Regreso al Mara - Kenia ✏️ Blogs de KeniaSegundo viaje a Kenia, lleno de leones, leopardos, guepardos, el Cruce y un poco de pornografía.Autor: Charucag Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (38 Votos) Índice del Diario: Regreso al Mara - Kenia
01: Preparativos, itinerario y consejos varios
02: Comienza la aventura
03: Nuestro primer safari
04: Enkewa y una maravillosa puesta de sol
05: En busca del rino y el pajarito Hello, Hello
06: El mercado masai, un intento fallido de ver el cruce y algunas mariposas
07: 7 guepardos, 2 rinos con mal genio y un leopardo
08: El cruce
09: Un montón de leones y un poquito de porno
10: Enkewa y la colaboración con el pueblo masai.
11: Inmigrantes ilegales por un rato, mas leones enamorados y muchas flores
12: Un curioso safari, dos leopardos, leones despeluchados y muchas despedidas
13: Ultima etapa, despedida y cierre
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Etapas 4 a 6, total 13
Y por fin llegamos a Enkewa y nos enamoramos del lugar: muchas zonas sombreadas, flores silvestres creciendo entre la hierba, árboles, el murmullo del arroyo y el canto de los pájaros.
Pero lo mejor es cuando empiezas a vivirlo. Enkewa es un camp pequeño con tan solo 5 tiendas, es decir un máximo de 10 personas alojadas. Está situado fuera del Parque Nacional, en los terrenos aledaños de propiedad masai, el campamento dispone de 40 hectáreas de terreno que abarca las laderas de varias colinas y el valle que existe entre ellas. Las tiendas se ubican en ese valle por el que discurre un riachuelo que nace allí mismo. Las instalaciones generales de uso común comprenden una tienda comedor, una tienda sala de estar (en construcción), un fuego de campamento, una zona de descanso junto al arroyo con una hamaca y una zona con una ducha al aire libre. El resto de instalaciones comprenden las cocinas, las tiendas de los empleados, etc. La filosofía de este camp es de completo respeto para el entorno por lo que todas sus instalaciones son desmontables, la energía eléctrica es solar, no existen generadores que violen el silencio del lugar, las duchas son de depósito, el agua se purifica allí mismo y todo el personal que trabaja en el mismo es masai, excepto Jose que es español y Morris (uno de los conductores, que es kikuyu). Las tiendas son amplias y muy cómodas, disponen de dormitorio, espacio de estar con sofá donde podría dormir una 3ª persona, baño con sanitario independiente y armario. La cama es cómoda y enorme, en realidad son dos camas de 1,20 juntas.. Las tiendas disponen de luz eléctrica por el día y por la noche pero no hay enchufes. Tambien disponen de mantas masais y sharongs para uso particular de los alojados . Hay servicio de lavandería pero no de plancha y se pueden solicitar otras almohadas si no te gustan las que hay. Delante de cada tienda hay un porche y butacas para sentarse al aire libre. Nuestro primer día empezó con la comida (comimos a las 14 h.), una comida de tipo mediterráneo muy apetitosa: ensalada de tomate, ensalada verde, quesos variados, fiambre, pescado con guarnición de arroz, macedonia de frutas y café. Aprovechamos para conocer mejor a nuestros compañeros de fatigas, él es cronista deportivo del ABC y ella también trabaja en el periódico. Como nuestro anfitrión, Jose Serrano, fue también futbolista del Mallorca, la conversación se orientó hacia ese mundillo y nos enteramos de un montón de cotilleos sobre los que organizan ese cotarro y aprendimos mucho sobre los entresijos del mundo del futbol. Luego siestecita y fotitos al camp y a las tiendas y a las 16 salimos para realizar un safari vespertino que terminó contemplando la puesta de sol y un safari nocturno de camino al campamento. Por el camino nos fueron explicando que las mejores horas para ver animales son el amanecer y las horas próximas a la puesta del sol pues es cuando hace menos calor, los animales se dirigen a las charcas a beber y los depredadores se espabilan y salen a cazar. A mí me asombra como pueden ver los guías y rastreadores a los animales escondidos entre la alta hierba, pero los ven, es increíble. No tuvimos la suerte de ver una escena de caza, pero si vimos a una leona con dos cachorrillos que acababa de cazar un ñu y cuyo cuerpo estaba en un arroyo. Nada más llegar nosotros uno de los cachorros fue corriendo a refugiarse junto a su madre, pero el otro, más valiente, siguió con lo suyo: dar buena cuenta de la cena. Era impresionante estar allí, tan cerca que oíamos como el leoncillo desgarraba la carne y la masticaba, viendo como, poco a poco, el agua del arroyo se iba volviendo roja. Poco después el otro cachorro tomó confianza y se acercó tambien para participar del festín. Y mal que nos pese hay que proseguir viaje, que uno nunca sabe que nos puede estar esperando un poco más allá. Y lo que nos estaba esperando este árbol repleto de curiosos frutos que, a su vez, esperaban el momento de poder participar en el festín. Nos volvimos a encontrar con otra manada de elefantes en el río (a lo mejor era la misma), pero esta vez estaban de peor humor y hubo uno que se nos acercó con muy malas intenciones. Pero tanto Jose como Tipita decían que no había peligro, que era un macho joven y que sólo estaba presumiendo delante de las hembras. Y después, como ya el sol estaba cayendo nos llevaron hasta la frontera con Tanzania y allí, en un alto junto a un árbol, detuvieron el coche y nos apeamos todos para ver la puesta de sol. foto Mientras nosotros aprestábamos las cámaras, Jose S y Tipira sacaron una mesa y un mantel y empezaron a llenarla con samosas (empanadillas picantes de origen hindú), frutos secos, copas de cristal, vino, cerveza y refrescos. ¡qué placer contemplar la puesta de sol saboreando un buen vino! ¡y qué puesta de sol! Parecía que el sol hubiera sacado sus mejores galas en nuestro honor. Y allí nos quedamos admirando las nubes incendiadas y el sol hasta que éste se ocultó. Sólo entonces nos marchamos de allí, como si, hasta ese momento, una mano invisible nos hubiera atrapado entre sus dedos y nos hubiera impedido movernos. De regreso al campamento hicimos un safari nocturno. El rastreador llevaba un potente foco que apuntaba hacia donde creía ver animales y lo mantenía allí si de verdad había algún animal. Así pudimos ver gálagos de ojos enormes y asombrados, zorros de orejas de murciélago, pequeños y alertas, liebres asustadizas y mangostas corretonas. La pena es que todas las fotos que tiramos salieron movidas y no pudimos aprovechar ninguna de ellas. Un poco antes de llegar al campamento dieron aviso de nuestra llegada y cuando llegamos a nuestras tiendas ya estaban llenos los depósitos de agua calentita. Las damas primero, dije yo, y me apoderé de la ducha, ¡qué placer sentir el agua caliente y sentir como te libras de todo el polvo acumulado!. Después pasó mi marido y con una sola carga de agua tuvimos para los dos, pero dio igual, el personal rellenó de nuevo el depósito, así que Jose (mi marido) se dio otra ducha (no era cuestión de desperdiciar el agua caliente). Una vez limpios (unos más que otras) y con rompa nueva nos dirigimos hacia el fuego de campamento. Ahora fue el momento de disfrutar del campamento iluminado. Delante de cada tienda individual hay una linterna de gas y muchas más en los puntos importantes del campamento, dando a todo un aspecto muy acogedor. En seguida vino uno de los guardas masais a acompañarnos hasta el fuego y alumbrarnos el camino (no era necesario pues la luna iluminaba suficientemente), pero ese es su trabajo y su privilegio y lo ejercen con entusiasmo. El fuego de campamento es un momento delicioso, es el punto de encuentro de todo el personal, tanto los clientes como los trabajadores. Sentaditos en las sillas, envueltos en las mantas masais que te encuentras en tu tienda, saboreando una copa y una charla tranquila, amena, sobre lo divino y lo humano y también sobre qué vamos a hacer al día siguiente. En este campamento somos los clientes los que decimos que queremos hacer y Jose Serrano propone recorridos, tiempos u otras actividades alternativas. Según los diferentes intereses se organizan los grupos y se adjudican los vehículos, guías y rastreadores. Esta vez decidimos ir al día siguiente en busca del Rinoceronte pues Jose nos contó que habían avistado uno el día anterior. Y ya le toca el turno a la cena. Nos dirigimos al comedor y cenamos a la luz de las velas. La cena de hoy consiste en crema de calabaza y cordero asado aderezado con romero y acompañado de patatas asadas y verduritas. De postre crepes rellenas de crema de naranja al kirsch. Luego una agradable sobremesa acompañada de café o infusiones. Y para terminar el día un ratito de lectura en el sofá, apuntar en el diario todo lo sucedido y echar un vistazo a las cámaras y asegurarse de que están listas para ser usadas. Y después un merecido descanso, que el día ha sido muy, muy largo. Y aquí nos encontramos con la primera sorpresa: BOLSAS DE AGUA CALIENTE EN LA CAMA, hay dos, una para cada uno, para que no riñamos. Y así, sintiéndonos mimados nos dedicamos a dormir. Etapas 4 a 6, total 13
Esta noche duermo a pierna suelta y sólo recuerdo que, en medio de mis sueños, oigo el canto de un pájaro que parece cantar “hello, hello”. Me encanta el sonido de este pájaro, tiene una voz suave y musical, pero es muy insistente, tanto que ya empieza a molestarme y estoy empezando a despertar. De pronto el pájaro empieza a dar palmas. Algo anda mal, me digo y no me queda más remedio que despertarme del todo, para encontrarme con que el tal pájaro no es sino un masai que repite de forma insistente “hello, hello” y al no conseguir su objetivo ha decidido pasar a métodos más bruscos y está dando palmas . Sólo se calla cuando le respondemos y comprueba que por fin ha conseguido despertarnos.
Bueno, ya ha conseguido su propósito y nos levantamos, para dirigirnos a tomar un café calentito y unas galletas, pues hoy hemos quedado en salir de safari a las 6 de la mañana para buscar al rinoceronte, animal esquivo donde los haya y de los cuales sólo hay 30 parejas en todo el ecosistema Mara-Serengueti. El desayuno de verdad lo haremos luego en el campo. Como nos han advertido de que hace mucho frío de madrugada me he puesto varias capas, incluido un jersey polar y me llevo mi pasmina de angora que abriga un montón. Ocupamos nuestros asientos y ¡TACHAN! Otra bolsa de agua caliente nos espera a cada uno junto con una manta masai. Coloco la bolsa entre la puerta y mi persona y me envuelvo la cabeza y el cuerpo con la pasmina y la manta masai y así, calentita, nos dirigimos a nuestra aventura de hoy, lunes 18 de julio. Fuimos directos a la zona donde se suponía que encontraríamos al rinoceronte y PREMIO, allí estaba, escondido entre la alta hierba. El rinoceronte negro es uno de los animales más tímidos que existen y en cuanto notan la presencia del hombre se esconden entre los arbustos. El rino tiene muy mala vista pero un olfato muy fino por lo que puede captar el olor del hombre desde lejos. Y este lo hizo e, inmediatamente, se metió entre la espesura. Todo un premio a nuestro madrugón pues el animal pasará el resto del día escondido y sólo volverá a salir de noche para beber agua y el que pase un poco más tarde por este paraje no podrá verlo. EL OBJETIVO DEL DIA CONSEGUIDO. Ahora ya podemos desayunar. Buscaron un lugar despejado y con un arbolito para disfrutar de su sombra y sacaron el desayuno: huevos duros, salchichas, becon, fruta, màs fruta, galletas, bizcocho, frutos secos, pan, zumos, yogures, café, te y leche. A eso se le llama reponer fuerzas. (y aprovechamos para ir detrás de un arbusto). Proseguimos nuestro safari, vimos jirafas, alguna con su correspondiente picabueyes Un pájaro “go away”, llamado así porque es un chivato y cuando ve algún peligro da el “queo” para que todos los demás animales se enteren y salgan huyendo. Una inmensa manada de Elands y cebras. El eland es el antílope de mayor tamaño que surca las llanuras de Kenia. Tambien sigue la migración aunque en menor medida que los ñus y gacelas. Después Jose nos dejó para ir a despedir a una pareja de americanos que estaban en el campamento y nos quedamos con Morris como conductor y con Tipira como rastreador. Aquí me di cuenta de lo importante que es tener un guía que hable tu idioma, pues Morris solo hablaba inglés y yo de inglés, “na de na” , así que tenía que esperar a que me fueran traduciendo las cosas, una lata, la verdad. Y proseguimos de vuelta hacia el campamento y de camino seguimos viendo animales: Un elefante merendándose todo un árbol Y al que no le sentó nada bien nuestra presencia Morris no se le pensó dos veces, metió la primera y salimos corriendo de allí. Nuestro conductor buscaba al leopardo y nos llevó cerca de los cauces de agua que es la zona donde se suelen esconder. No los vimos, pero si vimos una familia de Bohor Reedbuck, un precioso antílope al que le gusta vivir cerca del agua. Una pareja de facoceros, animal parecido al jabalí y tan tímidos ellos que salen zumbando en cuanto sienten tu presencia, por lo que es difícil obtener una buena captura, Y una familia de leones con más de 7 cachorros mayorcitos que se estaban comiendo un ñu (pobrecitos, los ñus, todo el mundo se los come ) Era gracioso verlos comer, empujándose unos a otros, gruñéndose y hasta enseñándose los dientes. Pero lo que me llegó al alma fue ver el recibimiento que le hicieron a la leona cuando se acercó a ellos. Varios dejaron de comer y se fueron a hacerle carantoñas. Os lo juro, de verdad, fue una escena de lo más tierna . (debe ser que los mastuerzos de mis hijos no me dan un beso ni por error ). Y por fin llegamos al campamento, mas tarde de lo que esperábamos y bastante más cansados de lo que hubiéramos deseado, pero todo tiene su parte buena. Corrí hacia nuestra tienda, me puse el bañador y me fui derechita a la ducha que hay en el arroyo, dispuesta a quitarme todo el calor y el polvo. El campamento no dispone de piscina pero han encontrado un sustituto muy agradable, se trata de un lugar sombreado junto al arroyo en donde han colocado dos bancos de madera y unas perchas rudimentarias, han canalizado el agua del arroyo y el resultado es una ducha de agua fría. Luego comida agradable y tranquila: ensalada de aguacate, espagueti carbonara y macedonia de frutas y despues de una reparadora siestecita nos fuimos al río, a bañarnos. No creáis que exagero, digo a bañarnos y eso fue exactamente lo que hicimos. Jose S nos llevó hasta una zona del río de la Arena (Sand River) que discurre entre piedras y en donde se han formado varias pozas, en una de las cuales puede uno bañarse. Es una zona en donde el agua no tiene parásitos y se puede uno meter en el río sin peligro. El acceso está muy escondido pero ellos conocían de sobra el camino. Elegimos una poza amplia donde el río se introduce bajo las rocas, los demás no estaban muy convencidos de meterse en el agua, pero yo no lo dudé, me puse el bañador y ¡al agua, patos! La poza tenía una suave arena en su borde, parecía una playa. Pero todo tiene su parte negativa y según te acercas al río la arena se convierte en cieno en donde los pies se hunden hasta las rodillas. Fue tal la sorpresa que resbalé, los pies se fueron ellos solitos hacia el cielo y os podéis imaginar sobre qué aterricé. Las risas fueron generales pero yo, muy digna, dejé que el culo resbalara sobre el cieno y aterrice con un “chop” sobre las aguas. Estaban buenísimas, algo fresquitas pero eran un gozo en el calor de la tarde. Al ver que seguía entera y no me había comido ningún bicho, se animaron los demás y estuvimos un buen rato nadando. Al salir tuvimos buen cuidado con el cieno y Jose nos trajo agua del propio río para que pudiéramos quitarnos todo el légamo de los pies. Lesaloi vigilaba desde lo alto por si se acercaba algún animal y nos miraba como diciendo “il sont foul, c’est romaine”. Y después del refrescante chapuzón nos dirigimos de nuevo a un lugar desde el que contemplar otra puesta de sol Y como algunos habeis comentado que os encantan las puestas de sol, pues pongo dos momentos de la misma puesta. (la verdad es que no sabía cual elegir, así que pongo las dos) Y de nuevo hicimos safari nocturno hasta el campamento y esta vez vimos unas cuantas mangostas rayadas y el resto del día transcurrió igual que el anterior, así que no os canso con su descripción, buenas noches y hasta mañana. Etapas 4 a 6, total 13
Cuando estábamos organizando el viaje me ofreció Jose la posibilidad de ver el mercado masai, que se celebra todos los martes en un pueblo cerca del camp. Me gustó mucho la propuesta y fui a Enkewa con la firme decisión de visitarlo. Hoy es martes y era el día de visitarlo, el único día posible para ello.
Nuestros compañeros deseaban ver el cruce del río Mara y no parecían tener ningún interés en visitar el mercado, ni tan siquiera mi marido me apoyaba y yo me mosqueé un poco , pues me maliciaba que me iba a quedar sin verlo. Al final todos hicimos un esfuerzo y decidimos salir pronto en dirección al río Mara e intentar ver el cruce y marcharnos de allí con tiempo suficiente para llegar al mercado hubiéramos visto o no el cruce, comiendo por el camino, según se fuera presentando el día. Esta vez le fue más fácil al pájaro “hello, hello” , conseguir su objetivo y después del cafetito caliente y las consabidas galletas partimos hacia el Mara. Hay un largo trayecto desde el campamento hasta el río Mara, una hora de camino si vamos por la pista principal, pero a Jose no le gusta ir por ella pues hay mucho tránsito y no se pueden ver animales interesantes y decidió ir por otros caminos menos frecuentados e intentar encontrar al guepardo antes de la hora del desayuno. En ese tiempo vimos muy bellos paisajes, como este riachuelo lleno de lotos y papiros De inmensas llanuras bordeadas de altas montañas Pero ningún guepardo Entre medias la consabida paradita tras el oportuno arbusto y, esta vez, me llamó la atención que antes de dejarnos bajar daban toda una vuelta con el jeep alrededor del arbusto elegido. Al parecer, en esta zona había más riesgo de encontrarte con desagradables sorpresas con dientes afilados. Una vez desayunados partimos de nuevo, esta vez directos al Mara. En el camino el jeep se para en mitad de la nada y Jose nos indica que miremos a los pies del vehículo y allí había una tortuga leopardo, que se movía con toda la parsimonia de este antiguo animal. Y allí nos quedamos contemplándolo hasta que se introdujo entre las hierbas y se ocultó a nuestra vista. Según nos íbamos acercando al Mara, la densidad de ñus era cada vez mayor. Grandes manadas de estos animales, así como de cebras y gacelas jalonaban nuestro camino, los buitres surcaban los cielos y una hermosa manada de ñus blancos estaba aparcada junto al río, esperando lo mismo que nosotros Hasta los cocodrilos esperaban el cruce Elegimos un meandro del río solitario y desde allí nos dispusimos a esperar el ansiado cruce y, mientras tanto disfrutamos de una gran manada de hipopótamos que se refrescaban del calor del día sumergidos hasta los ojos. Junto a ellos se veía un pobre ñu que no había conseguido cruzar en la anterior intentona. Esperamos y esperamos y esperamos, y volvimos a esperar . El tiempo discurría despacio y empezábamos a impacientarnos. Nuestro guía decidió inspeccionar bien los alrededores, primero en coche y luego bajó nuestro rastreador y echó un vistazo a pie. Al final decidieron que no había ningún peligro y nos dejaron bajar del vehículo siempre y cuando nos quedáramos pegaditos al mismo. ¡qué alivio, poder estirar las piernas! Y allí, posadas sobre este arbusto de nombre impronunciable (helichysum glumaceum) estaban las mariposas. Mariposas blancas y negras, blancoazuladas y rojas, de bordes naranjas, amarillas, y alguna hasta volando… Pero el cruce no lo llegamos a ver . Los ñus incluso se acercaron pero dieron marcha atrás y se volvieron por donde habían venido. Así que decidimos hacer nosotros lo mismo, para poder llegar a tiempo al mercado. Debo reconocer que respiré por fin, tenía mis serias dudas de que me hicieran caso y me llevaran al mercado (al fin y al cabo era la única que quería ir) . Por el camino veo que Jose S da media vuelta, se aparta del camino y se dirige a “la nada”. Nuestro rastreador, Tate (nuestro guía), había visto algo y hacia allí nos dirigimos y “voila” El guepardo que se nos había estado escapando durante toda la mañana. Una preciosa gueparda que tuvo a bien posar para nosotros, tumbada, sentada, de pie, de perfil, de frente, Seria, bostezando, lamiéndose, estirándose En ese momento se me olvidó completamente el mercado y allí me quedé admirando tanta belleza. Pero Jose no se olvidó y nos hizo volver a la realidad: había que comer para poder llegar a tiempo al mercado. Como siempre buscamos un lugar adecuado y sacaron la comida: ensalada verde, ensalada de pasta, pollo guisado que estaba muy jugoso y rico, quiche, huevos duros, fruta, vino, cerveza, refrescos, café y te. Y, por fin, el mercado. Llegamos, incluso, antes de lo esperado pero demasiado tarde para el mercado de ganado. Lo que nos encontramos fue una especie de pueblo del oeste pero con mucho colorido. Una calle polvorienta y sucia flanqueada por una hilera de tiendas todo a lo largo de la misma, No podía faltar el “saloon”, aquí llamado hotel y que hace las veces de bar, restaurante, hotel y algo más. Dispone de una sala para todo y dos habitaciones multiusos en la parte de atrás, todo ello sin ventilación ni baño. Hay que tener en cuenta que las señoritas de vida alegre migran, como los ñus, siguiendo a los guías y rastreadores. Ni tampoco el almacén, tienda tipo bazar donde venden de todo, desde comida, ropa, calzado, hasta ferretería o cuentas de colores. En esta compramos nosotros las mantas y demás regalos, algunos precios: mantas masais 500 chelines, telas de las que usan para vestirse 300 chelines. No tuvimos que regatear pues al ir con Jose Serrano nos ofrecieron directamente su precio, nos dejaron pasar al interior de la tienda y allí elegimos lo que quisimos. Y todo un surtido de otras tiendas: recarga de móvil, peluquería, muebles, etc. Y en la parte de atrás, el mercado semanal. Aquí compran los masais todo lo que necesitan en su vida diaria y también venden, según se tercie. Es un espacio colorido y bullanguero donde puede verse a las mujeres masais ataviadas con sus mejores galas y haciendo lo que cualquier mujer en cualquier lugar del mundo: comprar. Había puestos de todo tipo: zapaterías, bazar, alimentación, coles, Y esta estupenda ferretería en donde adquirimos dos machetes con sus respectivas fundas. Las fundas de piel de cordero teñido de rojo por el módico precio de 600 chelines que se quedaron en 550 por comprar dos. Había que ver a los dos Joses (el mío y el de Bea), contentos como críos con sus juguetitos. Iban dando mandobles como si fueran dos romanos. Y aquí os presento a dos damas que no quisieron perder la oportunidad de hacer negocio y que vinieron a vendernos sus joyas, las que podéis ver pues son las que llevan encima. No hicimos trato pues el precio era excesivo (nos pedía 1000 chelines por collar). Por cierto, si vais aprovechad para comprar cinturones de cuentas pues son más económicos que en Nairobi, nos pedían 4000 chelines, nos pareció demasiado pero en el aeropuerto costaban 50 $. Y aquí podemos apreciar el parking de vehículos. A este mercado acude gente de todas las aldeas de los alrededores, la mayoría de ellos andando, los demás en cualquier vehículo disponible, desde burros hasta motos o bicis. Parece ser que la moto se está poniendo de moda pues es barata y fácil de mantener. Hay que tener en cuenta que algunos llegan a recorrer más de 20km para llegar al mercado y pueden tardar alrededor de 3 horas. Y por último una vista de las chabolas que crecen al abrigo del pueblo. Están hechas de hojalata y son minúsculas, la mayoría están ocupadas por las señoritas de las que hablábamos antes. Al final todos disfrutamos de la visita, fue una de las actividades que más nos gustaron, incluidos Jose y Bea que se alegraron mucho de haberme hecho caso y haber podido acudir. Por cierto que Bea y yo nos compramos dos preciosos capazos tejidos a mano por 500 chelines cada uno . Luego me vino de perlas para poder llevar en el avión todas las compras. Y como podéis imaginar el día llegó a su fin, nos fuimos directos al camp y llegamos allí a las 17 horas. Todavía hace sol, corro a ponerme el bañador y me voy a mi rincón preferido, la ducha al aire libre. Después un ratito de lectura y luego nos acercamos al fuego de campamento a contarnos las experiencias vividas y charlar sin prisa de todo y de nada. Decidimos que el día de mañana lo dedicaríamos enterito a intentar ver el cruce, pues Jose y Bea ya no disponen de más días. Así que mañana toca madrugar y hacer safari de día completo. Más tarde vamos a cenar y aprovechamos para cargar las baterías y comprar una camiseta de Enkewa (yo me he traído la ropa muy justita). Hoy cenamos sopa de cebolla, solomillo con puré de patatas y una salsa de mostaza que estaba para chuparse los dedos y de postre mango al horno con una salsa de chocolate y licor. Etapas 4 a 6, total 13
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