Me despierta a las 3 de la mañana, el estrépito del chaparrón sobre el techo de la cabaña. Salgo y me fumo un par de cigarros, y me vuelvo a dormir. Tras el café, recogemos con llovizna, y nos despedimos de Alvaro y Amaia, que también marchan en un rato a BKK para coger el vuelo de vuelta por la noche. Saludos a los dos.
El transfer a la península es sencillo. Primero una songtaew compartida, a las taquillas de la pier de Koh Chang, por 60 THB, y allí, un billete de 80 THB a Laem Ngop en los frecuentes ferrys del servicio. Al atracar en el Center Point Pier, encuentras 3 o 4 oficinas de agencias que ofrecen diverso transporte a BKK. Tras hablar con todos, cogemos en uno de ellos, un par de billetes a 250 THB (6 eu) unidad, para un VIP Bus que nos deja en la plaza Hua Lamphong.
Justo 5’5 horas tarda en asomar la fachada de la estación. Evitamos velozmente los chóferes de lo que sea, y demás fauna endémica de estación, y vamos directos al Train Inn en la calle lateral. Un vistazo, y cogemos por 900 THB, la room más cara que tienen. Tras dejar los trastos, coincidimos en el vestíbulo con una pareja de catalanes recién aterrizados que comienzan su periplo de 4 meses en bicicleta por el país y Laos y que andan examinando una ruta, condicionada por las inundaciones de estos días. Les deseamos muchísima suerte.
Tras una restauración en toda regla, subimos a un tuctuc, que nos cobra la carrera Hua Lamphong – Khao San Rd a 100 THB, precio ya más o menos fijado para ese trayecto. En el hotel, se pueden encontrar hojas informativas con el precio estimado el coste del tuctuc para diversos trayectos estandars.
Si uno quiere tatuarse el dedo gordo del pie, tomando una birra y un kebab o unos fideos, con guarnición de cucarachas o gusanos para guiri, mientras le hacen la manicura y un masaje en el pie libre, enfundado en una docena de camisetas de marca de cervezas, con la sesión amenizada por una tropa de vendedores ambulantes, con ranas croando y láseres de discoteca, mientras te colocan unas pulseras, escuchando música en vivo de un cantautor remezclada con el techno del garito de al lado, Khao San Rd es su paraíso.
Una sopa concentrada a gusto del turismo de todas las edades, en la que es todo un reto no dejarse algún dólar en el pequeño trecho que ocupa esta calle, iluminada por rótulos y carteles variopintos, y que sin lugar a dudas, es distraída.
Que un carrito ambulante bien iluminado, ofreciendo bolsitas de insectos y cucarachas de a saber dios sabe donde, gusanos de criadero, y otras fritangas por el estilo, con un cartel con las inscripción “10 THB one photo”, tenga cola de turistas esperando, mientras al que le toca el turno, se piensa la delicia que le va a provocar el mayor gesto de repulsión y mal trago, para luego poder poner un sello de “tragado 3 moscones, 2 orugas, 4 chicharras, y una babosa”, te explica perfectamente la personalidad de esta amena y corta calle.
El transfer a la península es sencillo. Primero una songtaew compartida, a las taquillas de la pier de Koh Chang, por 60 THB, y allí, un billete de 80 THB a Laem Ngop en los frecuentes ferrys del servicio. Al atracar en el Center Point Pier, encuentras 3 o 4 oficinas de agencias que ofrecen diverso transporte a BKK. Tras hablar con todos, cogemos en uno de ellos, un par de billetes a 250 THB (6 eu) unidad, para un VIP Bus que nos deja en la plaza Hua Lamphong.
Justo 5’5 horas tarda en asomar la fachada de la estación. Evitamos velozmente los chóferes de lo que sea, y demás fauna endémica de estación, y vamos directos al Train Inn en la calle lateral. Un vistazo, y cogemos por 900 THB, la room más cara que tienen. Tras dejar los trastos, coincidimos en el vestíbulo con una pareja de catalanes recién aterrizados que comienzan su periplo de 4 meses en bicicleta por el país y Laos y que andan examinando una ruta, condicionada por las inundaciones de estos días. Les deseamos muchísima suerte.
Tras una restauración en toda regla, subimos a un tuctuc, que nos cobra la carrera Hua Lamphong – Khao San Rd a 100 THB, precio ya más o menos fijado para ese trayecto. En el hotel, se pueden encontrar hojas informativas con el precio estimado el coste del tuctuc para diversos trayectos estandars.
Si uno quiere tatuarse el dedo gordo del pie, tomando una birra y un kebab o unos fideos, con guarnición de cucarachas o gusanos para guiri, mientras le hacen la manicura y un masaje en el pie libre, enfundado en una docena de camisetas de marca de cervezas, con la sesión amenizada por una tropa de vendedores ambulantes, con ranas croando y láseres de discoteca, mientras te colocan unas pulseras, escuchando música en vivo de un cantautor remezclada con el techno del garito de al lado, Khao San Rd es su paraíso.
Una sopa concentrada a gusto del turismo de todas las edades, en la que es todo un reto no dejarse algún dólar en el pequeño trecho que ocupa esta calle, iluminada por rótulos y carteles variopintos, y que sin lugar a dudas, es distraída.
Que un carrito ambulante bien iluminado, ofreciendo bolsitas de insectos y cucarachas de a saber dios sabe donde, gusanos de criadero, y otras fritangas por el estilo, con un cartel con las inscripción “10 THB one photo”, tenga cola de turistas esperando, mientras al que le toca el turno, se piensa la delicia que le va a provocar el mayor gesto de repulsión y mal trago, para luego poder poner un sello de “tragado 3 moscones, 2 orugas, 4 chicharras, y una babosa”, te explica perfectamente la personalidad de esta amena y corta calle.