Nuestra excusión a Fez el mes de octubre ha sido la segunda visita que hemos hecho a Marruecos, después de ir a Marrakech el pasado mes de abril.
Fez no es Marrakech...
Habiendo sido Marrakech el primer contacto con este país, Fez tenía el listón muy alto, y he de reconocer que, aunque me da cierta vergüenza, las primeras horas en esta ciudad me resultaron en cierto modo traumáticas y decepcionantes. Sin embargo, este viaje ha sido revelador, enseñándonos verdades y certezas de nosotros mismos que desconocíamos y, tras unos primeros momentos desagradables, guardo buen recuerdo de la experiencia.
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Seguramente nuestro error fue imaginar que Fez era igual que Marrakech en nuestra infinita terquedad, a pesar de que bastantes personas de nuestro alrededor que conocían la ciudad y bastantes bloggers en sus artículos dejaban bien claro que no era así. Y hablo en plural porque, en esa ocasión, mis sentimientos y los de mi compañero han coincidido plenamente en las primeras apreciaciones y, al menos por una vez, no me he acabado sintiendo como una paranoica.
También coincidimos en que el viaje comenzó a mejorar pasadas 24 horas, el tiempo que nos llevó reflexionar el porqué de nuestro malestar y cuál podía ser la solución que, una vez encontrada, nos permitió disfrutar y llevarnos un buen recuerdo y unas fotografías fantásticas. Sin embargo, aún se me remueve el estómago al recordar el olor de la carne y de las raciones de caracoles!
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La Mellah
... Porque Fez no es fácil.
Marrakech es glamourosa, comprensible, amable ... en definitiva, transformada para que al viajero occidental le resulte suficientemente exótica y oriental pero con comodidades de importación.
Fez no es así. Es medieval, introspectiva, cerrada y tradicional. En definitiva, auténtica. Demasiado seguros de nosotros mismos y acostumbrados a los países musulmanes, hemos dado demasiadas cosas por sabidas y, como en "La casa de la araña" de Paul Bowles, en Fez nada es comprensible, fácil ni clarificador.
Volver a aprender a caminar por una medina e intentar orientarnos sin resultados ha sido un ejercicio interesante. Excepto en las dos arterias principales que recorren la medina longitudinalmente (Talaa Kebira y Talaa Seghira) uno siempre se siente perdido. Cabe decir, de todos modos, que perderse forma parte de la experiencia y que, realmente, siempre tienes la seguridad de que tarde o temprano volverás a cruzarte con la calle principal. Como en el caso de Venecia, más vale guardarse el plano en el bolsillo y orientarse con la intuición, el sol y los minaretes.
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Rue des Merinides
Rue des Merinides
En Fez no se va a hacer compras, o no en el sentido consumista que todos entendemos. Si bien es cierto que de tiendas hay muchas, el viajero tiene la sensación de verlo en tercera persona, de ser ajeno a los procesos artesanales que se producen, sintiendo que poco ha cambiado en los últimos siglos. Hemos observado con mucho respeto los artesanos y ha sido bonito ver coser caftanes y enlazar hilos de seda a lo largo de las calles para hacer cordones multicolores, siempre en silencio y sin interferir.
En definitiva, pasearse por la infinita medina de Fez ha sido como mirar un documental de los buenos, pero desde el interior ...
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Empiezo así el relato de estos 4 días que pasamos en Fez, sin los niños, el pasado mes de octubre de 2010, aportando en las sucesivas entradas algunos datos útiles, orientaciones sobre alojamiento y gastronomía y una explicación de algunas de las vivencias y visitas realizadas.
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Fes-el-Bali
Fes-el-Bali