*** Imagen borrada de Tinypic ***
[size=18]Día Veinticuatro – Bruselas - Brujas
17/05
Llegamos a Bruselas muy re temprano: 6 am, y realmente nos acobardamos porque llovía demasiado, había mucho viento y el frio se hacía notar bastante.
Deliberamos un rato y decidimos seguir viaje para el próximo destino en el que tuviésemos hostel, o sea Brujas. Nos despedimos de una nueva amiga que cosechamos en el viaje, paraguaya esta vez, sacamos los billetes de tren y a viajar se ha dicho. La verdad fue una lástima no poder visitar a Tintín y al enano meón pero sinceramente, y después de la paliza del bus, preferimos obviar la ciudad y seguir adelante con la ilusión de que alguna vez la podríamos visitar.
El Hostel se llama Brujas Hostel, pertenece a la cadena de Hostelling International, tiene muy buenas instalaciones, un parque inmenso y las habitaciones muy confortables.
Brujas no tenía un clima muy distinto al de Bruselas, pero al menos teníamos un techo debajo el que podíamos tomar unos mates sin mojarnos ni morirnos de frio.
Después de unos mates que nos compusieron bastante, salimos a hacer el primer contacto con el pueblo de Brujas. Es un lugar que tiene un encanto impresionante, parece detenido en el 1700, calles angostas, casitas de piedra por los que circulan carros de caballos y algún que otro canal entre sus calles. Para que la mañana fuese completa entramos a almorzar a un restaurante frente al Puente de los Enamorados, en el que nos atendieron muy bien y comimos como bestias por unos pocos euros.
A la tarde, y después de una siestita reparadora salimos a conocer algo más del centro, esta vez sin lluvia pero con mucho frio.
Cenamos en un restaurante turco que era atendido por una peruana que nos sirvió unos shawarmas con postre y todo, y después a hacer un poco de vida nocturna.
Como ya es tradición nuestra probar una cerveza en cada uno de los países que visitamos, porqué Bélgica iba a ser la excepción... Alrededor de las 11 de la noche partimos para el hostel, nos perdimos por las callecitas y encontramos unos lugares espectaculares para sacar fotos.
Algo que nos llamó poderosamente la atención fue las costumbres raras de los patos que habitaban algunos de los canales: no sé si es porque pasaba gente o de puro jodones nomás, pero de repente estaban tranquilitos nadando sobre el agua y cuando queríamos acordar zas!, mandaban sus cogotes para abajo del agua y dejaban sus culos a la vista del espectador; todos unos locos estos patos. A partir de allí qiedaría un dicho para usar en cualquier momento que alguien hiciese una broma: no molestés o vas a quedar culo pa' arriba como los patos
Brujas de noche
Los patos y sus locuras
Día Veinticinco – Brujas
18/05
Nos levantamos temprano, desayunamos y salimos a disfrutar del día de sol y frio con el que nos esperaba la ciudad de cuentos.
Anduvimos por toda la ciudad, que es muy chiquita, recorrimos todo lo que habíamos visto el día anterior pero esta vez con sol. Fuimos a la Plaza, al Museo de la ciudad, al hospital de San Juan, el Puente de los Enamorados, el convento, la Catedral y los molinos de viento. Después nos mandamos a una chocolatería en la que nos hicieron degustar sus productos y compramos algunas cosillas para traernos a Argentina.
Alrededor de las 4 fuimos al hostel a buscar las mochilas y de ahí a la estación de trenes para ir a Ámsterdam.
Durante el viaje hicimos Brujas – Bruselas – Rosendaal, no es que se deba hacer de esa forma, sino que debido a inconvenientes de último momento nos hicieron realizar tanto transbordo; lo normal es hacer Brujas – Bruselas y directo a Ámsterdam. En el viaje conocimos gente muy buena onda, entre ellos un español, con el que nos reímos demasiado para amortizar las casi 4 horas que separan Brujas con Ámsterdam. A la estación Central arribamos a las 23 hs, aproximadas, dejamos los trastos en el hostel y salimos a buscar algo de comida porque estábamos ya famélicos.
El hostel en el que habíamos reservado queda en pleno centro del Barrio Rojo, a escasos 300 metros de la estación Central, su nombre es Youth Hostel Meetingpoint y queda sobre la mítica calle Warmoesstraat.
Después de cenar muy bien en un restaurante italiano sobre calle Lange Niezel, justo a mitad de cuadra, dimos un paseíto nocturno por los alrededores, volvimos al hostel que tiene un bar muy chulo a tomar unas Heinneken y a dormir porque estábamos muertos.