Canadá este: ¿agua o sirope de arce? ✏️ Blogs de CanadaUn paseo por la costa este del segundo país más extenso del mundo. Mucha agua dulce, sirope hasta en la sopa, osos negros y ballenas.Autor: Ctello Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.3 (6 Votos) Índice del Diario: Canadá este: ¿agua o sirope de arce?
01: CONSIDERACIONES GENERALES
02: HISTORIA DE CANADÁ
03: TORONTO
04: TORONTO 2a parte
05: NIAGARA-ON-THE-LAKE
06: CATARATAS DEL NIÁGARA
07: MIL ISLAS
08: OTTAWA
09: OTTAWA 2
10: CHEZ DANY. JARABE DE ARCE
11: QUÉBEC
12: QUÉBEC 2 parte
13: QUÉBEC 3a parte
14: QUÉBEC 4a parte
15: QUÉBEC 5a parte
16: RÍO SALMONERO, OSOS Y RABASKA
17: VAL JALBERT
18: RESERVA FAUNÍSTICA ST.FELICIEN
19: STA ROSE DU NORD, TADOUSSAC Y CRUCERO DE BALLENAS
20: LA MALBAIE
21: BAIE ST PAUL Y COSTA DE BEAUPRÉ
22: CAÑÓN DE SANTA ANA
23: CATARATAS DE MONTMORENCY
24: RESERVA HURÓN WENDAKE
25: RESORT EN LA MAURICE
26: MONTREAL 1a parte
27: MONTREAL 2a parte
28: MONTREAL 3a parte
29: MONTREAL 4a parte
30: MONTREAL 5a parte
31: MONTREAL 6a parte
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Etapas 4 a 6, total 31
El Harbourfront de Toronto resulta un buen lugar para pasear. Se encuentra a orillas del enorme lago Ontario y hay cafeterías, restaurantes y tiendas.
Se pueden coger ferries para llegar a las islas (aunque nosotros no lo hicimos). Pese a lo grande que nos puede parecer el Ontario, en realidad es el más pequeño de los cinco grandes lago de América del Norte. Nosotros paseamos por la zona ya de noche pero aconsejan atravesar una parte del lago para ir a alguna de las islas y ver bien desde allí el perfil de la ciudad de Toronto. Es lo que hizo algún compañero de viaje que llegó antes que nosotros. La más visitada e importante de las islas es Central Island, desde la que, además, se obtiene una buena panorámica de los rascacielos y la CN Tower (según he visto en fotos). El Simcoe Wavedeck es una especie de puente conformado por varias “terrazas” con formas ondulantes, como si del agua se tratara. Supongo que alguien ha querido ser original o moderno pero, la verdad, no aporta mucho (excepto alguna caída si no te das cuenta de por dónde caminas). Dicen que el barrio de moda de Toronto es Distillery District. Con tan poco tiempo en la ciudad nosotros no fuimos a verlo. El barrio data del siglo XIX y, como su nombre indica, era donde se concentraban las destilerías y licorerías de la ciudad (que ya no están en uso). Durante mucho tiempo aquellos edificios quedaron abandonados y el lugar daba más miedo que otra cosa pero como suele ocurrir en estos casos recientemente se ha renovado y en lo que era una zona industrial abandonada se han instalado tiendas de diseño y restaurantes exclusivos. Sí estuvimos en el St.Lawrence Market, que la revista National Geographic no dudó en considerar como uno de los mejores del mundo. ¿Exageración?. Seguramente. De todos modos todo tiene buen aspecto. Esa enorme nave de ladrillo alberga un interesante mercado de alimentos. También encontramos algunos locales donde se puede comprar comida preparada, tiendas de souvenirs y unos lavabos en el piso inferior. Se encuentra en la esquina suroeste de las calles Front y Lower Jarvis. Para 1803, la población de York, Alto Canadá, había aumentado hasta el punto en que se necesitaba un mercado público. El vicegobernador del Alto Canadá , Peter Hunter , estableció un día de mercado semanal y designó un área. El mercado original recibió el nombre de Market Square y era la plaza donde se reunía la gente los sábados, se realizaban subastas y se hacían los castigos públicos. Incluso en los primeros tiempos se hacían subastas de esclavos negros. El primer edificio del mercado se construyó en 1814. La primera estructura permanente se construyó en 1820 en madera. Ese edificio se derribó en 1831 y en su lugar se construyó un edificio cuadrangular de ladrillo. En el gran incendio que asoló Toronto en 1849 se quemó una buena parte y tuvo que ser demolido. Después se construyó el St.Lawrence Hall (una sala de reuniones) y el primer mercado en ser conocido como St.Lawrence Market. El actual edificio de St.Lawrence Market South se construyó en 1845 pero su función era la de servir de ayuntamiento. Se reconstruyó en 1850. En 1899 el ayuntamiento de la ciudad se trasladó a un nuevo edificio (el Old City Hall). El mercado norte se demolió en 1851 y fue reemplazado por un nuevo edificio similar al edificio sur. Se demolió en 2015. A pocos pasos a pie del mercado, entre Front Street y Wellington Street, encontramos el edificio Gooderham, el Flatiron de Toronto por la forma triangular que tiene. Se terminó en 1892 y está construido en ladrillo rojo. Justo por detrás del Gooderham aparecen los rascacielos del distrito financiero y la CN Tower. El edificio lleva el nombre de la persona que lo encargó, el hijo del fundador de la destilería Gooderham and Worts. De hecho, fue la sede de la oficina de la destilería hasta 1952. La familia lo vendió en 1957. Llama la atención, como comentaba, por su parte delantera, muy estrecha, como de punta de plancha, pero también el mural de la parte trasera, con un efecto de trampantojo muy curioso. Detrás encontramos el Berczy Park. Llama la atención la fuente, no por su importancia artística sino por su originalidad ya que tiene 27 figuras de perros de distintas razas, un gato de hierro y está coronada por un hueso. Y, cómo no, tiene un abrevadero para perros. Todos los canes están pintados con sus colores característicos y alzan sus cabezas, unos de pie, otros sentados, para mirar al hueso, a ver si tiene a bien caerse. Tiene su gracia, la verdad. También resulta muy interesante el Edificio legislativo de Ontario, que alberga la Asamblea legislativa de Ontario y la suite virreinal del vicegobernador de Ontario así como oficinas para los miembros del parlamento provincial. Se encuentra al final de Wellesley Street, junto al Queen’s Park, en terrenos que pertenecían a lo que hoy es la Universidad de Toronto. De hecho, y esto es muy curioso, el gobierno municipal se lo alquiló al entonces King’s College por un grano de pimienta (1 dólar canadiense) por año durante 999 años. Está construido en piedra arenisca de Ontario color rosa (por eso recibe el sobrenombre de The Pink Palace) y en el llamado estilo románico richardsoniano (un estilo historicista desarrollado a finales del siglo XIX en Estados Unidos y que toma en nombre del arquitecto Henry Hobson Richardson). Para su construcción se usó todo el material de origen canadiense que fuera posible y los más de 10 millones de ladrillos los hicieron reclusos de la prisión central. Tiene columnas, gárgolas, frisos... Justo delante encontramos la estatua a John Alexander Macdonald, político del siglo XIX que fue primer ministro de Canadá durante diecinueve años. Se encuentra al final de la University Avenue y el nombre de la calle no se puso al azar sino porque toda esa zona forma parte de la Universidad de Toronto, la más grande de Canadá y con gran prestigio a nivel internacional. La Universidad se fundó el 15 de marzo de 1827, cuando se concedió la “Cédula Real” al King's College. La institución fue fundada por John Strachan, obispo de la Iglesia de Inglaterra en Toronto, y por ello tenía claras influencias anglicanas en una población que no lo era. En 1848 se convirtió en una institución aconfesional y en 1849 se le dio el nombre actual de Universidad de Toronto. Como he comentado, el viejo edificio del King’s College se clausuró y en los terrenos que ocupaba se alzó la Asamblea legislativa de Ontario. Otra de las calles principales de Toronto es la Spadina Avenue, llena de tiendas y restaurantes. Toronto tiene un Chinatown desde 1878 (algunas fuentes dicen que algo después). De hecho la primera persona china registrada de la ciudad era un tal Sam Ching, el duelo de una lavandería a mano en Adelaide Street que se instaló en Toronto en 1878. El guía que nos acompañaba en esa parte del viaje nos comentó que le gustaba a ir a esa parte de la ciudad a comprar frutas exóticas que no encontraba en otro lugar. Aunque se llame barrio chino quizás debería denominarse con mayor propiedad barrio asiático pues hay gente, tiendas y restaurantes de nacionalidades como China, Japón, Corea o Vietnam. ¿Es imprescindible?. Pues quizás no es el mejor de los barrios chinos del mundo pero puede ser interesante para comer comida de otro tipo o comprar un souvenir barato. Una de las grandes asignaturas pendientes que me quedaron en mi estancia brevísima en Toronto fue ver la Casa Loma, sin lugar a dudas (por lo menos en foto) lo más bonito de la ciudad (pero menos accesible que la CN Tower). La Casa Loma es una mansión que el empresario Henry Mill Pellatt mandó construir para ser su residencia privada. Quería imitar al castillo de Balmoral y, si nos fijamos bien, forma de castillo tiene, en este caso neogótico. Pellat, hijo de un empresario bursátil, viajó de joven a Europa y se enamoró de su arte y su arquitectura. Atraído por los inventos de Edison, en 1883 fundó la Compañía Eléctrica de Toronto. Luego sus negocios se ampliaron al ferrocarril y de ahí a otros sectores, llegando a tener 21 empresas. De hecho a él se debe la primera planta hidrogeneradora en las cataratas del Niágara. Reunió una fortuna de 17 millones de dólares, que en la época era una cuarta parte del PIB de Canadá. Y, claro, con tanto dinero quiso cumplir su sueño de tener una impresionante casa. Se la encargó a Edward James Lennox, el arquitecto del Old City Hall o del edificio del Banco de Toronto (que aún se puede ver en la ciudad). La casa tiene 6.011 metros cuadrados y 98 habitaciones. La casa se construyó en tres años (aunque no se acabó del todo). Costó unos 3,3 millones (unos 75 millones de hoy) y tenía alfombras persas, fuentes de mármol italiano, una réplica del baño de Napoleón y todos los adelantos de la época. La familia vivió allí diez años y la Casa Loma era célebre entonces por las fiestas, a las que acudía lo bueno y mejor de la sociedad canadiense. Hay fuentes que dicen que fueron los gastos de mantenimiento los que arruinaron a Pellatt; otros hablan directamente de sus negocios. En realidad parece que fue por una mezcla de ambas. Para poder hacer la casa que deseaba, el empresario se endeudó mucho. Un cambio de gobierno le hizo perder las empresas eléctricas en Niágara y Toronto. Pellatt invirtió en el mercado de la aviación pero por culpa del estallido de la Primera Guerra Mundial cayó en bancarrota. Sus empresas debían casi dos millones al Bank of Canada y la Casa Loma debía 1.000 dólares al mes de impuestos municipales, que no podía pagar. Tampoco podía hacer frente a otros gastos (el servicio, el carbón para calentar las estancias…). Completamente arruinado, tuvo que subastar públicamente las obras de arte que había en la mansión (estaban valoradas en 1,5 millones y se vendieron por 250.000 dólares). Piezas valiosísimas se vendieron a precio de saldo. La familia tuvo que dejar la casa en 1924. La esposa de sir Henry murió poco después y él terminó sus días viviendo en la casa de su antiguo chófer. El nombre de la casa, Loma, proviene de su situación, sobre una colina desde la que se ven todo Toronto y el lago Ontario. El ayuntamiento compró la propiedad en 1933 y desde 1937 es un museo. Enfrente de la Casa Loma, cuyos jardines también parece que son impresionantes, está el Spadina Museum, situado también en una casa histórica (1866-1913). La casa pertenecía a la aristocracia canadiense de los años 20. Fue construida por encargo de la familia Austin, inmigrantes adinerados involucrados en distintas actividades económicas como la primera compañía de gas de la ciudad. Se pueden hacer tours guiados. No son las únicas casas históricas de Toronto. En la calle Bond encontramos la Casa Mackenzie, hogar del primer alcalde de la ciudad, William Lyon Mackenzie. Aunque las viviendas de la zona fueron demolidas en los años 30, ésta se salvó, no sé si por su importancia histórica o porque en aquel tiempo William Lyon Mackenzie King, nieto del propietario original, era primer ministro de Canadá. El edificio, de estilo georgiano, hoy es un museo. Cerca del mercado de Kensington también encontramos antiguas casas. En cuanto a los museos, he de decir que, pese a su gran interés, nosotros no tuvimos tiempo de entrar a ninguno en este viaje. Sin embargo, dejaré una reseña por aquí. El Royal Ontario Museum (o ROM) es el museo de historia natural. Está muy cerca de la Universidad de Toronto. Fue fundado en 1912 como parte de la propia universidad. Se trata del museo de historia natural más grande de Canadá y el quinto museo más grande de América del Norte. Destacan las colecciones de dinosaurios y fósiles. Arquitectónicamente hablando, llama mucho la atención la última ampliación, realizada en 2005 por Daniel Libeskind. Esa nueva fachada llamada “el Cristal” (por motivos obvios) y curiosas formas contrasta con las antiguas, mucho más formales. El otro museo a destacar es la Art Gallery of Ontario, el museo de bellas artes, que concentra 80.000 obras entre las que encontramos una amplia representación del renacimiento y barroco europeos (Tintoretto, Rubens...), obras de Goya, Monet, Rodin, Picasso o Dalí. Destacan especialmente las obras de Henry Moore. El museo fue remodelado por Frank Gehry. Con la entrada al museo se puede acceder al Grange, la casa de ladrillo más antigua de Toronto. La casa fue construida en 1817 para D'Arcy Boulton Jr., su esposa, Sarah Anne, y sus ocho hijos. Estaba ubicada en cien acres de terreno que se extendían desde Queen Street en el sur hasta Bloor Street en el norte y desde Beverley Street al este hasta McCaul Street. La sección norte de la propiedad fue vendida al obispo Strachan en 1828, para ser utilizada para el establecimiento del King's College, una universidad anglicana. La propiedad al sur fue donada en la década de 1840 para la iglesia de St.George the Martyr y el mercado de St. Patrick (ambos aún existentes). En la década de 1840, los Boulton hicieron varias adiciones a la casa. Estos cambios incluyeron: la ampliación del salón; la eliminación de tres dormitorios para crear un gran salón de actos en el segundo piso; y una adición en el extremo oeste para albergar una oficina. William Boulton, que fue alcalde de Toronto cuatro veces y miembro del Parlamento, necesitaba el espacio. Su hijo mayor sobreviviente, William (1812–1874), continuó viviendo en la casa. También se formó y ejerció como abogado. William también fue concejal, fue nombrado alcalde de Toronto cuatro veces y fue miembro del parlamento. En 1875, Hariette, viuda de William, se casó con el erudito y periodista Goldwin Smith. Los Smith continuaron viviendo en The Grange hasta su muerte, cuando Harriette dejó la casa en su testamento al Museo de Arte de Toronto, ahora AGO. El tercero de los museos a destacar, ya que dicen que tiene mucho éxito, es el Bata Shoe, dedicado al calzado en su historia (hay unas 10.000 piezas). Etapas 4 a 6, total 31
Después de una visita panorámica a la ciudad de Toronto, partimos (ya en grupo) a lo que sería el principio de nuestro periplo por una parte del este de Canadá, en las provincias de Ontario y Quebec.
Ese primer día de circuito va a ser cómodo ya que no tendremos que recorrer muchos kilómetros. Nos dirigimos en primer lugar a Niagara-on-the-Lake. Muchos, al ver ese nombre, pensarán "claro, el pueblo que hay junto a las cataratas". Pues no. La ciudad se sitúa en el sur de Ontario, donde el río Niágara llega al lago Ontario, y se considera una de las localidades más bonitas de la provincia. Pronto nos damos cuenta de las casas tan preciosas que tan por aquí y de la abundancia de flores. Dejamos el autobús en el aparcamiento establecido y nos damos un corto paseo para llegar al centro. Pasamos por la St Vicent de Paul Church, en Picton St, construida en 1835. El añadido con la entrada octogonal se construyó en 1965. La ciudad fue originalmente conocida como Butlersburg, en honor del coronel John Butler, el comandante de Butler’s Rangers. Recibió un estatus oficial en 1781, cuando ya era conocida como Newark, sitio militar británico y refugio de simpatizantes británicos que huían de los Estados Unidos por la Revolución Americana. Más tarde, se cambió de nombre, esta vez a Niágara. Niágara (aún Newark) fue elegida para ser la primera capital del Canadá. El primer parlamento provincial se convocó en Navy Hall en 1792 por el teniente John Graves Simcoe Govenor. Durante la guerra contra Estados Unidos de 1812, la capital se trasladó a York (más tarde renombrada como Toronto) con el fin de estar más lejos de las zonas de combate. Ya hablé de ello más o menos. La ciudad tuvo un papel importante en esa guerra ya que fue tomada por las fuerzas estadounidenses después de un bombardeo de dos días y una sangrienta batalla. La ciudad quedó arrasada pero se alzó sobre sus cenizas. Se convirtió entonces en una atractiva localidad comercial. Aún hoy encontramos muchas tiendas en su calle principal (otra cosa son los precios), acompañadas, como dije, de preciosas casas. El nombre actual de la ciudad fue adoptado alrededor de 1880 para diferenciarlo de la ciudad de Niagara Falls. El nombre no fue adoptado oficialmente hasta 1970, cuando la ciudad de Niagara y el municipio de Niagara se fusionaron. En la zona destacan sus frutas (de hecho aún estaban desmontando las mesas que habían instalado días atrás para hacer una feria del melocotón) y sus viñedos. Hay tiendas donde comprar los vinos, entre ellos el vino de hielo que, como dije al hablar de gastronomía, es muy caro. Uno de los edificios más bonitos de la ciudad es el hotel Prince of Wales, en la confluencia de las céntricas Queen y Picton Street (donde están todos los comercios y la animación). El hotel, de 4 estrellas, fue construido en 1864. Se llamó Long’s Hotel, luego Arcade Hotel, después The Niagara House y, finalmente, en 1901, se le puso el nombre actual en honor del duque de Cornualles y York (luego príncipe de Gales), que se alojó allí con su esposa. El personaje en cuestión era el futuro Jorge V de Reino Unido y su esposa, María de Teck. También la reina Isabel II se ha hospedado allí. En el hotel no ponen inconvenientes en que pases al vestíbulo y des una vuelta por las zonas comunes para ver las bonitas cristaleras o los cuadros sobre el famoso personaje que le da nombre y su familia (no faltan algún que otro retrato de la reina Victoria). De hecho, todo allí es muy victoriano. El Memorial Clock Tower está situado en el medio de la calle Queen. Se construyó memoria de las personas que sirvieron en la Primera Guerra Mundial. Está rodeado de flores. En el cruce de King St con Queen St se encuentra The Niagara Apothecary, una antigua farmacia que data de 1866, aunque posiblemente el edificio sea de 1820. Ya no funciona como tal. Se han mantenido los muebles y algunos artículos. Puede visitarse y no te piden nada (ni aunque hagas fotos). Solo si quieres puedes dejar un donativo a la salida. Nos recomiendan también que nos acerquemos a Queen’s Royal Park, un pequeño parque donde se alza un pabellón. Desde allí se pueden hacer buenas fotos. Me he enterado recientemente que fue instalado para la filmación de la película La zona muerta, dirigida por David Cronenberg, basada en una novela de Stephen King y protagonizada por Christopher Walken. ¿Y por qué es importante venir hasta aquí?. Pues, además de por las hermosas vistas, porque allí vemos la desembocadura del río Niágara en el lago Ontario. También se ve un poco el Fort George (en obras). Los británicos se establecieron Fort George en la década de 1790 para reemplazar Fort Niagara. Muchas de sus estructuras fueron demolidas en mayo de 1813, durante la Batalla de Fort George. Después de la batalla, las fuerzas estadounidenses ocuparon el fuerte durante siete meses antes de retirarse en diciembre de 1813. Aunque los británicos recuperaron el fuerte poco después, se hizo muy poco esfuerzo en su reconstrucción después de que capturaron Fort Niagara la semana siguiente. El diseño deficiente de Fort George en tiempos de guerra llevó a su reemplazo por Fort Mississauga en la década de 1820, aunque los terrenos de Fort George vieron algún uso por parte de los militares hasta el final de la Primera Guerra Mundial. A fines de la década de 1930, la Comisión de Parques del Niágara hizo una reconstrucción de Fort George. El sitio se inauguró en 1940 y ha sido administrado como sitio histórico y museo viviente por Parks Canada desde 1969. En el camino vemos preciosas casas de madera. Imagenes relacionadas Etapas 4 a 6, total 31
Comentaba en mi anterior entrada que Niagara-on-the-Lake no está pegado a las famosas cataratas. En realidad hay más de 20 kilómetros de distancia.
Todo viaje a la costa este de Canadá que se precie (y muchos a la costa este de Estados Unidos) incluyen una visita a las Cataratas del Niágara. Pero ¿de dónde viene esa fama?. ¿Es para tanto?. Es de lo que hablaré en esta etapa. En realidad lo que vemos es un conjunto de tres cataratas que nacen del río Niágara. Los saltos de agua se denominan Horseshoe Falls, American Falls y Bridal Veil Falls. Las Horseshoe (“herradura”) se llaman así por su forma de U y son las más potentes (y creo que también las más bonitas). Las Bridal Veil (“velo de novia”, por la imagen que evocan si se observan desde abajo) son las más pequeñas. La altura de las cataratas del Niágara no es nada del otro mundo aunque tengan tanta fama y parezcan tan imponentes. “Solo” alcanzan los 52 metros. Hubo gente que las comparó con el Salto Ángel, en Venezuela, que mide más de 900. Entonces, ¿qué hace especial a estas cataratas?. Pues puede ser que sea su caudal. La Horseshoe es la más bonita. Se llama así, como he comentado, por la curva que hace (671 metros de ancho). En su centro alcanza una profundidad de tres metros y el agua cae (espectacularmente) a una velocidad de unos 32 km/hora desde los 52 metros. ¿Y en realidad el río solo tiene una profundidad de 3 metros?. Pues no. Se estima que es de 56. El caudal de las Horseshoe es impresionante; el 90% del agua del río Niágara cae por ellas. Es normal ver un poco de “humo”. En realidad es neblina, causada por la misma fuerza del agua. Yo no lo sabía pero me acabo de enterar que hay un barco encallado en un banco de arena a unos 700 metros del borde de la catarata desde hace 100 años. Ver el salto del agua desde arriba es espectacular. Las cataratas americanas están en el estado de Nueva York. Miden de ancho 250 metros y una altura de entre 31 y 34. Caen sobre una enorme cantidad de rocas. Muy pegada a las anteriores (casi tanto que parece la misma) encontramos la más pequeña de las cataratas, la Bridal Veil. Está separada de las llamadas americanas (aunque ésta también lo es) por la Luna Island y de las Horseshoe por la isla de la Cabra. Mide 17 metros de ancho y un desnivel total de 55 metros. Todas las cascadas pueden verse desde los dos lados pero, desde luego, desde el canadiense se ven muchísimo mejor porque las tienes de frente. Me han comentado que en algunos circuitos en Estados Unidos se pasa el puente (no muy largo) y se ven desde el lado de Canadá. Las cataratas del Niágara son fruto de la glaciación que tuvo lugar hace 10.000 años. Cuando la capa de hielo retrocedió se formó el Lago Agassiz. El lago Agassiz era enorme, el doble de los Grandes lagos actuales y más que el Mar Caspio. De hecho, al desbordarse, provocó que se formaran los Grandes lagos. Se sabe que Samuel de Champlain llegó por la zona en 1604 aunque hay dudas de que él las viera en persona. Aunque las documentó en su diario de viaje, seguramente lo hizo haciéndose eco de comentarios de miembros de su expedición. Se dice que la primera persona que las describió fue Louis Hennepin, de la orden de los franciscanos recoletos, que viajó a Norteamérica en la tercera mitad del siglo XVII y visitó las cataratas en 1677. Ya en el siglo XIX eran muy populares. Eso hizo que se construyera un puente para peatones en 1848 y luego un puente en suspensión. El primer puente de acero cercano a las cataratas se terminó en 1897 (Whirpool Rapids Bridge). En 1941 se construyó el Rainbow Bridge. En 1759 se construyó un canal sobre las cataratas para dotar de energía al aserradero de Daniel Joncairs. Más adelante, Augustus y Peter Porter alargaron el canal para proveer de energía hidráulica a su molino harinero y su curtiduría. En 1853 se constituye la Niagara Falls Hydraulic Power and Mining Company. Cuando el no siempre valorado Nikola Tesla descubrió la corriente alterna, fue posible la transferencia de electricidad a distancia. Por eso la Niagara Falls Power Company contrató a George Westinghouse parta diseñar un sistema capaz de generar corriente alterna. Tres años después se construyeron grandísimos conductos subterráneos y turbinas que podían enviar energía a Buffalo, que está a más de 30 km de las cataratas. Y no solo Estados Unidos se benefició de la energía; también Canadá. Por todo eso, no es raro que cerca de las cataratas haya una estatua de Tesla. Por culpa de la erosión, las cataratas han ido retrocediendo con el paso del tiempo (en un total de 11 km). Cuando se formaron los Grandes lagos, el desnivel del Niágara no era tan grande. Era el lugar donde la desembocadura del río salvaba el desnivel entre los lagos Erie y Ontario. La erosión ha formado un enorme cañón. Las cataratas, como pasa siempre en estas cosas, han sido objeto de gente que quería hacer proezas y pasar a la historia. En 1829 un tal Sam Patch saltó desde las cataratas canadienses. Y sobrevivió. Y como algunos hacen eso de “culo veo, culo quiero”, otros le imitaron. En 1901 una mujer, Annie Taylor, se lanzó por ellas. Con a intención de asegurar financieramente su vejez y evitar la indigencia, Annie decidió convertirse en la primera persona en saltar desde las Cataratas del Niágara dentro de un barril. Construyó un barril con roble y acero para después rellenar el interior con un colchón. Tenía 63 años y terminó la aventura con apenas un rasguño. Eso sí, después dijo:"Así fuera con mi último aliento, advertiría a cualquiera no realizar la hazaña. Preferiría pararme a boca de cañón, sabiendo que me volaría en pedazos, que hacer otro viaje a las cataratas". Y cuántos equilibristas habrán pasado por allí. Las cataratas del Niágara han estado también presentes en el cine. El ejemplo más destacado es Niágara, con Marilyn Monroe y Joseph Cotten, pero también aparecen en Superman II. El barco turístico Maid of the Mist es una de las atracciones clásicas en la visita a las Cataratas del Niágara. Lleva en funcionamiento desde mediados del siglo XIX. No obstante, parece que el barco se terminó quedando en Estados Unidos. Desde Canadá se coge el Hornflower. El crucero dura unos 20 minutos. Tienes que bajar por unas rampas y un ascensor. Luego llegas a unas carpas donde te dan un poncho rojo que "evitará" que te mojes (juas juas juas) y habrá un croma verde para poder hacerte la foto de broma de rigor (nosotros pasamos de esa foto). Los barcos tienen capacidad para muchísima gente y salen muy a menudo (creo que cada 15 minutos). Nos colocamos en proa pero abajo (no en el piso superior). Pasamos primero junto a las cataratas americanas y el Velo de la Novia. El agua te salpica un poco pero es tolerable. Y nos dirigimos a las Horseshoe. A medida que te aproximas ya intuyes lo que te espera. El estruendo del agua, el enorme caudal que cae y que te empapa, el agua colándose en el barco... Hubo en momento en el que no se distinguía nada que no fuera agua, que se me metía irremediablemente en los ojos, tanto que, cuando hizo un giro ya para dar marcha atrás, tuve que entrar un momento en zona cubierta porque no veía nada. Impresiona bastante, la verdad, aunque me mojé menos de lo esperado. Ojo con cámaras y móviles. Muy cerca, una foto y quedarán inservibles. Si alguien no quiere subir al barco o, simplemente, para hacer fotos debe ir al Table Rock, la plataforma de observación. La vista desde el lado canadiense es excelente y el lugar, aunque explotado, podía estar peor. «Table rock» es en realidad una referencia a una gran losa de roca que solía sobresalir de la parte superior de la pared del desfiladero que dominaba las cataratas. La roca de la mesa se derrumbó parcialmente en 1818 y el resto continuó desapareciendo a lo largo del siglo XIX. Existe otro mirador, Journey Behind the Falls, al que se accede previo pago. Consiste en una plataforma de observación y una serie de túneles cerca del fondo de las cataratas Horseshoe. Se puede llegar a los túneles y la plataforma en ascensores desde la entrada, a nivel de la calle. Y para que no te mojes (demasiado) le dan a la gente ponchos (en este caso amarillos, a diferencia de los rojos de cuando te subes al barco). Los dos túneles se extienden aproximadamente 46 metros detrás de la cascada. Subiendo un poco desde las cataratas encontramos la zona que recibe el sobrenombre de “Las Vegas” debido a sus numerosos casinos y centros de ocio. Sin duda, lo más llamativo de esa zona alta sea la Torre Skylon, una especie de hermana pequeña de la CN Tower (de hecho, se parecen muchísimo). Rodeada de un aparcamiento, la construcción empezó en 1964 y se inauguró en 1965. A diferencia de la de Toronto, ésta solo es torre de observación. En la torre hay tres ascensores, los Yellow Bug Elevators, que suben en 52 segundos hasta el mirador situado a lo alto. Dicen que en un día despejado se puede ver a 125 kilómetros de distancia. Arriba hay un restaurante giratorio (cómo no), en la planta de la entrada algunas tiendas y en una planta inferior, una zona de juegos recreativos. Nosotros no comimos allí arriba sino en un centro comercial que está al lado. Cuando uno ya se ha cansado de ver las cataratas, la zona incluye un lugar de entretenimiento llamado Clifton Hill, donde se concentran restaurantes, cafeterías y atracciones . Allí encontramos la enorme Niagara Skywheel, una gran noria. También hay un minigolf rodeado de enormes figuras de dinosaurios y un volcán que escupe fuego de vez en cuando. No falta un museo de cera (Movieland) con personajes del mundo del cine y de la música. Nos alojamos en el hotel de 4 estrellas Wyndham Garden Niagara Falls Fallswiew, situado justo enfrente de la Torre Skylon y a un corto paseo de Clifton Hill (eso sí, con poca luz de noche). No queda lejos de las cascadas (pero hay que subir una cuesta para llegar al hotel). Las habitaciones, de dos camas grandes, son amplias. En cuanto al desayuno, no es un buffet sino que lo sirven ello y no sé si es por la falta de personal o porque ellos no daban para más, pero fue algo desorganizado. Nos trajeron a la mesa zumo de naranja, café y platos con lo mismo que vamos a desayunar todo el viaje (patatas, bacon, huevos revueltos y salchicha). Probamos por primera vez en jarabe de arce. Me pareció algo dulzón pero bueno. Para cenar escogimos el Margaritaville Restaurant Niagara Falls, cerca de la torre Skylon y del hotel. Comimos unas alitas de pollo BBQ (que estaban buenas) y la poutine (que no nos pareció gran cosa). De postre, tomamos brownie con helado de vainilla (muy bueno) y un budin de pan de coco casero, también con helado de vainilla y caramelo. El precio, poniendo IVA y propinas, me pareció elevado para el local. Y es que nos obligaron a dar la friolera de 18% de propina. A mí me parece algo un poco raro pero dicen que las Cataratas del Niágara son la capital mundial de la luna de miel. Y no solo eso. Incluso hay capillas para casarse, al más puro estilo Las Vegas. ¿Cómo es posible que la gente escoja ese destino?. Pues todo tiene una explicación. Y en este caso, histórica. Corría el año 1801 cuando Theodosia, hija del vicepresidente Aaron Burr, visitó el lugar después de su boda con el rico terrateniente y futuro gobernador de Carolina del Sur, Joseph Alston. Años más tarde Jerome Bonaparte, hermano de Napoleón, pasó también por la zona su luna de miel. De hecho, ese viaje fue toda una aventura. Jerome y su ya esposa viajaron desde Nueva Orleans a Utica (Nueva York) en diligencia, luego viajaron a caballo y finalmente llegaron a las cataratas. Muy cerca de las cataratas (aunque no lo vimos) está el Spanish aerocar. Sí, un transbordador aéreo español. Se trata del “teleférico” en funcionamiento más antiguo del mundo y atraviesa una zona del río Niágara llamada Whirlpool (el Remolino). Lo de “español” no se puso por poner algo. Resulta que lo diseñó un español, el ingeniero cántabro Leonardo Torres Quevedo, y lo construyó la empresa española The Niagara Spanish Aerocar Co. Limited. Entró en funcionamiento en 1916 y aún está en uso. Se mueve sobre seis cables a unos 76 metros de altura y con una velocidad de 7 km/hora. La barquita roja, parcialmente abierta, puede transportar a unas 35 personas y recorre una distancia de 540 metros. Por la noche se iluminan las cataratas de colores. El color rojo las convierte un poco en las cascadas del infierno. El verde no me gustó mucho; era como si Hulk se hubiera derretido. El azul es, sin duda, en color menos acertado. Creo que el mejor es el blanco, porque permite destacar mucho más el agua. No me fijé bien pero dicen que se proyectan también las banderas respectivas (estadounidense y canadiense). Incluso a veces ponen los colores de banderas de otros países (México, Colombia, Perú, etc) en motivo de sus fiestas patrias. Por la noche, además, hay cinco minutos de fuegos artificiales. Imagenes relacionadas Etapas 4 a 6, total 31
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