Teníamos el día entero para conocer la ciudad. De lo que habíamos visto por el autobús y de la que ya sabíamos, decidimos que iríamos a ver Caminito, el Cementerio de La Recoleta y el mercado que ponen allí los fines de semana, el tour guiado a la Casa Rosada y pasear por Puerto Madero.
Pero lo primero que hicimos fue decir en el hotel que nos cambiaran de habitación, la que nos habían dado era un horno, con el sol pegando toda la tarde . Nos cambiaron a una un poco más fresca, pero con camas separadas .
Primero fuimos a Recoleta, tomamos un taxi que por 17 pesos nos dejó en la Plaza de Francia. Los fines de semana ponen un mercadillo con un montón de puestos, pero cuando llegamos era temprano y todavía estaban colocando las cosas, así que lo dejamos para después. Seguimos hacia el cementerio, pero primero entramos en la Basílica del Pilar. Es una iglesia pequeña, encalada al estilo de otras iglesias que hay en España de principios del siglo XIX. Por dentro muy bonita, con unos retablos preciosos.
Paseamos por el cementerio de la Recoleta, perdiéndonos un poco por las calles llenas de estatuas y mausoleos, algunos verdaderas obras de arte. Allí están enterrados muchos de los presidentes argentinos, y también Eva Perón, cuya tumba siempre tiene flores.
Cuando salimos ya estaban montados los puestos del mercado y dimos una vuelta. Hicimos algunas compras y como teníamos algo de hambre compramos fresas troceadas con zumo natural de naranja para calmar el apetito hasta la hora de comer.
De allí cogimos otro taxi hasta Caminito, en el barrio de La Boca. Yo tenía muchas ganas de ir, y la verdad, me encantó el colorido y el sonido del barrio, sonido de tango, pero mezclado con diferentes ritmos musicales. Es verdad que es muy turístico, para guiris, y en muchos locales te ofrecían comer con espectáculo de tango, pero a nosotros eso no nos va, en esos sitios generalmente comes mal y te clavan por el espectáculo. Habíamos oído que era un poco inseguro y notamos que había mucha policía.
Después fuimos a ver el estadio de Boca, la mítica bombonera, y resulta impresionante la pasión que mueve este club de fútbol. Bueno, el futbol en general, porque si quieres entablar conversación con un argentino hay que hablar de fútbol, y cuando le dices a alguien que eres de España enseguida te preguntan si Madrid o Barsa. Eso sí, aunque River juega esta temporada en segunda división, tiene más seguidores que antes, y es que la afición argentina es de las mejores. Con la selección es que no se emocionan tanto, un había partido y preguntamos en una bar a qué hora era y resulta que nadie lo sabía.
Comimos en un restaurante que hay en una plaza al acabar la calle Caminito. Se llama La Piccola Italia. Pedimos una pizza mediana, unos sorrentinos de calabaza y una jarra de cerveza de 1,4L (total 150 pesos). La pizza estaba rica, pero lo que más nos sorprendió fueron los sorrentinos, el relleno de calabaza tenía un toque dulzón que contrastaba con la salsa.
Tomamos el colectivo 29 que lleva hasta Plaza de Mayo, atravesando San Telmo. El colectivo cuesta 1,20 pesos y hay que sacar el ticket en una máquina que funciona con monedas.
Entramos en la Casa Rosada y esperamos nuestro turno para realizar el tour guiado. Este tour es gratuito y se puede hacer los fines de semana. Dura unos 45 minutos y te explican la historia del edificio, las diferentes salas, te asomas a la Plaza de Mayo desde el balcón en el que los presidentes hacen sus anuncios,… No se puede comparar con el Palacio Real de Madrid, pero está bien, sobre todo porque conoces un poco más de la historia de Argentina y de Buenos Aires.
Hacía mucho calor, así que dimos una vuelta por la plaza que hay detrás de la Casa Rosada, donde está el Ministerio de Defensa y la estatua de Colón, pero ya no teníamos fuerzas para pasear por Puerto Madero, por lo que nos fuimos al hotel a descansar. Por la noche cenamos en Los Inmortales, en la Avenida Corrientes, uno de esos locales de toda la vida. No teníamos mucha hambre, pedimos una ensalada y unos ñoquis para compartir. El sitio es bonito, pero no me gustó que las mesas estaban muy juntas porque había mucha gente, y el servicio era regular. Era sábado y la Avenida Corrientes tenía un ambientazo, con gente entrando y saliendo de los teatros, y eso que estaba lloviendo a mares. Nosotros no estábamos para muchos trotes, así que nos fuimos a la cama.
Buenos Aires en general no nos gustó mucho. Tiene cosas bonitas, pero como la ciudad es tan grande, están muy repartidas. Además nos pareció una ciudad sucia. La basura se deja en la calle, y como los edificios son tan altos, a las 6 de la tarde estaban las aceras llenas de basura y de gente rebuscando en las bolsas, y un olor desagradable. En otras ciudades hay cestos para dejar la basura y no nos causó esa mala impresión. Al principio también nos llamó la atención ver edificios históricos junto a edificios en ruinas, o modernos, sin guardar para nada la posible estética o arquitectura de la zona. Pero luego vimos que esto es una constante en toda Argentina, así que nos acostumbramos un poco, aunque es una pena, porque los edificios lucirían más y harían las ciudades más atractivas. Pero bueno, lo que más nos atraía de Argentina no eran las ciudades, que para ver ciudades mejor viajar por Europa.