Verano en el Valle del Rin ✏️ Blogs de AlemaniaUna semana de viaje entre Colonia y Coblenza siguiendo el Rin y el Mosela, con parada en el parque temático PhantasialandAutor: Auri81BCN Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (10 Votos) Índice del Diario: Verano en el Valle del Rin
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Etapas 7 a 9, total 9
Jueves 12 de agosto
Hoy toca el plato fuerte del viaje, el castillo de Eltz. Recomendar su visita es una obviedad, su belleza y entorno son el reclamo para los cientos de miles de personas que vienen anualmente. Es inevitable compararlo con el castillo de Neuschwanstein. Aunque también en el sur de Alemania, en un paraje natural idílico, lo separan 500 kilómetros y unos 700 años de historia. ¿Qué cuál de los dos es mejor? Hay que considerar que la construcción del castillo bávaro fue un acto mayormente estético, y en esto, es insuperable. Pero a nivel histórico probablemente Eltz es más interesante y sin duda, es más auténtico. De momento, seguimos en Cochem y tenemos que llegar al castillo. Si hoy fuera fin de semana, podríamos ir a un pueblo cercano en tren y luego tomar la línea de bus 330 que nos llevaría al castillo, pero hoy es jueves, así que nos tocará caminar. Tomamos el tren hasta el pueblo más cercano al castillo, Moselkern y desde aquí nos esperan 5 kilómetros a pie, que nos tomarán aproximadamente una hora y media. Por suerte el camino es bastante llano. La mitad de él está por zona urbanizada, a las afueras del pueblito, en el que no hay ni un alma. (¿Puede ser que ninguno de los turistas que visitan Eltz pase por el pueblo? :shock:) La otra mitad del trayecto va por el margen de un arroyito, en un sosegado bosque. Aparece de repente, en la cima de un peñasco. El gris piedra de sus muros y el negro de sus tejados de pizarra harmonizan con la verde vegetación que lo rodea. Ha abierto sus puertas a las 9:30 y ya son las diez y cuarto. Hay unos 10 minutos de cola para entrar. Por las restricciones de la pandemia su aforo está limitado a 300 personas y vemos que el contador del exterior se acerca mucho a esta cifra. Por suerte, también van saliendo personas así que el flujo de entrada es lento pero constante. Cuando salgamos de nuestra visita la cola será como mínimo diez veces más larga. Doy pocos consejos en mis diarios porque opino que cada viajero debe hacerse su viaje, pero hoy no puedo evitar recomendaros encarecidamente madrugar. La visita es guiada y dura unos 40 minutos. Nos dejan elegir si hacerla en alemán o en inglés. En el interior no se pueden hacer fotos pero estas son de su web. (Espero que los moderadores me disculpen si no se permiten publicar fotos de internet en los diarios) Da la impresión que el castillo está en medio de la nada, pero en realidad su ubicación fue elegida por el señor Rudolf von Eltz para proteger una importante ruta comercial de la época medieval. El origen del castillo data del siglo XII. Un siglo y cuatro generaciones más tarde, la propiedad fue repartida entre tres hermanos, que dividieron la finca en tres alas, una para cada una de sus familias, y cada uno construyó a su antojo. Por esto el castillo tiene esta estructura de torres y torreones que parece aleatoria. La construcción del edificio actual ha durado más de 500 años, por esto podemos observar en él estilos tan distintos como el románico o el barroco. En su momento álgido, en el castillo podían vivir unos 100 miembros de la familia y unos 100 sirvientes. Todavía hoy en día el propietario es de la misma familia, pero ya no viven aquí. De hecho, solo está abierto a la visita una parte del castillo, la otra se usa como residencia esporádica del dueño y su familia. Del interior podemos visitar varias salas: comedor, dormitorios, cocina, etc, con mobiliario y elementos decorativos de varias épocas. Antes de salir del recinto, aunque apenas son las 12 del mediodía, decidimos comer en la cafetería con una agradable terraza al aire libre. Y luego vamos a la búsqueda de la panorámica superior que tantas veces hemos visto por internet. Subimos la carreterita por donde vemos bajar hordas de turistas y un minibus que probablemente conecta el parking con el castillo. Pronto, en un punto estratégico está el miradorcito que buscamos. Por si no hemos caminado suficiente hoy, decidimos no desandar lo andado sino tomar otra ruta para llegar a Müden, el siguiente pueblo con estación de tren. No conocemos la ruta pero googlemaps dice que son 5 kilómetros, lo mismo que a Moselkern, así que, ¿por qué no? ¿Qué es lo peor que nos puede pasar? ¿Que nos perdamos? Pues nos perdemos. La hora de caminata acaba siendo más de una hora y media subiendo algún monte en lugar de ir de bajada, en dirección al río, cruzamos un bosque, campos, viñedos, … Müden está igual de desierto que Moselkern. Ni siquiera hay una tienda o bar abierto para comprar agua. Para más inri, hay huelga de trenes y tenemos que esperar un buen rato a que pase uno que nos regrese a Cochem. Por fin hemos vuelto, y solo son las seis de la tarde así que aprovechamos las últimas horas de Cochem para dar una vueltita más por el encantador pueblo. Etapas 7 a 9, total 9
Viernes 13 de agosto
Nuestro viaje prosigue un día más entre raíles. Hoy el tren nos lleva a Coblenza, donde estaremos las dos últimas noches. Según nuestras averiguaciones, Coblenza no es especialmente bonita, así que después de dejar las mochilas en el hotel volvemos a tomar un tren en dirección sur, siguiendo una vez más el Rin. A 20 kilómetros está Boppard, un pueblecito igual de turístico que de pintoresco. Tiene un elegante paseo fluvial ajardinado y repleto de terrazas de restaurantes y un casco histórico peatonal de calles empedradas con preciosas casitas de vigas de madera a la vista y una iglesia románica cuyas dos altas torres dominan el paisaje constantemente. La visita no nos ocupa mucho tiempo, nos quedamos a comer en la orilla del río contemplando el ir y venir de los barcos. Decidimos que regresaremos a Coblenza en ferry. En la calle que da al río hay un puesto para comprar los billetes. El trayecto dura algo más de una hora, es refrescante y tranquilo, por el recorrido vemos en lo alto de sendas colinas los castillos de Marksburg y de Stolzenfels. Este último lo visitaremos mañana. (en la foto, el castillo de Marksburg) Al llegar a Coblenza nos encontramos con la fortaleza Ehrenbreitstein, conectada con la orilla oeste por un teleférico, que no visitaremos. El ferry nos deja prácticamente en el Deutsches Eck, el punto donde se une el Rin con el Mosela. En esta plaza puntiaguda se encuentra el Memorial de la Unidad Alemana, con una enorme estatua ecuestre del Kaiser Wilhelm I, el rey que unificó todas las regiones alemanas para convertirlas en una nación. El lugar es destacable por su magnitud pero ni el monumento ni las vistas nos parecen especialmente atractivas. Lo que nos queda de tarde lo dedicaremos a pasear por el centro de la ciudad. Muy cerca y rodeada de un jardincito apacible se encuentra la Basílica de San Castor. Es la iglesia más antigua de la ciudad, de estilo románico. A continuación llegamos a la Columna de Historia. Es una fuente en forma de columna dividida en 10 secciones y en cada una de ellas está esculpido un momento histórico de la ciudad de Coblenza, iniciando por el asentamiento romano en el siglo I hasta la actualidad, pasando por las cruzadas, la revolución francesa, la Segunda Guerra Mundial, etc. En un lateral de la plaza hay un panel explicativo que nos ayuda a comprenderla mejor. La peatonal plaza Jesuitenplatz es una de las más bonitas de la ciudad, albergando en el lado sur el Ayuntamiento. En uno de sus muros hay un pasaje que conduce a otra placita. Aquí es donde se encuentra la divertida fuente de Schängel. La figurita de bronce en forma de niño, situada encima de una columna de piedra, muestra una postura peculiar. El travieso chavalín escupe chorros de agua a los observantes cuando menos se lo esperan. Los habitantes de Coblenza deben estar muy orgullosos de esta fuente porque nuestro amigo Schängel incluso está retratado en las tapas de las alcantarillas. Más al noroeste está la plaza Florinsmarkt, lo que en tiempos antiguos fue el centro económico y político de la ciudad, y mantiene un aire medieval. En un lateral está la bonita iglesia Florinskirche, en otro lateral está el Altes Kaufhaus, que actualmente es un museo, y que nos llama la atención porque debajo del reloj de pared hay un gracioso rostro que mueve los ojos. Llegados a este punto tenemos hambre y nos paramos a cenar en una taberna medieval muy recomendable y después regresamos caminando al hotel. Etapas 7 a 9, total 9
Sábado 14 de agosto
Hoy es el último día, a media tarde nos tocará ir al aeropuerto, pero nos quedan bastantes horas por aprovechar. Nos da la impresión que Coblenza no da más de sí así que vamos a visitar el Palacio de Stolzenfels. Se puede llegar en transporte público de forma muy sencilla. Desde la estación de autobuses de Coblenza (en frente de la estación de tren) hay un autobús directo que tarda menos de media horita en dejarnos a los pies del palacio. Desde allí la subida es empinada pero corta, en unos veinte minutos estamos a las puertas. El edificio actual fue mandado construir por el rey Friedrich Wilhelm IV de Prusia en el siglo XIX como residencia veraniega real en un elegante estilo neo-gótico. La visita al interior es guiada, en alemán, y no entendemos nada , pero nos dan una hoja con la descripción de cada sala en castellano, y no se pueden tomar fotos. Las salas están amuebladas al estilo de la época. La visita es corta, pero luego podemos caminar a nuestro antojo por el patio y los balcones ajardinados. Hay muy pocos turistas y nos resulta fácil entender el sosiego que los nobles habitantes del lugar encontraron aquí. En el recinto hay un baño, pero no hay ni tienda ni cafetería. El pueblo que está a los pies del castillo no llega a pueblo, no hay tiendas ni bares, solo casitas alineadas una al lado de la otra. Finalizada la visita tomamos el autobús de regreso a Coblenza. Después de comer recogeremos las mochilas en el hotel e iremos al aeropuerto en tren. Y así daremos por acabado nuestro viaje de 8 días por una región que hasta ahora era desconocida para nosotros y que nos ha enamorado. Nos queda mucho Rin por recorrer y nos lo guardamos para un viaje futuro. Porque en nuestro futuro siempre hay viajes. Quiero agradecer al lector/a el tiempo dedicado, espero que este diario sea de utilidad, y como siempre, gracias a Roger por las fotos. Etapas 7 a 9, total 9
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