Viaje por los Alpes ✏️ Blogs de SuizaViaje de 9 días por ciudades como Berna, Lucerna, Friburgo, St Moritz, Montreaux, Lausana, y paisajes espectaculares como los del valle de Lauterbrunnen y Grindelwald, el glaciar del Aletsch, la ruta de los 3 puertos o los alpes de Graubünden.Autor: Miguelang031075 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (44 Votos) Índice del Diario: Viaje por los Alpes
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Etapas 7 a 9, total 9
7º día del viaje, Jueves, 15 de Septiembre. Tras la jornada tan larga del día anterior recorriendo los Tres Puertos, la de hoy no se queda atrás. Va a hacer muy buen día, según nos han dicho en recepción, así que hoy vamos a hacer senderismo en el valle de Lauterbrunnen. Pero lo primero es pagar la cuenta. Casi me da una indigestión. Será que el primer día, cuando llegamos después de las 9 de la noche, estaría muy cansado y no entendí la pronunciación de la dueña, pero juraría que había dicho que costaba 114 FS, no 140 FS Por suerte nos vamos de este antro para marcharnos al albergue de Interlaken, mucho más barato, limpio y con una habitación mucho más espaciosa Para llegar hasta Lauterbrunnen la carretera es durante un tiempo la misma que la de Grindelwald, al fin y al cabo Lauterbrunnen está en el valle contiguo. De Lauterbrunnen me sorprende sobre todo que es un valle estrecho y alargado. Vamos a la oficina de turismo para pedir algún folleto y que nos recomienden algún sendero.
Nosotros nos decidimos primeramente por subir hasta el pueblo de Wengen. El sendero se inicia cruzando por debajo de la estación, para enseguida comenzar a subir sin pausa por un maravilloso bosque. El camino no se hace pesado, ya que la cuesta es progresiva, con excepción de los últimos cientos de metros, ya fuera del bosque. Además, de camino nos encontramos con un señor de Bélgica que quiere hacer una ruta de escalada. En total tardamos algo más de 1 hora en subir hasta el pueblo, con un desnivel de 400 m. La panorámica de este pueblo es fabulosa. Las casas del pueblo están desparramadas hasta llegar cerca del borde superior del valle de Lauterbrunnen. Es como si fuera un escalón. A pesar de la cercanía de Lauterbrunnen, es imposible casi ver este pueblo, al ser un valle tan vertical y estrecho. Después de pasear un rato por esta animada estación de montaña y de tomar un aperitivo para recuperar fuerzas, optamos por coger el teleférico del Männlichen, que nos lleva hasta los 2227 m de altitud. Se trata del teleférico más largo de Europa (6.2 km) y nos ha permitido ahorrarnos la nada despreciable cantidad de 900 m de desnivel desde Wengen. Durante el trayecto, observamos a alguna que otra persona que va subiendo por el sendero. Por lo que se puede apreciar tiene mucha pendiente y es estrecho, encima va bordeando la montaña sin ninguna vegetación como quitamiedos. Con mi vértigo lo hubiera pasado mal No puedo negar que cuando el chisme se va acercando a la montaña, para entrar en la estación, me da un poco de miedo.
Desde la estación (no llegamos a subir al Männlichen propiamente dicho) la visión es total. Mirando hacia la izquierda se observan montañas que están al fondo del valle de Lauterbrunnen: Breithorn, Tschingelhorn, Gspaltenhorn o Schilthorn. Hacia la derecha se observa la cadena montañosa que separa el valle de Grindelwald de Interlaken. A diferencia del Martes hoy está totalmente despejado.
Y también la pradera y el bosque por el que se baja hasta Grindelwald.
Desde Männlichen vamos a bajar andando hasta Wengen por otro camino que se nos antoja más fácil que el que vimos durante la subida en el teleférico. Nuestro primer punto intermedio será la estación de tren de Kleine Scheidegg, en la que para normalmente el tren cremallera que sube a la Jungfrau. Se ve lejana desde Männlichen, pero el camino es fácil y agradable, rodeados de pastos de alta montaña.
Llegamos a la estación de Kleine Scheidegg. Hay gran ambiente, porque en estos momentos hay un tren que se dirige a la Jungfrau. Esta debe ser la última estación al aire libre antes de que el tren empiece a ascender por el interior del Eiger, el cual vemos muy cerca de nosotros.
La estación me parece un poco extraña. Parece que deben organizar un show para los huéspedes del refugio, porque si no, no entiendo que hace una tienda de campaña de los indios en este lugar. ¡Ni que hubieran venido a hacer el rodaje de una película del oeste!.
Dejamos la estación y continuamos bajando por el camino, es más como una pista, porque es bastante ancho. Nos encontramos gente bastante mayor (de 70 años y me puedo quedar corto) subiendo por el mismo camino que llevamos nosotros, tanto andando como en bicicleta. El día que estuvimos en el Faulhorn, a la vuelta, una señora que tampoco debía bajar de los 70 ó 75 iba subiendo tan pancha con sus bastones. Tiene mérito ver a gente tan mayor practicando estos deportes. Debe ser la regla en Suiza. Nuestra pista baja con bastante pendiente. De vez en cuando nos encontramos con bifurcaciones que nos dirigen hacia otras estaciones de tren, pero nosotros seguimos bajando hacia Wengen. De vez en cuando nos encontramos también con varias bifurcaciones para este pueblo. Como el mapa que llevamos es bastante infantil y no sirve para gran cosa (sólo lleva los nº de itinerarios y la topografía sólo permite saber si el itinerario elegido te va a tirar por un precipicio o no), elegimos la opción que no nos haga llegar demasiado tarde. Poco a poco vamos entrando en un bosque de pinos
así que nos tenemos que despedir del Jungfrau.
Poco a poco nos vamos acercando cada vez más a Wengen. Pasamos por varias cabañas junto a las que están pastando las vacas, hasta que llegamos a Wengen. Podemos apreciar la fisura que hay junto al pueblo, y que es ni más ni menos que el valle de Lauterbrunnen.
Pasamos Wengen de un tirón y bajamos por el sendero que utilizamos por la mañana para subir desde Lauterbrunnen. Ahora se empieza a notar bastante el cansancio, no en vano hemos subido 400 m de altitud pero hemos bajado sobre 1300 ó 1400.
A pesar de la fatiga cogemos el coche y continuamos hasta el final del valle para ver las cascadas de origen glaciar de Trümmelbachfälle. Sus aguas proceden de los glaciares del Eiger, Mönch y Jungfrau. Por si fuera poco, son interiores, o sea que para verlas tenemos que subir en un funicular que asciende por el interior de la montaña hasta unas galerías acondicionadas para la visita. El agua del Trümellbach aparece por una fisura y va cayendo a través de varias ollas de erosión, formando remolinos. El recorrido acaba en un pozo donde cae la cascada superior y de ahí al exterior. En el interior, las galerías son tan estrechas que debe permanecer encendida la luz. Caen miles de litros de agua por segundo. El estruendo es increíble. Es tal la fuerza del agua que la mayoría de las fotos que realizo quedan inservibles y las que se salvan no reflejan el espectáculo. Dejamos el paraje pasadas las 6 de la tarde y paramos cerca de Lauterbrunnen para ver cómo se lanzan en parapente varias personas desde lo alto de las verticales paredes del valle. A partir de aquí ya sólo nos queda llegar al albergue de Interlaken y descansar hasta una nueva y no menos interesante jornada. Etapas 7 a 9, total 9
8º día del viaje, Viernes 16 de Septiembre. Hoy es un día importante. Según nos comentaron en la obra de la Grimselstrasse el día que hicimos la ruta de los Tres Puertos, la carretera la iban a abrir nuevamente el Viernes, o sea hoy, así que después de salir del albergue nos vamos corriendo a la oficina de turismo de Interlaken. Allí nos informan de que está prevista la apertura de la carretera a las 10 de la mañana, por lo que sin ningún tiempo que perder nos vamos hacia Meiringen y Guttanen. Al llegar a este pueblo, que es donde estaba cortada la carretera, vemos que hay cola ya de algunos coches, pero que la carretera está cerrada al tráfico con una cinta. Eso sí, puntualidad de reloj suizo, cuando llegan las 10:00 abren la carretera y ya podemos circular hacia Grimselpass . Pasamos por una cascada formada por las aguas del río Aare y por el lago artificial que hay en el puerto de Grimsel. Cuando llegamos a Gletsch, en lugar de subir por la Furkastrasse, seguimos bajando el valle del Ródano, que a partir de aquí se llama Val de Conches o Goms. Al cabo de más de 2 horas desde el inicio llegamos al pueblo de Fiesch. Vamos a la oficina de turismo para pedir un folleto sobre las posibles excursiones en el glaciar Aletsch. Optamos por coger un teleférico que tiene salida en Fiesch. El trayecto hasta la estación intermedia de Kühboden (2214 m) transcurre por encima de un bosque de abetos y de una zona de rocas verdosas. El tiempo me tiene un poco mosqueado, porque a pesar del día tan soleado que hace, a esta altitud hay niebla. Al llegar a la estación intermedia cambiamos de teleférico, para llegar ya directamente a la estación superior (2869 m de altitud), que está junto al pico Eggishorn (2927 m).
Lo primero que veo al salir del teleférico son algunas cumbres del Valais que surgen entre las nubes. A continuación me giro y...... ahí está el glaciar del Aletsch. Lo que mis ojos ven es indescriptible. No tengo palabras. El corazón me late a 200 y me puedo desmayar . Una pista de 25 km de hielo que nace en el macizo de la Jungfrau a más de 4000 m de altitud y que está formado por 3 brazos que confluyen en la Plaza de la Concordia: un brazo que parte del pico Aletschhorn, otro del lado meridional del Mönch y del Jungfrau y el tercero del lado este del Mönch.
Junto a la estación terminal y al Eggishorn y hay un refugio alpino muy coqueto.
Como no tenemos suficiente con lo que hemos visto, vamos a descender por un sendero que nos llevará a pie del glaciar. La primera parte del descenso no es complicada, si bien el sendero zigzaguea por un terreno muy escarpado, con mucha piedra, y hay que ser cuidadoso para evitar tropezones. Más abajo la niebla amenaza con subir y aguarnos el día.
Continuamos bajando, la niebla se mantiene en su sitio afortunadamente. Giramos hacia la izquierda haciendo caso a las marcas blancas y rojas y a algún que otro panel informativo. Tras atravesar una zona de grandes rocas descubrimos una pequeña charca y a continuación de nuevo ante nuestros ojos el glaciar Aletsch y algunas pequeñas lagunas de desagüe.
Ya no nos queda nada para llegar a la pradera en la que están las lagunas y al fondo el glaciar, a cuyo pie se puede acercar uno sin ningún tipo de problema. La última laguna de desagüe está represada y es preciosa.
Llegamos a la pradera. Hay un refugio bastante concurrido al lado de la laguna grande. Mi amigo aprovecha para acercarse al pie del glaciar, mientras que yo investigo y pregunto por el camino que lleva hasta el mirador del glaciar. Una vez que regresa mi amigo nos vamos en búsqueda del mirador. El camino se va acercando poco a poco a media ladera hacia el glaciar, con una pequeña subida que es imperceptible. Nos encontramos de vez en cuando con alguna que otra vaca. Antes de llegar al mirador tenemos una visión espectacular y cercana del glaciar y de sus grietas.
Seguimos por el estrecho sendero y en unos minutos llegamos al mirador. ¡Qué gozada!. Según los datos el glaciar llega a tener un grosor de hasta 900 m cerca de la Plaza de la Concordia.
Con lo que aparece ante nuestros ojos no queda otro remedio que comer aquí . Cuando estamos en ello, se produce la anécdota del día o más bien la de todo el viaje. Escuchamos de pronto un fuerte estruendo que viene de arriba, miramos y vemos aparecer de la nada un avión militar (un caza) sobrevolando todo el glaciar (como si fuera a aterrizar en él) y desapareciendo por el otro extremo. Aparte de la sordera que me ocasiona me quedo atónito, pasmado, asombrado, incrédulo, etc...
A la vuelta, tenemos de frente en todo momento el Eggishorn, por cuya parte trasera hemos bajado hasta aquí, y las pequeñas lagunitas de desagüe en las que no me había fijado antes. Me encanta el color verde esmeralda de sus aguas. Cuando llegamos de nuevo al refugio tenemos tres opciones: volver hasta la estación superior (pero es todo en subida, así que descartado), volver a la estación intermedia de Kühboden por el camino largo (bordeando parte del glaciar) o bien por el camino corto. Como son más de las 3 de la tarde y no sabemos a ciencia cierta lo que tardaríamos en llegar a la estación, nos inclinamos por el camino corto. Por otro lado tampoco es cuestión de que se nos pasara el último teleférico y tuviéramos que bajar 1000 de desnivel hasta Fiesch.
Este camino corto tiene su gracia. El motivo por el que tiene menos duración que el otro itinerario es porque salva la montaña atravesando un túnel de 1 km de longitud, que por lo visto fue construido como vía de servicio para poder acceder a la laguna represada. En la foto se observa al pie de la montaña (a la derecha de la caseta) un agujero que no es ni más ni menos que la boca del túnel.
Aunque parezca sencillo, tampoco es moco de pavo atravesarlo, por el hecho de que no llevamos linterna. Durante los primeros metros no hay problema, entra suficiente luz del exterior. Pero poco a poco nos empezamos a quedar a oscuras, a pesar de que a tramos regulares hay un foco. El hecho de que sea miope no ayuda demasiado y al final hago uso del bastón que llevo para tantear el suelo, puesto que hay charcos y algún que otro hoyo y no es cuestión de terminar mordiendo la tierra. Aunque es interesante es una pena no ver nada de paisaje.
Al atravesar el túnel vamos pasamos por varias cabañas donde hay ovejas fundamentalmente, hasta que ya tenemos vista al valle de Goms con el pueblo de Fiesch al fondo y las montañas de los Alpes del Valais detrás.
Como hemos llegado con suficiente antelación a la estación de Kühboden (hasta nos hubiera dado tiempo a volver por el camino largo más bonito) nos vamos a la terraza a tomar algo y echar el resto de la tarde tomando el sol y disfrutando del valle de Goms. Un poco antes de las 6 nos bajamos ya en el teleférico hasta Fiesch y desde ahí de un tiron hasta Interlaken. Unas 2 horas de camino aproximadamente. Hoy ya es el último día que pasamos en esta ciudad. Como estamos ya un poco hartos de bocadillos nos vamos a cenar a una pizzería. Etapas 7 a 9, total 9
9º día del viaje, Sábado 17 de Septiembre. Ya sólo queda un día para regreasar a España. Hoy abandonamos Interlaken con destino a Friburgo y la decisión es totalmente acertada. Como señal de que el verano se acaba, el tiempo ha dado un giro radical de 180º. Si estos días pasados todo era sol y calorcito, hoy está lloviendo, hace frío, está nublado, las montañas apenas se ven por la niebla. Sí, se está acabando el viaje. Han sido unos días maravillosos en los Alpes, en los que hemos descubierto parajes de ensueño que han superado todas las expectativas que teníamos hace una semana. Ciertas cosas no te las puedes imaginar, hay que verlas y sentirlas.
A pesar de cierta tristeza que tengo, la jornada de hoy no es de relleno. Tenemos un día repleto de pueblos y ciudades de los cantones de Friburgo y de Vaud (cantón al que pertenece el lago Leman). La primera ciudad a la que nos vamos es Murten, pequeña localidad de 5000 habitantes junto al lago que lleva el mismo nombre. Está en el cantón de Friburgo y tan sólo nos lleva aproxmadamente una hora llegar allí. Paseamos por la Hauptgasse, la calle principal de la ciudad, con soportales y cuyas casas son bastante uniformes. Destaca en esta calle una de sus entradas, Berntor (Puerta de Berna), acabada con un precioso pináculo. Aunque lo que más me gusta de la localidad es su pequeño castillo, cuyo primer propietario es el duque de Saboya en el siglo XIII. Por desgracia hoy no está abierto el castillo y no podemos observar las vistas que hay dentro de él del lago Morat y de la cadena montañosa del Jura.
Desde Murten continuamos hacia el sur. Queremos ir al castillo de Chillon pero queremos parar a pasear un poco por la ciudad de Lausana. Tardamos 1 hora más o menos en llegar a la ciudad. Tenemos ciertos problemas para acceder a la ciudad porque no sabemos cuál es la entrada correcta, así que nos dejamos llevar, pasando por las calles que están permitidas y buscando indicadores de centro de ciudad. Finalmente terminamos en una zona que está a mitad de camino entre la ciudad vieja y el barrio de Ouchy (junto al lago Leman). El día está muy desapacible. Hace bastante frío, más que en Murten e Interlaken. Rápidamente, con ayuda del mapa que tenemos, nos vamos al casco antiguo de la ciudad vieja. Está como a unos 10 minutos. La primera impresión que tengo no es excesivamente buena, no sé si por el día tan malo que hace, por la prisa que llevamos (tenemos que estar en Friburgo antes de las 6 de la tarde) o porque encuentro las calles algo sucias y descuidadas (al margen del mercado que están quitando en estos momentos). El caso es que ya no veo la típica localidad suiza de aspecto coqueto. No obstante, sí que encuentro atractiva la catedral gótica de la ciudad, del siglo XIII. Y también las vistas que hay desde ella del lago Leman y de los Alpes al fondo. De hecho es la única panorámica que me gusta medianamente en la ciudad.
De Lausanne continuamos hacia Montreux bordeando el lago Leman, con una bonita vista de los Alpes. Nada más llegar a Montreux buscamos un restaurante para comer (no encontramos demasiados por la calle paralela al lago). En este pueblo cuesta un poco de trabajo entender los letreros y a la gente, ya que parece que no hablan otro idioma que no sea el francés. Finalmente terminamos comiendo en un antro un trozo de pizza grasienta.
Sin tiempo que perder nos vamos al castillo de Chillon. Está situado junto al lago Leman en un promontorio rocoso, con vistas panorámicas de la orilla francesa y de los Alpes. El castillo es originalmente del siglo IX, pero su aspecto actual data del siglo XIII. Foto de uno de los patios, con bajada a los subterráneos:
El castillo es conocido por el "Prisionero de Chillon", François de Bonivard, que quería introducir en la ciudad la Reforma, lo que molestó al duque de Saboya, que mandó arrestarlo y encerrarlo en los subterráneos del castillo, que llevan su nombre. En los subterráneos tampién se encuentran los calabozos.
Otras panorámicas del castillo:
Por último cogemos el coche para desplazarnos a Friburgo, donde vamos a estar alojados el último día el viaje. Llegamos en 45 minutos y vamos primeramente a saludar de nuevo a los familiares de mi amigo que viven en esa ciudad. Es una localidad no demasiado grande, de 30000 habitantes, que se encuentra sobre un promontorio rocoso. Paseamos primero por la Ciudad Alta, que es donde se encuentra el Hôtel de Ville (Ayuntamiento) y la Cathédrale St-Nicolas. Desde el puente de Zähringen se obtienen las mejores vistas de la Ciudad Vieja, abajo del todo, junto al río Sarine. Se puede ver el Pont de Berne, pintoresco puente de madera de 40 m sobre el río Sarine (qué pena que puedan circular los coches por él), la Tour des Chats (Torre de los Gatos), la Tour Rouge (Torre Roja) y las casas antiguas agrupadas en torno al río.
Tras la visita de la ciudad, tenemos que buscar el B&B en el que me voy a alojar esta noche. Está situado a las afueras de Friburgo y no es nada fácil de encontrar. Tenemos que buscar la carretera correcta varias veces, porque la dirección no está nada clara. Al final acabamos yendo por un camino en pleno campo dejando atrás varias granjas. Cuando ya parece que nos hemos perdido y que se nos va a hacer de noche, encontramos un señor granjero que pasaba por allí y le preguntamos. El hombre no sabe hablar inglés, alemán aún menos (estamos en un cantón de habla francesa), y gracias a que me acuerdo de cómo se dicen los números en francés le consigo explicar la dirección que estamos buscando. No íbamos desencaminados, nos hemos pasado el B&B por un poco. Éste resulta ser una granja. La dueña es una mujer muy simpática, pero al igual que el hombre al que le habíamos preguntado la dirección, sólo habla francés correctamente y el inglés y el alemán parece que un poco, así que no nos enteramos mutuamente de lo que hablamos (mi inglés no pasa por sus mejores momentos, no tengo idea alguna de francés y apenas hablo alemán). La mujer me explica cómo tengo que hacer para cerrar la puerta exterior de la casa cuando vuelva por la noche. No podía tener un cierre normal, no, tenía que tener un mecanismo enrevesado. Como no comprendo sus explicaciones y tampoco me entero mucho de la demostración que me hace de cómo cerrar la puerta, creo que me deja por imposible. Después de descansar un rato y arreglarme (el B&B está genial, sólo tiene algún inquilino indeseable, pero es normal en el campo), vienen a recogerme para cenar. Los familiares de mi amigo me han invitado. Menos mal que ya nos sabemos el camino y no nos perdemos. La cena está deliciosa, preparan una raclette de queso: patatas asadas con queso fundido y tomate. Contamos todas nuestras anécdotas durante toda la semana, que han sido unas cuantas, y comentamos los sitios que hemos visto, los que mas nos han gustado, etc... En resumen, una velada de lo más entretenida. Por último las despedidas y me llevan de nuevo al B&B. Por suerte no me lleva mucho trastear con la cerradura para abrirla, con lo que no tengo que dormir al raso, y hasta consigo cerrar correctamente la puerta como me había explicado la señora, jajajaja. El viaje por Suiza definitivamente se acaba. Sólo nos queda el regreso a Madrid. Al día siguiente salimos de Friburgo a media mañana con destino al aeropuerto de Basilea, donde en primer lugar dejamos el coche de alquiler. El tener un todoterreno al final no ha sido tan ventajoso como inicialmente pensábamos, ya que hemos tenido que pasar demasiadas veces por la gasolinera. El vuelo sale a primera hora de la tarde, con Easyjet. En esta ocasión no disfruto como en el trayecto de ida, porque me van molestando los oídos todo el rato. Se ve que cogí algo de frío el día anterior. Hay momentos en los que me entran sudores del nerviosismo que me entra. Finalmente, al cabo de casi 2 horas aterrizamos en Barajas, yo con una evidente sordera en el oído izquierdo, que me duraría 2 días más. En cualquier caso, estoy feliz de haber viajado a Suiza. Era uno de mis destinos soñados y haber podido ir y disfrutar de esos paisajes ha sido de nota. Sé que tarde o temprano volveré para conocer otras regiones del país o quizás para pasearme de nuevo por el glaciar más grande de Europa. Pero eso ya es otra historia. Etapas 7 a 9, total 9
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