 33
Cable Car
Wellington, capital de Nueva Zelanda desde 1865 y sede del gobierno y el parlamento. Mucho más pequeña que Auckland, más manejable, y (en mi opinión) más bonita e interesante. Puerta de entrada a la isla sur a través del ferry que cruza el estrecho de Cook. Sede de la “industria cinematográfica” neozelandesa. Y normalmente olvidada por los turistas que andan justos de tiempo y apenas le dedican unas horas en su camino hacia o desde el ferry. Windy Welly
Es una ciudad muy agradable para vivir, si uno se olvida del viento infernal que hay a veces. Por algo se la conoce como Windy Welly. Pero también se la conoce como la capital del café de NZ, y es que los wellingtonianos se toman eso del café muy en serio. La cantidad de cafeterías y tostaderos de café que hay en la ciudad lo atestiguan. El café en NZ no es barato, porque lo normal es pagar 5 o 6 dólares por un latte o un flat white (lo más parecido al café con leche de toda la vida), pero aquellos que aprecian el café dicen que lo merece. Por cierto, los orígenes del flat white están muy disputados, y junto con la pavlova y la miel de manuka, alimentan esa permanente rivalidad entre Australia y NZ. La cantidad de restaurantes y sitios de comida para llevar que hay en Wellington también es sorprendente para ser una ciudad relativamente pequeña. La ciudad es una auténtica maravilla para los amantes del buen comer. NZ no se caracteriza por una gastronomía propia, pero destaca la cultura del “coffeeshop” o “café”, mezclas de bar/restaurante/cafetería que normalmente abren para el desayuno y la comida y donde uno puede degustar platos preparados típicos como eggs benedict o elaborados sándwiches, normalmente junto con un buen café y un trozo de tarta (normalmente no sirven alcohol). Pero si uno quiero algo más distinto, no hay un sitio mejor que Wellington para disfrutar de una vuelta al mundo gastronómica: desde vietnamita hasta etíope pasando por camboyana, marroquí, india, coreana, japonés, china, thai, mexican, argentina, malasio, cubana, turca… La mayoría de estos sitios son muy asequibles e increíblemente deliciosos. Si lo que buscáis es una experiencia de más alto nivel, no hay problema, también hay restaurantes elegantes y caros. Y por supuesto, no faltan los típicos pubs donde disfrutar de una buena pinta (muchas veces con cerveza artesana hecha ahí mismo) con una deliciosa hamburguesa grasienta, o los puestos de fish & chips. La verdad es que podría dedicar una etapa entera a hablar de mis restaurantes favoritos de Wellington, pero voy a intentar hacer una mini lista aquí: - Pizza: Pomodoro, Tommy Millions, Hells Pizza. - Vietnamita: Mekong Café, Old Quarter, Restaurant 88. - Camboyana: Siem Reap. - Indio: Chilli Masala (Lower Hutt), Curry Heaven. - Asiática en general (thai, laos, vietnamita): K Singh (Lower Hutt). - Japonés: Tatsushi, TJ Katsu, Hey Ramen, Origami, Dragonfly. - Mexican: Viva Mexico. - Malasio: KK, Little Penang. - Coreano: Country House. - Turco: Kilim (Lower Hutt). - Cafés: Seashore Cabaret (Lower Hutt), Midnight Espresso, Enigma, Scopa, Customs, Prefab. Beehive
Las atracciones más famosas de Wellington son el Te Papa, un museo gratuito muy recomendable, y el Cable Car, un fotogénico funicular que une Lambton Quay con el mirador en Kelburn. Una ruta habitual es coger el cable car y desde el mirador bajar andando atravesando el Jardín Botánico para terminar cerca del Beehive y la zona del parlamento. Desde allí se puede seguir caminando por el waterfront hasta llegar al Te Papa, y tras la visita obligada al museo se puede recorrer la muy pintoresca Cuba Street con su peculiar Bucket Fountain, los edificios históricos y la cantidad de gente, digamos, curiosa que suele andar por allí. Otra de las atracciones más conocidas de Wellington es Zealandia, un ecosantuario urbano y un pulmón verde en plena ciudad con la particularidad de que está totalmente vallado para evitar la entrada de depredadores. Los reyes de Zealandia son los pájaros, y gracias a la ausencia de depredadores se han podido reintroducir con éxito hasta 18 especies nativas. Es un proyecto de conservación que empezó en los 90 y que cuenta con el apoyo de muchísimas empresas y organizaciones públicas, así como de ciudadanos anónimos. Es un buen sitio para pasear y admirar la fauna y flora local, y con la red de rutas que tiene se puede pasar uno allí el día entero. Se suelen poder comprar entradas a precios reducidos en webs como grabone o bookme. Bucket Fountain
Pero Wellington tiene muchas más cosas por ver. El Mount Victoria Lookout ofrece maravillosas vistas de la ciudad y la bahía, con Lower Hutt al fondo, y se pueden ver también muy bien los aviones aterrizando y despegando del aeropuerto. La pista de aterrizaje en sí misma es ya bastante curiosa, ya que tiene agua por delante y por detrás y no es demasiado larga (motivo por el cual no hay muchos vuelos internacionales que lleguen a Wellington…), así que os podéis imaginar que un aterrizaje movidito cuando el viento sopla con ganas puede ser una experiencia inolvidable. Mount Vic Lookout
Hablando del aeropuerto, mucha gente no sabe que tiene un par de guiños para los fans de LOTR que es posible visitar sin problemas aunque uno no vuele. Los que sí vuelen desde o hacia Wellington podrán ver el cartel de “Middle of Middle Earth” que hay en el exterior de la terminal, en el lado de los aviones. Pero quienes quieran acercarse en coche podrán hacerse una foto con Smaug y admirar a un enorme Gandalf a lomos de Gwaihir. Ambas están antes de los controles de seguridad así que cualquiera puede entrar a verlas, y el parking del aeropuerto permite 10 minutos gratuitos. Todo surgió en 2012, cuando para celebrar el estreno de la primera parte del Hobbit, se instaló un Gollum de 13 metros que alargaba un brazo para coger un pez que nadaba frente a él. Al año siguiente se añadieron dos águilas gigantes, una de ellas con Galdalf a la espalda, aunque una de ellas se cayó pocos meses después como consecuencia de un terremoto. Y finalmente, en 2014 se sumó Smaug para celebrar la última peli. Hace unos años quitaron la escultura de Gollum, pero todavía se puede ver a Smaug y a Galdalf en el águila. LOTR en el aeropuerto
Quien se moleste en ir hasta el aeropuerto para ver esto, seguramente tenga como visita obligada la Weta Cave, que está muy cerca de allí. Aquí se pueden hacer tours por los talleres, hacerse fotos con un troll a punto de aplastarnos, comprar souvenirs o sencillamente admirar todas las esculturas y objetos originales de las distintas pelis (no sólo de LOTR) que hay expuestos en la tienda. Weta Cave
Otro sitio interesante para fans de LOTR (y también para los no tan fans) son las Red Rocks, una zona en la costa sur de Wellington que se caracteriza por sus rocas rojizas, sus playas salvajes y por la colonia de focas que vive allí en invierno, y que fue usada como localización para la Black Gate en Las Dos Torres. Se puede llegar en coche hasta Owhiro Bay y desde allí se sigue el camino por la costa hasta llegar a las red rocks y a la colonia de focas (más o menos a una hora del parking). Las rocas, de origen volcánico, son rojizas gracias a la presencia de hierro. En un día claro se pueden ver las montañas de la isla sur desde aquí, pero en un día con viento de sur es mejor no acercarse porque puede ser bastante desagradable. Esta zona también se puede ver bastante bien desde los aviones que van a aterrizar en Wellington con rumbo norte. Red Rocks
Justo al otro lado del estrecho desde donde surge la bahía de Wellington está Pencarrow Head y la ruta costera de unos 6.5 km que lleva hasta allí desde Eastbourne. Es uno de los paseos favoritos de los wellingtonianos, y se puede hacer andando o en bici (hay un pequeño puesto de alquiler de bicis justo al principio). Por el camino hay posibilidad de ver pingüinos azules, que anidan por aquí, aunque es muy difícil verlos, sobre todo de día. También se ven muy bien los ferries que entran en la bahía procedentes de la isla sur. El faro suele marcar el final del camino, aunque es posible seguir andando o pedaleando más allá (y si uno tiene fuerzas podría llegar hasta Wairarapa!). Igual que en las Red Rocks, lo mejor es hacerlo en un día sin viento, o por lo menos sin viento del sur, porque es una zona muy expuesta. Un plus de esta ruta: la carretera hacia Eastbourne, que va atravesando todas las pequeñas bahías, es de lo más fotogénico de Wellington en un día claro. Todos estos barrios, especialmente Eastbourne, son de los más pijos de la ciudad y algunas de las casas son impresionantes. Dicen que aquí fue precisamente donde vivía Orlando Bloom mientras grababa LOTR. Pencarrow Head
Otra ruta muy famosa y fotogénica es Makara Walkway, un loop de 7 km que sale de Makara Beach y sube hasta lo alto de los acantilados plagados de turbinas eólicas y con restos de un viejo emplazamiento bélico de la Segunda Guerra Mundial, y que luego baja para volver por la playa. Los acantilados están muy expuestos al viento del norte y es mejor evitarlos si sopla con fuerza, pero en un día tranquilo se puede ver la isla Kapiti hacia el norte y la isla sur hacia el sur. Fort Opau, uno de los últimos fuertes construidos en Wellington, defendía la zona con dos cañones de artillería que finalmente fueron desmantelados en 1944. Pasado Fort Opau, el camino pasa por granjas privadas y puede estar cerrado en la lambing season (entre el 1 de agosto y el 30 de septiembre). Makara Walkway
Otro buen sitio para hacer senderismo es el Remutaka Forest Park, con una gran variedad de senderos de todos los niveles y duraciones y con una creciente población de kiwis gracias a los inmensos esfuerzos de control de depredadores que se están llevando a cabo. Hay varias cabañas del DOC donde se puede pasar la noche. A este parque pertenece Turakirae Head, una reserva científica que estudia las características geológicas de la zona, donde la playa está escalonada como consecuencia de la elevación del terreno debida a diversos terremotos que han ocurrido en los últimos 7000 años (el más reciente en 1855). Aquí también se pueden ver focas en invierno, con una colonia de más de 500 individuos. En Wellington también hay kiwis salvajes
He dejado lo mejor para el final. Matiu Somes Island, una pequeña isla en plena bahía de Wellington, es una pequeña joya escondida que pocos turistas se animan a visitar. Esta isla tiene varios puntos a su favor: está considerada libre de depredadores, por lo que es un muy buen sitio para observar la fauna local, y además tiene un pasado muy curioso. Los Maori la llamaron Matiu cuando llegaron hace 1000 años, pero los europeos le cambiaron después el nombre a Somes en honor al gobernador Joseph Somes. Desde entonces, se convirtió en el hogar del primer faro del país en una bahía interior, fue usada como lugar de cuarentena para personas y después para animales, como cárcel, y como fuerte de defensa militar en la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, se abrió al público en 1995, en 1997 se le cambió el nombre oficialmente a la versión bilingüe Matiu-Somes, y hoy en día pertenece a un iwi local (una especie de unidad social maorí) pero está gestionada por el DOC, que se esfuerza mucho en mantener su condición de predator free. De hecho, cuando llegas tienes que pasar obligatoriamente un control de mochilas para asegurarte de que no estás metiendo ningún bicho a la isla, y no pueden llevar fruta fresca o nada que pueda germinar. Se accede con el ferry que une Wellington con Eastbourne (horarios aquí). Una vez en la isla, puedes disfrutar de los carteles explicativos y del pequeño museo que te habla de su historia, sus antepasados maori, y puedes visitar las antiguas instalaciones de cuarentena (que dan bastante yuyu, por cierto). Hay varias rutas y puedes dar la vuelta a la isla en poco más de una hora, disfrutando de los varios miradores, el faro, y de los antiguos emplazamientos de los cañones de artillería antiaérea construidos como respuesta al bombardeo de Darwin (Australia) en 1942. Estos cañones se desmantelaron en 1944 sin haber sido disparados ni una sola vez. Parte de la historia militar de la isla incluye su uso como cárcel para prisioneros alemanes, italianos y japoneses durante las dos guerras. Los que quieran la experiencia completa pueden incluso dormir allí, en los dormitorios que ofrece el DOC, y aumentar sus posibilidades de avistamiento de los animales que viven en la isla: multitud de aves (desde periquitos hasta pequeños pingüinos azules), wetas, y reptiles (geckos, skinks y hasta tuataras). Personalmente os recomiendo, si tenéis tiempo, pasar al menos una mañana en la isla, llevaros la comida y hacer picnic allí. Merece la pena. Matiu Somes Island Etapas 4 a 6, total 33
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