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Por la mañana, Soko nos hizo el desayuno: un termo de agua caliente y café instantáneo, leche en polvo, azúcar, bolsitas de té, tortillas, unos bollitos de hojaldre, pan de molde, mermelada, margarina y nocilla (de otra marca, claro). Como estábamos en el tourist camp, pudimos lavarnos bien en el lavabo. El resto de días, toallitas húmedas y, por no malgastarla, un poco de agua (de la mineral que llevábamos para beber) para lavarnos los dientes y un poco el cuerpo (axilas y cuello). De todas maneras, te acabas acostumbrando al olor corporal… creo que en mi vida he apestado tanto a sudor, porque ya las camisetas se iban ensuciando también, pero da lo mismo, porque todos olíamos igual; llega un momento que no te das cuenta, jeje. Ah, también nos despedimos del inodoro, el resto de los días, como decía la guía, “nature toilet”: te buscas uno de los escasos arbustos que hay en la estepa, o aprovechas por la noche que no se ve, o si hay una cuneta de la carretera cerca de las yurtas y aprovechas cuando no pasan coches…
Recogimos las cosas y fuimos dando botes en nuestra furgoneta a una zona que llaman “Mini-Gobi” Que en realidad se llama Elsen Tasarkhai Semi Desert. Allí hicimos una excursión en camello. Recomiendo llevar pantalón largo por los mosquitos. También nos embadurnamos de “RELEC” (pero fue el único día que lo usamos). Paramos en las dunas y estuvimos haciendo unas fotos bastante graciosas saltando en el “desierto”. Después volvimos a un ger donde de nuevo la familia nos ofreció la leche de cabra, que en este caso sabía a vinagre…
La guía nos preparó la comida, pasta de la mima de la sopa de anoche pero esta vez con verduras y trocitos de carne. Saltándonos un poco el “planning del tour” (porque ese día ya no tocaba nada más), adelantamos la excursión a caballo y la hicimos después de comer por las mismas dunas. En lugar de “arre” a los caballos mongoles se les dice algo parecido a “húch” para que caminen.
Ni qué decir tiene que ese día terminamos con los culos bastante doloridos…
De nuevo a la furgo rumbo a nuestro alojamiento de ese día. En este caso un ger en mitad de la nada, cerca de unas montañas rocosas que Soko nos contó que son sagradas. Como no era muy tarde, decidimos ir hacia las rocas y trepar por ellas; Soko vino con nosotros y la verdad es que las vistas eran espectaculares, la llanura se extiende hasta el infinito. Nos asombraba cómo eran capaces de orientarse y llegar al ger que querían por esas pistas de tierra que parten de la carretera. Soko nos dijo que se orientan por los ríos, las montañas… pero nos seguía pareciendo alucinante.
Para cenar, más de lo mismo, pero esta vez en lugar de “tornillos”como los otros días eran tallarines, con zanahoria, patata y col. Como decía la otra chica española, es lo mismo siempre, pero distinto: cambia el tipo de pasta, cambia si es en sopa…jeje. La señora del ger recogió sus cabras y las estuvo ordeñando. También tenía vacas y terneros.
La cama de nuevo, dura, pero la verdad es que es una experiencia increíble estar durmiendo con los nómadas. En esta ocasión, la guía y la señora durmieron en una tienda y los 4 turistas en otra.
Además, como no hay farolas, por la noche se ven millones de estrellas. Si llevas una cámara con velocidad de obturación lenta salen unas fotos preciosas.
Esta es una foto al atardecer; se ve la placa solar y la antena parabólica... ¡nómadas modernizados!
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