Sábado, 08 de Diciembre de 2012
Escogimos este día para la visita a Terezín pese a que sabíamos que al ser Sábado el crematorio estaría cerrado. Y lo hicimos porque pese a esto era el mejor día para visitarlo. No queríamos ir el Viernes, según aterrizamos en Praga. Queríamos primero entrar en contacto con la ciudad, centrarnos y poder averiguar como funcionaban los trasportes públicos antes de tener que coger el tranvía para llegar a la parada del autobús. Por otro lado, si dejábamos Terezín para el Domingo, el sábado tendríamos que ver el barrio Judío donde si que tendríamos cerrado el cementerio y eso lo tenía que ver si o si, así que no nos quedó más que ir en Sábado a Terezín.
Nos levantamos muy temprano. A las 6 de la mañana suena del despertador, a las 6:30 estábamos desayunando y a las 7 salíamos del hotel dirección a la parada Dlouhátrida, del tranvía 24, que nos llevaría hasta Nadrazi Holesvoice (24 coronas checas).
Al bajarnos del tranvía debemos cruzar la calle e ir en dirección a donde marca la parada del autobús (con un símbolo de autobús). Al llegar al final del camino, a mano izquierda se baja por unas escaleras que conducen a un túnel, continuamos por él hasta el final y una vez fuera del túnel y a la derecha se encuentran las paradas del autobús numeradas. La nuestra es la número 7. La primera impresión es que nos encontrábamos en un descampado, todo helado, hacía un frío de muerte y como todavía era pronto nos dirigimos hacia la propia estación a esperar a que dieran las 8 (hora en que debía salir el autobús). Unos minutos antes salimos de la estación y vemos que hay dos personas más esperando. Nos acercamos, vemos que no hay señal del autobús y una de las chicas que esperaba se dirige a la caseta a preguntar. Le dicen que no hay autobús a las 8. Ella saca el horario descargado de internet, se lo enseña y él con cara de pocos amigos solo nos dice que "el autobús sale a las 9:30". Nos quedamos de una piedra.
Nosotros teníamos reservada la visita a Terezín en español para las 10:30 así que tuvimos que llamar y muy amablemente nos dijeron que no había problema, que se lo decían a la chica para que nos esperara a las 11:00. El madrugón no había servido para nada. Nos vamos de nuevo a la estación, pedimos un café y un chocolate (59 coronas) y nos vamos a sentar en un banco de la estación. La verdad que esta desierto, solo teníamos como compañía a unos cuantos "sin techo", así que pacientemente nos acomodamos y esperamos.
A las 9:30, ya sí por fin, sale nuestro autobús dirección Terezín. En lugar de parar donde debía, tampoco lo hace y nos toca pegarnos una pateada de casi 2km para llegar a la zona donde nos esperaba la guía. Este día se iba a hacer cuesta arriba. A la vez que nosotros llegaron varios españoles, sin reservar visita, pero no nos importó y se unieron al grupo.
Por fin estábamos dentro de "la pequeña fortaleza" de Terezín, la que nos enseñó la guía y sobre la que nos contó todas las historias de lo vivido y acontecido dentro del guetto.
Terezín (Theresienstadt en Alemán) no fue un campo de exterminio sino solo de concentración. Empezaron a llegar los primeros Judíos a finales de 1941 a la espera de ser deportados a campos de exterminio.
Al entrar en "la pequeña fortaleza" de Terezín, lo primero que nos encontramos es el clásico cartel que dice "ARBEIT MACHT FREI" (el trabajo os hará libres) que ya impresiona de mano. Esto significaba que cuanto más trabajaran dentro del campo más posibilidades tendrían de hacerse libres.
Unos dos meses después de la llegada de los primeros judíos a Terezin empezaron las deportaciones a los campos de exterminio y a partir de ese momento existía sobre el gueto una constante amenaza de deportación.
Menos de un año después de sus inicios, Terezín llegó al pico máximo de habitantes: 50.000 personas en menos de 115.000 metros cuadrados. A partir de este momento se produjeron numerosas deportaciones hacia Treblinka y Auschwitz y la población descendió hasta las 11.000 personas.
Las malas condiciones en las que se encontraban, excesivo hacinamiento, malas instalaciones sanitarias (llegó a no producirse la evacuación de heces que cubrían todo el piso de las habitaciones) junto con la pésima alimentación (en general un todo en uno donde se mezclaba hasta la ceniza de los cigarros) provocaron graves brotes de enfermedades y epidemias elevando el índice de mortalidad en el campo.
Dentro de la población de Terezín se encontraban numerosos artistas y esto fue utilizado por los nazis en su beneficio propio, utilizándolos para crear gráficos y dibujos técnicos. Esto fue aprovechado por los judíos para poder utilizar el material a escondidas y poder realizar dibujos sobre lo que se vivía en el campo. Muchos de estos dibujos se encuentran expuestos en el museo del gueto. Realmente esto es como para que se te pongan los pelos de punta, pero sin lugar a dudas lo que más llama la atención son los dibujos realizados por los niños del campo (una parte expuesta aquí y otra que lo veremos al día siguiente en el barrio judío de Praga).
Dos años después de la apertura de Terezín comenzaron los rumores acerca de la existencia de los campos de exterminio y los nazis decidieron abrir Terezín al comité de investigación de la Cruz Roja. Fue entonces cuando se produjo el mayor número de deportaciones hacia Auschwitz en un intento de reducir el hacinamiento. Cambiaron totalmente la imagen de Terezin, aparecieron flores por doquier, aparecieron tiendas y cafés, escuelas, jardines, parques y un banco.
Después de la inspección de la Cruz Roja, los nazis realizaron un vídeo sobre la forma de vida dentro del campo, una película muy bien realizada y que tuvimos la oportunidad de ver en el cine de la "pequeña fortaleza". Realmente espeluznante y más cuando sabes que toda la gente que participó en el vídeo, incluidos los niños, fueron enviados directamente a la cámara de gas de Auschwitz.
Sin embargo el amplio abanico de pinturas dejadas como testimonio de lo que ocurría dentro del campo contradicen la imagen de "modelo de campo" que querían dar los nazis.
Bajo Terezin existe una red de túneles. Nosotros solo anduvimos por el que está habilitado, de un kilómetro más o menos y con la falta de luz y el frío se hizo realmente largo. (Y eso que también dimos la vuelta e hicimos el trayecto de ida y de vuelta).
El hecho de que hiciera un frío espantoso, que el hielo y la nieve cubrían parte del suelo de Terezín hacían que la imagen de todo lo que estábamos viendo y oyendo se volviera mucho más cruda.
A la salida de la "Pequeña Fortaleza" encontramos el cementerio que impresiona de por si, pero no todo el mundo que murió en Terezín se encuentra enterrado. Cuando la gente empezó a morir debido a las condiciones infrahumanas que existían se creó el crematorio y así evitaban tener que enterrar.
Un pequeño paseo por el pueblo y los distintos museos dan por terminada nuestra visita, no sin antes pasar a comer algo en el único sitio habilitado para ello. La comida consistió en: una hamburguesa, un hot dog (ya sabéis para quien, para la de los antojos de salchicha), un nestea y un café por 144 coronas.
Después de la impresionantes visita a Terezín nos dirigimos de nuevo a Praga, un pequeño descanso en el autobús y de nuevo a pasear por la Praga nocturna. Esta vez decidimos cenar por el mercadillo. Yo solo probé uno de esos rollitos con sabor a canela que están de muerte y Rubén comió algo más pero a mi no me entraba la comida, ni siquiera las salchichas, así que con esto nos fuimos a dormir.
Y con esto nos despedimos hasta el siguiente día. Lo que no sabíamos era la noche que nos esperaba. Pero esto quedará para la próxima entrada.