Transmongoliano ✏️ Blogs de RusiaMi Luna de Miel sobre raíles.Autor: Aderyn Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.8 (5 Votos) Índice del Diario: Transmongoliano
01: Planificando el viaje
02: Presupuesto aproximado
03: Día 1: Moscú
04: Día 2: el primer tren. Camino de Ekaterimburgo
05: Día 3: Llegamos a Ekaterimburgo
06: Día 4: Ekaterimburgo
07: Días 5 y 6: Camino de Irkutsk
08: Día 7: Llegada a Irkutsk y Litsvyanka
09: Día 8: Litsvyanka
10: Día 9: Irkutsk y tren rumbo a Mongolia
11: Día 10: El paso de la frontera Ruso-Mongola
12: Día 11: Tour 1
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Etapas 7 a 9, total 23
Gracias a que nuestro hotel estaba justo enfrente de la estación, pudimos tener tiempo de desayunar. El siguiente tren, con destino Irkutsk, salía a las 9’34 hora de Moscú, es decir, las 11’34 hora de Ekaterimburgo.
Como ya sabíamos que la hoja impresa valía directamente para entrar al tren, íbamos más tranquilos que la primera vez. También conocíamos ya la estación, del día que llegamos a Ekaterimburgo. Aún así fuimos con tiempo, pero el tren tardó bastante en abrir las puertas y dejar subir a la gente. Al llegara la puerte de nuestro vagón nos esperaba un “provodnitso” en esta ocasión. Al tenderle nuestra hoja con los pasaportes nos miró bastante mal y se puso a gritarnos algo en ruso . Yo intentaba explicarle que “in moscova biliet ok” pero no nos escuchaba, sólo gritaba y nos señalaba hacia la estación diciendo “kasso”. Entendimos que nos mandaba a las cajas a canjear la hoja por los billetes; quedaba poco menos de ½ hora para que saliera el tren… momentos de tensión… Cargados con los macutos echamos a correr por el andén; cuando llegamos a las cajas de la estación, había unas colas de gente de impresión … Me daba una vergüenza tremenda, pero, o nos colábamos, o perdíamos el tren. De repente vimos a una empleada de la estación, con un chaleco de la rzd y una chapita con su nombre; le enseñamos la hoja y le tratamos de explicar que necesitábamos los “biliet”. Tranquilamente, se acercó a una de las múltiples máquinas rotuladas “rzd” con pinta de cajero automático (que habíamos visto tanto en la estación de Moscú como en esta, sin saber qué eran), pasó el código de barras por el lector, tecleó el número de uno de nuestros pasaportes en la casilla correspondiente y “voilá”, ¡se imprimieron nuetros billetes!, que salieron por una ranura… La mujer se reía cuando no hacíamos más que decirle millones de veces “spasiba”, “very spasiba”, “spasiba a lot”… Mientras nos sacaba los billetes, me dio tiempo a ver que la maquinita permite elegir el idioma: ruso o inglés… para el próximo transmongoliano, ya lo sabemos. Volvimos corriendo al andén agitando los billetes y diciéndole al “provodnitso”: “¡biliet, biliet!”, nos sonrió y, tras comprobar los pasaportes, nos dejó subir . En ese momento respiramos tranquilos. Nunca entenderé por qué en Moscú nos dejaron subir sólo con la hojita y en Ekaterimburgo no. Nuevamente nuestro compartimento doble: esta vez por más tiempo, unas 55 horas; dos noches y un día completo. Y la vida en el tren, tranquila: mirar el paisaje, bajar en las paradas (una de las veces compramos una especie de “bollo-pan” relleno de verduras, como si fuera un rollito de primavera, muy rico), descansar, tomar cervecita en el PECTOPAH, jugar a las cartas, leer, charlar, pensar, ver alguna peli en el iPod, dormir muchísimo … incluso estuve viendo “Master and Commander” en la tele de nuestro compartimento, en ruso, claro. Aunque no lo parezca, de verdad que no se hace pesado para nada. El listillo de nuestro “provodnitso” se cobró su propina: al ir a cargar el móvil vimos que no teníamos electricidad en el enchufe y fuimos a decírselo, y nos dijo, escribiéndolo en un papel, que eran 110 rublos… ¡qué listo! Claro, se te queda cara de idiota y me gustaría poder haberle dicho que dónde pone que haya que pagar por la electricidad… pero bueno, le pagas y encima, sonríes… Por la noche, intentábamos dormirnos pronto, porque las horas se iban sumando. Irkutsk son 5 horas más que Moscú y 7 más que Madrid; es decir, que cuando en Madrid eran las 5 de la tarde, en Irkusk las 12 de la noche… pero claro, no había manera, así que nos dormíamos tarde, y nos levantábamos tarde. Aún así, como vas poco a poco, parando en las ciudades, no es muy difícil ni traumático el ir cambiando el ritmo. Etapas 7 a 9, total 23
Podría haber titulado esta etapa “el día que vi pasar la vida ante mis ojos”… ahora explicaré por qué.
Llegaríamos a Irkutsk a las 8 de la tarde, hora local, y teníamos que coger un autobús hacia Litsvyanka. La estación de autobuses está justo en el lado opuesto de la ciudad y no sabíamos si nos daría tiempo a llegar; así que decidimos que cogeríamos un taxi desde la estación de tren hasta la de autobús, para tardar lo menos posible, y si se había ido el último autobús, pues cogeríamos un taxi hacia Litsvyanka. El tren, como siempre, llegó puntual. A la salida de la estación había un bullicio tremendo de gente y coches en una gran explanada tipo parking pero llena de baches y agua porque había estado lloviendo. Los taxistas piratas se nos acercaban y nosotros preguntamos precio para ir a la estación de autobuses: /aftabaksál/ (de nuevo, pronuciación made in yo misma). Al segundo que preguntamos, nos dijo lo mismo: 300 rublos; así que pensamos que era un precio establecido. Como tenía cartelito de taxi en el techo del coche, pensamos que sería legal, pero claro, luego no tenía taxímetro ni nada. Cuando salimos del caos de coches de la estación, el chico paró y nos empezó a hablar en ruso; al cabo de un rato entendimos que nos preguntaba que después de la estación de autobuses, a dónde íbamos, y le dijimos que a Litsvyanka. Después de otra parrafada, entendimos que se ofrecía a llevarnos. Le preguntamos que cuánto y nos apuntó en una calculadora 1500. La cuestión es que sólo llevábamos encima 1000 rublos y algunas monedas, teníamos intención de cambiar o sacar de un cajero más tarde, así que no teníamos tanto. Medio en español-inglés-gestos-ruso (podéis imaginaros lo surrealista de la conversación, donde nadie entendía a nadie); le dimos a entender que era muy caro y que no podíamos pagar tanto. Usando el librito de conversación le dijimos que “/niet diéngui/” (“no dinero”), que nos llevara a la estación de autobuses. Él seguía hablando. Nosotros pensamos que total, ya estábamos en el taxi, el tío nos llevaba y era más cómodo que andar buscando un bus que a lo mejor ya había salido. Le pusimos en la calculadora 1000 y al final aceptó (¿300 rublos por llevarnos a la otra punta de la ciudad y 1000 por llevarnos a 63kms? Nosotros tampoco lo entendimos ). Nos dijo que le diéramos el dinero, y nosotros que “/diéngui in Litsvyanka/”. Y parece que aceptó porque arrancó y atravesó la ciudad.. A mí estas cosas me dan siempre un poco de miedo; pero íbamos mirando el plano de la ciudad en la guía, y mi marido que se orienta muy bien, me dijo que íbamos en la dirección correcta. Luego salimos a una carretera y ya vimos carteles que indicaban “Litsvyanka”, así que me relajé un poco, aunque no me duró mucho. La circulación por la ciudad no nos sorprendió mucho, después de haber visitado en otras ocasiones los Balcanes y Rumanía: saltarse semáforos, colarse por sitios imposibles entre otros coches, adelantar por la derecha, no respetar las prioridades… Lo “gracioso” y el borde del infarto vino después en la carretera. El taxi era un cochecito pequeño y muy antiguo, tipo “yugo” yugoslavo o así, con poca potencia de motor. Una curiosidad es que el volante estaba a la derecha, a pesar de que en Rusia se circula por la derecha también; no sé por qué, porque en Mongolia pasaba lo mismo: muchos coches con el volante a la derecha. Suponíamos que eran coches japoneses importados. Ya he comentado que había llovido y el firme estaba mojado, por lo cual es más peligroso. Bueno, nuestro conductor suicida cogió la carretera y esos 63 kms de distancia hasta Litsvyanka se me hicieron eternos y mi vida pasó ante mis ojos, como he comentado: adelantamientos en línea continua, en curvas, en las cuestas abajo aceleraba a tope porque si no, luego las cuestas arriba no las subía, y nos llegamos a poner a más de 120 por hora ; una de esas pendientes acababa en curva hacia la derecha por lo que, con la inercia, invadimos totalmente el carril contrario, en línea continua y sin visibilidad por si venía alguien de frente; con la inercia también, cuando alcanzábamos el “valle” de la carretera, el coche botaba y oíamos unos chirridos que no sé si eran los bajos pegando contra el asfalto o la llanta aplastando la goma de la rueda, lo que podía provocar un reventón… yo me agarraba a la rodilla de mi marido y al sujetamanos que hay sobre las ventanillas traseras con todas mis fuerzas… vamos, que vivimos una experiencia religiosa. Encima, Litsvyanka nos recibió con una espesa niebla, supongo que debido al lago Baikal, y no se veía nada. Menos mal que ya estábamos allí y el tío redujo, por fin, la velocidad. Antes de bajarnos del coche, nos pidió el dinero. Le di el billete de 1000 rublos y parece que se quedó satisfecho. Con el corazón todavía acelerado, bajamos del taxi. ¡Menuda experiencia! Litsvyanka es un pueblecito a orillas del lago; tiene una acera a lo largo de la carretera junto al lago, y las casas de madera se disponen en calles sin asfaltar perpendiculares a ésta. Nos costó encontrar la calle del hotel, porque no están bien indicados los nombres; nos ayudaron un poco los planos de las guías. Cuando por fin llegamos, el segundo infarto de la tarde: llamamos al telefonillo del número 24 que se supone que es donde está “Deviaty Val Inn”, el alojamiento que habíamos reservado a través de la web Baikal Nature. Nos contesta una mujer y yo le digo en inglés que tenemos una reserva. La voz contesta claramente: “Go Home!” Nos quedamos boquiabiertos. Volvemos a llamar al timbre y repetimos lo de la reserva y la misma voz: “Baikal Nature?” y yo “yes” y la voz: “Go Home!” Yo estaba a punto de llorar ; eran más de las 9 de la noche, lloviznaba, allí no se veía ni un alma… Parecía que la puerta se había abierto; empujamos y en la puerta de la casa vemos una señora rubia sonriente, haciendo un gesto con la mano de que entráramos y repetía “Go Home, Go Home”… vamos, que nos quería decir “id hacia la casa” …. Respiramos tranquilos por el malentendido, y hasta nos hizo gracia. El hotel es una casa de madera, y nuestra habitación, con baño, daba a una especie de porchecito-balcón muy majo desde el que se veía el lago a lo lejos. La cama un poco dura, y la tele, en blanco y negro donde sólo se veía un canal con interferencias, ruso, claro; pero muy acogedor y la dueña, muy maja. Tras dejar las cosas bajamos a dar una vuelta. El pueblo se compone de unos cuantos quioscos de información turística donde se contratan excursiones por el lago, algunas tiendecillas y restaurantes. Ingénuos, intentábamos buscar un cajero para sacar dinero, pero no había. Por suerte, en una de las tiendas se podía pagar con tarjeta así que compramos unas cervecitas, patatas y tabaco para montarnos nuestra particular y agradable velada en el porche de la habitación del hotel. Etapas 7 a 9, total 23
El desayuno del Deviaty Val Inn no está mal aunque no es buffé, sino que te lo sirven en la mesa: pan de molde con mantequilla y mermelada, huevos revueltos, salchichas, café, té. La señora que nos sirvió, Irina, un encanto también. En inglés nos preguntó que qué tal habíamos dormido; fue muy amable.
Este día o pasaríamos viendo Litsvyanka y sus alrededores. Decidimos que, como al día siguiente teníamos que volver a Irkutsk, en lugar de hacer una excursión por el lago, cogeríamos el barco que lleva a la ciudad, que creo recordar que pasaba a las 2 de la tarde. Lo primero de todo era conseguir dinero. En una de las oficinas de turismo nos dijeron que en correos "Почта" o en el hotel Baikal; como correos nos pillaba cerca, fuimos allí. Te cobran bastante comisión, pero como era nuestra única opción, pues nada. Estuvimos dando una vuelta por el pueblo, viendo las casitas de madera y la pequeña iglesia de San Nicolás; y también nos acercamos al “Retro Park”: una exposición de figuras hechas con trozos de coches y motos, a modo de “reciclaje artístico”; no había nadie y cobraban entrada, aunque era muy barato, con lo que se veía desde la puerta nos bastó. Yo quería ir a una colina desde la que se decía que había unas bonitas vistas, junto con un montón de lazos atados en la barandilla y los árboles colindantes, siguiendo la tradición chamanística. Nos pusimos a caminar siguiendo la carretera de Irkutsk, saliendo de Litsvyanka; primero llegamos al Museo Baikal y dimos un paseo por unas pasarelas de madera que hay junto a él en mitad del bosque, a modo de “recorrido botánico” para ver las especies vegetales, pero eso no era lo que yo buscaba; seguimos caminando por la carretera hasta que llegamos al hotel Baikal que está en una curva, y desde allí empezamos a subir a la colina. La verdad es que andábamos bastante perdidos, una parejita de polacos que iban al mismo sitio nos dijeron que habían preguntado y que era por ese camino. Llegamos a lo que en invierno es una estación de esquí, pero que tenía el telesilla funcionando para subir a lo alto de la colina. Cogimos billetes de ida y vuelta y subimos y ya arriba vimos un cartel de “vista panorámica” y por fin habíamos llegado a nuestro destino. La verdad es que hay unas preciosas vistas del lago Baikal desde allí y, efectivamente, había muchos lazos atados a la barandilla y a los árboles. Bueno, lazos, trozos de bolsas de plástico... Yo corté una de mis gomas del pelo y la até en uno de los árboles también, para participar de la tradición. Antes de bajar, nos tomamos unos helados en una terracita que hay junto al telesilla. De vuelta a Litsvyanka, dimos una vuelta por el mercadillo que ponen junto al puerto y luego nos sentamos en una terraza a tomar unos pinchos morunos con una cerveza. Estuvimos paseando un poco más calle arriba y abajo (porque la verdad no hay mucho que hacer) y terminamos cenando en un restaurantito de nuevo los pelmeni, aunque esta vez en sopa, con su correspondiente pelota de crema agria y su eneldo espolvoreado, y unas ensaladas. [img] Uploaded with ImageShack.us[/img] En mi opinión, la estancia en el Lago Baikal merece la pena si vas a la isla Orkhon, que dicen que es muy bonita, o si haces un crucerito por el lago. Si no, creo que la visita de un día desde Irkutsk para ver Litsvyanka y si acaso hacer una excursión en barco de 1 hora (que te las ofrecen en el puerto) es más que suficiente; a nosotros tal vez nos sobró tiempo, aunque lo aprovechamos para descansar y no hacer nada. Etapas 7 a 9, total 23
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