Pamir Hw. etapa 3: Murgab - Osh ✏️ Diarios de Viajes de TayikistanLas informaciones para conseguir transporte desde Murgab a Osh eran contradictorias. De un lado, Metaliv, comentaba que estuviese en el bazar a las 8h, que allí habría muchos coches. De otra, el dueño del hostal decía que me acercase a partir de...Diario: TAYIKISTAN: Pura montaña.⭐ Puntos: 5 (20 Votos) Etapas: 10 Localización: TayikistanLas informaciones para conseguir transporte desde Murgab a Osh eran contradictorias. De un lado, Metaliv, comentaba que estuviese en el bazar a las 8h, que allí habría muchos coches. De otra, el dueño del hostal decía que me acercase a partir de las 10h. Como había leído que la obtención de vehículo pudiera ser dificultosa y no quería tener que pasar un día entero en semejante lugar, me levanté pronto y fuí al bazar con Larisa. Ella tenía que averiguar cómo llegar al valle de Bartang junto a un recuperado Apaar. A las 8h estaba allí y sólo vi tres coches junto a varias personas. Pregunté por Osh y me acomodaron en uno. Luego, viendo que el coche no se llenaba y que iban viniendo otros, me cambié a un golf de 1ª generación. Allí me asocié con Ayumí, una japonesa de 25 años que llevaba 10 meses viajando, siendo dos será más fácil completar el pasaje. El conductor nos dijo que saldríamos a las once. Y así fue. Lo hicimos junto a un matrimonio tayiko que nos iba ofreciendo manzanas por el camino. El tramo entre Murgab y la frontera también forma parte de la Pamir Highway. El paisaje es una continuación del tramo final. Altiplano árido con montañas que no aparentan ser tan altas como realmente son. Después de pasar el puerto de Ak-Baital (4655m), alrededor de las 15h, llegamos a Karakul, un pequeño pueblo del carácter de Murgab, al lado de un fabuloso lago enmarcado por picos nevados de 5000 a 7000m. El frío, el viento y el extraño aspecto del pueblo parecía que estuviésemos en el fin del mundo. Allí residía la suegra de Alishab, el conductor, que nos dió de comer en su casa unos manti cocinados de forma novedosa, en forma de ensaimada en la que la masa era la pasta cocinada al vapor y como relleno, el tradicional sofrito de carne y cebolla. De allí salimos a los tres cuartos de hora para subir el paso de Kyzyl-Art (4282m), en cuyo alto se encontraba el puesto de control fronterizo tayiko. Tuvimos que detenernos hasta tres veces para verificar los pasaportes. Alishab los recogió todos y uno a uno entraba en los diferentes contenedores o barracas donde los militares despachaban. Tardamos una hora en realizar los trámites. El puesto kirguís se encuentra a 20km del alto, así que media hora después llegamos al puesto donde los trámites nos llevó otra hora. El militar de la barrera era un cachondo que no paraba de vacilar a Ayumí quien, sin tener de idea de ruso reía todas las burradas que le decía el militar. Yo le traducía lo que entendía y entonces ella decía: noooooo. Nada más ponernos en movimiento se aprecia que el paisaje es diferente. Las montañas son rojizas y el suelo arcilloso, con suaves laderas tapizadas de verde. A nuestra espalda se ve la cara norte de las montañas Pamir cubiertas de nieve y de cuando en cuando se pueden ver yurtas moteando el paisaje. La carretera, con plataforma de 10m y líneas pintadas delimitando los carriles, me resulta exótica. Sobretodo cuando a su paso por núcleos habitados el arcén se transforma en acera. A pesar de todo, la población es agrícola y los niños ocupan la carretera con juegos pintados en el asfalto, burros, vacas y caballos transitan por ellas como un vehículo más. En los tejados planos de establos se acopia el heno en pirámides y es frecuente ver a kirguís pastoreando a caballo. De hecho, una parte importante del comercio de la Ruta de la Seda venía de la necesidad que tenía China de proveerse de los caballos que criaban los pueblos de estas tierras. A las seis y pico, Alishab nos pregunta - chai?. Faltaría más, ¡después de 7h de conducción!. Cenamos huevos con salchichas sobre un tapchan y continuamos, ya de noche, con la luna creciente en el horizonte. Me sorprende ver cómo lucen iluminadas las ciudades, con leds asianfashion en todo tipo de comercios, comparado con la austeridad extrema de las ciudades tayikas. Llegamos a Osh a las 22h y Alishab desconoce dónde está mi Guesthouse. Para ahorrarle la búsqueda decido acercarme al elegido por Ayumí, que sí conoce. Está en la última planta de un edificio que se encuentra en un oscuro patio. Unos vecinos me indican espontáneamente dónde está. Subo y sólo al abrir la puerta, el olor a pies me echa a patadas, tantas como sandalias había en la puerta de ese piso patera de piojosos veineañeros estilo Lonely Planet. Al día siguiente me desperté en la guesthouse que había elegido, que resultó cojonuda y con acceso a internet. Alishab se las apañó para dejarme cerca. Ayumí ya me dijo que Osh no era ‘de ver’, ni siquiera el milenario bazar, sino ‘de conexión’. Y tenía razón. Estuve toda la mañana en una sala de estar con otros seis turistas navegando por internet. Ellos planificando el resto de su viaje a través de sus dispositivos, yo actualizando el blog. Es curioso cómo ha cambiado la forma de viajar. Han pasado a la historia aquellos tiempos en los que buscábamos los cibercafés para ponernos al día. A la una cerré el ordenador y me fui a ver el bazar que no ofrecía nada que no hubiese visto ya. Comí en un puesto somsas con té y unos higos amarillos enormes muy dulces que compré en un puesto. Los 26€ que cambié el día anterior a la pareja francesa me sirvieron para pasar el día, comprar algún regalo, dirigirme a la frontera con Uzbekistán en taxi y donar el excedente a una necesitada. Sin duda Kirguistán es un destino barato. Índice del Diario: TAYIKISTAN: Pura montaña.
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