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El plan para este tercer día en la Ciudad es visitar la zona del Castillo de Praga. Teniendo el Hotel ubicado a la entrada de la Ciudad Pequeña, la ruta pasa por enfilar hacia arriba la calle Mostecká hasta Malostranské náměstí (la Plaza de la Ciudad pequeña), donde está la Iglesia de San Nicolás de Malá Strana (no confundir con la Iglesia de San Nicolás de la Plaza de la Ciudad Vieja)
Una vez allí, para subir andando al Castillo hay que tomar la calle Nerudova. No obstante, yo recomiendo tomar en la plaza el tranvía número 22 y de esa forma os ahorráis el pedazo de subida, porque la cuestecita es de aúpa y el día acaba solo de empezar. A la vuelta, eso sí, bajad andado porque la calle Nerudova es de obligada visita. Si habéis optado por el tranvía, bajad en la parada Pražký Hrad o Pohořelec
El Castillo de Praga figura en el libro Guinnes de los records por ser el castillo más grande del mundo. En realidad se trata de un conjunto de edificios más que de un castillo al uso tradicional. Fue sede de los Reyes de Bohemia y en la actualidad de la Presidencia de la República Checa. Hay zonas, por tanto, que no es posible visitar.
Aunque el Castillo está abierto desde bien temprano, las taquillas para visitar los distintos edificios no abre hasta las 9:00 h. De todas formas, una vez más, os recomiendo ir temprano, porque no existe color entre disfrutar de una visita en solitario a compartir el espacio con una multitud.
Nosotros llegamos tempranito, y nos encontramos con una parada militar. Ese día también visitaba el Castillo nuestra querida prima (de riesgo) Angela Merkel
Existen varios tipos de entrada, cada uno con precios diferentes. Elegimos la visita corta (250 coronas) más 50 coronas extra para poder sacar fotos. En realidad, luego nadie nos pidió el permiso para fotografiar, así que si no queréis sacarlo...
Esta entrada nos da derecho a visitar el Palacio Real, la Catedral de San Vito, el Callejón del oro y la Torre Dalibor.En realidad, si no tenéis demasiado tiempo (y/o dinero), dad una vuelta por los distintos patios del castillo, pasead por los jardines, disfrutad de las vistas espectaculares de Praga desde allí y visitad solo la Catedral de San Vito. ¡Pedazo de Catedral!
Nosotros empezamos la visita al revés. Fuimos primero hasta la parte de atrás del Castillo y caminamos hacia la puerta principal. Así, lo primero que vimos fue el Callejón del oro. ¡Ni un alma! ¡Pa nosotros solo! ¡Ole esos madrugones buenos!
Cada una de las pequeñas (pequeñísimas) casitas de colores es un museo. Y en el número 22 vivió una temporada Franz Kafka así que foto obligada.
El siguiente paso es la Basílica de San Jorge (Bazilika a klášter Sv. Jiri).
Que no os engañe el aspecto exterior barroco (en plan casi sevillano) ya que el interior es casi exclusivamente románico.
El siguiente paso es la Catedra de San Vito (Katedrála Svatého Víta), Sede del arzobispado de Praga y hasta mediados del XIX, el lugar de coronación de los Reyes de Bohemia. De hecho, la Catedral custodia las joyas de la corona hoy en día. Aquí se encuentra también enterrado el Rey Carlos IV, sus esposas y su hijo Wenceslao IV (el Rey bueno). En la Capilla de San Wenceslao se conservan las reliquias del Santo, y también podremos visitar la Tumba de San Juan Nepomuceno.
Como españoles, no está de más que visitemos la Tumba de Fernando I de Habsburgo, Rey de Hungría y Bohemia desde 1526 y a partir de 1558 Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Era hijo de Felipe el Hermoso y de Juana I de Castilla y, por lo tanto, hermano de Carlos I de España.
Salimos del Castillo por la Puerta de Matías que nos lleva al Patio donde está la Puerta principal con sus colosos matándose a garrotazos y puñalás traperas
El plan previsto al salir del Castillo era encaminarnos hacia el Loreto, uno de los centros de peregrinación más importantes de la República Checa ya que alberga una réplica de la casa donde tuvo lugar la Anunciación de la Virgen.
Para llegar al Loreto desde el Castillo hay que cruzar la gran plaza que hay delante del mismo (Hradčanské náměsti). Eso sí, admirando detenidamente todos y cada uno de los edificios:
El primero a la derecha, según salimos del Castillo, es el Palacio Arzobispal, con su espectacular fachada rococó
El Palacio Schwarzenberg, con su fachada decorada con esgrafiados que imitan piedra
El Palacio Toscano, de finales del XVII
A partir del Palacio Toscano entramos en la calle Loretánská que, como su mismo nombre indica, nos conducirá hasta el Loreto que, como los servicios, está al fondo a la derecha.
Aquí tropezamos con un pequeño inconveniente. El Monasterio cierra a la hora de comer, o sea de 12:00 a 13:00 h.
así que nos quedamos sin ver el interior. Una auténtica pena porque de verdad que se merece una detenida visita. Bueno, un motivo más para volver a Praga 
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