Salimos tempranísimo por dos motivos: los casi 900km que teníamos por delante y evitar en la medida de lo posible encontrarnos con todo el tráfico que circula hacia Francia, así que a las 4.30 de la mañana ya estábamos en pie.
El camino discurrió sin más contratiempos, con bastante lluvia en el País Vasco. Antes de la cruzar la frontera rellenamos el depósito en Irún. Nosotros para ir a Carcassonne seguimos la ruta recomendada por Pedro, experto conductor y caravanista. Para evitarnos algún peaje cogimos la carretera en dirección Mont-de-Marsan, Auch, Toulouse, Carcassonne, que aunque es una nacional en algunos tramos es de doble carril. Hay bastante tráfico ese día, luego lo supimos, debido a que una etapa del tour de Francia se estaba disputando en las cercanías. Paramos en un área de descanso y aprovechamos para comer la tortilla y la empanada que nos había preparado la madre de Samuel para el camino (son mis platos favoritos). Recuperadas las fuerzas y desentumecidas las piernas proseguimos rumbo a Carcassonne, llegando al hotel para hacer el check-in a las 15h. El hotel en el que nos alojamos fue el Première-classe que está a las afueras, en un polígono industrial. Es un hotel con las comodidades básicas, pero que para la gente que está de paso como nosotros es perfecto. La tarifa que obtuvimos al hacer la reserva por internet para esta noche nos exigía el pago adelantado con tarjeta de los 39€ que costaba. Pues bien, al ir a recepción a por la llave la recepcionista nos dice que el precio ha bajado desde que nos hicieron el cargo y que no sería justo cobrarnos de más, así que nos devuelve 6 euros y pico. Qué bien! Es un detalle por su parte, nunca me había sucedido algo así.
Dejamos las maletas y sin perder más tiempo nos vamos a visitar la Cité. Yo ya había estado en otras 2 ocasiones, pero no por ello deja de parecerme una maravilla contemplar la impresionante mole de piedra dorada de las murallas y las torres surgiendo en lo alto de la colina. Pasamos allí el resto de la tarde paseando por las callejuelas como siempre atestadas de gente.
Sobre las 19 emprendemos el descenso con la intención de visitar el pueblo bajo que también es interesante, pero empieza a llover y como estamos cansados, decidimos coger el coche para regresar al hotel. Descansamos hasta el día siguiente, que con la kilometrada que nos habíamos pegado nos vino estupendamente.
El camino discurrió sin más contratiempos, con bastante lluvia en el País Vasco. Antes de la cruzar la frontera rellenamos el depósito en Irún. Nosotros para ir a Carcassonne seguimos la ruta recomendada por Pedro, experto conductor y caravanista. Para evitarnos algún peaje cogimos la carretera en dirección Mont-de-Marsan, Auch, Toulouse, Carcassonne, que aunque es una nacional en algunos tramos es de doble carril. Hay bastante tráfico ese día, luego lo supimos, debido a que una etapa del tour de Francia se estaba disputando en las cercanías. Paramos en un área de descanso y aprovechamos para comer la tortilla y la empanada que nos había preparado la madre de Samuel para el camino (son mis platos favoritos). Recuperadas las fuerzas y desentumecidas las piernas proseguimos rumbo a Carcassonne, llegando al hotel para hacer el check-in a las 15h. El hotel en el que nos alojamos fue el Première-classe que está a las afueras, en un polígono industrial. Es un hotel con las comodidades básicas, pero que para la gente que está de paso como nosotros es perfecto. La tarifa que obtuvimos al hacer la reserva por internet para esta noche nos exigía el pago adelantado con tarjeta de los 39€ que costaba. Pues bien, al ir a recepción a por la llave la recepcionista nos dice que el precio ha bajado desde que nos hicieron el cargo y que no sería justo cobrarnos de más, así que nos devuelve 6 euros y pico. Qué bien! Es un detalle por su parte, nunca me había sucedido algo así.
Dejamos las maletas y sin perder más tiempo nos vamos a visitar la Cité. Yo ya había estado en otras 2 ocasiones, pero no por ello deja de parecerme una maravilla contemplar la impresionante mole de piedra dorada de las murallas y las torres surgiendo en lo alto de la colina. Pasamos allí el resto de la tarde paseando por las callejuelas como siempre atestadas de gente.
Sobre las 19 emprendemos el descenso con la intención de visitar el pueblo bajo que también es interesante, pero empieza a llover y como estamos cansados, decidimos coger el coche para regresar al hotel. Descansamos hasta el día siguiente, que con la kilometrada que nos habíamos pegado nos vino estupendamente.