Hoy no madrugamos porque la etapa es mucho más corta, 475 km hasta Menton. Desayunamos y nos dirigimos al Casino, un supermercado cercano que tiene gasolinera con el diésel a precio de chollo para ser Francia, 1,34€/l. Esto lo sabíamos porque lo habíamos consultado desde casa en una página web que encontramos que te señalaba las gasolineras más baratas de Francia, pero por desgracia no tengo apuntada la dirección, lo siento! Llenamos el depósito y nos ponemos en marcha. De Narbona a Beziers vamos por la carretera secundaria, no hay tráfico y llegamos bien. En Beziérs ya tomamos la autopista A9-A8 que bordea la Costa Azul y que tiene muchísimo tránsito, sobre todo hasta la bifurcación de Lyon, pero por suerte el tráfico, aunque denso es bastante fluido, y no cogemos atasco. Los numerosos puestos de peaje que hay que atravesar te hacen perder un poco de tiempo. A la altura de Niza paramos a comer en un área de descanso con unas impresionantes vistas al mar. Desde ahí abandonamos la autopista y hacemos el resto del trayecto por la carretera nacional que es muy sinuosa y bastante transitada por lo que no te permite ir a gran velocidad, pero el paisaje que contemplas desde ella lo compensa. Bordeamos Mónaco y sobre las 16.30h llegamos a Menton. Al final lo que iba a ser un trayecto más o menos corto, entre las paradas, los peajes y los tramos por secundarias nos llevó unas 7h, pero aún es pronto y tenemos tiempo a descansar un poco antes de ir a conocer el pueblo.
Buscamos el hotel Etap donde tenemos hecha la reserva para esta noche por 69€. La recepción abre a las 17h así que decidimos esperar para poder pagar en efectivo.
La historia del recepcionista de Menton no me resisto y tengo que contarla. Pues bien, son las 17h, el simpático señor abre la puerta del hotel y atiende a los primeros clientes que están esperando, una familia de holandeses. Lo primero que hace es darles unas cuantas voces por no haber realizado ellos mismos el check-in en el cajero de afuera, que para eso está y así no le hacen al él trabajar, habrase visto tamaña desconsideración! Después les increpa porque entraron al hotel nada más abrir la puerta y no tiene encendido el ordenador, ni nada preparado. Esto si que es una cálida acogida! Llega nuestro turno y solo por tocarle las narices (la verdad es que nos pusimos a su altura, que se le va a hacer), decidimos hablarle en inglés y no en francés. Nos vocifera que no nos entiende, que qué nos pensamos, que estamos en Francia y él habla francés. En esto se pone a sonar el teléfono de recepción y ni corto ni perezoso agarra el cable, le da un tremendo tirón con todas sus fuerzas y lo desconecta a la vez que grita: ¡Ya podéis llamar ahora todo lo que queráis! Le preguntamos por el párking del hotel y nos dice que nuestro coche no cabe, por supuesto sin saber que coche tenemos, que lo aparquemos en la calle. Eso hacemos.
De repente se le deben de descruzar los cables, nos pone una sonrisa de oreja a oreja, nos guiña el ojo y nos dice: habitación en el 3er piso, con terraza y vistas al mar. Cogemos la llave y salimos disparados antes de que se vuelva a apoderar de él el lado oscuro y nos mande a las mazmorras. Me acuerdo ahora de este tío y me muero de risa con el espectáculo que formó, pero a la vez me parece alucinante alguien con ese carácter y esos modales pueda estar atendiendo al público.
Menton es el último pueblo de Francia antes de la frontera con Italia, y todo en él recuerda a los pueblos italianos de la Riviera. Las estrechas fachadas de tonos pastel, las contraventanas de madera pintadas de verde, la ropa tendida en los balcones, la iglesia que domina el pueblo desde lo alto...todo hace pensar que te encuentras en Italia.
Aprovechamos que aún es pronto y hace sol para irnos a la playa, que es de gravilla. La parte pública es pequeña por lo que estamos un poco hacinados, pero no nos importa, es nuestro primer día de playa este año! Samuel incluso se anima y se pega un baño. Sobre las 18:45 dejamos la playa para visitar el pueblo. En esos días tiene lugar el Festival de Música y la plaza principal está convertida en el escenario y rodeada por los graderíos. El centro del pueblo es animadísimo, como cualquier pueblo de veraneo de la Costa Azul, atestado de turistas, de terrazas, tiendas de souvenirs y de productos típicos de la zona. Seguimos paseando hasta la hora de cenar, vemos un mercadillo, y volvemos al hotel por el paseo de la playa y del puerto (1,5km), que iluminado es guapísimo. Cenamos en la terraza de nuestra habitación bajo un precioso cielo estrellado.
Buscamos el hotel Etap donde tenemos hecha la reserva para esta noche por 69€. La recepción abre a las 17h así que decidimos esperar para poder pagar en efectivo.
La historia del recepcionista de Menton no me resisto y tengo que contarla. Pues bien, son las 17h, el simpático señor abre la puerta del hotel y atiende a los primeros clientes que están esperando, una familia de holandeses. Lo primero que hace es darles unas cuantas voces por no haber realizado ellos mismos el check-in en el cajero de afuera, que para eso está y así no le hacen al él trabajar, habrase visto tamaña desconsideración! Después les increpa porque entraron al hotel nada más abrir la puerta y no tiene encendido el ordenador, ni nada preparado. Esto si que es una cálida acogida! Llega nuestro turno y solo por tocarle las narices (la verdad es que nos pusimos a su altura, que se le va a hacer), decidimos hablarle en inglés y no en francés. Nos vocifera que no nos entiende, que qué nos pensamos, que estamos en Francia y él habla francés. En esto se pone a sonar el teléfono de recepción y ni corto ni perezoso agarra el cable, le da un tremendo tirón con todas sus fuerzas y lo desconecta a la vez que grita: ¡Ya podéis llamar ahora todo lo que queráis! Le preguntamos por el párking del hotel y nos dice que nuestro coche no cabe, por supuesto sin saber que coche tenemos, que lo aparquemos en la calle. Eso hacemos.
De repente se le deben de descruzar los cables, nos pone una sonrisa de oreja a oreja, nos guiña el ojo y nos dice: habitación en el 3er piso, con terraza y vistas al mar. Cogemos la llave y salimos disparados antes de que se vuelva a apoderar de él el lado oscuro y nos mande a las mazmorras. Me acuerdo ahora de este tío y me muero de risa con el espectáculo que formó, pero a la vez me parece alucinante alguien con ese carácter y esos modales pueda estar atendiendo al público.
Menton es el último pueblo de Francia antes de la frontera con Italia, y todo en él recuerda a los pueblos italianos de la Riviera. Las estrechas fachadas de tonos pastel, las contraventanas de madera pintadas de verde, la ropa tendida en los balcones, la iglesia que domina el pueblo desde lo alto...todo hace pensar que te encuentras en Italia.
Aprovechamos que aún es pronto y hace sol para irnos a la playa, que es de gravilla. La parte pública es pequeña por lo que estamos un poco hacinados, pero no nos importa, es nuestro primer día de playa este año! Samuel incluso se anima y se pega un baño. Sobre las 18:45 dejamos la playa para visitar el pueblo. En esos días tiene lugar el Festival de Música y la plaza principal está convertida en el escenario y rodeada por los graderíos. El centro del pueblo es animadísimo, como cualquier pueblo de veraneo de la Costa Azul, atestado de turistas, de terrazas, tiendas de souvenirs y de productos típicos de la zona. Seguimos paseando hasta la hora de cenar, vemos un mercadillo, y volvemos al hotel por el paseo de la playa y del puerto (1,5km), que iluminado es guapísimo. Cenamos en la terraza de nuestra habitación bajo un precioso cielo estrellado.