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Al día siguiente, nos levantamos sobre las 8 y bajamos a desayunar. Aunque un poco escaso, estaba correcto, podías elegir entre desayuno salado o dulce, el cual te servían directamente en la mesa. Una vez acabamos, recogimos las maletas, hicimos el check out y pedimos un taxi. Llegamos al pequeñísimo aeropuerto de Semarang sobre las 9 de la mañana y nos dirigimos a los mostradores de la compañía aérea Kalstar (65 euros billete). La azafata que nos stendio me miró a los ojos y me dijo suavemente...Lo siento señor, su vuelo está retrasado y no saldrá hasta las 13.30...¿Es una broma? Nos está esperando un guía de Tanjung Puting en el aeropuerto para el vuelo que tendría que salir de aquí a las 10.30!!! ¿Podría usted, empleada de Kalstar, ponerse en contacto con el? La azafata accedió sin problemas a nuestra propuesta y habló con el guía que nos esperaba. Nos dijo que no había ningún problema, que cualquiera que fuese la hora de llegada, nos estarían esperando. Este último comentario no me hizo ni p... gracia, pero no nos quedaba otra que esperar en aquel minúsculo aeropuerto. Lo primero que hicimos fue sacar dinero para pagar el tour. Meses atrás me había puesto en contacto con un guía oficial del parque, dueño de una empresa de Klotoks, para preguntar por los precios del tour privado de 3D/2N para unos días en concreto. Me dijo que el precio eran 4.500.000 rp, que en aquel momento equivalían a 360 euros para dos personas con todo incluido, barco, cocinera, guía, comida, entradas al parque... pero con la revalorización del euro, a día 12 de agosto el precio del tour fueron 310 euros, nos habíamos ahorrado 50 euros por la "face". Habíamos visto por internet precios escandalosamente altos, así que busqué en el foro y me puse en contacto con un tal Jenue y acordé con él el precio del tour, a pagar una vez que estuviéramos en el Klotok. Así que mientras el día se esfumaba, nosotros seguíamos esperando en el aeropuerto de Semarang. Facturamos las maletas, pagamos las tasas de aeropuerto (30.000 rp) y entramos en la sala de espera. Como aún quedaba mucho tiempo, nos fijamos que la sala VIP costaba 50000 rp/persona y ofrecía comida y bebida gratis, además de prensa, televisión y sala de fumadores. Sin pensarlo pagamos la entrada y vimos que a lo que se referían por comida, era un enorme buffet libre que incluía, sopa, arroz, verduras, carne, postres variados...todo tipo de bebidas y wifi. Allí estuvimos comiendo, bebiendo y fumando hasta que llegó la hora de embarcar. Hicimos cola para el embarque y subimos al avión, tomamos asiento y en pocos minutos me quede dormido antes de despegar. Cuando me desperté el avión estaba vacío, totalmente vacío, solo Jonás y yo durmiendo. ¿Que está pasando? ¿Ya habíamos llegado? Mire por la ventanilla y comprobé que seguíamos en el aeropuerto de Semarang. No entendía nada, se acercó una azafata y nos dijo que teníamos que bajar del avión porque no se que cosas que no entendí y que debíamos volver a la sala de embarque. Venga hombre lo que faltaba!! Volvimos a la sala VIP a esperar hasta q al final a las 15.30 despegamos rumbo al aeropuerto militar de Pangkalan Bun. Dejamos atrás la masificada isla de Java y nos dirigimos a Borneo, concretamente al Parque Nacional de Tanjung Puting situado en la región de Kalimantan, que quiere decir kali=río y mantan=demonio, como nos explicó mas adelante nuestro guía. Una vez aterrizamos salimos de la pista de aterrizaje en medio de la selva donde nos esperaba Selham, el que sería nuestro guía oficial durante el tour. Sacaron nuestras maletas y nos metimos en un todoterreno que nos llevó hasta Kumai, donde tomaríamos el klotok que seria nuestro hogar durante tres días. Llegamos al embarcadero y les dimos nuestros pasaportes, ya que ellos se encargaban de tramitar la entrada al parque y toda la burocracia sin que nosotros moviésemos ni un palmo. Mientras lo hacían fuimos a comprar repelente de mosquitos y tabaco para los próximos días. Una vez todo estuvo en orden nos llevaron al que sería nuestro Klotok.
¿Por que se llama Klotok? Por el ruido que hace el motor del barco que solo tiene un cilindro, mete mucho ruido y suena klotok klotok klotok de manera continua. Pagamos el precio acordado, los 4.500.000 rp y partimos hacia el río Sekonyer a eso de las 17.00 de la tarde, con el ocaso sobre nosotros. La parte superior del klotok era para nosotros, donde dormíamos, comíamos y nos sentábamos a ver la jungla. Abajo estaba el resto de la tripulación, Selham, el guia, la cocinera, Asiah y el capitán del barco. Desde que salimos del embarcadero Selham nos estuvo comentando muchas cosas de Borneo, de Kalimantan y por su puesto de Tanjung Puting que tan solo cuenta con 48 klotoks y no está permitido construir ninguno más. Nos comentó el itinerario que realizaríamos por el parque y que esa noche la haríamos en el río cerca de la desembocadura, bajo las luciérnagas. Al día siguiente, nos levantaríamos con la jungla y remontaríamos el Sekonyer hasta el primer campamento de Orangutanes, para presenciar la primera toma de comida a las 9 de la mañana. A continuación seguiríamos hasta el segundo campamento río arriba donde darían la segunda toma a las 14 horas. Haríamos un trekking por la selva y volveríamos al barco. Noche en un embarcadero de klotoks y por la mañana temprano visitaríamos las instalaciones de Pondok Tanggui, una especie de museo con información sobre el Parque Nacional y un pequeño trekking por la selva para terminar el tour volviendo al embarcadero de Kumai. Casi noche cerrada, nos sirvieron la comida en la mesa que había en la parte de arriba. La verdad que fue de las comidas mas ricas del viaje y sobre todo diferente. Al terminar, nos sentamos en la proa a ver y escuchar los sonidos de la jungla nocturna, mientras nos montaban la cama en la cubierta. Cuando terminaron, como no había mucho mas que hacer, nos lavamos los dientes y nos metimos dentro de la mosquitera. Habían amarrado el klotok a las ramas de dos palmeras, separados unos metros de tierra firme para impedir que entrasen monos y serpientes, asimismo pusieron sal en los extremos de las cuerdas atadas a las palmeras para evitar que ninguna alimaña entrase en el barco mientras dormíamos, de hecho cuando lo estaban haciendo ayudados de linternas divisamos desde la cubierta una enorme serpiente negra y amarilla que fácilmente llegaría a los 2 metros. Con este percal nos fuimos a dormir a la intemperie, bajo las estrellas y el manto de luciérnagas que plagaba las copas de los árboles. Poco a poco nos quedamos profundamente dormidos. Ruidos extraños nos despertaban de tanto en tanto a lo largo de la noche, algo se movía entre la espesura de la jungla, pero tan rápido te despertaba te volvías a quedar dormido...
A la mañana siguiente, la jungla se despertó a las 5.45. Gibones macho apareándose, pájaros trinando con los primeros rayos, movimiento entre los árboles...me encantó la sensación de despertar en medio de la selva de Borneo y escuchar los miles de sonidos extraños que salían de ella. Al poco, nos pusimos en marcha y seguimos remontando el río en dirección al primer campamento de orangutanes. Nos vestimos mientras nos sirvieron el desayuno a base de tortilla de patata, tostadas con mermelada, café soluble y leche en polvo. En cuanto acabamos nos sentamos en la proa a ver el paisaje que se abría ente nosotros mientras el guía nos iba comentando con detalle el recorrido que haríamos y el tipo de animales que habitaban por allí, como los monos narigudos que se podían avistar desde el barco a lo largo de todo el recorrido.
Estos monos, tienen una esperanza de vida relativamente corta, debido a la cantidad de bacterias que ingieren, razón por la cual tienen siempre el estómago hinchado que termina por causarles una muerte prematura. También nos mencionó que en aquellas aguas oscuras había cocodrilos pero eran muy difíciles de ver. Años atrás un inglés se metió en el agua aún sabiendo el peligro que corría y fue devorado por uno. Nosotros, a pesar de observar detenidamente las orillas del rio y los manglares, no tuvimos la suerte de ver cocodrilos en todo el recorrido, eso sí, vimos como dos lagartos enormes cruzaban el río de un extremo a otro a gran velocidad metiendo y sacando la lengua. Cerca de las 8.30 llegamos a PONDOK TANGGUI, uno de los tres centros de rehabilitación del orangután de Borneo, donde viven en semi libertad en plena selva tropical. Accedimos al pequeño embarcadero desde el mismo barco y recorrimos una pasarela de madera que atravesaba la jungla debido a que en la estación lluviosa, los monzones inundaban toda aquella zona. Después de caminar unos 15 minutos nos adentramos en la espesura y llegamos a las plataformas donde alimentaban a los orangutanes. Uno de los cuidadores emitía sonidos guturales informando de la hora de comer. Poco a poco el macho alfa fue descolgándose de un árbol a pocos metros de nosotros para llegar al punto de comida, otros orangutanes esperaban en los árboles circundantes esperando a que el macho dominante terminase. Poco a poco se fueron acercando a la plataforma mientras todos nosotros observábamos con la boca abierta. No puedo describir con palabras la emoción que me provocaba ver aquellos simios desgarbados caminando y deslizándose por las ramas con aquella agilidad. Miraban al infinito y se rascaban mientras comían plátanos. Rodaban por la plataforma y posaban ante las cámaras...INCREÍBLE. La verdad es que el tour por Tanjung Puting estaba siendo verdaderamente emocionante. Además de orangutanes, algunos gibones, esperaban en los ramas mas bajas para poder pillar algo de comida, hasta cinco orangutanes comían en la plataforma al mismo tiempo. Para nada penséis que esto es una especie de zoo donde los animales están domesticados ni mucho menos, eres tu el que está visitando su hábitat natural, el que tiene que atravesar la jungla para llegar hasta ellos, dormir en el rio y en todo momento te acompaña esa sensación de naturaleza casi salvaje.
Tras más de una hora observando el ritual, les llevaron leche con antibióticos para evitar el traspaso de enfermedades por parte de los humanos. Cuando volvieron a los árboles seguimos por otro camino donde el guía nos fue comentando peculiaridades de la vida del orangután, como que vivían cerca de 60 años, tenían tanta fuerza que podían arrancarte un brazo sin ningún problema y además nos comentó que una vez que entraban en contacto con los humanos ya nunca mas podían romper el vínculo, únicamente cuando parían, se adentraban en la selva y cuando se reponían del esfuerzo, volvían al campamento para enseñar a su nueva cría. También nos explicó que no alcanzaban la edad adulta hasta los 8 años y hasta ese momento no se separaban de sus madres como tuvimos el placer de comprobar en el campamento Leakey. En ese momento el guía nos mostró unas plantas que crecían al pie del camino...eran plantas carnívoras!! En su interior algunos insectos se habían quedado atrapados y comenzaban a ser disueltos por los ácidos.
Después de un corto trekking por la selva, regresamos al barco donde nos tenían preparado un café recién hecho. La verdad es que se estaban portando muy bien. Pusimos rumbo al Campamento Leakey, del que nos separaban unas 4 horas de navegación. El campamento Leakey dirigido por la bióloga canadiense Biruté Galdikas, es un centro de investigación y protección del orangután salvaje y comparte fundación con el equivalente africano para el estudio de chimpancés dirigido por Jane Goodall y el estudio del gorila de montaña desempeñado por la fallecida Diane Fossey. Con estos precedentes teníamos claro que estábamos a punto de visitar uno de los centros de investigación mas importantes del planeta y a pesar de no tener la misma repercusión mediática como sus colegas, el trabajo de campo desempeñado aquí era exactamente el mismo. A medida que remontábamos el río, los margenes se iban estrechando cada vez más hasta el punto de que en según que sitios, solo había espacio para el propio barco.
Unas horas después llegamos a un embarcadero donde había casi una docena de Klotoks amarrados y no había sitio ni para uno más, habíamos llegado a Camp Leakey, así que detuvimos el barco y nos sirvieron la comida para hacer tiempo hasta que llegase la hora de visitar el campamento. La verdad es que con el calor que hacía no apetecía nada meterse algo en el cuerpo que no fuese líquido. Mientras comíamos oímos un gran revuelo en el embarcadero debido a la presencia de orangutanes en busca de comida, atraídos por el olor de las cocinas. Algunos campaban a sus anchas por el pequeño muelle de madera, otros observaban desde los árboles e incluso posaban frente a los turistas.
Entramos en el campamento Leakey y atravesamos una pasarela de madera que daba acceso al recinto de investigación , pasamos por delante de la casita de madera donde residía Biruté Galdikas cuando trabajaba. En este campamento los orangutanes campaban a sus anchas por todas partes, caminando junto a ti por la senda que conducía a la zona de alimentación, los veías por los árboles sobre tu cabeza incluso oías sus ruidos entre la espesura. Una autentica maravilla poder convivir con ellos en su propio hábitat, en su propia casa. Cuando llegamos a la plataforma, se repitió el mismo ritual, primero el macho alfa, seguido de los demás orangutanes. La diferencia es que aquí podías interaccionar con ellos, se cercaban a ti, te tocaban, caminaban a pocos centímetros, se sentaban, luchaban entre ellos y nosotros allí, como si fuéramos invisibles. Creo que ha sido una de la mejores experiencias de mi vida y eso que mi rama de la ciencia es la química orgánica, no quiero ni imaginar lo que debe ser para un biólogo poder estar allí. Al cabo de un rato largo emprendimos el camino de vuelta al barco, pero muy lentamente porque los orangutanes caminaban con nosotros, una madre con su cría, machos pequeños que trepaban por los árboles y cruzaban de unos a otros.
Poco a poco se fuero introduciendo en la selva y desaparecieron, tan solo una familia de macacos iban caminando delante de nosotros, sobre la pasarela de madera. Llegamos de nuevo al embarcadero, donde firmamos en el libro de visitas y volvimos de nuevo al barco, en el embarcadero seguían algunos machos haciendo el mono, aunque la verdad es que éramos de los últimos turistas que aun quedaban en Camp Leakey, con lo cual tengo que decir que disfrutamos casi en soledad de los orangutanes y prácticamente de todo el tour. Una vez en el barco, nos sentamos en la proa a disfrutar del atardecer y de los chillidos de monos narigudos y gibones que estaban en las copas de casi todos los árboles de las orillas del río.
Casi al anochecer, llegamos a una zona del río, donde había unos cuantos klotoks atracados. Era una especie de campamento base, donde supongo que estaba el Resort Eco Lodge, no lo se, lo que si estaba claro es que había una especie de taller donde ofrecían información del parque, de los orangutanes así como la flora y fauna de Kalimantan. Una vez que se hizo noche cerrada, empezaron a preparar la comida. Dios, que ganas tenía de darme una ducha, desde que habíamos salido de Java, llevábamos la misma ropa y la ducha del barco tan solo aspiraba agua del río mediante un motor, un agua donde iban a parar todos los desagües de los retretes, y según he leído viene cargada de mercurio. Así que lo siento, ese agua jamás va a tocar mi cuerpo, esperaré a llegar a Surabaya para darme una ducha de tres horas e incinerar la ropa. En cuanto nos pusieron la cena, devoramos la comida que nos sirvieron...una especie de ensalada de vegetales que parecían sacados de la jungla, unas tortas de maíz, verduras rebozadas que estaban muy ricas y pescado en salsa. Muy rico todo, y muy distinto a todo lo que comimos en Indonesia a lo largo del viaje. Después de la cena, salimos a fumar al embarcadero donde estaban reunidos muchos de los guías de los diferentes klotoks que harían noche en aquel muelle. Al cabo de un rato, nos prepararon la cama y nos metimos bajo la mosquitera a dormir.
Al día siguiente volvimos a despertarnos con la jungla y con el ruido de las meadas de los guías sobre el agua del río, vaya marranos!! ¿No saben que ahí lavan los platos sobre los que comemos?? Yo salí del barco y me fui a mear a la selva, descalzo y en calzoncillos. Cuando hubo amanecido del todo, empezó despertar la vida en los otros barcos y en el mismo muelle. Nos sirvieron nuestro último desayuno en el klotok a base de tostadas, pancakes y café, el cual degustamos hasta la última migaja. Poco después, Selham nos propuso hacer un pequeño trekking por la jungla, de manera que nos intruciríamos por unos caminos marcados, viendo las tumbas de lo orangutanes, atravesando pasarelas de madera elevadas muy útiles en temporada de monzones y retornando al klotok varios kilómetros río abajo donde nos estarían esperando antes de volver a Kumai. Así lo hicimos, con Selham de cabecilla, nos adentramos en la espesura de la selva. A ambos lados del camino había recientes plantaciones de árboles con unos nombres tallados en una placa de madera sobre su base. Realmente no eran tumbas, pero tenían por tradición plantar un árbol con su nombre cada vez que moría un orangután, así su memoria seguía viva para siempre. Me pareció increíblemente bonito...allí había docenas de arboles jóvenes con inscripciones en su base. Continuamos en semipenumbra por aquellos caminos, atormentados por los mosquitos, de cuando en cuando Selham se paraba y nos comentaba cosas acerca de algún insecto o identificaba alguno de los miles de sonidos de la jungla. Nos mostró el árbol de cual los lugareños hacían anti-malaria...¿perdona? ¿Aquí está el mosquito de la malaria? Mierda mierda, creí entender que solo Komodo y Papúa eran zonas de riesgo...Pues estamos abrasados de picaduras de asquerosos mosquitos. Ya fui intranquilo, el resto del trekking, echándome repelente como si fuera colonia y por delante de mi como creando una barrera invisible aunque nada útil, porque los mosquitos y bichos nos atacaban cada poco, es mas, diría que ese repelente en concreto hacia el efecto contrario y los atraía dramáticamente. Atravesamos una pasarela de madera toda roída del agua y la humedad y llegamos al klotok que nos esperaba amarrado a una de las orillas del Sekonyer. Una vez a bordo, arrancamos en dirección a Kumai, tres horas en barco nos separaban del final de nuestra aventura por Borneo. Tres horas que fuimos en la popa del klotok disfrutando del paisaje, de los monos narigudos que comían en las copas de los arboles y de algún que otro pescador que faena entre los manglares. Justo cuando llegamos a la desembocadura del Sekonyer en el mar, nos sirvieron la comida. ¡Dios santo, pero si solo son las once de la mañana! En fin, que volvimos a comer terminando justo antes de atracar en Kumai. Una vez allí, como aún nos quedaba un rato para que saliese el avión, Selham nos presentó a su familia, nos mostró su casa que estaba contigua al muelle y a su hija pequeña. La verdad es que me pareció una familia encantadora, con una vida tranquila y feliz. Como el mismo dijo tres días atrás..."Yo estudié en Java, pero este es mi hogar, la selva y los orangutanes son mi vida" y mientras recordaba estas palabras apareció su mujer con unas tazas de té y unos frutos secos. Que gran detalle mientras pensaba "si ingiero algo mas vomitaré a lo loco en el porche de esta buena gente"...en fin, que nos tomamos el te por no hacerles un feo aunque hubiese preferido que me cortaran el brazo derecho. Como se acercaba la hora del vuelo, Selham acompañado de su hija pequeña, nos acompañaron al aeropuerto. Una vez allí nos despedimos efusivamente de ellos, dándoles enormemente las gracias por todo y entramos en el minúsculo aeropuerto militar de Pangkalan Bun. Pagamos las tasas de aeropuerto (12.000 rp) y despegamos en hora, rumbo a Surabaya diciendo adiós a esta espectacular etapa que fue Borneo, donde todo trascurrió a pedir de boca y pudimos disfrutar de los orangutanes en su hábitat natural, únicos primates del continente asiático que en bahasa indonesia significa orang=hombre utan=selva, hombres del la selva.
Podeis leer el diario completo en mi blog con mas información práctica y galería de fotos 26 días recorriendo el Cinturón de Fuego: Java, Borneo, Komodo, Lombok y Bali
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