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De todas formas tuvimos que ir a un paso muy rápido hasta la puerta de entrada del palacio (Porta del Frumento, la que da al mar). Por el camino, y aunque íbamos como un cañón, especialmente cuando pasamos al lado de los Giardini ex Reali vimos una serie de puestos con un montón de máscaras de Carnaval que no tenían mala pinta, aunque, con la prisa, no tuvimos tiempo para ver precios ni nada por el estilo. Realmente estuvimos tan liados haciendo nuestra ruta cultural por Venecia que tengo que reconocer que no le dedicamos lo que nos hubiese gustado a ir de tiendas. Incluso iba con la idea de comprar una máscara del Doctor Peste y se me olvidó. Eso sí, mi mujer se trajo una buena colección de miniaturas de cristal de Murano...
Palazzo Ducale
Había una buena cola, pero ya contábamos con no hacerla al tener reservados los Itinerarios. Pasamos rápidamente y aún tuvimos que esperar un poco por la guía en el patio.
Ni que decir tiene que este edificio gótico (XIV-XV), sede del gobierno, palacio de justicia y residencia de los dux (doges) y su familia, es de visita obligada y sólo desaconsejable si se va a estar en Venecia un día o poco más, ya que la visita completa al Palazzo Ducale puede llevar unas 3 horas o poco menos, algo más de hora y media los Itinerarios Secretos y poco más de una hora la que hagas por tu cuenta al resto de las zonas que se pueden visitar, dependiendo del ritmo de cada uno, claro está, lo que supone bastante tiempo si se va a estar poco en Venecia.
En el Palazzo Ducale puedes hacer fotos en y hacia el patio interior y en las escaleras que suben a los apartamentos, así como en el interior del Puente de los Suspiros y en las Prisiones Nuevas. Pero ni en el resto de los interiores (estancias de los dux, salones…) ni en los Itinerarios Secretos se pueden hacer fotos (salvo de extranjis). Sin embargo, en los Itinerarios Secretos, fascinantes y poco conocidos en parte porque sólo es posible la visita en grupo y con reserva previa, sacamos prácticamente las fotos que quisimos: nos quedábamos atrás del grupo y aprovechábamos para hacerlas. Lo malo es que venía otro grupo guiado (en inglés) atrás y había que andar con cuidado. Esa fue la causa de que mi mujer no pudiese sacar unas fotos en condiciones a la cuerda de la cámara de la tortura. Casi al final (afortunadamente, al final) nuestra guía nos vio, aunque supongo que ya lo sabía de sobra, y nos dijo que no se podían sacar. Y como somos tan obedientes… se acabó la sesión fotográfica.
Los momentos de espera por la guía los aprovechamos para grabar el patio y sacarle fotos.
Palazzo Ducale
Había una buena cola, pero ya contábamos con no hacerla al tener reservados los Itinerarios. Pasamos rápidamente y aún tuvimos que esperar un poco por la guía en el patio.
Ni que decir tiene que este edificio gótico (XIV-XV), sede del gobierno, palacio de justicia y residencia de los dux (doges) y su familia, es de visita obligada y sólo desaconsejable si se va a estar en Venecia un día o poco más, ya que la visita completa al Palazzo Ducale puede llevar unas 3 horas o poco menos, algo más de hora y media los Itinerarios Secretos y poco más de una hora la que hagas por tu cuenta al resto de las zonas que se pueden visitar, dependiendo del ritmo de cada uno, claro está, lo que supone bastante tiempo si se va a estar poco en Venecia.
En el Palazzo Ducale puedes hacer fotos en y hacia el patio interior y en las escaleras que suben a los apartamentos, así como en el interior del Puente de los Suspiros y en las Prisiones Nuevas. Pero ni en el resto de los interiores (estancias de los dux, salones…) ni en los Itinerarios Secretos se pueden hacer fotos (salvo de extranjis). Sin embargo, en los Itinerarios Secretos, fascinantes y poco conocidos en parte porque sólo es posible la visita en grupo y con reserva previa, sacamos prácticamente las fotos que quisimos: nos quedábamos atrás del grupo y aprovechábamos para hacerlas. Lo malo es que venía otro grupo guiado (en inglés) atrás y había que andar con cuidado. Esa fue la causa de que mi mujer no pudiese sacar unas fotos en condiciones a la cuerda de la cámara de la tortura. Casi al final (afortunadamente, al final) nuestra guía nos vio, aunque supongo que ya lo sabía de sobra, y nos dijo que no se podían sacar. Y como somos tan obedientes… se acabó la sesión fotográfica.
Los momentos de espera por la guía los aprovechamos para grabar el patio y sacarle fotos.
Si el exterior del Palazzo Ducale es espectacular, el patio interior no lo es menos, yo diría que más (aunque cada cosa en su estilo y función) especialmente los muros con elementos renacentistas: el de enfrente según se entra, con el arco Foscari,
y el derecho, con su columnata de la loggia en la primera planta y los muros muy decorados.
Otro de ellos, por donde entras, más antiguo, estaba también cubierto por andamios. También hay dos bonitos brocales de bronce del XVI en medio del patio. El arco Foscari, muy ornamentado, tiene unas copias de las figuras de Adán y Eva de Antonio Rizzo cuyos originales están dentro del palacio en la segunda planta preservados de la intemperie. Este mismo es el autor de la Escalinata de los Gigantes (s. XV),
en cuyo rellano superior se coronaba a los dux con la zogia (gorro ducal) al lado de las enormes esculturas (de las que toma el nombre la escalinata) de Marte y Neptuno de Jacopo Sansovino (1567), símbolos del poder veneciano por tierra y mar.
Al fondo de la planta baja (mano derecha según se entra) están los calabozos del XVI para pequeños delincuentes y los húmedos pozzi para los peligrosos.
Para la visita de los Itinerarios Secretos nos dieron un whisper para que se oyesen mejor las explicaciones de la guía. La visita era en italiano y la tía hablaba como una ametralladora, pero se le entendía más del 80% de lo que explicaba, a pesar de no haber visto el Italiano ni por el forro, académicamente hablando, ni de otra manera, salvo lo típico que todos sabemos. Como el inglés aún lo entendemos menos, la elección fue adecuada. El recorrido comienza llevándonos a la segunda planta por la Scala d’Oro, construida por Sansovino y llamada así por sus estucos y adornos dorados de su bóveda.
Para la visita de los Itinerarios Secretos nos dieron un whisper para que se oyesen mejor las explicaciones de la guía. La visita era en italiano y la tía hablaba como una ametralladora, pero se le entendía más del 80% de lo que explicaba, a pesar de no haber visto el Italiano ni por el forro, académicamente hablando, ni de otra manera, salvo lo típico que todos sabemos. Como el inglés aún lo entendemos menos, la elección fue adecuada. El recorrido comienza llevándonos a la segunda planta por la Scala d’Oro, construida por Sansovino y llamada así por sus estucos y adornos dorados de su bóveda.
Allí abren con llave una puerta a la izquierda que da acceso a los Itinerarios, que se inician con unos despachos muy modestos y forrados de madera del Notario Ducal (secretario de la magistratura)
y del Diputado de la Secreta (custodio del archivo secreto) del Consejo de los Diez, comunicados entre sí. De ahí se sube a la Oficina del Gran Canciller (al lado del Archivo General), único magistrado elegido directamente por el Consejo Mayor. Desde esta sala, una escalera conduce a la interesante Sala de la Cancillería Secreta, con armarios que conservaban actas públicas y escrituras secretas de las magistraturas. La parte superior de cada puerta está decorada con escudos de colores y los nombres de los cancilleres desde 1268.
Atravesando la salita del Regente de la Cancillería se pasa a la Cámara de la Tortura o del Tormento, unida directamente a la prisión y que tiene una cuerda colgada del techo de donde pendían de las muñecas los acusados, con las manos juntas atadas a la espalda, instrumento de tortura (abolida en el XVIII) más habitual de los interrogatorios.
De la Sala de la Tortura se pasa a las celdas piombi (6 ó 7), nombre que deriva de la cubierta de plomo del techo, donde detenían a los que estaban en espera de juicio y a los disidentes políticos o comunes con penas poco graves. En ellas fue detenido y de ellas se fugó Giacomo Casanova (1755). Evidentemente, te cuentan la historia de cómo se fugó con la ayuda de un fraile, saliendo por todo el morro por la puerta principal cuando la abrieron y tomándose después un café en el Caffe Florian antes de irse de Venecia (¡Es que el que tiene clase…!). Se pasa por las dos, reconstruidas, en las que estuvo. Eran más confortables, aunque bajas, que las celdas pozzi, las celdas más terribles situadas en la planta baja del palacio.
De las piombi se pasa al desván, a la altura del Ponte della Paglia, donde hubo una torre angular del primitivo castillo del dux. Hay algunas armas sobre todo del XVI y se puede ver algo realmente imponente e impresionante: el conglomerado de unas enormes vigas de madera y gruesos tornillos que sujetan el techo de la Sala del Maggior Consiglio, la sala mayor del palacio. Descendiendo dos rampas de escaleras se accede a la Sala de los Inquisidores, temidísima magistratura, que velaba por los secretos de estado valiéndose de información obtenida por cualquier medio, incluidos delación o tortura. El techo de la sala está decorado con obras de Tintoretto (1567). De aquí se sale de los Itinerarios a través de un pasadizo secreto, cuya puerta se disimula en lo que parece la de un armario, a la Sala dei Tre Capi, tres magistrados que seleccionaban la prioridad de los procesos más importantes, con el techo bellamente decorado.
La visita normal (de la que no tenemos fotos en zonas no permitidas, lo sentimos) continúa por la Sala delle Quattro Porte, sala de espera de los embajadores, con el techo construido por Palladio y decorado por Tintoretto. A continuación viene el Anticollegio, sala de espera muy interesante por estar decorada con cuatro escenas mitológicas también de Tintoretto: La fragua de Vulcano, Mercurio y las Gracias, Minerva rechazando a Marte y, la más bella, La coronación de Baco y Ariadna por Venus. El rapto de Europa del Veronese frente a la ventana es una de las obras maestras más atractivas del palacio. La Sala del Collegio, también de las mejores del palacio, era donde los dux se reunían con el consejo para discutir asuntos de Estado y recibir a los embajadores. El techo está decorado por 11 maravillosas pinturas del Veronese destacando Venecia dominadora con la Justicia y la Paz. La sala contigua, Sala del Senado, es donde el dux discutía sobre asuntos exteriores con los 200 senadores. Las pinturas de paredes y techos, obras de Tintoretto y de sus alumnos, son una exaltación de la República. Son muy buenas, y las molduras del techo, aunque a más de uno les resultarán recargadas y muy ostentosas (así como en otras salas), la verdad es que también son una pasada. El recorrido vuelve a la Sala delle Quattro Porte y de ahí a la Sala del Consiglio dei Dieci, donde el poderoso Consejo de los Diez se reunía para investigar y juzgar crímenes de Estado. El techo fue decorado por Veronese, destacando Juventud y vejez y Juno derrama dones sobre Venecia. La Sala de la Bussola era donde los acusados esperaban su sentencia frente al Consejo de los Diez. La bocca di leone de la sala es una de las muchas del palacio en las que se introducían denuncias secretas. A continuación se va a la Armería, una de las más bellas colecciones gracias a legados de monarcas europeos, y de ahí se baja por otra escalera (Scala dei Censori) a la segunda planta y por un largo corredor a la Sala del Guariento (con fragmentos del fresco de Guariento La coronación de la Virgen). Desde la veranda (liagò) en la que están expuestas las estatuas originales de Adán y Eva de Antonio Rizzo (s. XV), se llega a la Sala del Maggior Consiglio, la más imponente de todas las salas del palacio, donde los 2.000 miembros del Gran Consejo votaban cuestiones constitucionales, aprobaban leyes, elegían a los altos funcionarios y se celebraban banquetes oficiales, con los retratos de los 76 primeros dux (salvo el traidor Marin Faliero, decapitado, cubierto por una cortina; los otros 42 dux están en la contigua Sala dello Scrutinio, donde se les designaba) en el friso que la rodea realizados por discípulos de Tintoretto y paneles en el techo que exaltan la República, uno de ellos del Veronese, El triunfo de Venecia. Pero lo principal de esta sala es la inmensa pintura, uno de los mayores óleos del mundo (24,65 m x 7,45 m), de El Paraíso de Jacopo Tintoretto, ayudado por su hijo Domenico y Palma el Joven, que ocupa toda la pared.
A través de una serie de pasadizos y escaleras se atraviesa el Ponte dei Sospiri (con vistas al Ponte della Paglia y a la isla de San Giorgio Maggiore) que une el palacio con las Nuevas Prisiones (1595) que tienen gruesas puertas de madera y grandes cerrojos, interesantes corredores, graffitis de los prisioneros y algunos catres en las celdas.
La visita normal (de la que no tenemos fotos en zonas no permitidas, lo sentimos) continúa por la Sala delle Quattro Porte, sala de espera de los embajadores, con el techo construido por Palladio y decorado por Tintoretto. A continuación viene el Anticollegio, sala de espera muy interesante por estar decorada con cuatro escenas mitológicas también de Tintoretto: La fragua de Vulcano, Mercurio y las Gracias, Minerva rechazando a Marte y, la más bella, La coronación de Baco y Ariadna por Venus. El rapto de Europa del Veronese frente a la ventana es una de las obras maestras más atractivas del palacio. La Sala del Collegio, también de las mejores del palacio, era donde los dux se reunían con el consejo para discutir asuntos de Estado y recibir a los embajadores. El techo está decorado por 11 maravillosas pinturas del Veronese destacando Venecia dominadora con la Justicia y la Paz. La sala contigua, Sala del Senado, es donde el dux discutía sobre asuntos exteriores con los 200 senadores. Las pinturas de paredes y techos, obras de Tintoretto y de sus alumnos, son una exaltación de la República. Son muy buenas, y las molduras del techo, aunque a más de uno les resultarán recargadas y muy ostentosas (así como en otras salas), la verdad es que también son una pasada. El recorrido vuelve a la Sala delle Quattro Porte y de ahí a la Sala del Consiglio dei Dieci, donde el poderoso Consejo de los Diez se reunía para investigar y juzgar crímenes de Estado. El techo fue decorado por Veronese, destacando Juventud y vejez y Juno derrama dones sobre Venecia. La Sala de la Bussola era donde los acusados esperaban su sentencia frente al Consejo de los Diez. La bocca di leone de la sala es una de las muchas del palacio en las que se introducían denuncias secretas. A continuación se va a la Armería, una de las más bellas colecciones gracias a legados de monarcas europeos, y de ahí se baja por otra escalera (Scala dei Censori) a la segunda planta y por un largo corredor a la Sala del Guariento (con fragmentos del fresco de Guariento La coronación de la Virgen). Desde la veranda (liagò) en la que están expuestas las estatuas originales de Adán y Eva de Antonio Rizzo (s. XV), se llega a la Sala del Maggior Consiglio, la más imponente de todas las salas del palacio, donde los 2.000 miembros del Gran Consejo votaban cuestiones constitucionales, aprobaban leyes, elegían a los altos funcionarios y se celebraban banquetes oficiales, con los retratos de los 76 primeros dux (salvo el traidor Marin Faliero, decapitado, cubierto por una cortina; los otros 42 dux están en la contigua Sala dello Scrutinio, donde se les designaba) en el friso que la rodea realizados por discípulos de Tintoretto y paneles en el techo que exaltan la República, uno de ellos del Veronese, El triunfo de Venecia. Pero lo principal de esta sala es la inmensa pintura, uno de los mayores óleos del mundo (24,65 m x 7,45 m), de El Paraíso de Jacopo Tintoretto, ayudado por su hijo Domenico y Palma el Joven, que ocupa toda la pared.
A través de una serie de pasadizos y escaleras se atraviesa el Ponte dei Sospiri (con vistas al Ponte della Paglia y a la isla de San Giorgio Maggiore) que une el palacio con las Nuevas Prisiones (1595) que tienen gruesas puertas de madera y grandes cerrojos, interesantes corredores, graffitis de los prisioneros y algunos catres en las celdas.
El recorrido acaba en la Avogaria (oficinas de los abogados). De ahí se vuelve por otro nivel del Puente de los Suspiros (desde donde salen mejor las fotos al Ponte della Paglia y San Giorgio Maggiore, si no fuera por el maldito anuncio) al patio del palacio.
En el patio se puede ver otra góndola antigua con su felze (cabinita) y se puede visitar el museo de las obras del palacio, un montón de columnas, capiteles y arcos deteriorados que fueron sustituidos por los actuales.
Pero aún queda por visitar la primera planta. En la galería (loggia) de esa planta hay una bocca di leone para denuncias de los que quebrantasen secretos de estado.
Pero lo que se visita, principalmente, son los salones de ceremonias y aposentos del dux (interesantes techos y gran chimenea en la Sala degli Scarlatti), así como la Sala dello Scudo, con paredes cubiertas de mapas del mundo y en el centro dos globos terrestres del XVIII, además de la sala que le sigue, con obras de Carpaccio, Bellini, Tièpolo, Tiziano, Tintoretto, Veronese y paneles de madera de El Bosco (algunas estaban prestadas cuando la visitamos, una pena).
Del patio se sale al exterior del palacio por el arco Foscari y la monumental y muy ornamentada Porta della Carta (siglo XV), anteriormente la entrada principal, situada al lado de la basílica de San Marco.
Del patio se sale al exterior del palacio por el arco Foscari y la monumental y muy ornamentada Porta della Carta (siglo XV), anteriormente la entrada principal, situada al lado de la basílica de San Marco.
El exterior del palacio es también una auténtica obra maestra al apoyar el cuerpo de mármol veronés rosa sobre arcadas de piedra de Istria de una loggia que a su vez descansan sobre una columnata porticada (cada capitel es diferente). De la parte de la columnata que da al mar, la columna del extremo izquierdo tiene una escultura de Adán, Eva y la serpiente; en la del extremo derecho, pegada al Ponte della Paglia, hay otra escultura de la embriaguez de Noé. De los balcones, el que da a la piazzetta se añadió en el siglo XVI
como reflejo del otro del XV que da hacia el mar. En la esquina izquierda de la Porta della Carta está la estatua de los Tetrarcas, de pórfido rojo, procedente de Egipto (s. IV) y que representa a los emperadores Domiciano, Maximiano, Valerio y Constancio. Según la tradición popular, se trataría de cuatro moros petrificados por haber intentado escamotear el tesoro de la basílica.
Al lado, más propiamente en el lateral derecho de la basílica de San Marcos, destacan las dos pilastras de Acre provenientes de una iglesia de Constantinopla del VI o de San Juan de Acre (Israel).
Por falta de tiempo y en parte de interés, no fuimos a los museos de la Piazza San Marco que vienen incluidos en la entrada del Palazzo Ducale y que se pueden visitar uno detrás de otro por el orden que indico: Museo Correr, quizá el más interesante por ser el museo de la ciudad, su historia y galería de retratos; Museo Archeologico, con esculturas griegas y romanas que no guardan relación con Venecia, y Libreria Sansoviniana (cubierta por anuncios), que da a la Piazzetta San Marco (donde están las dos columnas) y alberga la Biblioteca Nazionale Marciana con manuscritos importantes y el extraordinario mapamundi de Fra Mauro el Cosmógrafo que no siempre se expone. Está considerado el mejor ejemplo de cartografía del medioevo tardío de las tierras conocidas anteriores al descubrimiento de América (1459). Sigue siendo un misterio cómo conseguía trazar sus mapas de manera tan exacta sin haber viajado jamás. Según las crónicas, se debe a las minuciosas informaciones recibidas de viajeros venecianos. Pero según una leyenda popular, a los sueños del diablo. Durante las noches medievales, los sueños del diablo se reflejaban en el cielo señalando la senda a seguir a través del mundo a gran número de brujas y espíritus malignos. Fray Mauro descubrió cómo dominar esos sueños y conocer por medio de ellos los límites terrestres conocidos. Cuando el cielo estaba muy cubierto, concentraba encima de la isla los sueños de Lucifer proyectándolos sobre las nubes y después los recogía en sus mapas. Aún hoy, durante las tormentas de las noches de verano, esos sueños pueden ser vistos en el horizonte, suspendidos sobre el cementerio.
Como eran un poco más de las 2:00 de la tarde y teníamos reservada la entrada a la basílica de San Marcos por Internet (de 3:05 a 3:15) para no esperar colas, tomamos un par de sándwiches cada uno, un agua, una cerveza y un helado, todo por 17,50€, en la Piazzetta dei Leoncini (del lado izquierdo de la basílica de San Marco), comprados en un bar-heladería que hace esquina pegada al arco de la Torre del’Orologio (Torre del Reloj ) de Piazza San Marco.
Torre del’Orologio
En lo más alto de esta torre renacentista (1499), con un reloj astronómico pensado para los marinos (fases de la luna, zodíaco), tocan la campana cada hora dos enormes figuras de bronce oscuro, llamadas por este motivo, los mori, por eso la llaman también Torre dei Mori, aunque propiamente se trata de un viejo que simboliza el pasado y un joven que representa el presente. En la Epifanía y en la Sensa (Ascensión), al mediodía, salen también los Reyes Magos para adorar a la Virgen y el Niño situados en una hornacina sobre el reloj. En el nivel superior está el león alado de san Marcos sobre un fondo azul con estrellas. Os dejo tres fotos un poco más abajo, desde el balcón de la basílica de San Marcos.
En el 2006 estaba cerrado por reformas pero ahora ya se puede visitar su interior, en grupo y con reserva previa. Consiste en observar el complejo mecanismo del reloj, ver las figuras de los Reyes Magos y disfrutar de las espléndidas vistas de la Piazza San Marco y de toda la ciudad, con la ventaja de que los monumentos más importantes de la plaza salen también en la foto. Pero esta visita está desaconsejada a personas con problemas de vértigo o claustrofobia. Como yo padezco de lo primero, mi mujer de lo segundo y ya contábamos con sacar fotos desde el balcón de la basílica y desde el Campanile, nos pareció más oportuno no hacer la reserva de la visita.
Basílica de San Marcos
Como acabamos antes de la hora y después de descansar un rato (eran las 2:40), aunque habíamos reservado la entrada de la basílica de San Marcos por Internet para no tener que esperar cola (por cierto, inmensa, como en los mejores días de verano) para casi media hora después, optamos por recurrir al otro sistema para no guardarla. Como llevaba una mochila con la que no te dejan entrar, nos dirigimos a la consigna de la basílica que está en una calle estrecha que da a la Piazzetta dei Leoncini, la Calle Basso (en su lado derecho). Allí nos dieron una ficha con el número, indicándonos que disponíamos de una hora y que no teníamos que guardar cola, cosa que ya sabíamos. Con ella nos dirigimos a la entrada. Nos acercamos con la ficha al vigilante y nos dejó pasar.
Esta joya del arte bizantino tardío (1063-1094) y fantasía única de influencias occidentales (románico, gótico, renacimiento) y orientales (bizantino), fue remodelada a lo largo de los siglos pasando de capilla de los dux a catedral de Venecia en 1807. Anteriormente era la de San Pietro en el extremo oriental del sestiere de Castello y, antes aún, Santa Maria dell’Assunta de la isla de Torcello.
Al principio pensamos en subir al museo de la basílica (en el atrio o nártex de entrada por unas escaleras que suben a la derecha), pero lo dejamos para el final. Mal hecho, porque cuando salimos, el que estaba vigilando la salida, después que hubiésemos acabado la visita del interior de la basílica, no nos dejaba ir al museo, porque debía pensar que queríamos volver a entrar en ella. Al final lo convencimos de que sólo queríamos ir al museo y pudimos verlo. Así que ya sabéis, si queréis ir al museo, cosa que os recomiendo en gran medida, antes de entrar en el interior de la basílica, visitadlo.
Os dejo aquí unos enlaces de la planta y la ubicación de los mosaicos en el interior de la basílica, para que no os perdáis. Al final de la última etapa, la décimo séptima (la segunda de información práctica), os pongo los enlaces de la página de la que los descargué:
Como eran un poco más de las 2:00 de la tarde y teníamos reservada la entrada a la basílica de San Marcos por Internet (de 3:05 a 3:15) para no esperar colas, tomamos un par de sándwiches cada uno, un agua, una cerveza y un helado, todo por 17,50€, en la Piazzetta dei Leoncini (del lado izquierdo de la basílica de San Marco), comprados en un bar-heladería que hace esquina pegada al arco de la Torre del’Orologio (Torre del Reloj ) de Piazza San Marco.
Torre del’Orologio
En lo más alto de esta torre renacentista (1499), con un reloj astronómico pensado para los marinos (fases de la luna, zodíaco), tocan la campana cada hora dos enormes figuras de bronce oscuro, llamadas por este motivo, los mori, por eso la llaman también Torre dei Mori, aunque propiamente se trata de un viejo que simboliza el pasado y un joven que representa el presente. En la Epifanía y en la Sensa (Ascensión), al mediodía, salen también los Reyes Magos para adorar a la Virgen y el Niño situados en una hornacina sobre el reloj. En el nivel superior está el león alado de san Marcos sobre un fondo azul con estrellas. Os dejo tres fotos un poco más abajo, desde el balcón de la basílica de San Marcos.
En el 2006 estaba cerrado por reformas pero ahora ya se puede visitar su interior, en grupo y con reserva previa. Consiste en observar el complejo mecanismo del reloj, ver las figuras de los Reyes Magos y disfrutar de las espléndidas vistas de la Piazza San Marco y de toda la ciudad, con la ventaja de que los monumentos más importantes de la plaza salen también en la foto. Pero esta visita está desaconsejada a personas con problemas de vértigo o claustrofobia. Como yo padezco de lo primero, mi mujer de lo segundo y ya contábamos con sacar fotos desde el balcón de la basílica y desde el Campanile, nos pareció más oportuno no hacer la reserva de la visita.
Basílica de San Marcos
Como acabamos antes de la hora y después de descansar un rato (eran las 2:40), aunque habíamos reservado la entrada de la basílica de San Marcos por Internet para no tener que esperar cola (por cierto, inmensa, como en los mejores días de verano) para casi media hora después, optamos por recurrir al otro sistema para no guardarla. Como llevaba una mochila con la que no te dejan entrar, nos dirigimos a la consigna de la basílica que está en una calle estrecha que da a la Piazzetta dei Leoncini, la Calle Basso (en su lado derecho). Allí nos dieron una ficha con el número, indicándonos que disponíamos de una hora y que no teníamos que guardar cola, cosa que ya sabíamos. Con ella nos dirigimos a la entrada. Nos acercamos con la ficha al vigilante y nos dejó pasar.
Esta joya del arte bizantino tardío (1063-1094) y fantasía única de influencias occidentales (románico, gótico, renacimiento) y orientales (bizantino), fue remodelada a lo largo de los siglos pasando de capilla de los dux a catedral de Venecia en 1807. Anteriormente era la de San Pietro en el extremo oriental del sestiere de Castello y, antes aún, Santa Maria dell’Assunta de la isla de Torcello.
Al principio pensamos en subir al museo de la basílica (en el atrio o nártex de entrada por unas escaleras que suben a la derecha), pero lo dejamos para el final. Mal hecho, porque cuando salimos, el que estaba vigilando la salida, después que hubiésemos acabado la visita del interior de la basílica, no nos dejaba ir al museo, porque debía pensar que queríamos volver a entrar en ella. Al final lo convencimos de que sólo queríamos ir al museo y pudimos verlo. Así que ya sabéis, si queréis ir al museo, cosa que os recomiendo en gran medida, antes de entrar en el interior de la basílica, visitadlo.
Os dejo aquí unos enlaces de la planta y la ubicación de los mosaicos en el interior de la basílica, para que no os perdáis. Al final de la última etapa, la décimo séptima (la segunda de información práctica), os pongo los enlaces de la página de la que los descargué:
Para visitar el interior de la basílica la mejor hora (si no hay misa) es entre las 11:30 y 12:30 cuando, teóricamente, la iglesia está totalmente iluminada y resplandecen los mosaicos. Hay un itinerario acordonado a seguir que cubre casi todo el interior salvo la zona centro y las capillas del crucero izquierdo. Las cúpulas, paredes y suelo de la basílica están revestidos de 4.000 m2 de mosaicos. Los de las paredes y cúpulas son dorados (de vidrio y pan de oro, color simbólico bizantino del Cielo), los más antiguos, del XI y XII, elaborados por artesanos orientales. Continuó la tradición hasta bien entrado el XIII, y en el XIV y XV se añadieron al baptisterio y capillas laterales. En el XVI se reprodujeron en los mosaicos dibujos de Tintoretto (mosaicos del arco norte o izquierdo, bóveda cerca de la cúpula de la Ascensión: Bodas de Canaan, Última Cena), Tiziano, Veronese (Curación de los Enfermos) y otros. Aún en el XVIII se añadieron más y se restauraron anteriores.
El pavimento del XII se extiende con mosaicos de mármol, pórfido y cristal que crean complejos dibujos geométricos y preciosas escenas de animales (pavos reales), algunas alegóricas. Por ejemplo, en el crucero de la izquierda, los dos gallos que llevan a un zorro en un palo simboliza el triunfo de la cautela sobre la astucia.
Después justo de cruzar la puerta que da a la nave interior, empezamos a controlar lo que teníamos a la vista con mi guía y planos “exclusivos”: los mosaicos del techo sobre nuestras cabezas representan el Apocalipsis. A continuación, la Cúpula de Pentecostés con sus lenguas de fuego (la más próxima a la entrada principal, con bóvedas norte y sur con los martirios de los Apóstoles), fue quizá la primera en decorarse con mosaicos (s. XII). La siguiente y central, la Cúpula de la Ascensión (con bóvedas alrededor con episodios de la vida de Cristo), exhibe un magnífico mosaico (s. XIII) de Cristo rodeado de los ángeles, los doce apóstoles y la Virgen, con los evangelistas en los tímpanos de los arcos, a sus pies. La escena de la agonía en el huerto es una de las más dramáticas de la basílica.
Después justo de cruzar la puerta que da a la nave interior, empezamos a controlar lo que teníamos a la vista con mi guía y planos “exclusivos”: los mosaicos del techo sobre nuestras cabezas representan el Apocalipsis. A continuación, la Cúpula de Pentecostés con sus lenguas de fuego (la más próxima a la entrada principal, con bóvedas norte y sur con los martirios de los Apóstoles), fue quizá la primera en decorarse con mosaicos (s. XII). La siguiente y central, la Cúpula de la Ascensión (con bóvedas alrededor con episodios de la vida de Cristo), exhibe un magnífico mosaico (s. XIII) de Cristo rodeado de los ángeles, los doce apóstoles y la Virgen, con los evangelistas en los tímpanos de los arcos, a sus pies. La escena de la agonía en el huerto es una de las más dramáticas de la basílica.
El púlpito de la izquierda es para la lectura de las epístolas y Viejo Testamento en el nivel inferior, y del Nuevo testamento en el superior.
El púlpito de la derecha (s. XIV), con algunos paneles de mármol traídos de Constantinopla, se utilizaba para presentar al nuevo dux al pueblo. El iconostasio (1394), en medio de ambos púlpitos, está coronado por estatuas góticas de mármol de la Virgen, los apóstoles y san Marcos con un crucifijo de plata y bronce en el centro.
Desde la entrada vemos que sólo hay un vigilante en la parte delantera ante el iconostasio y que normalmente nos da la espalda o mira para otros lados, con lo que empiezan las fotos de escaqueo a todos los puntos que os acabo de indicar. Después vamos andando por la nave derecha hacia el crucero sur (derecha), momento que aprovechamos para observar y sacar alguna foto de la Cúpula de San Leonardo situada encima y que presenta figuras de santos (Leonardo, Basilio, Clemente y Nicolás) patronos de ciudades que entablaron relaciones con Venecia, y del altar del Sacramento o de San Leonardo (en el mismo crucero sur), adornado con mosaicos (finales del XII-principios del XIII) de las parábolas y milagros de Cristo, lugar donde supuestamente aparecieron los restos de san Marcos que se daban por perdidos después del incendio de 976.
Nos metimos por el crucero sur (derecha) que da acceso al Tesoro (2€) en una sala que se cree que formó parte de una torre del Palacio Ducal en el siglo IX. A pesar del saqueo tras la caída de la República y la venta de joyas para recuperar fondos a principios del XIX, todavía cuenta con algunas cosas valiosas, como un incensario o cofre relicario de plata dorada del XI en forma de basílica y una valiosa colección de 283 piezas de oro, plata y cristal bizantinos (cálices, copas y dos interesantes iconos del arcángel san Miguel) procedentes del saqueo de Constantinopla (1204). Pero aún llama más la atención una auténtica y reluciente profusión de relicarios con una espina de la corona de Cristo, restos de la Cruz, tres piedras de la lapidación de San Esteban, la leche de la Virgen María, la sangre de Cristo, el cráneo de San Juan Bautista, la pierna de San Jorge... La única pega es que no haya rótulos que indiquen lo que contienen los relicarios.
Nos metimos por el crucero sur (derecha) que da acceso al Tesoro (2€) en una sala que se cree que formó parte de una torre del Palacio Ducal en el siglo IX. A pesar del saqueo tras la caída de la República y la venta de joyas para recuperar fondos a principios del XIX, todavía cuenta con algunas cosas valiosas, como un incensario o cofre relicario de plata dorada del XI en forma de basílica y una valiosa colección de 283 piezas de oro, plata y cristal bizantinos (cálices, copas y dos interesantes iconos del arcángel san Miguel) procedentes del saqueo de Constantinopla (1204). Pero aún llama más la atención una auténtica y reluciente profusión de relicarios con una espina de la corona de Cristo, restos de la Cruz, tres piedras de la lapidación de San Esteban, la leche de la Virgen María, la sangre de Cristo, el cráneo de San Juan Bautista, la pierna de San Jorge... La única pega es que no haya rótulos que indiquen lo que contienen los relicarios.
Al salir del Tesoro anduvimos un poco más en dirección al altar mayor, hacia el ábside de su derecha (capilla de san Clemente), y por ahí está una mesa para pagar la entrada (3€) para ver la Pala d’Oro (Retablo Dorado). Pagamos y pasamos. La Pala d’Oro es el mayor tesoro de San Marcos, un retablo único (3,40 x 1,40 m), construido en 975 y reelaborado en 1105 en Constantinopla, ampliado en Venecia en 1209 y encuadrado por un marco gótico de 1342. Está formado por 250 paneles de plata dorada adornados con diminutas escenas de esmaltes y más de 2.000 piedras preciosas y perlas. En el recuadro inferior, en torno al Pantocrátor, en el centro, están los evangelistas, profetas, apóstoles y ángeles. Los pequeños compartimentos del contorno representan episodios de la vida de Cristo y san Marcos.
La idea de verla fue muy buena porque, aparte de poder contemplar esa estupenda obra de arte, nos permitió sacar más fotos de escaqueo de la puerta de la Sacristía, normalmente cerrada al público, con paneles de Sansovino; del baldaquino del altar mayor, sobre la urna de San Marcos (ésta también tuvo su foto), con columnas de alabastro decoradas con 90 escenas del Nuevo Testamento, originales bizantinos del VI o copias venecianas del XIII;
de la Cúpula de los Profetas (de Emmanuel) sobre el altar mayor y sobre nuestras cabezas, y de la cúpula del ábside central que tiene una figura del Pantocrátor (1506) reproducida de un original bizantino y en las bóvedas norte y sur mosaicos con la historia de san Marcos.
Salimos del presbiterio y nos dirigimos hacia la derecha al crucero norte. Lo primero que se ve en el ábside situado a la izquierda del altar mayor es la capilla de san Pedro, con un relieve de piedra en el altar (s. XIV) del santo adorado por dos procuradores (éstos más difíciles de ver). La capilla que viene a continuación hacia la izquierda acoge el icono de la Madonna de Nicopeia (s. X), que usaba como estandarte de guerra el ejército bizantino y es parte del botín de guerra del saqueo de Constantinopla.
El enorme mosaico (1542-1552) sobre la capilla de la Madonna de Nicopeia es un Árbol de Jesé, árbol genealógico de Jesús. También sobre nuestras cabezas, en el crucero norte, pudimos sacar fotos a los mosaicos de la Cúpula de San Juan Evangelista, o a los del suelo, que no hay que pasar por alto, porque son también dignos de ver y fotografiar.
En el extremo del crucero norte están las capillas de san Isidoro (abierta sólo al culto) y la capilla Mascoli, que recibe su nombre de una cofradía de hombres. La bóveda y paredes están decoradas con escenas de la vida de la Virgen. El retablo del altar contiene las estatuas de la Virgen y el Niño entre san Marcos y san Juan.
Dirigiéndonos unos pasos hacia la salida por la nave norte (derecha dando la espalda al altar mayor), nos encontramos con el Capitello del Crocefisso, una pintura tal vez proveniente de Constantinopla. La leyenda dice que sangró por una puñalada recibida.
Salimos y en el atrio o nártex (ojo, no al salir de todo de la basílica) nos dirigimos hacia la izquierda para subir al Museo por unas escaleras empinadas y de dos direcciones, pero bastante estrechas. Arriba se paga la entrada (4€), que vale realmente la pena, a lo mejor no tanto por lo que se expone dentro: la pala feriale de Paolo Veneziano (s. XIV), revestimiento de madera pintada con la historia de san Marcos que cubrió la Pala d’Oro los días de diario, así como fragmentos de mosaicos, manuscritos medievales iluminados y tapices antiguos o los cuatro caballos de bronce originales restaurados (los de fuera de la basílica son copias), romanos o helenísticos, del hipódromo de Constantinopla, la cuádriga más antigua que se conserva. Según la tradición popular, los ojos de los caballos eran enormes rubíes, pero al ser trasladados a París por Bonaparte (después fueron restituidos a San Marco), se los quitaron. Desde entonces, en las noches más oscuras, se empezaron a oír en Piazza San Marco el relincho y los cascos de los caballos que buscaban sus preciosos ojos. Al reemplazar las antorchas por la iluminación eléctrica, los caballos dejaron de moverse, y han permanecido inmóviles en su postura original de hace más de dos mil años.
Salimos y en el atrio o nártex (ojo, no al salir de todo de la basílica) nos dirigimos hacia la izquierda para subir al Museo por unas escaleras empinadas y de dos direcciones, pero bastante estrechas. Arriba se paga la entrada (4€), que vale realmente la pena, a lo mejor no tanto por lo que se expone dentro: la pala feriale de Paolo Veneziano (s. XIV), revestimiento de madera pintada con la historia de san Marcos que cubrió la Pala d’Oro los días de diario, así como fragmentos de mosaicos, manuscritos medievales iluminados y tapices antiguos o los cuatro caballos de bronce originales restaurados (los de fuera de la basílica son copias), romanos o helenísticos, del hipódromo de Constantinopla, la cuádriga más antigua que se conserva. Según la tradición popular, los ojos de los caballos eran enormes rubíes, pero al ser trasladados a París por Bonaparte (después fueron restituidos a San Marco), se los quitaron. Desde entonces, en las noches más oscuras, se empezaron a oír en Piazza San Marco el relincho y los cascos de los caballos que buscaban sus preciosos ojos. Al reemplazar las antorchas por la iluminación eléctrica, los caballos dejaron de moverse, y han permanecido inmóviles en su postura original de hace más de dos mil años.
Volviendo a lo que indicaba, realmente interesa más subir al museo y pagar porque, desde la galería situada en el balcón interior sobre la puerta principal, hay un bello panorama del interior de la basílica y los mosaicos de las cúpulas principales, lo que permitió sacar más fotos de escaqueo a pesar de los carteles que indican los contrario y las cámaras de vigilancia.
No os preocupéis que las cámaras no están para perseguir a los paparazzi, sino a los posibles vándalos o ladrones.
Además, desde la loggia (balcón) exterior, se ven de cerca y se pueden tocar las copias de los cuatro caballos, así como disfrutar de unas vistas estupendas de la Piazza San Marco, el Palazzo Ducale y la Piazzetta San Marco.
Es el mejor lugar para fotografiar, la Piazza San Marco,
y, con un buen zoom, la Torre dell’Orologio, de la que os he hablado,
el Campanile
y su loggietta,
el Palazzo Ducale
y las columnas del león de San Marcos y de San Teodoro situadas en la Piazzetta, traídas también de Acre, que marcaban la entrada de Venecia por mar.
Las dos columnas se trajeron del saqueo de Constantinopla y, entre una y otra, se instaló un mercado y el patíbulo, por eso los venecianos supersticiosos no pasan entre ellas. San Teodoro fue patrón de Venecia hasta el año 828 en que se trajeron los restos de san Marcos. La estatua de mármol es una copia moderna del original que se guarda en el Palacio Ducal. La cabeza del santo parece ser un retrato de Mitrídates, Rey del Ponto, y la estatua podría ser griega, aunque el busto es romano. El resto, incluido el dragón, es obra lombarda de comienzos del XV. La estatua del león de san Marcos en bronce, restaurada en 1990, es de origen desconocido, tal vez una quimera china con las alas añadidas posteriormente. Según cuentan, las columnas eran tres, pero una noche de tempestad, una de ellas cayó al mar y no se pudo recuperar. En la cima había un cocodrilo. Se dice que incluso en la actualidad, el gran animal de piedra aflora sobre las aguas en las noches de tempestad. Mantiene la creencia popular que en esas noches desaparece de Venecia una muchacha.
Antes de salir de la basílica sacamos unas cuantas fotos de los mosaicos del atrio o nártex. Especialmente importantes son los de la Virgen y los Apóstoles en unas hornacinas, que están sobre la puerta principal y que son los más antiguos (siglo XI). Las columnas a los lados de esa puerta son probablemente fragmentos de la primera basílica (s. IX). También es especialmente interesante la cúpula del Génesis (sobre la puerta de acceso), con 26 episodios que representan la Creación mediante círculos concéntricos. A continuación, sobre la entrada principal, está la bóveda con el Juicio Final, la siguiente cúpula trata sobre la vida de Abraham, las tres siguientes (doblando a mano derecha del lado norte o izquierdo) sobre la vida de José, y la última de la izquierda, sobre Moisés. Las tres crujías muestran Venecia festejando la victoria de Constantino.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
De izquierda a derecha, los mosaicos más antiguos, cúpula del Génesis y cúpulas del lado norte.
De izquierda a derecha, los mosaicos más antiguos, cúpula del Génesis y cúpulas del lado norte.
Total, entre pitos y flautas, pasamos algo más de una hora visitando la basílica.
Por supuesto también estuvimos sacando fotos y grabando fuera a pesar de tanta humanidad. Lo que llama poderosamente la atención de su fachada es ese juego de arcos, rematados en la parte superior por follajes, estatuas y templetes (s. XIV) de estilo lombardo, con la estatua de san Marcos, los ángeles y el león alado sobre el arco central.
Por supuesto también estuvimos sacando fotos y grabando fuera a pesar de tanta humanidad. Lo que llama poderosamente la atención de su fachada es ese juego de arcos, rematados en la parte superior por follajes, estatuas y templetes (s. XIV) de estilo lombardo, con la estatua de san Marcos, los ángeles y el león alado sobre el arco central.
Pero, por supuesto, son los mosaicos también los que le dan su mayor brillantez. Los que están sobre las cinco arcos de las puertas están relacionados con el robo del cuerpo de san Marcos: el de la izquierda, el más destacable y antiguo por su estilo austero bizantino mostrando la fachada como era en el XIII, representa la llegada del cuerpo de san Marcos a Venecia; el del centro, sobre la puerta de la entrada, representa la Deesis, es decir, Jesús entre la Virgen y San Marcos bendiciendo al visitante, y el de la derecha (s. XVII) cómo se sacó el cuerpo de san Marcos de Alejandría.
Los cuatro de la planta superior tienen escenas de la vida de Cristo. Son también destacables los relieves del arco de la puerta principal (s. XIII) que presentan escenas de los trabajos de los meses.
Del lateral derecho de la basílica ya hablamos de las dos pilastras de Acre y de la estatua de los tetrarcas. Por ese lateral, en el espacio de la loggia puede verse un mosaico del XIII de la Madonna dei Naviganti, a cuyos lados siempre hay lámparas votivas encendidas por voluntad de un marino que sobrevivió a una tormenta siguiendo una luz de la piazzetta. En la esquina derecha de la Basílica se ve una pilastra, un trozo de columna de pórfido traído desde Acre, donde fue decapitado el joven panadero Pietro Faccioli, ajusticiado por error al haber sido acusado injustamente del homicidio de Alvise Guoro, un noble veneciano. A partir de la muerte del panadero, durante las noches brumosas, no es raro ver algunas gotas de su sangre mezclarse con la humedad que chorrea por la columna: es el eterno reproche colérico que el muchacho profiere contra la República por haberle quitado la vida en la flor de la juventud.
Por el lateral izquierdo de la Basílica, la Porta dei Fiori está decorada con relieves del XIII de la Natividad. Al lado, tras una reja, hay un sarcófago grande de Daniele Manin, que encabezó la fallida rebelión contra los austríacos (1848).
Campanile
Cuando estás acostumbrado a que los campanarios de las iglesias se integren dentro del cuerpo del edificio, te llama poderosamente la atención que los campaniles italianos (no sólo los venecianos, ahí está también la torre de Pisa, por indicar otro muy famoso) sean exentos, y hasta tal punto independientes, que la mole del Campanile de San Marcos parece algo que no tuviese nada que ver con la basílica debido a su desproporción. Pero no es así y, técnicamente, lo que hicimos a continuación, que fue subir al Campanile, no deja de ser algo así como lo último de la basílica que visitamos.
Este campanario de 98,5 m de altura y 11 de ancho, construido por primera vez entre 888-912 (aunque el aspecto actual data de principios del XVI tras ser restaurado por un terremoto) y reconstruido en 1912 tal como era después de desmoronarse diez años antes, al principio fue faro, después sirvió para colgar en jaulas a los delincuentes a los que se dejaba morir, posteriormente como torre de acrobacias y por último como campanario. La loggietta, entrada actual al pie del campanile que antiguamente acogía a la guardia del dux, es de Jacopo Sansovino (1540) y presenta tres arcadas separadas por columnas que encuadran unas hornacinas que albergan estatuas de Minerva, Apolo, Mercurio y la Paz. En la parte superior se pueden contemplar unos relieves alegóricos de mármol rojo reconstruidos después del derrumbe que representan, de izquierda a derecha: La Isla de Candía, Venecia simbolizada por la Justicia y la Isla de Chipre. Su terraza inferior está rodeada por una barandilla en la que destaca la reja central.
Fundamentalmente subimos, después de esperar una pequeña cola (la primera y única que tuvimos que esperar en Venecia) de unos 15 minutos, para ver las vistas desde arriba. En el foro había comentarios de que era preferible ir al de San Giorgio Maggiore porque eran mejores y había menos colas. Pero, afortunadamente, no me lo creí del todo porque, realmente, las vistas non son mejores ni unas ni otras, simplemente el punto de vista y la perspectiva son diferentes, y las dos muy buenas. Incluso, si tuviese que escoger una, escogería la del Campanile de San Marcos.
Por el lateral izquierdo de la Basílica, la Porta dei Fiori está decorada con relieves del XIII de la Natividad. Al lado, tras una reja, hay un sarcófago grande de Daniele Manin, que encabezó la fallida rebelión contra los austríacos (1848).
Campanile
Cuando estás acostumbrado a que los campanarios de las iglesias se integren dentro del cuerpo del edificio, te llama poderosamente la atención que los campaniles italianos (no sólo los venecianos, ahí está también la torre de Pisa, por indicar otro muy famoso) sean exentos, y hasta tal punto independientes, que la mole del Campanile de San Marcos parece algo que no tuviese nada que ver con la basílica debido a su desproporción. Pero no es así y, técnicamente, lo que hicimos a continuación, que fue subir al Campanile, no deja de ser algo así como lo último de la basílica que visitamos.
Este campanario de 98,5 m de altura y 11 de ancho, construido por primera vez entre 888-912 (aunque el aspecto actual data de principios del XVI tras ser restaurado por un terremoto) y reconstruido en 1912 tal como era después de desmoronarse diez años antes, al principio fue faro, después sirvió para colgar en jaulas a los delincuentes a los que se dejaba morir, posteriormente como torre de acrobacias y por último como campanario. La loggietta, entrada actual al pie del campanile que antiguamente acogía a la guardia del dux, es de Jacopo Sansovino (1540) y presenta tres arcadas separadas por columnas que encuadran unas hornacinas que albergan estatuas de Minerva, Apolo, Mercurio y la Paz. En la parte superior se pueden contemplar unos relieves alegóricos de mármol rojo reconstruidos después del derrumbe que representan, de izquierda a derecha: La Isla de Candía, Venecia simbolizada por la Justicia y la Isla de Chipre. Su terraza inferior está rodeada por una barandilla en la que destaca la reja central.
Fundamentalmente subimos, después de esperar una pequeña cola (la primera y única que tuvimos que esperar en Venecia) de unos 15 minutos, para ver las vistas desde arriba. En el foro había comentarios de que era preferible ir al de San Giorgio Maggiore porque eran mejores y había menos colas. Pero, afortunadamente, no me lo creí del todo porque, realmente, las vistas non son mejores ni unas ni otras, simplemente el punto de vista y la perspectiva son diferentes, y las dos muy buenas. Incluso, si tuviese que escoger una, escogería la del Campanile de San Marcos.
Desde el Campanile de San Marcos tienes una vista espléndida de Venecia desde arriba (incluida la Piazza, la basílica
y el Palazzo Ducale)
y hacia todos los puntos cardinales, incluida también la isla de San Giorgio Maggiore, lo cual es muy triste perderlo.
Desde el de San Giorgio Maggiore, como podréis ver en la siguiente etapa, se contempla otra vista igualmente maravillosa de San Marco desde una cierta altura (que no es igual que desde abajo o desde el vaporetto), aunque a lo lejos, igual que la Giudecca o las islas que están por detrás de San Giorgio. Así que, mejor subir a los dos. Además tienen ascensor. Lo único que podría tirar para atrás puede ser la falta de tiempo, las colas (que no tardan demasiado) o el precio del de San Marcos, pero vale la pena la espera y el pago.
Ponte della Paglia y Puente de los Suspiros
Acto seguido nos dirigimos por la Piazzetta de San Marco hacia la parada del vaporetto San Zaccaria para coger la línea 2 a San Giorgio Maggiore. Por el camino nos detuvimos en la parte superior del Ponte della Paglia para sacar de día las fotos típicas al ahora encajonado Puente de los Suspiros. El nombre de Ponte della Paglia, construido en 1847, parece derivar de los barcos que descargaban la paja en esa zona. Junto con el Puente de los Suspiros, une el sestiere de San Marco con el de Castello en la zona sur. El Puente de los Suspiros (1602), construido por Antonio da Ponte, el mismo arquitecto que el del Ponte Rialto, debe su nombre a la imaginación del Romanticismo, motivado por el hecho de que lo cruzaban los acusados camino de los interrogatorios o de los nuevos calabozos.
Ponte della Paglia y Puente de los Suspiros
Acto seguido nos dirigimos por la Piazzetta de San Marco hacia la parada del vaporetto San Zaccaria para coger la línea 2 a San Giorgio Maggiore. Por el camino nos detuvimos en la parte superior del Ponte della Paglia para sacar de día las fotos típicas al ahora encajonado Puente de los Suspiros. El nombre de Ponte della Paglia, construido en 1847, parece derivar de los barcos que descargaban la paja en esa zona. Junto con el Puente de los Suspiros, une el sestiere de San Marco con el de Castello en la zona sur. El Puente de los Suspiros (1602), construido por Antonio da Ponte, el mismo arquitecto que el del Ponte Rialto, debe su nombre a la imaginación del Romanticismo, motivado por el hecho de que lo cruzaban los acusados camino de los interrogatorios o de los nuevos calabozos.
Continuando hacia la parada, por la Ruga degli Schiavoni, hay también algunos puestecitos con souvenirs y máscaras de Carnaval que nunca me parecieron muy fiables. Las máscaras las hay originales, hechas a mano de manera artesanal, y las hay en serie, incluso made in China, que llevan su sello de autenticidad. Preferimos comprarlas en tiendas especializadas mejor que en puestos para turistas. Aunque bueno, si os gusta especialmente una y es barata, no veo por qué no comprarla.
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