La mañana de este día la habíamos previsto, y así fue, para ir al Alcázar y luego a la Casa de Pilatos. Llegamos tempranito al Alcázar, demasiado, porque yo pensaba que abrían a las 9:00 y lo hacían a las 9:30. Como no había nadie a esas horas nos dimos una vuelta por los alrededores. Y tuvimos ocasión de pasar por la muy sevillana calle de Rodrigo Caro, que nos gustó un montón
Y nos permitió obtener encuadres de la Giralda muy atractivos
Finalmente se hizo la hora y entramos al Alcázar, cosa que no había hecho en mis viajes anteriores. Una auténtica maravilla. Si no fuera porque queríamos pasar por la Casa de Pilatos nos hubiéramos quedado allí hasta que cerraran. Muy justamente es patrimonio de la Humanidad conjuntamente con la catedral y el Archivo de Indias.
Entramos por la Puerta de los Leones
Y a partir de ahí entiendo que el Alcázar no es para contarlo sino para disfrutarlo con la vista. Así que os coloco alguno de los enfoques que me gustaron, aunque para ser justos debería dedicar casi que un diario solo para el Alcázar.
Los jardines también son increíbles. Los voy a personificar con el que más me gustó, el del Estanque de Mercurio, llamado así por la figura que hay en la fuente.
Deciros que saliendo de ese jardín hacia la cafetería, a la derecha se sube a una galería desde la que se tienen vistas estupendas sobre varios jardines. Un ejemplo:
Junto a la cafetería aparecieron unos pavos reales de un precioso color azul
Se hacía tarde, llevábamos más de dos horas recorriendo el recinto, y como dije queríamos ir a la Casa de Pilatos. Así que con todo el dolor de nuestro corazón salimos con la idea de que, aunque solo sea para volver al Alcázar, Sevilla queda en el horizonte para cuando nos dejen los indeseables esos de los recortes. A ver si pronto empiezan a pudrirse en el infierno.
No estaba muy lejos la Casa de Pilatos. Lo que pasa es que con el síndrome Alcázar encima era evidente que aquello iba a sabernos a poco. De todas formas el palacio es una hermosa síntesis de estilos gótico-mudéjar, renacentista y romántico. A veces en un mismo patio
En ese Patio principal destaca la escultura de la diosa Minerva
Y la galería porticada
También interesante las caballerizas
Y la Gruta del Jardín grande
Me gustó la reja renacentista que une el patio del apeadero con el patio principal
De las obras pictóricas me llamó la atención esta mujer barbuda de José de Ribera
La parte de arriba de la casa era guiada y no se permitían fotos.
Al salir de la Casa de Pilatos nos fuimos a comer hacia el Arenal y los mejores sitios estaban cerrados por ser el día 31 de diciembre. Así que acabamos en el Mesón Serranito, que estaba entre los recomendados del foro. El listón estaba muy alto con los sitios en los que habíamos estado y la verdad es que no llegó. Pero bueno, no estaba mal del todo.
Después de comer, como estábamos al lado, nos metimos en la plaza de toros a hacer la visita guiada. Yo tengo un doble sentimiento con los toros. Por un lado no se me puede olvidar que uno anduvo de maletilla en su época juvenil. Y que me gustaba el arte de Cúchares. Por otro no soporto que se maltrate a un animal y que encima digamos que eso es un arte. Ahora yo solo quería ver la Maestranza por dentro porque no la conocía y me apetecía ver eso de la forma ovalada y qué leches, recordar viejos tiempos en medio de la contradicción. Es bonita, aunque no tan grande como Las Ventas de Madrid
Me vinieron mil recuerdos a la cabeza cuando pise los tendidos, y vi la puerta de toriles y la del Príncipe, donde salen a hombros los que triunfan. Pero cuando nos llevaron hacia el museo hicimos hicimos una “espantá” al estilo Curro Romero
La idea al salir era dar un paseo por el barrio de Triana, pero mi mujer quería descansar un poco antes de la cena. Así que ella se quedó en el hotel y yo me fui a descubrir a fondo uno de los barrios más sevillanos. Era día 31 de diciembre por la tarde y sabía que las varias iglesias del barrio estarían cerradas. Aun así me pareció interesante contemplar las fachadas, amén de otros atractivos, dejando los interiores para otro viaje.
Partiendo del Puente de Triana entré por la Plaza del Altozano donde lo primero que se ve es una capillita tan minúscula como atractiva. Se trata de la capilla del Carmen
También allí está la estatua del torero Juan Belmonte, “el Pasmo de Triana”, mirando hacia la Maestranza, y con la capilla del Carmen al fondo. Aunque nació en la sevillana calle Feria vivió gran parte de su vida en Triana. Uno de esos raros casos de toreros que acaban suicidándose. La estatua está muy cerca de la casa donde vivió.
Luego me fui por Pureza hasta la Iglesia de Santa Ana, que según había leído, su construcción se inició allá por el siglo XIII y es bien de interés cultural. Su portada lateral izquierda es la que dicen que mejor conserva su aspecto original y a mi modo de ver las cosas, la más bonita de todas.
En el camino pasas por la luminosa Capilla de los Marineros, con fachada inmaculadamente blanca y sede de la Hermandad de la Esperanza de Triana.
Volviendo hacia el puente de Triana y entrando por la calle Alfarería, como su propio nombre indica nos topamos con varios establecimientos dedicados a ese oficio. Aunque la alfarería más vistosa y más conocida está en la calle de San Jorge, la cerámica Santa Ana y actualmente se ha convertido en museo que todavía no está abierto al público
Siguiendo por Alfarería podemos ver algunos patios de vecinos como este en el número 85, del siglo XIX
También una placa recuerda que en esa calle Alfarería vivió “la gloria del arte andaluz” Marifé de Triana
Atravesando hacia la calle Castilla llegamos al punto más alejado del paseo, la Capilla del Cachorro y volviendo hacia el principio pasamos por la Iglesia de la O. Ambas tienen más valor simbólico que arquitectónico. Siguiendo por esta calle, ya casi llegando al Puente de Triana, nos encontramos por un lado con el monumento al alfarero, en cuyo pedestal, por los 4 lados hay inscripciones tipo coplilla como por ejemplo esa que dice
En Triana yo he nasío
Y me da pena Triana
Con lo que Triana ha sío
O esta otra:
Yo soy Carmen la de España
cigarrera de Sevilla
y a los guapos de Triana
hago andá de coronilla
Y por otro lado está el Callejón de la Inquisición, por donde pasaban los que iban a enfrentarse con los inquisidores en el cercano castillo de San Jorge.
Cruzando por el callejón, sin el miedo de antaño, llegamos al Paseo de la O, que se extiende a lo largo de la orilla del Guadalquivir. Pasando por debajo del Puente de Triana podemos obtener unas estupendas vistas con el río en primer plano.
Y con un poco de suerte observar patos paseando por el Guadalquivir
Y hasta palomas descansando en la orilla
Subiendo por unas escaleras llegamos de nuevo a la plaza del Altozano, fin del paseo. Como veréis Triana es algo más que la calle Betis.
Con las mismas me fui al hotel a recoger a mi mujer para la cena de Nochevieja. Habíamos reservado en el Restaurante San Marco de la calle Mesón del Moro en Santa Cruz. Y como lo habíamos hecho con tiempo nos colocaron en la parte donde estuvieron los baños árabes en el siglo XII. Jamás hubiera pensado que íbamos a celebrar el paso de un año al otro en un marco como ese
Gran colofón a un viaje estupendo a una ciudad maravillosa. Lo único malo resultó que al día siguiente había que regresar. Y lo peor, sin saber cuando podríamos volver a recorrer mundo. Pero con el firme propósito de no darnos por vencidos. Si se piensan los poderosos que nos van a doblegar fácilmente que se lo hagan mirar.