RUTAS EN MENTE · Vega de Urriellu (PN Picos de Europa)
· Cogollu Cebolleu y Braña de La Pornacal (PN Somiedo-> Camín Real de la Mesa)
· Mocoso y Penouta (PN Somiedo-> Camín Real de la Mesa)
· Maravio y Caldoveiru (PN Ubiñas-> Camín Real de la Mesa)
· Senda Verde del Agua (Avilés)
· Gamoniteiru y Xistras (Sª Aramo-> Montaña Central)
· Tabayón del Mongallu (PN Redes-> Valle del Nalón)
· Peña Mea por Laviana (Valle del Nalón)
· Peñalichar, Fontanielles y Maladín (Sª Sueve-> Oriente)
· Camín Encantau (Oriente)
· San Juan de la Arena-Munielles (Senda Costera, Soto del Barco-Castrillón)
· Arnao-San Juan de Nieva (Senda Costera, Castrillón-Avilés)
· Grado-Salas (Camino Primitivo)
Y si quereis recomendarme alguna ruta o zona, os lo agradecería mucho.
11 de julio y un sol de justicia sobre Asturias, nos vamos unas parejas a pasar un par de noches en Cangas de Onís y conocer a fondo la parte más oriental de Asturias. Nos alojaremos en Cangas de Onís, que tiene buenos alojamientos y cierto ambiente nocturno, lo que se agradece. El hotel elegido es el Hotel Granda (****), con buen precio y unas habitaciones excelentes, desde el que ir al centro es un paseo de 5 minutos.
Día 1: Jueves 11/07/13- El increible Sueve
Nos ponemos en camino a esto de las 10 de la mañana desde Oviedo, con la intención de ir a Tazones, comer en el Mirador del Fito saltándonos Lastres (ya lo visitamos hace no mucho), dejar las cosas y reposar un poco en el hotel y ver algo de la costa de Llanes por la tarde, para cenar por allí. Sin embargo las cosas no fueron del todo así, y el recorrido finalmente se quedó truncado en el reposo de después de comer.
La primera parada fue improvisada, al ir camino de Tazones vimos un cartel hacia El Puntal que nos atrajo, y allí paramos a tomar un café y a hacer unas fotos de la Ría de Villaviciosa, nos decepcionó un poco porque no se veía mucho desde allí. Había una caseta donde alquilar kayaks y barcas para pasear por la ría, pero no teníamos tiempo para interesarnos, quizá hubiera estado bien.
Tras salir del Puntal nos dirigimos a Tazones, una villa marinera del estilo de Lastres o Cudillero y menos masificada por el turismo. Hay un aparcamiento gratuito enorme a la entrada de la población, desde el que se baja al puerto en 2 minutos (es pequeño este pueblito) Nada más ponernos en camino nos encontramos con unas escaleras que dan acceso a un puente que cruza un riachuelo, lo cual es bastante pintoresco y bonito.
Tras las rigurosas fotos, nos vamos hacia el puerto bajando por la calle principal, bastante cuidada. Nos encontramos con una casa recubierta de conchas y con un plato para dejar un donativo por la bonita fotografía que se puede tomar.
Tras parar ahí, bajamos al puerto propiamente dicho, que tiene un camino en el que están rulas y cocederos de marisco. Al final del mismo llegamos a un espigón desde el que se tiene una vista preciosa de esta villa marinera y de su puerto, sentarse unos minutos tranquilamente en un sitio así no tiene precio, y acompañado de unas pipas te hace olvidarte de todo.
Abandonamos Tazones y vamos hasta Colunga, de donde parte la carretera a Arriondas, en mitad de la cual está el Mirador del Fito, otro de los objetivos del día. Pasamos por delante del MUJA (Museo del Jurásico), una visita que recomiendo pero que hicimos varias veces con la famila y el colegio así que decidimos no parar. A mitad de subida vimos un cartel que indicaba el Centro de Interpretación de la Sierra del Sueve, y hacia allí que fuimos. Solo por el aparcamiento mereció la pena desviarnos, no por el aparcamiento en sí, pero había unas vistas magníficas. He de aclarar que la Sierra del Sueve es una sierra litoral asturiana muy cercana al mar y que en apenas 6 kilómetros sube casi 1000 metros, dejando un paisaje precioso. Desde el aparcamiento se tenía una vista preciosa de las montañas y de la iglesia de Cobiendes, un bonito pueblo. Entramos al centro, donde hay que pagar 1€ por persona y que es gratuito con entrada del MUJA y donde ofertan numerosas rutas de senderismo o en bicicleta que prometían ser interesantes; dentro hay paneles sobre la fauna y flora del Sueve, un documental, un jardín muy bien cuidado y un mirador con unas increibles vistas y un banco donde tomarse unos minutos observando el paisaje. Muy interesante la visita
Subimos un poco más y llegamos al Mirador del Fito, hay un área recreativa unos metros más abajo del mirador, vacía, pero pega el sol desde arriba y se está incómodo, lo mejor subir hasta el bosquecillo que hay en el mirador y se come tranquilamente (nosotros comimos abajo al solazo, casi nos da algo cuando vimos sombras a 500 metros) con el mirador en lo alto. Desde cualquiera de los dos sitios se tiene una vista preciosa de las montañas y del mar cerca pero muy abajo, es increible. Además, ese día había bruma luego el efecto era mucho más impresionante. Visita obligada si venis a Asturias.
Bajamos del Fito y cruzamos Arriondas para llegar al hotel, en Cangas de Onís. Pasamos mucho calor en el Fito y necesitábamos una ducha para volver a ponernos a funcionar. Pero tras la ducha nos quedamos dormidos y al despertarnos al final de la tarde no quedaba tiempo para nada, así que fuimos a cenar al centro de Cangas, tomamos algo en una de las terrazas y a la cama a descansar.
Día 2: Viernes 12/07/13- De los Picos a la playa, pasando por el arte rupestre
Otro día soleado y muy caluroso. El plan para hoy era madrugar e ir a visitar Covadonga y si se podía subir los Lagos; posteriormente coger la carretera Cangas de Onis-Panes y parar en algún pueblito. Comer unos bocadillos y tirar hacia la costa más oriental, ya que a las 4 teníamos visita concertada en las Cuevas del Pindal; para posteriormente ver algo de la costa de Llanes y cenar allí. Hoy respetamos la mayoría de lo planeado.
Salimos pronto del hotel y ponemos rumbo directamente hacia Covadonga, al llegar a la rotonda donde puedes ir a la basílica y a la cueva o a los Lagos vemos que hay acceso, así que subimos el puerto sin apenas tráfico (tan pronto estaba practicamente vacío) y aparcamos en el Lago Ercina (el de arriba), cuyo aparcamiento estaba lleno a la mitad de su capacidad. Es el lugar más turístico de Asturias, y lo es por algo. Ya en la subida se aprecia la belleza, pero al llegar nos encontramos con un paisaje increible. Un lago enclavado en una hondonada del terreno y sin que llegue agua de ningún río (son de origen glaciar) y tras él una serie de montañas en niveles según alturas, en las de más al fondo se veía bastante nieve pese a estar en pleno mes de julio. Pero bueno, que una imagen vale más que mil palabras.
Además, todo el entorno de los lagos está rodeado por vacas, para nosotros es algo habitual ya que las vemos practicamente todos los días, pero los demás turistas de otros puntos de España se detenían a hacerles fotos y se les veía ilusionados. Os dejo un par de fotos que tomamos.
Abandonamos el Lago Ercina para ir al Enol, pero era imposible acercarse y hacer fotos, empezamos la bajada con más calma y nos detuvimos en el Mirador de la Reina, desde se ve un paisaje bastante típico de postal y donde nos hicimos unas cuantas fotos.
Llegamos a la basílica con 34º y a pleno sol, algo totalmente increible para Asturias. Había muchos grupos de chavales de nuestra edad guiados por curas, se ve que es un destino frecuente para comunidades religiosas, parecían madrileños por su acento. Al lado de la basílica, se encuentra una estatua de Don Pelayo
Tras intentar entrar infructuosamente a la basílica (durante las misas no se puede acceder al interior) nos fuimos a la cueva donde está la Santina y la presunta tumba de Pelayo (aunque esto no es así). Decir que para los asturianos este es nuestro sitio más especial, donde según la leyenda Don Pelayo derrotó a los musulmanes en el año 722 y se dio comienzo a la Reconquista; de aquí viene la frase "Asturias es España y lo demás tierra conquistada" que tanto nos gusta decir. Sin embargo, y pese a estar en sombra, la cola era enorme y llegaba hasta la entrada de la cueva, haciendo pronosticar más de una hora de cola, así que pospusimos la visita a la Santina para otro día en invierno cuando no haya apenas gente. Bajamos a la fuente, donde supuestamente fueron masacrados los árabes, y tiramos la típica moneda para que se cumpla un deseo. La pequeña fuente que se ve al fondo es la de los siete caños, se supone que si bebes siete sorbos del agua que sale por ella (está contaminada, baja de la montaña y las vacas hacen sus necesidades en ella) te casas ese año; logicamente no decidimos tentar a la suerte y nos conformamos con acercarnos a hacer fotos.
Entre una cosa y otra nos dieron la una menos cuarto, así que pusimos rumbo a Panes por la carretera, con dos tramos bien diferenciados: Cangas de Onis-Arenas de Cabrales, con multitud de pueblos, alguno de ellos grandes y el mirador del Naranjo de Bulnes; y el Arenas de Cabrales-Panes, que discurre a la vera del Río Cares y entre un paisaje totalmente espectacular de montañas. Ambos miden unos 20 kilómetros. Paramos en Arenas a comprar pan y no vimos gran cosa. La sorpresa llegó cuando paramos a comer en unas mesas que había antes de llegar a Panes, a la vera del Cares, nada más bajarnos del coche quedamos alucinados por la grandeza del paisaje. Completamente rodeados de montañas y viendo un poco el río abajo, fue totalmente increible.
Salimos apurados hacia Panesy no miramos el reloj al llegar a la localidad, pero al salir de ella sin siquiera parar nos dimos cuenta que teníamos unos 20-25 minutos de adelanto para llegar con tiempo al Pindal. A la salida en dirección a Unquera vimos un cartel que indicaba una ermita del siglo XIV, y nos metimos hacía allí sin pensar. Dimos con ella sin apenas dificultad, se llama Capilla Espioña y está en Cimiano (pueblo al lado de Panes). Es una ermita en un valle, la iglesia en sí es bonita, pero el marco natural es increible, buen descubrimiento hicimos.
Tras esto salimos de Asturias brevemente para recorrer unos 5 kilómetros por Cantabria, parando a tomar unos refrescos y haciendonos una foto de grupo, nos hacía ilusión eso de parar en la tierra conquistada. Justo antes de entrar al pueblo de Unquera tomamos una carretera comarcal a Colombres, y de ahí fuimos a las Cuevas del Pindal. El coche se deja arriba y hay que bajar un sendero hasta llegar a la entrada a la cueva, en la que no se permiten tomar fotos. No bajamos la cámara, y había un acantilado precioso a la entrada de la cueva, una pena no tener fotos más que las de baja calidad del movil.
Entramos a la cueva (3,10€ de entrada) y estábamos nosotros solos, quedándose la guía totalmente sorprendida al ver que el único grupo era de chavales. Al ser tan pocos la visita fue muy personalizada, pudiendo preguntar todas nuestras dudas a las explicaciones de la chica. Una visita muy recomendable en la que aprendimos bastante acerca de los que nos precedieron y donde resolvimos dudas de forma sorprendente, por ejemplo, la guía nos respondió a la función de las pinturas que no es religiosa como se suele contar, si no que son jeroglíficos sin descifrar que cuentan historias. Si estais por cerca id, merece mucho la pena ir a ver arte rupestre sin estar masificado.
Al subir hacia la general se pasa por el pueblo de Pimiango, y a la ida entre el pueblo y las cuevas no habíamos parado en un mirador por falta de tiempo, ahora lo hicimos y hay una perspectiva preciosa de la costa asturiana desde él, además de que estaba practicamente vacío.
Eran las 5 de la tarde y nos sentíamos realmente cansados, no llevamos bien lo de madrugar y además parece que no pero ver cosas y conducir cansa; así que decidimos abortar el plan de cenar en Llanes y decidimos visitar un par de playas (las dos que más nos llamaron la atención de lo que habíamos buscado) e ir a relajarnos al hotel, para cenar en Cangas. Nos pusimos rumbo a Gulpiyuri, una playa interior muy curioso, puesto que tiene arena y cuando la marea está alta entra agua del mar al interior atravesando unos acantilados. Está mal señalizada pero bueno, os indico como llegar (Salimos de la autopista para ir a Naves -veníamos de Llanes- y al llegar arriba del carril de deceleración sale un camino a la derecha, te metes por ahí y ya ves coches aparcados y lo dejas donde puedas) La playa estaba con la mitad agua y mitad arena y había bastante gente. Si subes a un acantilado tras la playa ves el mar abierto, es espectacular.
Siguiendo hacia Ribadesella (donde se deja la autopista para ir a Cangas) paramos en la Playa de Guadamía, en la localidad de Llames y desde la que se va a los Bufones de Llames. En principio teníamos pensado solo aparcar ahí para caminar 500 metros hasta los bufones, pero el mar estaba totalmente calmado así que poco atractivo tenían los bufones. Sin embargo, nos encontramos con el Río Guadamía que desemboca entre pequeños acantilados en el mar y que tiene un azul turquesa que recuerda a las playas caribeñas de postal. Una playa preciosa que vimos totalmente por casualidad, mereció la pena.
Tras esto enfilamos al hotel, y fuimos a cenar a Cangas, la cena otro acierto, no recuerdo el nombre del bar pero por 10€ hacían unos menus de chuparse los dedos con bebida incluido. Otro minipunto para nosotros.
Día 3: Sábado 13/07/13- Cangas de Onis y Ribadesella
Último día de nuestra escapada, nuestros planes eran visitar Cangas de Onís, Arriondas, Cofiño (tiene una iglesia románica bastante maja), Ribadesella y Lastres. Sin embargo, no oimos el despertador ninguno de nosotros y tuvimos que acortar bastante:
Salimos caminando del hotel, no habíamos visto nada de Cangas de Onís. A la entrada nos paramos delante del puente romano a hacer las típicas fotos. Comentar que el puente no es romano, que es de la Alta Edad Media, pero que se llama así por la forma, asemejándose mucho a los típicos puentes romanos. Es espectacular de noche, se enciende y es algo especial, pero ninguna de las noches bajamos la cámara. Por debajo pasa el Río Sella que baja con mucha fuerza de las montañas.
Nos entretuvimos comprando la comida y algún recuerdo para familiares y amigos. Tras esto ponemos rumbo a Cofiño, para llegar se coge la carretera del Fito. Vemos la iglesia románica unos metros más abajo de la carretera que transcurre por el pueblo, pero no vemos donde aparcar ni ninguna carretera que baje, así que seguimos circulando hasta que damos la vuelta completa al valle en que se enmarca con impresionantes paisajes pero sin ver nuestro objetivo. Comemos en un banco a la sombra sin más que reseñar y ponemos rumbo por una carretera secundaria (la que va a la vera del Sella la recorrimos el día anterior) a Ribadesella, logramos aparcar al lado del puente de las piraguas y nos interesamos por una caseta donde alquilan barcas a pedales por un módico precio (15€ pareja/hora) para recorrer la desembocadura del Sella desde el agua. Hablamos con el que lo atiende y nos comenta que es mejor esperar una hora a que suba algo más la marea y haya más agua. Callejeamos un poco y cruzamos el puente para hacernos unas fotos.
Al volver, vemos que se acercan peligrosamente nubes de tormenta, así que le comentamos al chico de las barcas que volveremos otro día con mejor tiempo, y eso haremos. Tras esto, cada uno a su casa con la sensación de haber pasado tres días fantásticos conociendo nuestra tierra, y con ganas de seguir conociendo rincones, así que os aceptamos peticiones y recomendaciones.
Al llegar de Cantabria ya teníamos claro que el eje de la siguiente excursión sería visitar el Castro de Coaña, así que ayer (24 de julio) nos lanzábamos hacia Occidente. La idea primitiva era visitar el castro y Os Teixois (Taramundi), pero había demasiado coche, así que decidimos visitar los puertos de alrededor de Coaña (Ribadeo, Castropol, Tapia, Viavélez, Ortigueira y Puerto de Vega). Sobre el terreno hubo alguna modificación, pero más o menos seguimos la hoja de ruta:
Partimos de Avilés, esta vez solo fui con mi novia, para ir al primer destino del día, el Castro de Coaña (miércoles entrada gratuita, de jueves a domingo 3€) Para quien no lo sepa, un castro es un poblado fortificado celta (pueblo prerromano), los celtas solo vivían en la esquina noroeste de la Península Ibérica y estaban muy aislados del resto de la península por las dificultades orográficas. Así, aquí no llegó apenas nada de las culturas griega, fenicia o cartaginesa que si que estaban presentes en el Mediterráneo y, en menor medida, la Meseta; sin embargo sí que hubo contactos con las tribus indoeuropeas. Los castros acogían a tribus celtas autosuficientes, que tenían luchas entre ellas y por eso vivían en colinas donde tuvieran un amplio campo de visión, rehusando de la comodidad de las llanuras. Estos castros seguían poblados durante la época romana, aunque los celtas fueron poco a poco incorporándose a la vida urbana, hasta que en el siglo IV y con la gran inseguridad que había en el Imperio cuando volvieron a ser poblados por familias que vivían en las ciudades con miedo. En Asturias es en el Parque Histórico del Navia donde más castros se conservan.
En lo que es la visita, llegamos al centro de interpretación (es donde se aparca y sacan las entradas, aunque sea gratuito hay que recogerlas) y nos topamos con una Oficina de Información del Parque Histórico del Navia, donde fuimos atendidos muy amablemente por una chica que nos dio un mapa bastante grande de la comarca y nos explicó que está dividido en 3 temas (los primeros pobladores -castros-, los señores de las casas-palacio e historias del mar), en el mapa estaban indicados los principales sitios a visitar de cada uno de los temas (más de 60 en total), a lo largo del día vimos como están perfectamente indicados desde la carretera y que cada uno de ellos tiene un panel explicativo muy conciso que ayuda mucho a la hora de cualquier visita. Además nos recomendó visitar varios monumentos y museos en el interior y unas antiguas minas romanas de oro cerca de la costa, dándonos el número donde hacer la reserva. En la web, aparece todo perfectamente explicado, echarle un vistazo si pensais venir a Asturias porque hay cosas que merecen la pena: www.parquehistorico.org/
Tras esto entramos al Centro de Interpretación, donde se encontraban diversos paneles acerca de la vida en los castros, las guerras astur-cántabras (resistencia contra los romanos), los soldados astures, la romanización y las minas de oro romanas; bastante interesante. Tras esta visita nos unimos a la visita guiada al castro (hay una cada hora incluida con la entrada) totalmente necesaria para entender algo del castro. La guía, muy entendida de historia, nos explicó las diferentes dependencias del castro, la historia del mismo y nos expuso diferentes puntos de vista de historiadores. Una visita en la que aprendimos muchas cosas, muy enriquecedora. Visita obligada del Occidente asturiano. Sin embargo, nos comentó que podíamos hacer fotos para nuestro propio uso, pero no publicarlas ya que ese derecho es propiedad de la Consejería; no sé si se refería a publicarlas comercialmente o en internet, así que prefiero no jugármela a subirlas. Os dejo una de una reconstrucción de una cabaña que había en la entrada y otra extraída de Google.
La siguiente parada fue Figueras, el último pueblo asturiano antes de entrar a Galicia. Nos detuvimos en el mirador que tiene sobre la ría del Eo. Ahí comimos los bocatas que llevábamos de casa y nos enamoramos de Castropol, que es un conjunto de casas blancas que están como colgando sobre la ría. Además, teníamos enfrente Ribadeo, viendo que es una ciudad pequeña que tiene bien poco encanto (aunque cruzaríamos, nos hacía ilusión pisar Galicia). Además pudimos observar como el banco de arena que se ve en mitad de la ría, a los pocos minutos estaba sumergido por el agua, al ser de aquí no nos llamó mucho la atención, estamos acostumbrados a las mareas, pero un matrimonio con acento del sur estaba maravillado con la subida de la marea.
De Figueras nos fuimos a Castropol, parada imprescindible. Esta villa, capital del concejo en el que se enmarca Figueras, es una ciudad preciosa (y muy cuesta) de calles estrechas y bastante cuidada. Un paseo de media hora por esta villa marinera es impresionante, os lo recomiendo encarecidamente; aunque bien es cierto que se ve más guapa desde Figueras, no os decepcionará.
Tras este paseo, cruzamos el Puente de los Santos entrando en Galicia, aunque sería un paso breve. Aparcamos en el puerto de Ribadeo y tras un pequeño paseo nos sentamos en la terraza panorámica de un hotel a tomar unos refrescos, increiblemente no nos clavaron. No es porque seamos asturuianos, pero lo mejor de Ribadeo es mirar hacia Asturias, ya que se ven Figueras y Castropol del otro lado de la ría del Eo y es un conjunto espectacular, además de las montañas del interior. Buena decisión la de parar en el primer reducto gallego.
Por lo demás, Ribadeo es una ciudad pequeña, pero ciudad, bastante mal cuidada y sin mucho encanto por sí misma, si tenéis intención de parar en la mariña lucense Foz o Barreiros son mucho más guapas.
Tras unos minutos fuera del paraíso, volvimos a entrar a Asturias y pusimos rumbo a As Covas da Andía (ojo, esto es en la fala -diálecto entre el asturiano y el gallego hablado en la zona-, en algunos carteles pone Andina), por el mapa que nos dieron nos parecía un tramo curioso de carretera, pero está a apenas 6 kilómetros de la autopista. Al pasar por el pueblo de Arancedo nos llamó la atención la iglesia, que no aparecía señalada como monumento del Parque Histórico del Navia pero que bien lo merece. Así que paramos un minuto y le echamos unas fotos.
Tras esta brevísima parada fuimos directos a As Covas da Andía, para visitarlo es obligatorio hacerlo en visita guiada (3€, salidas a las 12:00 y a las 16:30), para lo cual es obligatorio reservar plaza por teléfono (619 368 169). Nos esperábamos unas minas romanas como Las Médulas, pero en pequeño, pero nos llevaríamos una gran sorpresa cuando nada más empezar la visita nos dijo que las minas romanas por capas no se veían, que las había tapado la vegetación. Sin embargo quedamos muy gratamente sorprendido (os aconsejo a todos encarecidamente ir) con esta selva, en la que están presentes todas las especies vegetales cantábricas y muchas mediterráneas, superpuestas unas sobre otra. Es impresionante ver un roble y encima de él un castaño naciendo en una roca. A mí no me da más la botánica, sin embargo es todo un espectáculo. El recorrido es de aproximadamente hora y media por caminos fáciles de caminar (no hagais la primada como yo y vayais en chanclas, que tampoco es tan fácil) y la guía va comentando las diferentes especies y la historia del sitio, de una forma muy amena que hace a la visita ganar aún más. Además, se da la peculiaridad que es la única zona de roca caliza (dominante en Oriente) en el Occidente asturiano, lo que da un paisaje muy característico de simas y cuevas. Además, gracias a los derrumbes romanos, es posible caminar por el interior de una roca -sencillamente espectacular- El sitio es precioso, de verdad, id y verlo porque merece muchísimo la pena. Os dejo unas fotos, aunque tengo que decir que toda la hora y media es algo así, no son puntos concretos:
Decir además que es mejor ir al pase de las 12:00, ya que hay un charco que se ilumina por el sol cuando está en el cenit y que refleja las rocas de alrededor, como iluminándolas, nos dijo la guía que es de lo mejor del recorrido; sin embargo, en el de la tarde es una charca sin más.
La próxima parada iba a ser Tapia de Casariego, sin embargo antes de llegar a La Caridad y coger la autopista nos encontramos con un cartel del Parque Histórico que señalaba la iglesía de Santa María de Miudes a apenas 500 metros, así que nos fuimos para allá. La iglesia es muy bonita, y posee un cartel explicativo fuera que cuenta su historia. Fue un monasterio en el siglo X y la iglesia se construyó en el siglo XIII en pleno apogeo del románico, quedando solo los ábsides. El cuerpo es del siglo XVIII y tiene un estilo barroco rural, poseyendo tres cuerpos de naves. Estaba cerrada y no pudimos entrar. Al lado, está el cementerio del pueblo, muy bien cuidado.
Llegamos a Tapia de Casariego y encontramos sitio con bastante suerte en el puerto. Tras la visita a las cuevas nos merecíamos algo frío, así que nos sentamos en una terracita de las muchas que hay en la zona del puerto, que tampoco era excesivamente cara (saben tratar a los turistas). Toda Tapia está llena de pintadas de Oro no, y es que quieren explotar reservas auríferas cerca de la villa marinera; la población está dividida, por un lado los que viven del turismo y la ganadería están en contra, ya que practicamente ambas actividades se acabarían; en el otro lado, la multitud de parados de la zona está a favor, ya que daría mucho trabajo en una comarca que se deprime cada vez más. Bueno, a lo que iba, las vistas del puerto son preciosas y está todo bastante cuidado.
Tras levantarnos de la terraza, dimos un largo paseo (nos encaminamos a la playa y luego dimos la vuelta para subir al faro). Desde el faro las vistas son espectaculares, por un lado se ve el final de la costa asturiana y la Mariña lucense y si giras la cara tienes una bonita estampa de Tapia. Otra visita obligada del occidente asturiano.
Salimos de Tapia con dirección a Viavélez (el puerto de El Franco), sin embargo es tarde y estamos cansados, por lo que decidimos saltarnos este puerto (el menos interesante de los 3 que nos quedaban por ver), yendo directos a Ortigueira, el puerto de Coaña. Hay que decir que de esta zona hay que ver dos cosas: el Cabo San Agustín y Mohías. Empezamos por el cabo, al que se accede por El Ribeiro, un barrio de pescadores; además es una zona donde se permite pernoctar a autocaravanas. En este mirador, nos encontramos una capilla (San Agustín, siglo XVII) y un faro.
Detrás del faro está el mirador propiamente dicho, las vistas sobre la costa asturiana son increibles, viéndose también la costa lucense. Pasad por aquí un rato porque es espectacular.
Además, a espaldas del mirador nos encontramos con un monumento conmemorativo a los muertos en la mar de este puerto, cuyos nombres aparecen grabados en unos bloques.
Unos metros hacia el interior está Mohías, llama la atención su iglesia, bastante grande y bonita, vista por fuera, ya que se encontraba cerrada y no pudimos entrar y verla. Tampoco está en el recorrido del Parque Histórico, pero es una visita muy breve y merece la pena parar de la que se pasa por delante y hacer unas fotos.
Sin embargo, lo mejor de Mohías es su castro. Está a menos de 10 kilómetros del Castro de Coaña y según nos dijo la guía de Coaña, castros como el de Mohías eran dependientes del principal de la zona, el de Coaña. Está perfectamente indicado con los carteles de Parque Histórico (si no no lo hubiéramos visto) y se entra por una caleya que acaba siendo un prado. Lo bueno es que se aparca justo al lado del castro. No está cercado ni protegido de ninguna manera, pese a ello el estado de conservación no es malo; el acceso es libre y no hay visitas . Es un castro pequeño, y tiene un cartel explicativo bastante elaborado. Tiene unas 20 cabañas y 3 líneas de fortificaciones (a pesar de que solo se puede ver tenuemente un trozo de muralla y un foso) Tiene un trazado planificado con calles y callejones, lo que unido a piezas cerámicas encontradas hacen que los expertos lo daten como un castro habitado los siglos I y II de nuestra era, cuando Asturias ya estaba romanizada.
La última parada del día fue Puerto de Vega, el gran desconocido de los puertos asturianos, y es que es comparable a Tazones o Lastres solo que es mucho menos conocido. Dimos un paseo por su puerto y merece la pena visitarlo, otra de las visitas imprescindibles del occidente asturiano. En el puerto hay bastantes restaurantes donde se puede saborear el pescado y marisco recién pescado sin ser demasiado caro. Enfrente, un mirador desde el que ver el puerto. Además, están muy cuidados los edificios portuarios: la Rula (donde se subasta el pescado) y el Almacén de Pescadores.
Tras la visita al puerto naviego y con la noche cayéndonos encima pusimos rumbo a casa tras un largo día en el occidente asturiano. Con ganas de la próxima excursión, no tenemos nada claro el próximo destino, aunque barajamos varias opciones, agradecería que nos dierais consejos o que nos pidierais que fuéramos a alguna zona asturiana.
Mil gracias Artemisa! La verdad es que la ruta es increíble, los paisajes son una pasada durante toda la ruta. Si estais en forma y de haber caminado por montaña os la recomiendo, quizá quitando el Pico Rubio, pero los dos Albos tienen unas vistas preciosas y la ruta no es demasiado complicada, la verdad. Eso sí, os llevará todo el día, claro.
Un abrazo!
Hola, vinadas. Una etapa muy interesante que no había visto hasta ahora. Algunos lugares ya los conozco, como Tapia, Castropol y Ribadeo (por cierto, que has puesto los sitios más feos de Ribadeo y también los tiene muy apañados, jeje), pero otros los tengo en mente para este verano como Puerto de Vega, a ver si puedo llegar hasta As Covas da Andía, pinta muy bien ese sitio.
Te dejo los puntitos.
Un abrazo.
Sí, intenté mezclar un poco lugares conocidos con otros que no lo son tanto, como las Covas de Andía que citas o mismamente el Castro de Coaña. Ribadeo tiene un par de rincones chulos (que descubriría posteriormente), pero sigo opinando que lo mejor son las vistas a Castropol, que es un pueblo espectacular.
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