2ª etapa
27 de junio. Descubierta del entorno y adaptación.
Aunque llegamos rendidos del viaje, eran las tres de la madrugada y yo ya tenía los ojos como platos. En cambio, mi marido y mi hijo seguían durmiendo con una carita de felicidad increíble ¡Qué envidia!. Como era super pronto, tras dar un par de vueltas por la habitación me vestí y salí al pasillo que daba a las habitaciones. Una vez allí me quedé un ratito disfrutando de la magnífica vista que tenía justo delante de mí: Unas preciosas y enormes islas de césped con distintas variedades de plantas y árboles, algunos con formas curiosas. Era habitual ver tomando el sol distintos animalitos, tales como serekes, coatís e incluso alguna iguana que nos miraban sin siquiera inquietarse.
Tras estar mirando un ratito el paisaje, bajé por las escaleras de madera que eran el acceso al pasillo principal. Desde allí ibas a parar a la zona de las piscinas y restauración del hotel.

Este es el edificio donde estaba nuestra habitación.
Eran las 6.45 de la mañana, y todavía faltaba un cuarto de hora para que abriesen el bufet de los desayunos, así es que continué mi paseo hasta llegar a un punto en el que una pequeña glorieta dividía el camino en forma de “Y”-o parecida-. Yo venía del lado derecho de dicha “Y”, el otro lado estaba constituído por más habitaciones; en lo que sería la cola de la letra estaba situada la zona de ocio y restaurantes (por cierto no sé si lo comenté en la 1ª etapa, estuvimos alojados en Riu Lupita).
Por fin abrieron el restaurant de los desayunos y allí que me fui derechita.
Al ser el primer día me comí un par de croasanes y un café con leche, no quise arriesgarme a probar otras delicias que tenían típicas de allí. Ah! Pero sí lo hice al día siguiente ja, ja

Bueno, como iba diciendo, desayuné y cuando acabé me fumé un cigarrito tranquilamente sentada en un banco que había junto a un ajedrez gigante, y poco antes de las ocho volví a la habitación para despertar a los otros dos dormilones- que para mi sorpresa ya estaban vestidos- y enfilamos el camino del restaurant. Coincidió que mi cuñado y mis dos sobrinos también salían en aquellos momentos de la habitación, y ya continuamos juntos.
Como yo ya había desayunado antes,me tomé un café para acompañarles, esta vez sin comer nada. Después de volver a recorrerme el hotel- esta vez en compañía familiar- fuimos a ponernos los bañadores y nos fuimos a la piscina grande.

Vista parcial de la piscina
Allí nos “quedamos con la copla” de cuáles eran las actividades de ocio que había, que en mi opinión estaban muy bien: Empezaban a las 10 de la mañana y no terminaban hasta las 10-11 de la noche, y podías practicar tiro con escopeta, dardos, aquagymn,etc.
Ese día no participamos en muchas cosas, pero sí que visitamos repetidamente el bar Tequila que era el de las bebidas (ni que decir tiene que los combinados iban que volaban, ji ji). A mediodía fuimos a comer al restaurant Adelita, ¡Hum, que delicia comer allí!.
Por la tarde cayó una siestecita, aunque teniendo en cuenta que todavía estábamos bajo el efecto del jet lag no era muy conveniente. Aún así no resistimos la tentación.
Después nos reunimos todos para ponernos de acuerdo sobre qué hacer el resto de la tarde, ya que en principio la idea era bajar a Playa del Carmen a la 5ªAvenida, pero nos dio pereza así que volvimos a la piscina.
Alrededor de las 7.30 de la tarde, fuimos a la habitación, nos duchamos y bajamos a cenar.
Después vimos un espectáculo musical y cuando finalizó nos fuimos a dormir.
Una última pequeña observación antes de cerrar esta segunda etapa: Nos alegramos de escoger el Lupita porque es un hotel super tranquilo, y el trato de los empleados fue genial en todo momento.
Ahora sí, cierro esta segunda etapa . Hasta la próxima.
Figura hecha con toallas. Cada día nos encontrábamos una diferente.
