Toma de contacto con Praga y Český Krumlov ✏️ Diarios de Viajes de Checa Rep.Nuestro viaje empezó, por una vez y sin que sirva de precedente, sin contratiempos. Volamos desde Madrid con Czeck Airlines. Nunca habíamos volado con esta compañía y la verdad es que nos gustó. La única pega que para los vuelos que salen desde...Diario: REPÚBLICA CHECA: HISTORIA, LEYENDAS Y COMIDA CONTUNDENTE⭐ Puntos: 4.9 (21 Votos) Etapas: 4 Localización: Checa Rep.Nuestro viaje empezó, por una vez y sin que sirva de precedente, sin contratiempos. Volamos desde Madrid con Czeck Airlines. Nunca habíamos volado con esta compañía y la verdad es que nos gustó. La única pega que para los vuelos que salen desde Madrid no dejan hacer el check-in on line. Pero bueno, como nosotros vamos siempre al aeropuerto con mucho tiempo, no hay mayor problema. Para la vuelta, desde Praga, sí que pudimos hacer el check-in el día anterior. Durante el vuelo te ofrecen una bebida y una bolsita de galletas. ¡¡Hacía años que no nos daban nada gratis en un avión.!! La tripulación habla checo e inglés, nada de castellano. Así que, si viajáis con esta compañía, podéis empezar a practicar vuestro checo . El aterrizaje fue muy emocionante y se me saltaron hasta las lágrimas. Ver, desde el avión, Praga y el río Moldava... después de lo que ha habido que pelear este viaje... fue indescriptible. Cuando ya paró el avión pusieron por megafonía la pieza “El Moldava” del compositor checo Smetana y ya se me pusieron los pelos como escarpias (siempre me ha encantado esa pieza). Quién me iba a decir en ese momento que, días después, la estaríamos escuchando en directo en el Clementinum, después de haber visto la tumba de Smetana. Pero eso lo contaré a su debido tiempo. El hotel traía incluido un transfer así que, cuando llegamos, encontramos a un hombre con nuestro nombre. Pensábamos que era nuestro conductor y nos dijo que esperáramos (no le entendimos el motivo). Minutos después, vino otro hombre a buscarnos. Y no, tampoco era nuestro conductor... pero nos llevó hasta él. Nos montamos en el coche y llegó el primer problema... un atasco. El tiempo que le íbamos a dedicar a Praga era bastante escaso y este retraso suponía un gran contratiempo, ya que nos suponía perder prácticamente esa primera tarde. Pero, no se puede luchar contra los elementos... Finalmente, conseguimos llegar a nuestro hotel. Y... oh, sorpresa... “Cari, no veo que ponga Salvator por ninguna parte. Este no es el hotel”. Hablamos con el conductor y nos dice que sí, que era ese. Nosotros, que no, que no es posible. Sacamos la reserva que llevábamos impresa, la lee y dice que efectivamente no era ahí. Habla por teléfono con alguien y finalmente nos lleva a nuestro hotel... una calle por detrás de donde estábamos. Nueva sorpresa: en recepción nos dicen que nuestra habitación no estaría en el hotel, sino en el edificio nuevo de los apartamentos. ¿A que adivináis donde era? Exactamente... donde nos había llevado el conductor en primer lugar . Como os he comentado en la introducción, íbamos muy condicionados por los malos comentarios sobre trato y timos a turistas por lo que este contratiempo, unido al estrés del viaje, nos puso muy en guardia. El cabreo vino ya cuando llegamos a nuestra habitación y nos encontramos con un espacio superreducido (por no decir claustrofóbico), un baño minúsculo en el que te tenías que poner torcido para sentarte en el retrete y unas ventanas que daban a una calle con tráfico de tranvías. Lo mejor para nuestro sueño ligero. Lo que nos cabreó especialmente es que no nos hubieran avisado de que el alojamiento no sería en el hotel o que lo avisaran en la web. Aprovecho para hablaros un poco sobre el hotel, el “Salvator” ( salvator.cz/?lang=es ). A pesar de lo que pueda parecer, el hotel no está mal. El problema es que para la tarifa económica, que era la que nosotros llevábamos (cuesta 69 euros la noche... u 83 euros si es con desayuno), tienen unas habitaciones concretas: la segunda planta de los apartamentos. Las habitaciones son cómodas, están limpias y con decoración moderna. Cuando volvimos a Praga, una semana más tarde, nos dieron otra habitación y ésta ya era un poco más grande y era acogedora. Si vais, que no os den la habitación 202, que es la minúscula. La 204 está mejor de tamaño. Eso sí, si tenéis el sueño ligero, llevaos unos tapones porque los tranvías empiezan a pasar a las 6 de la mañana y terminan tarde a la noche. La atención por parte del personal fue, en todo momento, perfecta. El desayuno buffet está muy bien y es completo. Tienen, si necesitáis, una oficina de información en la que parece ser que atienden en castellano (nosotros no la usamos) y tienen también ordenador de libre acceso (gratis) con impresora para los clientes, tanto en el hotel como en los apartamentos. Muy útil si necesitáis mirar algo en Internet o para hacer el check-in on line. Como ya era tarde, decidimos no perder más tiempo y ponernos en marcha. El hotel está a dos pasos de Namesti Republiky, así que empezamos allí nuestra visita. En esta plaza es donde comienza el antiguo Camino Real, el recorrido que hacían los reyes en su coronación para ir al castillo. Así que, sintiéndonos muy importantes, seguimos este camino, cruzando la Torre de la Pólvora (preciosa, por cierto), atravesando la calle Celetna y llegando hasta la Plaza de la ciudad vieja. Es todo lo que llegamos a ver esa tarde porque ya era hora de cenar. Buscamos unos de los restaurantes aconsejados que llevábamos anotado, el “U Parlamentu” (como os he comentado, en Praga nos olvidamos de la improvisación para evitar problemas). Resultó ser un local pequeño y con un humo de tabaco impresionante. Aun así, entramos. La cena no fue para tirar cohetes. El pan frito con bacon estaba demasiado grasiento y el gulash bastante escaso de carne, aunque rico. La ternera marinada muy buena. Os la recomiendo... La salsa un poco dulce, pero a mí me gustó mucho. Eso sí, no probé a comer la carne con la nata montada y la mermelada que había en plato. Demasiado”exótica” para mí esa mezcla de salado y dulce. El problema fue que tuvimos que esperar unos 40 minutos para que nos trajeran la comida. Yo tengo bastante paciencia para estas cosas, pero a mi pareja le ponen de bastante mala leche. Está claro que Praga no nos recibía con los brazos abiertos . De vuelta al hotel, volvimos a pasar por la plaza de la ciudad vieja. Si de día es bonita, de noche es impresionante. Estoy enamorada de esa plaza de noche. Hay mucha menos gente, por lo que se puede disfrutar mucho más. Y con la iluminación, las estufas de los restaurantes que parecen hogueras, la torre de Saruman iluminada... Vale, no es la torre de Saruman, realmente es la iglesia de Nuestra Señora de Tyn. Pero os prometo que, de noche, lo parece y da la impresión de que Saruman va a salir en cualquier momento al balcón, a dar su discurso a los uruk-hai . Cuando conseguí cerrar la boca y salir de mi asombro, nos dirigimos ya al hotel a dormir, que estábamos agotados y al día siguiente teníamos viaje de nuevo. El segundo día de nuestra estancia, teníamos viaje hasta Český Krumlov. Desayunamos en el hotel y nos dirigimos a la estación de Na knizeci, donde salen los autobuses de Student Agency que van hacia esa localidad. Para ir hasta allí, cogimos el metro en Namesti Republiky. El metro de Praga tiene solo 3 lineas y es muy fácil de utilizar. Tuvimos que coger la linea B, desde Namesty Rep. hasta Andel. El precio del billete es de 24 coronas (para 30 minutos) o 32 coronas (para 90 minutos). Si vais con maleta, tenéis que comprarle también billete, que cuesta 16 coronas. Nosotros, para asegurarnos, cogíamos siempre el de 90 minutos. Pero hubiera sido suficiente con el de 30 porque los trenes venían con muchísima frecuencia. Acordaros siempre de validar el billete en la maquinita amarilla que hay en las entradas (allí no hay tornos, como en España). Si no, podéis tener problemas si algún revisor os reclama el billete. Como os he comentado, viajamos con Student Agency. Los autobuses son una pasada. Bueno, aquí serían de lujo directamente. Cómodos, con pantallita individual para ver películas, documentales (ambos en checo) o juegos (aunque yo os recomiendo que vayáis viendo el paisaje por la ventanilla, porque es precioso), con azafata, con una bebida (te, café o chocolate) gratis y auriculares de diadema (también gratis). ¡¡Y todo por solo 7.70 euros por persona!!. Esta es su web www.studentagency.eu/ Para viajar en transporte público os recomiendo que consultéis esta web: www.idos.cz Solo tenéis que meter los datos de salida y destino y la fecha que queréis y salen todas las posibilidades de tren y autobús, directos o con transbordo, y los horarios. También sirve para autobuses urbanos. Llegamos a Český Krumlov a las dos de la tarde (son 3 horas de viaje) y buscamos nuestra pensión. Ya de camino desde la estación, empezamos a alucinar con lo que nos estábamos encontrando. Decir que es un pueblo precioso es quedarse muy corto. Es tan bonito que hasta parece irreal. Su laberinto de calles empedradas, sus casas, sus tiendas (si os olvidáis un poco de las tiendas de souvenirs encontrareis unas tiendas de artesanía realmente preciosas), sus tejados elevados, el rio, la presencia imponente del castillo… no tengo palabras para describir algo tan bonito. Ni las hordas de turistas consiguen deslucirlo (aunque supongo que en Julio y Agosto tiene que ser un infierno). Aunque mucha gente va desde Praga y vuelve en el mismo día, yo os recomiendo quedaron más tiempo. No os voy a decir que os quedéis 3 días, como nosotros. Pero quedaros al menos una noche. Es cierto que el pueblo es pequeño y se puede ver en unas horas. Pero yo siempre digo lo mismo: hay sitios que merecen disfrutarse sin prisas. Y Český Krumlov es uno de ellos. Y, si queréis ver bien el castillo, os va a quitar bastante tiempo... Además, a partir de las 6 de la tarde se empieza a marchar la gente que ha ido a pasar el día y el pueblo se queda más tranquilo y se disfruta más. Nos alojamos en la pensión “Olsakovsky”. ( www.olsakovsky.cz/en/penzionek ) Allí las pensiones son similares a los Bed and Breakfast y es un tipo de alojamiento que a nosotros nos gusta mucho, más que los hoteles. La casa es preciosa, tanto por dentro como por fuera. La habitación era genial: amplia, limpia y bien decorada. El precio de la estancia es de unos 54 euros aproximadamente (según cómo esté el cambio) la noche, para las habitaciones de arriba (que son las más caras), con desayuno incluido. Creo que ahora, en octubre, van a subir un poco el precio (no mucho) y van a diferenciar entre la habitación que da al rio y la que no (la del rio va a ser más cara, lógicamente). La nuestra era la que no daba al río sino a la calle Parkan, una calle sin tráfico y muy tranquila. El desayuno te lo dejan a la hora que tu elijas (entre las 7:30 y las 9, en franjas de media hora) en una estantería en el “comedor” y te lo puedes tomar allí mismo, en tu habitación o en el jardín. Si el tiempo lo permite, no lo dudéis y tomadlo en el jardín, viendo el río y oyendo a los patos… un verdadero lujazo. En el jardín hay una puerta que podéis abrir para salir al río. También podéis prepararos te y café cuando queráis en la cocina. Tras instalarnos, fuimos a buscar un sitio para comer. Tras dar muchas vueltas nos decidimos por el restaurante “Vlassky Dvur”, donde comimos queso hermelin frito (es similar al camembert) con dumplings de patata. Nos gustó tanto el sitio, muy tranquilo, y el trato que recibimos que volvimos a comer allí todos los días. Es de estos sitios en los que te sientes “como en casa”. Después de comer, estuvimos recorriendo todo el pueblo, tanto el centro como la zona de Latrán, al otro lado del rio, y alucinando con lo que veíamos. Pero, después de un par de horas, se puso a llover fuerte así que, finalmente, decidimos volver a la pensión a descansar un poco y ducharnos antes de salir a cenar. Cuando salimos, seguía lloviendo a cántaros y no sabíamos muy bien a dónde ir. Pensamos cenar en el famoso restaurante medieval, Satlavske, pero nos dijeron que sin reserva no era posible. La noche no estaba para buscar mucho así que, al final, nos metimos en uno de los primeros sitios que encontramos, el Na Louzi, al lado de la plaza, y del que había leído buenas referencias en Tripadvisor. Por desgracia, nuestra experiencia no fue muy buena (creo que ha sido la única negativa de todo el viaje). El sitio sucio, el trato malo y la comida pues no muy allá. La trucha se dejaba comer y el pollo muy seco. Al menos, fue barato. Al día siguiente, fuimos castillo. Los castillos en República Checa no tienen tanto la apariencia de castillos “al uso”, sino que son más bien palacios enormes. Al menos, los que nosotros hemos visto. El castillo de Český Krumlov es grande y con una presencia realmente imponente. Está en alto, así que preparad bien las piernas porque las cuestas son importantes. Podéis entrar en varios patios, impresionantes, y en los jardines de forma gratuita. Para todo lo demás hay que pagar. Hay 3 circuitos guiados. Nosotros elegimos el 1, en el que se pueden ver los interiores renacentistas y barrocos (cuesta 10 euros la visita en ingles… en checo es más barato). Nos encantó y lo disfrutamos un montón. Además hay entradas independientes a otras estancias del castillo, como la torre, aunque nosotros no las cogimos. Por si os encontráis con ella, os cuento que en el castillo se supone que hay un fantasma. Es una dama y según el color de su vestido, el encuentro con ella puede significar una boda o nacimiento (si va de blanco), un incendio (si va de rojo) o una muerte (si va de negro). Después del tour, aprovechamos para ver los jardines. Muy bonitos… Eso sí, no os quedéis solo en lo que son los jardines propiamente dichos. Llegad hasta el teatro al aire libre y, desde ahí, seguid caminando por una especie de bosque hasta el estanque. Es un paseo corto y bonito… y sin gente, ya que la mayoría de los turistas se quedan en los jardines. Parece ser que a unos de los señores Rosenberg le gustaban los osos y decidió tener 2 en su castillo. Desde entonces, siglo XVI, la tradición se ha mantenido y siempre viven dos osos en un foso en el castillo. Tras mucho buscar, conseguimos encontrar la osera. En ese momento, no vimos a ninguno de los dos osos. Debían de estar escondidos. No me extraña porque aquello estaba lleno de gente intentando verlos. La verdad es que me parece una tradición un poco cruel, dado que los pobres osos tienen que estar muertos de asco en ese foso. Como ya era la hora de comer, fuimos al mismo restaurante del día anterior. En esta ocasión pedimos codillo y costillas. La cara que se nos quedó cuando vimos aparecer los inmensos platos (sobre todo el de codillo) fue un poema. Y al camarero le debió de hacer gracia porque se metió en la cocina, le oímos hablar y la cocinera se empezó a descojonar de la risa . Eso sí, no dejamos ni las migas, de lo bueno que estaba. El mejor codillo que hemos probado nunca. Y las costillas ahumadas estaban muy ricas también. Enfrente del restaurante hay una tienda y cafetería de comercio justo, que ya habíamos visto el día anterior, (se llama “Kramen”) y decidimos entrar para tomar un café. El sitio es tranquilo, está situado en un sótano y está muy bien. Tienen infusiones y cafés para consumir, todo de comercio justo, y venden también artesanía, chocolate, galletas, cafés e infusiones. Dentro, tienen varias mesas para sentarte pero, además, hay un “rincón especial”: un pequeño jardín con una mesita desde el que se tiene una vista preciosa del río y el castillo. Hacía un poco de frío, pero el hombre de la tienda era tan atento e insistió tanto para que disfrutáramos del jardín que cómo le íbamos a hacer el feo y decirle que preferíamos estar dentro. Así que nada, tocó abrigarse y disfrutar el capuccino y la infusión en el pequeño rinconcito especial. Aprovechamos para comprar te y chocolate para llevar a casa y el hombre nos preguntó sobre la situación del comercio justo en España. Nos contó que allí, salvo en Praga, Olomouc y algún sitio más, no hay apenas sitios que vendan productos de comercio justo y que la cosa estaba complicada. Pero que ahí estaban, peleando por sacarlo adelante. Fuimos a ver uno de los dos museos de marionetas que hay en Český Krumlov. Ya sabéis la importancia que tienen las marionetas en la República Checa. Uno de los museos (el “Marionette museum”) está en la zona de Latran. El otro (el “Puppet museum Fairytale”) está en el centro y ese es el que vimos nosotros. La entrada cuesta 80 coronas y el museo (pequeñito) tiene dos plantas. En la primera, se exponen distintas marionetas en vitrinas. Y, en la segunda, hay como una especie de teatro, donde se ven las marionetas en distintos ambientes (un bosque con duendes, un rincón con diablillos, una esquina con dragones y caballeros...). Tienen también una pequeña sala, con un escenario y marionetas para poder jugar con ellas. Si vais con niños (y también si no es así) puede resultar bastante divertido. Parece mentira lo que pesan y lo difícil que es hacer que se muevan de forma coordinada. Bueno, eso… o es que nosotros somos un poco torpes . Tienen también tienda donde podéis comprar marionetas, si os queréis llevar de recuerdo a casa. Tras un pequeño descanso en la pensión, salimos a cenar. Estuvimos en el “Papa´s living”, un restaurante italiano situado en la zona de Latrán, en el que nos comimos unos tallarines con salmón muy ricos. Estábamos tan cansados y tan llenos, tras la comida de la mañana, que no quisimos cenar más. Por cierto, en este restaurante hay botellas de agua de 750 cc, algo importante para abstemios como nosotros. Otra cosa que me gustaría destacar es que, a partir de las 18 horas o un poco más, era complicado encontrar un sitio en el que tomar una cena ligera, ya fuera un sándwich o algo similar. Solo encontrábamos restaurantes de cocina checa, la cual es bastante “contundente”. Para el día siguiente, teníamos una excursión preparada para ver las ruinas del castillo de Divci Kamen. Pero, al final, decidimos no hacerla. El tiempo estaba muy inestable (y de hecho se pasó todo el día lloviendo de forma intermitente) y yo estaba agotada, porque llevaba durmiendo muy mal desde el día anterior al viaje. Así que pensamos que mejor aprovechábamos ese día para descansar y ver tiendas, para poder comprar los recuerdos y regalos que queríamos traernos (ya que no sabíamos si durante el resto del viaje tendríamos tiempo para eso). Así que, por la mañana, estuvimos de compras. Antes fuimos de nuevo a la osera, a ver si podíamos ver a los osos. En esta ocasión era temprano, no había casi gente y pudimos ver a uno de ellos. Estuvimos comiendo, de nuevo, en el mismo restaurante de todos los días. En esta ocasión, solomillo de ternera con huevo (en sentido literal, te ponen el solomillo y un huevo encima) y escalope de pollo. Y, ese día, ya tiramos la casa por la ventana y nos pedimos postre: crepe con chocolate Nutella, helado de vainilla y nata. Por la tarde, estuvimos viendo una exposición gratuita (justo al lado del museo de marionetas). Es un local que recrea una tienda antigua y exponen carteles publicitarios, máquinas registradoras, balanzas y un montón de cosas del siglo pasado. Muy interesante. También tienen tienda, aunque algo cara. Entonces, caímos en la cuenta de que aun no habíamos comido ningún trdelnik. Es un dulce típico, un cilindro hecho con una especie de masa que se puede comer solo o con algún relleno. Nosotros lo pedimos con Nutella (teníamos día de chocolate ). Encontraréis varios sitios donde los venden. Nosotros lo compramos en un puesto que hay justo antes de llegar al puente que va hacia el castillo. Estaba recién hecho, calentito y riquísimo. Días más tarde, volvimos a comer trdelnik en Praga, pero no estaba recién hecho y, aunque estaba rico, no era lo mismo. En esta nueva ocasión, lo pedimos con canela. Nos fuimos a la pensión a descansar un poco y hacer la maleta y salimos a cenar de nuevo al “Papa´s living”. En esta ocasión, tomamos una ensalada César, con unos trozos de pollo enormes, y una pizza Margarita buenísima. Por si a alguien le interesa, os pongo un poco de información sobre Divci Kamen, aunque no llegamos a hacer la excursión. Así, si alguien va por allí que me cuente que tal está porque, la próxima vez que vayamos por allí, la haremos seguro. Desde la estación de tren de Trisov, parte una ruta de unos 3 km que va hasta Holubov. En esa ruta podéis ver, entre otras cosas, un oppidum celta y las ruinas del castillo de Divci Kamen, fundado en 1349. La zona es una reserva natural, parte de un area protegida. www.divcikamen.cz/ ...oid=332975 www.jiznicechy.org/ ...trisov.htm Para ir a Trisov o a Holubov tenéis trenes frecuentes desde Český Krumlov. Índice del Diario: REPÚBLICA CHECA: HISTORIA, LEYENDAS Y COMIDA CONTUNDENTE
03: Děčín
04: Praga, por fin...
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