Una semana de agosto en Bulgaria. ✏️ Blogs de BulgariaRecorrido de una semana por Bulgaría con un grupo, incluyendo Sofía, Plovdiv, los tres monasterios más importantes y algunos otros puntos del país.Autor: Artemisa23 Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (8 Votos) Índice del Diario: Una semana de agosto en Bulgaria.
01: Itinerario y preparativos.
02: Viaje y llegada a Sofía.
03: El Monasterio de Troyan.
04: Veliko Tarnovo.
05: Arbanasi.
06: Etara o Etar, Complejo Arquitectónico y Etnográfico al aire libre.
07: Shipka: Paso de montaña e Iglesia Rusa.
08: Kazanlak: réplica de la tumba tracia y Museo de las Rosas.
09: Costa del Mar Negro: Burgas. Nesebar, Patrimonio Mundial (I).
10: Nesebar (II). Iglesias y playas.
11: Plovdiv (I).
12: Plovdiv (II).
13: Monasterio de Bachkovo.
14: Sofía (I).Primera parte de mi recorrido por la capital búlgara.
15: Sofía (II). Segunda parte de mi recorrido por la capital búlgara.
16: Iglesia de Boyana y Museo Nacional de Historia.
17: Monasterio de Rila.
18: Regreso a casa, resumen y conclusiones.
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Etapas 1 a 3, total 18
Había leído comentarios contradictorios sobre Bulgaria en plan turístico: que no tiene nada de especial interés, que casi todo está reconstruido o no es original; que por ver los frescos de iglesias y monasterios ya vale la pena el desplazamiento… En fin, como en todo, lo mejor para juzgar es verlo en persona, así que tenía ganas de ir, en particular por la fascinación que me producen las pinturas antiguas de los templos ortodoxos.
De nuevo, fue un destino que me planteé en solitario, ya que a mi marido no le interesaba y, por diferentes motivos, tampoco pude contar con las amigas con las que suelo viajar. Así que me apunté a una de las Rutas Culturales de la Comunidad de Madrid para mayores, a las que me estoy volviendo “peligrosamente” asidua en los últimos tiempos . Sin duda prefiero viajar en coche y por libre, pero hay momentos y circunstancias en que, si no puedo disponer de vehículo, esta fórmula me resulta más cómoda, porque ya no estoy para cargar con la maleta en transporte público, cuadrar horarios y contratar excursiones sueltas. Bueno, se trata de sopesar pros y contras.
A continuación, tocaba elegir itinerario (suele haber varios) y fecha. Debido a otros viajes, solo tenía libre el mes de agosto, así que elegí salir el 18 de agosto, pese a que me imaginaba que haría bastante calor. Claro que, como se suele decir, “sarna con gusto no pica”. Y eso me repetí varias veces durante el viaje, como en la foto de abajo, en Nesebar (Mar Negro).
Mi prioridad eran los monasterios, así que elegí un recorrido que incluía los tres principales: Troyan, Bachkovo y Rila. Además, Veliko Tarnovo, Arbanasi, el Museo Arqueológico al Aire Libre de Etara, la Iglesia Rusa de Shipka, la Tumba Tracia de Kalambak, la ciudad costera de Burgas en el Mar Negro, el pueblo de Nesebar y las ciudades de Plovdiv y Sofía. Vamos, lo más tópico y típico. Faltaban muchos lugares, claro está, pero para una semana me pareció suficiente. También tenía intención de hacer por mi cuenta la ruta senderista de los 7 lagos de Rila, aunque luego no fue posible por los motivos que ya contaré.
En total, fueron unos 1.200 kilómetros, con el siguiente perfil (aproximado) en Google Maps:
Por lo demás, al tratarse de un país miembro de la Unión Europea, el viaje no requiere mayores preparativos: se puede acceder con DNI o pasaporte y se aplica la misma tarifa que aquí en el roaming de teléfono y datos. También se puede utilizar la tarjeta sanitaria europea en caso de que se necesite atención médica, aunque en las mismas condiciones que los ciudadanos búlgaros, con lo cual quizás no cubra todos los gastos que se ocasionen, así que no viene mal contar con un seguro adicional. No utilizan el euro, sino una moneda propia, llamada “lev” o “leva”, cuyo cambio aproximado (en el momento de mi viaje) era de 1 euro = 2 levas. Y, claro, esto es importante a la hora de utilizar las tarjetas bancarias por el asunto de las comisiones. Lo mejor, elegir una que no las cobre. En fin, esto ya depende de cada cual.
Ya solo quedaba esperar el momento de emprender el viaje. Un par de días antes, consultando las previsiones meteorológicas, vi que las temperaturas diurnas estarían en torno a los 33 grados con un sol radiante prácticamente todos los días. Vamos, calor.
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Viaje y llegada a Sofía.El vuelo a Sofía, durante el que consulté algunos datos sobre Bulgaria, y llegada a la capital.
Viaje.
El vuelo fue con la compañía Bulgaria Air. Teníamos que tomar un avión procedente de Sofía, que llegó con treinta minutos de retraso, lo que produjo un efecto dominó en nuestro vuelo. Embarcamos más tarde de lo previsto y, luego, tuvimos que esperar dentro del avión otros cuarenta minutos hasta que nos dieron pista para el despegue. En total, una hora larga de demora. Tampoco nos podíamos quejar, teniendo en cuenta que era día de regreso del puente de agosto, con el aeropuerto de Barajas petado de gente y aviones.
Durante el vuelo, nos dieron una botellita de agua, un refresco a escoger, un bocadillo con pan calentito, una chocolatina y café. Nada del otro mundo, pero gratis, y comparable al “menú” que te ofrecen otras aerolíneas pagando. Una vista de Sofía desde el avión.
Unos pocos datos sobre Bulgaria. Como suelo hacer habitualmente para entretenerme durante el vuelo, consulté algunos datos sobre la historia de Bulgaria, un país que ha pasado por muchas vicisitudes y que incluso dejó de existir durante siglos.
La actual República de Bulgaria se encuentra en el sudeste de Europa, ocupando las partes central y oriental de la Península Balcánica. Limita al norte con Rumania, al este con el Mar Negro, al sur con Turquía y Grecia, y al oeste con Macedonia y Serbia. Tiene una superficie de 110.879 km2 y una población de unos 6.445.000 habitantes, que no ha dejado de disminuir anualmente desde 1988, cuando llegó a rozar los nueve millones. La religión predominante es la cristiana ortodoxa de rito búlgaro, mientras que los musulmanes alcanzan el 10 por 100 de la población. Las tres ciudades principales son Sofia (la capital), Plovdiv y Varna.
Los hallazgos arqueológicos milenarios han probado la presencia humana y de antiguas civilizaciones en estas tierras, destacando la herencia dejada por los tracios. Después, vendrían Roma y Bizancio.
Yacimientos neolíticos en Bulgaria (foto de mapa en el Museo Nacional de Historia).
En el siglo VII, se creó el I Imperio Búlgaro, que dominó gran parte de los Balcanes y se extendió desde 681 hasta 1018, en que cedió ante el Imperio Bizantino. La cristianización de Bulgaria fue obra del rey Boris, en el año 864, fecha a partir de la cual se empezaron a construir basílicas y monasterios como garantes de la Fe. Una característica de las iglesias ortodoxas es que no utilizan estatuas, así que las esculturas que decoran las iglesias católicas fueron sustituidas por iconos y frescos, utilizados para relatar gráficamente escenas bíblicas que pudieran comprender y asimilar los fieles, la mayor parte de cuales en aquella época no sabían leer ni escribir. Por eso, muchas de las iglesias semejan un detallado y colorido tebeo religioso (dicho con todo respeto).
El II Imperio Búlgaro se prolongó desde 1185 hasta 1396, cuando comenzó a declinar por el avance del Imperio Otomano, que en 1426 ya había ocupado todo su territorio y sobre el que mantuvo su supremacía durante casi cinco siglos, hasta la Guerra Ruso-Turca de 1877-1878, una de cuyas consecuencias fue la proclamación del Principado Autónomo de Bulgaria en 1878, que obtuvo su plena soberanía en 1908. En 1945, tras la II Guerra Mundial, se convirtió en un estado socialista, bajo influencia soviética, hasta 1990, en que se llevaron a cabo elecciones libres y comenzó el proceso de transición hacia un estado democrático y de economía de mercado. Se adhirió a la OTAN en 2004 y a la Unión Europea en 2007.
Llegada a Sofía. Tras unas tres horas y cuarto de vuelo sin ninguna incidencia digna de mención, llegamos a la capital búlgara sobre las cinco de la tarde, hora local. En Bulgaria, hay que sumar una hora a la española, es decir, las cinco de allí, eran las cuatro de aquí. Rápidamente, pasamos a recoger el equipaje, pero estuvimos más de cuarenta y cinco minutos esperando las maletas. Bueno, nada que no suceda en Barajas de vez en cuando.
Aeropuerto de Sofía desde la pista de aterrizaje.
El aeropuerto de Sofía es más grande de lo que me imaginaba y se encuentra a unos ocho kilómetros del centro, unos quince minutos en coche. Para aterrizar, los aviones sobrevuelan la capital, casi rozando la Catedral de Alejandro Nevski (bueno, no tanto, pero casi). Lástima que la ventanilla no me pillase de ese lado para hacerle una foto. Luego, ya junto a la Catedral, me llamó mucho la atención ver los aviones pasar tan cerca de las cúpulas. Al despegar, los aviones pasan algo más alejados.
En un autobús, nos llevaron directamente al Hotel Marinela, donde nos alojamos esa noche. Sin embargo, para no desperdigar la información, todo lo referente a la capital búlgara lo contaré en su etapa correspondiente. Solo un anticipo de las panorámicas de la ciudad, que eran impresionantes.
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El Monasterio de Troyan.Visita del Monasterio de Troyan, el tercero más grande e importante de Bulgaria. La primera jornada del viaje iba a ser muy densa, ya que visitaríamos el Monasterio de Troyan, Veliko Tarnovo y Arbanasi. En total, 265 kilómetros. Ni que decir tiene que tuvimos que madrugar. Durante todo el viaje llevamos dos guías, una chica española de apoyo y un guía local, encargado de darnos todas las explicaciones pertinentes.
Itinerario del día según Google Maps.
Monasterio de Troyan. El día se preveía muy caluroso. Después de desayunar, emprendimos viaje hacia nuestro primer destino del día, el Monasterio de Troyan, que se encuentra a 159 kilómetros de Sofía, unas dos horas en coche, algo más en autobús. La primera parte es por autovía, luego se va por carretera convencional hacia la cordillera de los Balcanes Centrales.
Tal como me gusta hacer, durante el trayecto me entretuve contemplando el paisaje, con zonas predominantes de cultivo al principio. Según nos íbamos aproximando a las montañas, el panorama cambió y aparecieron bosques espesos que cubrían onduladas colinas, en cuya base se asentaban pueblos dispersos, algunos flanqueados por campos de maíz y girasol. El guía local nos confirmó que el cambio climático también ha llegado a Bulgaria, con inviernos menos fríos y veranos bastante calurosos casi sin lluvias. Y se notaba a simple vista, pues, al margen de los diferentes tonos verdes de las masas forestales, el terreno se veía marrón y muy seco, sin tener en cuenta los campos donde ya se habían recogido las cosechas.
El guía también nos contó que la parte norte del país es más pobre que la sur, ya que tras el desmembramiento del bloque soviético, se cerraron las fábricas y la gente emigró tanto al sur como al extranjero, dejando localidades enteras casi despobladas. En fin, “la Bulgaria vaciada”.
Tras un par de horitas, llegamos al Monasterio de Troyan, el tercero más grande Bulgaria, y que, al igual que los otros dos, está situado en una zona montañosa, en medio de un espléndido paisaje natural, en las orillas del río Chemi Osam, a 10 kilómetros del pueblo de Troyan, en la provincia de Lovech. En general, durante la dominación otomana, los exteriores de iglesias y monasterios no se construían para que lucieran llamativos y ostentosos, pues necesitaban mantener la mayor discreción para no ser fácilmente identificados. Por eso, solían ubicarse en el interior de recintos cerrados, que desde fuera no parecen monasterios sino fortificaciones. Sin embargo, no siempre tuvieron éxito y la mayoría sufrieron ataques y saqueos.
Con la llegada del turismo, se han instalado puestos de venta multitud de productos y recuerdos, entre los que destacan las tiendecitas de artesanía que ofrecen sobre todo cerámica tradicional. De todas formas, este monasterio no me pareció que esté masificado. Y eso que era agosto. Aquí, empezamos a utilizar uno de esos artilugios con auriculares que permiten escuchar las explicaciones del guía sin tener que estar pegados a él, muy útil para moverte sin agobios y tomar fotos a varios metros de distancia.
El nombre oficial del Monasterio de Troyan es Monasterio de la Dormición de la Santísima Madre de Dios. El guía nos recordó la importancia que tiene la figura de la Virgen en la religión ortodoxa, a la que, según el lenguaje iconográfico, se suele representar en las iglesias y monasterios búlgaros en “dormición”, es decir, en un lecho, amortajada y con ropa de cama, de acuerdo con la creencia de que la Virgen no murió sino que adquirió la inmortalidad en cuerpo y alma. Esta imagen la veríamos a menudo, más adelante, en otras iglesias y monasterios.
Fundado en el año 1600, fue destruido varias veces y reconstruido después. El edificio actual procede de la renovación y ampliación llevadas a cabo en 1835 gracias a la contribución económica de vecinos, patriotas y familias adineradas de las inmediaciones. Fue utilizado como escuela primaria para revitalizar la cultura búlgara ensombrecida durante siglos por la dominación turca.
En 1865, se añadió la torre-campanario de cuatro plantas situada en el claustro del templo. Cada 15 de agosto se celebra la fiesta de la Asunción de la Virgen, coincidiendo con la del propio Monasterio, durante la cual se realiza una procesión en la que se expone el icono milagroso de la Santa Virgen Trijerusa, también conocida como la Virgen de las Tres Manos (no tengo fotos).
Según la leyenda, hace mucho tiempo, de camino hacia Valaquia, pasó por el lugar un monje que llevaba a su familia como recuerdo un icono de la Virgen. Allí habitaba un ermitaño que le dio cobijo. Cuando el monje quiso proseguir su viaje, su caballo tropezó y le tiró al suelo, hecho que se repitió varias veces, lo que el monje interpretó como que el icono no quería abandonar aquel lugar; así que él se marchó, pero dejó allí el icono. Atraídos por lo ocurrido, llegaron otros monjes que erigieron una iglesia de madera para albergar el icono. Pronto se convirtió en santuario y lugar de peregrinación gracias a los relatos de sus milagros.
En cuanto a las tres manos de la Virgen, la tradición las relaciona con su intervención en el martirio de San Juan Damasceno, quien había escrito varios textos animando a la veneración de los iconos. Por ello, fue acusado de conspiración ante el califa omeya, quien ordenó que le cortaran la mano derecha. San Juan rezó al icono de la Virgen, recordándole que la mano cortada había servido para defender su devoción. La Virgen le escuchó y le devolvió la mano cortada. En recuerdo del milagro, San Juan colocó una mano de plata colgando del cuello del icono. En lo sucesivo, en muchos iconos bizantinos aparece esa tercera mano.
Leyendas aparte, el Monasterio me gustó mucho. Consta de dos patios, en los que predominan la madera y la piedra como materiales de construcción. Desde la entrada, se obtiene una perspectiva estupenda del conjunto.
Los muros exteriores, protegidos por galerías con pequeñas bóvedas, presentan un gran número de pinturas de escenas bíblicas, profetas, santos y evangelistas que inevitablemente atrajeron poderosamente la atención de mi cámara de fotos, sobre todo al ser el primero que visitaba. Pero creo que me hubiera gustado igual de ser el último.
El interior de la iglesia principal, Sveta Bogoroditsa, es magnífico y posee un iconostasio de madera tallada que data de 1839. Las pinturas, tanto interiores como exteriores, fueron realizadas por Zahari Zograph, un famoso pintor búlgaro del momento que también pintó la iglesia del Monasterio de Rila y otras muchas. Un hecho curioso es que el autor se retrató a sí mismo en la pared norte de la iglesia, lo que supuso tanto una osadía para la época como el primer autorretrato del arte búlgaro. En cuanto a las fotos en el interior de la iglesia, no sé si se puede o no, pero todo el mundo las hacía sin ningún reparo, así que puse en práctica aquello de que “donde fueres…”.
Se puede recorrer casi todo el recinto (exteriores), incluso subir a algunas de las galerías de madera que comunican las antiguas celdas de los monjes, desde las cuales se toman fotos con bonitas perspectivas.
Aunque nada tiene que ver con la historia del monasterio, comentar que los aseos cuentan con un torno. Para acceder hay que depositar una moneda de una leva. Si no tienes la moneda, no pasas. Y no es el único punto en Bulgaria. Así que mejor ir provistos de calderilla suficiente para estos menesteres. Después de mucho insistir, gracias a la férrea intervención del guía, conseguimos que la “cuidadora” nos dejase entrar a cada dos por un euro, aunque no resultó nada fácil, pues se enrocan en sus posiciones y no hay manera de convencerlos. Últimamente, me he manejado en varios viajes sin cambiar dinero, exclusivamente con tarjeta, incluso para el WC. Estaba claro que aquí, no. Etapas 1 a 3, total 18
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