Oahu: Honolulu ✏️ Diarios de Viajes de USAInicio aquí la quinta y última etapa de este diario. Siguiendo la nomenclatura que utilicé para titular las anteriores, he puesto el nombre de la isla y la ciudad donde hemos hecho base, aunque luego es verdad que desde cualquiera de las bases de...Diario: Hawaii: 3 islas en dos semanas⭐ Puntos: 5 (35 Votos) Etapas: 6 Localización: USAInicio aquí la quinta y última etapa de este diario. Siguiendo la nomenclatura que utilicé para titular las anteriores, he puesto el nombre de la isla y la ciudad donde hemos hecho base, aunque luego es verdad que desde cualquiera de las bases de las dos islas anteriores hemos ido a sitios a los que podíamos haber accedido desde una u otra. En este caso, en Oahu solo teníamos dos noches. La intención original era reservarse un par de días al final del viaje de civilización, relax y "lujo", entendiendo por lujo, por ejemplo, que nos hicieran la cama en un hotel (cosa que obviamente no había pasado en ninguna de las bases anteriores). Lo que pensábamos cuando planificamos el viaje era que llegaríamos al final muy cansados de tanta aventura y caminata y que nos tiraríamos dos días al sol cual lagartijas a la vera de la piscina, tomando mojitos uno tras otro. Lo que suele ser una luna de miel "estándar", vamos. Por eso, me relajé un poco a la hora de preparar esta última parte del viaje y la verdad es que tuvimos que ir improvisando un poco y sentimos que no le sacamos todo el partido posible a la isla. Mea culpa, ¡la preparación es la clave! Normalmente intento planificar los viajes de manera que la cosa vaya in crescendo, ordenando las cosas en orden de ilusión por ver/hacer o de interesantes que nos parecen, de manera que así se vaya compensando la inevitable agonía que supone el ver cómo se van consumiendo los días de viaje y cada vez quedan menos . Pero esta vez no creo que podamos decir que terminamos "on a high note", como dicen por allí, precisamente. Y es que todo lo anterior había dejado el listón muy alto. Bueno, menos rollos y al grano. En línea con aquella intención de pegarnos un pequeño "homenaje" en Honolulu (pero, ojo, que no fuimos a un hotelazo ni nada de eso), habíamos reservado un descapotable tipo Chrysler Sebring. Cuál fue nuestra sorpresa cuando en la oficina de Dollar nos dicen: "Su coche es ese rojo de ahí fuera". Y al mirar vemos un Ford Mustang rojo fuego... Hasta aquí, la cosa parecía que empezaba bien. Con nuestro invento de llevar el mapa cargado en el iPad y luego guiarnos por la bolita del GPS, conseguimos llegar a la primera al hotel, que era The Modern Honolulu. Estaba bastante bien situado: lo suficientemente cerca del meollo de Waikiki como para ir dando un agradable paseo de quince o veinte minutos, pero lo suficientemente lejos como para que la zona fuera tranquila. Y eso fue lo que hicimos: eran ya las seis de la tarde cuando por fin estábamos listos para hacer algo, así que nos decidimos a caminar hasta Waikiki para ver lo que se cocía, tomar la Fire Rock reglamentaria y luego cenar algo. Lo que nos encontramos chocaba frontalmente con todo lo que habíamos visto de Hawaii hasta el momento: para empezar, turistas, turistas, y más turistas, es decir, hornadas y hornadas de turistas, de los cuales el 90% se podría decir que eran japoneses. Tiendas por doquier, consumismo a punta pala, tráfico, ruido,... En fin. La mejor definición que se nos ocurrió dice así: "Como Platja d'Aro, pero con japoneses en vez de alemanes". Aquello no era lo nuestro. Tomamos la Fire Rock de rigor y dimos la vuelta para cenar cerca del hotel, en un japonés que habíamos visto al pasar, el Kobe Japanese Steak House & Sushi Bar, que era uno de estos en donde te lo cocinan todo delante en plan acrobático , y la verdad es que estuvo bastante bien. Mientras tanto, terminamos de definir el plan para el día siguiente: snorkeling por la mañana en Hanauma Bay (en la que tenía depositadas todas mis esperanzas de experimentar un snorkeling glorioso) y acercarnos por la tarde con el coche a North Shore (a ver las grandes olas y demás). Y así hicimos: por la mañana fuimos a Hanauma Bay, sin las cámaras, dado que nuestra intención era pasarnos la mañana entera en plan playa de verdad, es decir, lo que no habíamos hecho hasta el momento: sol - palas - snorkeling - sol - palas - snorkeling, y así en un bucle infinito. Claro que, llegados a este punto, podríamos habernos dado cuenta de que no hay dos sin tres. Efectivamente: ¡¡LA NUBE!! La eficiente y oportuna nube que nos había venido acompañando todo el viaje tampoco faltó aquí a su cita, qué va. Ya desde que salimos tempranísimo del hotel (sobre las siete y algo, si no recuerdo mal, ya que habíamos leído que sobre las 9:00 ya no habría sitio para aparcar) vimos que el día estaba absolutamente encapotado. Esta vez ya no hicimos el canelo pensando: "Bah, seguro que abre...". Nos resignamos y punto. Llegamos al aparcamiento y constatamos que incluso hacía un pelín de frío Lo que fue raro fue tener que pagar una entrada, atravesar una tienda de souvenirs y ver la opción de bajar en un tren por un par de dólares, todo eso para ir a una playa a hacer snorkeling. Desde luego, Oahu es diferente Una vez en la playa, y viendo que lo de tomar el sol no era una opción, nos metimos al agua para ver si aquello era tan magnífico como contaban. Y entonces nos dimos cuenta del siguiente problema: la marea estaba en su punto más bajo. Y esto es muy bajo. Normalmente aguanto bien haciendo snorkeling en aguas poco profundas, pero aquí hubo momentos en que con las palmas de las manos podía tocar tranquilamente el fondo (sin hundirme, claro), y esto ya es una profundidad que empieza a agobiar bastante. Así que la verdad es que esto nos impidió un disfrute al 100% del snorkeling. Al final descubrimos la zona más poblada de peces, que estaba en la barrera de rocas que atraviesa la bahía al fondo, y la verdad es que tampoco estuvo mal. Seguía sin llegar a los niveles espectaculares de, por ejemplo, las Perhentians, pero al menos podemos decir que es el lugar donde vimos más cantidad y más variedad de peces. ¡Mi mujer incluso vio un pulpo! Cometió el clásico error de venir a buscarme para llevarme a verlo. Nunca hay que hacer eso... lo normal es que ya no vuelvas a verlo ni tú, ni el que has ido a buscar Después de dos baños, y como inceríblemente seguíamos con algo de frío y la nube ya sabíamos que no tenía la más mínima intención de darnos tregua, nos volvimos tranquilamente al hotel para salir a una hora decente (que finalmente fue hacia las tres de la tarde) hacia el norte de la isla. (Habréis notado la escasez, por no decir ausencia total, de fotografías hasta el momento; y es que, por una parte, Honolulu no me había motivado nada la tarde/noche anterior para fotografiar, y esta mañana habíamos ido sin cámaras a Hanauma Bay dado que lo que pensábamos que íbamos a hacer, inocentes de nosotros, era pasarnos cuatro horas seguidas en el agua, es decir, toda la mañana.) El viaje a North Shore fue un pelín desastroso... Nos perdimos alguna vez, aunque eso es lo de menos. Lo importante es que no sabíamos qué coño queríamos ir a ver o hacer Llegamos a Haleiwa y seguimos por la carretera de la costa, dado que ahí supuestamente es donde se ven las olas más grandes del mundo, si no estábamos confundidos. Pero, sinceramente, para alguien que se ha criado en Asturias, aquello no es que fuera precisamente impresionante ni mucho menos. Luego nos enteramos de que parece ser que las olas gigantes se producen de octubre a marzo. Así que, sin parar siquiera, llegamos hasta Waimea Bay y vimos que ahí había una especie de parque con unas cataratas. Por lo que decidimos parar. Solo que aquello era muy raro. Con la cantidad de peña que había en la isla, y aquello estaba medio vacío. Esto al principio ya nos mosqueó un poco. Y cuando vimos que había que pagar lo que no era precisamente un módico precio por entrar... pues nos dimos la vuelta. Menos mal, porque mirando ahora las Waimea Falls en imágenes, y después de haber visto algo como las Hanakapi'ai Falls, igual nos habríamos cagado en todo. Y además así no tiene gracia: una cosa es currarte tú el camino y otra, meterte en una especie de Disneylandia en donde te van conduciendo como quieren hasta el destino final. Total, que veíamos que se nos iba el día entero y que prácticamente no habíamos hecho mucha cosa de provecho. Decidimos dar la vuelta y parar en Haleiwa, que por lo visto era una "ciudad mítica" del surf, y además ahí estaba el sitio más famoso de los Shaved Ices (que llevábamos viendo todo el viaje): el Matsumoto. Por el camino entre Waimea Bay y Haleiwa vimos un grupo de gente en la playa haciendo fotos a algo, y resultó que era esto (por fin una foto): Luego nos enteramos que ahí están los de "Save the Sea Turtles International". Marcaban un perímetro alrededor de las tortugas para que nadie pudiese acercarse demasiado. La primera que sale en la foto, en concreto, debió hartarse de que la peña no la dejara echar la siesta y se volvió a meter en el agua, con lo que readaptaron el perímetro solo a la segunda. A continuación entramos en Haleiwa, que en teoría era un pueblo "típico y auténtico", pero no vimos más que un par de carreteras con algunas casa a los lados . Lo que sí vimos fue el Matsumoto, y paramos para probar de una vez el Shaved Ice que tanto habíamos visto. Conclusión: el Señor Matsumoto tiene que ir a dar clases a alguna escuela de MBA. ¡La madre del cordero Imperio! La que tiene montada por... bueno, por nada. ¿Recordáis los flashes de cuando éramos pequeños? ¿Que consistían en hielo con colorante? Pues eso es el Shaved Ice, solo que el hielo va picado en una tarrina. Es decir: caca Eso sí, el marketing y merchandising que hay montado alrededor es, pues eso, de escuela de negocios. Sin mucha idea de qué hacer y siendo ya las seis y pico, decidimos volver al hotel e ir a darnos un homenaje gastronómico en un sitio de pescado con buena pinta que habíamos visto pegadito al hotel:The Chart House. Y dicho y hecho: nos duchamos, nos arreglamos, fuimos al sitio, conseguimos una de las mejores mesas pegada a la barandilla y con vistas al puerto, pedimos una cena a base de pescado y, por fin, oooohhh Dios mío bendito, pedimos una botella de vino, la primera en todo el viaje... Y con las mismas nos fuimos a dormir conscientes de que aquella era nuestra última noche y de que el día siguiente había que intentar aprovecharlo un poco mejor. Nuestro plan para el día 14 y último de las vacaciones consistía en vaguear por la mañana en la piscina, acercarnos paseando hasta Waikiki para verlo de día y comer algo por ahí y luego coger el coche para acercarnos a otros puntos interesantes de la isla. Así que después de un par de chapuzones nos pusimos en marcha. Al llegar Waikiki tuvimos una sensación que suele ser común cuando llegas en persona a un sitio que has visto bastantes veces en la tele, en fotos... en la realidad, nos pareció mucho más pequeño y, por qué no decirlo, cutre. Una especie de playa de Torrevieja pero con guiris japoneses El sol apretaba mucho y era la hora del vermut, sanísima costumbre que ningún español debe perder esté donde esté, así que llegó la hora de la enésima Fire Rock, que continuamos después con una comida rápida: A continuación volvimos al hotel, cogimos el Mustang y nos dirigimos al Pali Lookout: Fijamos la siguiente parada en el Byodo-In Temple. Por el camino confirmamos algo que ya habíamos empezado a intuir en el Pali Lookout, y es que esta isla también tiene montañas espectaculares con esas sierras tipo escamas de dragón tan características, Na Pali Coast-style, por lo que nos desvíamos un rato conscientemente para intentar plasmar en foto una de esas montañas, y para sacar de paso a nuestro compañero de fatigas en esta tercera isla del viaje: Camino del Byodo-In Temple, que no es más que una réplica de otro que hay en Japón: El templo es este. Tampoco daba mucho más de sí: De ahí nos fuimos a ver la playa de Lanikai, que tiene fama de ser una de las más bonitas. El sol empezó a caer, así como iban cayendo como losas los minutos que faltaban antes de embarcarnos en un viaje de vuelta de prácticamente 24 horas: Por último, eran las 18:30 y decidimos ir al Makupuu Lighthouse, que no deja de ser un faro. En esa zona se pueden ver ballenas, pero por lo visto solo hasta marzo-abril. Aparcamos en el aparcamiento de abajo y comenzamos la caminata cuesta arriba... caminata que ya íbamos haciendo a un ritmo demasiado superior al normal, y sin hablar. Y es que creo que nos íbamos dando cuenta de que eran las siete, aún teníamos que ir hasta el hotel a por el equipaje, ir al aeropuerto y devolver el coche, y el avión salía a las 22:00. Después de caminar lo que quizá fueron 20 minutos, decidimos separarnos... yo me paré a hacer una foto de la vista que había mientras que mi mujer continuó el camino para ver cuánto faltaba hasta el faro. De ahí salió esta, la última foto del viaje: Me dio tiempo a desplegar todo el arsenal, hacer dos o tres tomas y replegar todo el arsenal antes de que mi parte contraria hubiera aparecido de vuelta. Y de repente vi la hora y me estresé: eran las siete y cuarto (está la hora religiosamente grabada en los datos de la foto) y, pensándolo fríamente, a las 22:00 teníamos que coger un avión para volver a la otra parte del mundo. Y antes había que ir hasta el hotel, recoger el equipaje, ir al aeropuerto, devolver el coche... Total, que al final, ni vimos faro ni ná de ná. Desde el punto en donde me quedé, en cuanto asomó mi mujer de vuelta (no había llegado ni a ver un resquicio del faro) echamos casi a correr cuesta abajo de vuelta al coche, y ahí llegó el momento rallye de las vacaciones... Íbamos cagados porque el tráfico que habíamos visto en Oahu era infernal, con unos atascos que si pillábamos alguno parecido ya podíamos darnos por jodidos... pero hubo suerte, no había mucho tráfico. Llegamos al hotel sobre las 20:15 y al aeropuerto sobre las 20:45. Demasiado justo. Y, para mantener el suspense hasta el final, fuimos incapaces de encontrar la oficina de Dollar para devolver el coche. La verdad es que cuando te queda una hora para un vuelo internacional, esto da un poco de canguelo (Bueno, estrictamente no era internacional, porque nuestro itinerario de vuelta fue Honolulu - Los Ángeles - Nueva York - Barcelona). Después de parar y preguntar, conseguimos localizar la oficina (que estaba separada y alejada de las demás, así que como para encontrarla por ciencia infusa), dejamos el coche, tiramos prácticamente las maletas en el check-in y comprobamos la hora: las nueve y unos pocos minutos. ¿Qué es lo que pasa en estos casos? Pues que el avión se retrasa... De los nueve aviones cogidos en todo el viaje, este fue el que tuvo retraso, de un poco más de una hora. ¡Manda narices! Así que comimos lo que pudimos en el aeropuerto de Honolulu (digo "lo que pudimos" porque el aeropuerto es bastante cutre) y, cómo no... Nos despedimos de Hawaii con la última Fire Rock. En el momento en que pusimos un pie en el avión, la aventura había terminado y todo lo que nos quedaba era la memoria, los recuerdos, las vivencias y las fotos que intentaban plasmar lo que había sido sin duda el viaje más completo, aventurero, diverso y gratificante de nuestras vidas. Gracias por leer Las fotos en Flickr: Flickr Y una selección bastante más amplia de fotografías donde salen los "protagonistas": Picasa Índice del Diario: Hawaii: 3 islas en dos semanas
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