Se acaba nuestra estancia en el campamento de Wadi Rum y casi lo voy a echar de menos, una vez que he conseguido dormir en condiciones. También estoy contento porque no he visto ningún bicho típico de este desierto, o sea, escorpiones, serpientes y arañas camello, sobre todo en la tienda de campaña. Desayunamos excelentemente y ya es hora de recoger nuestro equipaje para subirlo al autocar, que ya ha llegado. Al buscar las bolsas de regalos que llevaba me llevo el primer disgusto. De las dos botellas de arena de Petra que tenía, una de ellas, la que compré en el hotel, se ha roto, y la arena ha terminado esturreada por la bolsa. Espero que mi huevo de avestruz esté intacto, porque si no me da un colapso.
Salimos por la carretera del Desierto hacia el Norte, rumbo a la fortaleza de Karak. La ciudad se convirtió en capital de la región cruzada de Transjordania. Durante esta época de cruzadas, Balduino III de Jerusalén edificó el castillo, que por diversos matrimonios cayó en manos del cruel Reinaldo de Chatillon, que disfrutaba torturando a sus prisioneros arrojándolos desde un torreón del castillo, con una caída de más de 400 m de caída, poniéndoles incluso una caja de madera en la cabeza para que no perdieran la consciencia antes de estrellarse. Saladino, sentía un odio especial por este personaje, venido de Francia para participar en las cruzadas, por su terrible maldad y perfidia, y al final terminó ejecutándolo (Para el que haya leído una biografía de Saladino o haya visto la película del Reino de los Cielos ya sabrá lo cruel que era el tal Reinaldo).
Salimos por la carretera del Desierto hacia el Norte, rumbo a la fortaleza de Karak. La ciudad se convirtió en capital de la región cruzada de Transjordania. Durante esta época de cruzadas, Balduino III de Jerusalén edificó el castillo, que por diversos matrimonios cayó en manos del cruel Reinaldo de Chatillon, que disfrutaba torturando a sus prisioneros arrojándolos desde un torreón del castillo, con una caída de más de 400 m de caída, poniéndoles incluso una caja de madera en la cabeza para que no perdieran la consciencia antes de estrellarse. Saladino, sentía un odio especial por este personaje, venido de Francia para participar en las cruzadas, por su terrible maldad y perfidia, y al final terminó ejecutándolo (Para el que haya leído una biografía de Saladino o haya visto la película del Reino de los Cielos ya sabrá lo cruel que era el tal Reinaldo).
El castillo no es que sea una maravilla, pues necesita todavía una gran restauración, pero lo que más me llama la atención son sus galerías subterráneas, hasta un total de 6, creo recordar. Pasamos también por el torreón desde el que Reinaldo arrojaba a sus prisioneros.
Segundo mosqueo del día. A la cámara de fotos le ha debido entrar arena en los días del desierto, y cada vez que trato de hacer una foto en las zonas más oscuras del castillo aparecen unos círculos muy desagradables.
La parte cultural del viaje se acaba. Ahora vamos a relajarnos al Mar Muerto. Tenemos concertado el almuerzo en un hotel que además tiene un sector de playa privada. Aunque prometo controlarme con la comida, por el calor que hace y por si me baño, al final sigo en mi línea de arrasar en el buffet. Después de comer nos vamos a la playa. Yo no me voy a bañar pero al menos me voy a meter hasta las rodillas. Según entro en el agua estoy a punto de terminar en remojo por varios motivos: el primero por los lodos que hay en el fondo, esos lodos que dicen que son tan terapéuticos; el segundo por la concentración salina que hay, que hace la flotabilidad sea exagerada. Un compañero, al entrar al agua se hace una herida, con lo que no me quiero ni imaginar lo que le va a escocer con tanta sal Como no quiero terminar tirado por las aguas me salgo rápidamente. Mis compañeros se embadurnan en los lodos, que por cierto, no me da la sensación de que huelan especialmente bien.
La parte cultural del viaje se acaba. Ahora vamos a relajarnos al Mar Muerto. Tenemos concertado el almuerzo en un hotel que además tiene un sector de playa privada. Aunque prometo controlarme con la comida, por el calor que hace y por si me baño, al final sigo en mi línea de arrasar en el buffet. Después de comer nos vamos a la playa. Yo no me voy a bañar pero al menos me voy a meter hasta las rodillas. Según entro en el agua estoy a punto de terminar en remojo por varios motivos: el primero por los lodos que hay en el fondo, esos lodos que dicen que son tan terapéuticos; el segundo por la concentración salina que hay, que hace la flotabilidad sea exagerada. Un compañero, al entrar al agua se hace una herida, con lo que no me quiero ni imaginar lo que le va a escocer con tanta sal Como no quiero terminar tirado por las aguas me salgo rápidamente. Mis compañeros se embadurnan en los lodos, que por cierto, no me da la sensación de que huelan especialmente bien.
El Mar Muerto tiene los días contados. Entre que su principal fuente de abastecimiento, el río Jordán, está canalizado para dar abasto a la población cada vez mayor, sobre todo de Ammán, las lluvias cada vez son más escasas en el país, la explotación del lago para sacar los fosfatos y también para fabricar las cremas de belleza o terapéuticas, el lago está cada vez más bajo, teniendo en las zonas del sur una profundidad ya de tan sólo 2 metros. Si dentro de 20 ó 30 años existe será un milagro.
Mientras que mis compañeros están liados con los barros yo quiero comprobar qué ocurre con la sal en mi cuerpo. Al principio no noto nada y pienso, "Bah, no es para tanto". A los 10 minutos me empiezo a ver sal en la pierna y unos cuantos minutos después ya tengo cristales de sal de tamaño considerable, como de medio cm o quizás algo más. Pasan unos minutillos más y la pierna comienza a picarme, al principio un poco pero cada vez más y más, hasta que no aguanto más los picores y salgo pies en polvorosa hacia la ducha, para quitarme toda la sal lo antes posible . Son las 4 y algo y la puesta de sol ya está en su punto culminante. Todavía me da tiempo a hacer algunas fotos antes de que el sol baje demasiado por la línea de horizonte, pero vamos, tengo como mucho 5 minutos, así que mano en la cámara consigo fotografiar esto:
Mientras que mis compañeros están liados con los barros yo quiero comprobar qué ocurre con la sal en mi cuerpo. Al principio no noto nada y pienso, "Bah, no es para tanto". A los 10 minutos me empiezo a ver sal en la pierna y unos cuantos minutos después ya tengo cristales de sal de tamaño considerable, como de medio cm o quizás algo más. Pasan unos minutillos más y la pierna comienza a picarme, al principio un poco pero cada vez más y más, hasta que no aguanto más los picores y salgo pies en polvorosa hacia la ducha, para quitarme toda la sal lo antes posible . Son las 4 y algo y la puesta de sol ya está en su punto culminante. Todavía me da tiempo a hacer algunas fotos antes de que el sol baje demasiado por la línea de horizonte, pero vamos, tengo como mucho 5 minutos, así que mano en la cámara consigo fotografiar esto:
Nos vamos ya rumbo a Ammán, al mismo hotel de la primera noche, pero no directamente. Nos meten en una fábrica o tienda de esas que venden productos del Mar Muerto. Según entramos los dependientes nos dan una cesta a cada uno e incluso hay guías para explicarle a la gente los beneficios de cada una de las cremas y potingues. Como a mí eso me trae francamente sin cuidado y tampoco me han hecho ningún encargo, me escabullo y me dirijo a otra parte de la tienda donde hay otro tipo de souvenirs y de artesanía. Me compro una pequeña caja de tallada, que es de lo mejorcito que veo en cuanto a calidad, y una especie de colgante que se supone que da buena suerte. Hasta consigo regatear para que me rebajen un poco el precio. ¡Con la vergüenza que me da!
Llegamos por fin al hotel de Ammán. Tras arreglarme para la cena lo primero es lo primero. Nos han recomendado una pastelería junto al hotel y allá que me dirijo a comprar una caja de 1 kg con un surtido de pasteles árabes. Gustosamente me la comería toda ella ahí mismo, pero me esperaré hasta el regreso a España. La cena de buena calidad, pero ya no es como la de Petra, Dana o Wadi Rum.
Llegamos por fin al hotel de Ammán. Tras arreglarme para la cena lo primero es lo primero. Nos han recomendado una pastelería junto al hotel y allá que me dirijo a comprar una caja de 1 kg con un surtido de pasteles árabes. Gustosamente me la comería toda ella ahí mismo, pero me esperaré hasta el regreso a España. La cena de buena calidad, pero ya no es como la de Petra, Dana o Wadi Rum.