Paramos en una gasolinera para comprar la viñeta húngara, que tiene validez para 10 días (2975florines/11,50€). La carretera por la que vamos pasa cerca del palacio Eszterházy, no paramos a verlo y me arrepiento.
Llegamos al cámping Panorama, a los pies de la abadía de Pannonhalma, es un camping bonito, cuidado, escalonado en terrazas con bastante sombra y .... desierto! Sólo hay una pareja de holandeses en una autocaravana y una familia de belgas ocupando el único bungalow. Samuel no quiere quedarse, le parece demasiado solitario, además al dueño nos advierte al llegar que cuando no estemos no dejemos nada de valor en la tienda, todo bajo llave en el coche, qué tranquilizador! Los belgas nos hacen de intérpretes pues el señor del cámping sólo habla húngaro o alemán. Al final nos quedamos. Antes de comer nos acercamos a visitar la abadía benedictina de Pannonhalma, patrimonio mundial de la UNESCO, que destaca por albergar en su magnífica biblioteca el primer manuscrito en lengua húngara. Desde allí las vistas son espléndidas. También bajamos hasta el huerto en el que los monjes cultivan todo tipo de especias, esencias y una gran plantación de lavanda que huele a kilómetros.
Comemos en el cámping y por la tarde vamos hasta Gyor, a 18km. No tenemos muchas espectativas en cuanto a esta ciudad, la guía que tenemos tampoco le otorga demasiada reelevancia y lo cierto es que nos encanta!
El centro está cuidadisimo, todas las calles son peatonales repletas de comercios, cafés, terrazas...Está lleno de gente a rebosar y nos dedicamos a pasear un larguísimo rato para conocer la ciudad. También cuenta con un paseo que discurre entre los árboles a la orilla del río que merece la pena recorrer.
Empieza a oscurecer y regresamos al cámping antes de que se haga de noche. En nuestra ausencia llegaron otras 2 familias de franceses por lo que ya nos sentimos menos solos. Cenamos a la luz de las velas mientras los mosquitos nos devoran. A las 22h un mensaje de megafonía seguido de una fanfarria nos anuncia el toque de silencio.
Llegamos al cámping Panorama, a los pies de la abadía de Pannonhalma, es un camping bonito, cuidado, escalonado en terrazas con bastante sombra y .... desierto! Sólo hay una pareja de holandeses en una autocaravana y una familia de belgas ocupando el único bungalow. Samuel no quiere quedarse, le parece demasiado solitario, además al dueño nos advierte al llegar que cuando no estemos no dejemos nada de valor en la tienda, todo bajo llave en el coche, qué tranquilizador! Los belgas nos hacen de intérpretes pues el señor del cámping sólo habla húngaro o alemán. Al final nos quedamos. Antes de comer nos acercamos a visitar la abadía benedictina de Pannonhalma, patrimonio mundial de la UNESCO, que destaca por albergar en su magnífica biblioteca el primer manuscrito en lengua húngara. Desde allí las vistas son espléndidas. También bajamos hasta el huerto en el que los monjes cultivan todo tipo de especias, esencias y una gran plantación de lavanda que huele a kilómetros.
Comemos en el cámping y por la tarde vamos hasta Gyor, a 18km. No tenemos muchas espectativas en cuanto a esta ciudad, la guía que tenemos tampoco le otorga demasiada reelevancia y lo cierto es que nos encanta!
El centro está cuidadisimo, todas las calles son peatonales repletas de comercios, cafés, terrazas...Está lleno de gente a rebosar y nos dedicamos a pasear un larguísimo rato para conocer la ciudad. También cuenta con un paseo que discurre entre los árboles a la orilla del río que merece la pena recorrer.
Empieza a oscurecer y regresamos al cámping antes de que se haga de noche. En nuestra ausencia llegaron otras 2 familias de franceses por lo que ya nos sentimos menos solos. Cenamos a la luz de las velas mientras los mosquitos nos devoran. A las 22h un mensaje de megafonía seguido de una fanfarria nos anuncia el toque de silencio.