Al salir del hotel tenia claro la dirección que tomaría. Sin rumbo, caminando entre los hutones, paseando tranquilamente a las 8 de la mañana, absorbiendo cada instante de mis primeras horas en las calles de la capital China.
Los hutones son callejones repletos de casas de una sola planta con patio interior, aquí es donde hacen la vida los pekineses y es lo mas autentico de la ciudad.
Pueden sorprenderte al principio pues en España es impensable que la gran mayoría de la población viva en esas condiciones, quiero decir que muchas casas están casi derruidas y sin embargo viven ahí, las paredes de ladrillo literalmente y las condiciones higiénicas tampoco creo que sean muy buenas, la mayoría usan aseos comunes, pero a pesar de todo esto, yo los veía bastante felices, pues es a lo que están acostumbrados.
Después de andar algunas horas entre ellos salimos a una avenida bastante grande en la que al fondo se podía ver la torre del tambor y la torre de la campana, pero íbamos camino del templo de los lamas y del confucio así que pasamos de largo y esto ya lo visitaríamos otro día.
El templo del Confucio no tiene mucho que ver la verdad, el precio de la entrada es de 60Y el doble que el de los Lamas y no merece mucho la pena. En media hora lo has visto y te quedas con la sensación de ¿ya?
Salimos del templo y paseamos por una calle principal muy concurrida de gente y con muchas tiendecitas de té. Ya era media tarde y decidimos coger el metro en dirección a la calle de los pinchos pero a esta calle le dedicare la próxima etapa.