Nos despertamos a las 8 de la mañana. Nos aseamos y metimos las compras realizadas el día anterior en la maleta. Sobre las 9:45 salimos del hotel y nos fuimos a desayunar a una cafetería cercana al mismo. Después de desayunar cogemos el metro y nos dirigimos a la Termina 1 del Aeropuerto de Barajas. A las 11 facturamos y empezamos a deambular por la terminal hasta las 13:30, hora a la que nos dirigimos a la puerta de embarque. Un consejo: ¡¡No os molestéis en hacer cola!! Llegada una hora todo el mundo se pone de pie, pero en realidad no sirve para nada. En la puerta de embarque os llamarán por grupos. Estos grupos están indicados en vuestra tarjeta de embarque. Nosotros eramos el grupo 3, así que fuimos de los últimos en subirnos al avión. Y la verdad, según desde donde lo mires, ¡mejor!. Cuanto menos tiempo se pase uno sentado en un avión de Pullmantur mejor.
Y como no, el vuelo estaba retrasado. ¡Dos horas! Al final en vez de salir a las 15:30, tal y como estaba previsto, salimos a las 17 horas. Así que a las 16:30, empezaron a llamarnos por grupos. Nosotros habíamos comprado los asientos unos meses antes. Teníamos las filas 19K y 19J. Eran unos asientos con espacio para las piernas, los cuales recomiendo encarecidamente tanto si mides 1.58m como mido yo, o 1.85m como mide mi novio. El resto de asientos son estrechísimos y el espacio entre asiento y asiento es minúsculo. No me imagino un vuelo de 10 horas en un asiento como ese. Así que por el módico precio de 12 euros cada uno, despegamos con las piernas totalmente estiradas rumbo México.
Como ya os he contado, viajamos con Pullmantur. El avión es grande y con dos plantas, y está dividido en asientos de 3-4-3. Parecía bastante viejo y la verdad, es que cualquier avión de destino nacional lleva asientos mas cómodos que los que usan en esta compañía. Yo siempre pensé que cuanto mas largo es un viaje, mas comodidad tiene que ofrecer a los pasajeros, pero se ve que en esta aerolínea no es lo que prima, ya que no solo los asientos son incomodísimos si no que la mayoría de las pantallas del avión no funcionan. A nosotros no nos funcionaron ni a la ida ni a la vuelta. ¡Mala suerte la nuestra! Pero bueno, aun asi, y pese a las 10 horas sin fumar, el viaje no se nos hizo pesado. Yo nada mas despegamos me empece a marear un poco, así que decidí tomarme una biodramina. Pues bien, la pastillita de las narices me drogó toda y casi no daba abierto los ojos. Estuve medio durmiendo, medio luchando por sobrevivir durante 5 horas, conseguí comer la comida del avión (y la de mi novio jajaja) (y la del resto del avion si me dejan jajaja) aguantándome los ojos con las manos jajajaja. En realidad fue muy gracioso, de verdad. El resto del tiempo, entre merendar y ver películas en el portátil, leer alguna que otra revista y mirar por la ventana como sobrevuelas Miami, Las Bahamas, La Habana, etc. ¡¡¡Se te pasa el tiempo volando!!!
Los trámites de entrada fueron rápidos. Solo hay que rellenar bien el impreso que te dan en el avión y ya pasas como una flecha por la aduana. Luego, tras recoger el equipaje y pasarlo por la cinta de inspección a la salida, pulsas un botón y si sale verde te vas. Si sale rojo te registran. Pero vamos, que a nosotros no nos abrieron las maletas en ninguna parte, ni a la ida ni a la vuelta, ni en México ni en España. Sales del aeropuerto, y te da la bienvenida un golpe de calor y humedad brutal. Pero, la verdad es que te acostumbras bien.
El trayecto hasta nuestro hotel, el complejo Grand Palladium, que esta situado a unos 30 km después de Playa del Carmen, iba a durar cerca de hora y media, pero al final solo tardamos una horita. Ya os contaré como conducen los mexicanos, pero bueno en resumen os diré que se pasan por el ..... las normas de trafico, y suelen adelantar a unas velocidades que en España, poco mas y son pena de cárcel, por un tercer carril del medio, que solo ven ellos.
Cuando llegamos al Grand Palladium, nos recibieron con un cóctel de bienvenida. Una vez haces el check-in te dan las llaves de la habitación y los tickets para recoger toallas, así como un plano del complejo y una breve explicación de todo. Después nos llevaron en un coche de golf a la habitación: la villa 7 del hotel Colonial, la habitación 1734. La habitación estaba en el tercer piso de la villa, y personalmente lo preferíamos porque en las plantas bajas, una vez cae la noche, te comían los mosquitos literalmente. Unos minutitos después de llegar, llamaron a la puerta. Era el "bellboy", como allí le llaman al maletero, con nuestras maletas. Una vez llegaron las maletas, nos fuimos al bar 24 horas a cenar, y madre mía... ¡¡vaya laberinto de hotel!! sobretodo por la noche. Pero bueno, conseguimos cenar y conseguimos volver a nuestra habitación, así que nos fuimos a dormir. ¡¡¡Estábamos en el caribe!!!
Y como no, el vuelo estaba retrasado. ¡Dos horas! Al final en vez de salir a las 15:30, tal y como estaba previsto, salimos a las 17 horas. Así que a las 16:30, empezaron a llamarnos por grupos. Nosotros habíamos comprado los asientos unos meses antes. Teníamos las filas 19K y 19J. Eran unos asientos con espacio para las piernas, los cuales recomiendo encarecidamente tanto si mides 1.58m como mido yo, o 1.85m como mide mi novio. El resto de asientos son estrechísimos y el espacio entre asiento y asiento es minúsculo. No me imagino un vuelo de 10 horas en un asiento como ese. Así que por el módico precio de 12 euros cada uno, despegamos con las piernas totalmente estiradas rumbo México.
Como ya os he contado, viajamos con Pullmantur. El avión es grande y con dos plantas, y está dividido en asientos de 3-4-3. Parecía bastante viejo y la verdad, es que cualquier avión de destino nacional lleva asientos mas cómodos que los que usan en esta compañía. Yo siempre pensé que cuanto mas largo es un viaje, mas comodidad tiene que ofrecer a los pasajeros, pero se ve que en esta aerolínea no es lo que prima, ya que no solo los asientos son incomodísimos si no que la mayoría de las pantallas del avión no funcionan. A nosotros no nos funcionaron ni a la ida ni a la vuelta. ¡Mala suerte la nuestra! Pero bueno, aun asi, y pese a las 10 horas sin fumar, el viaje no se nos hizo pesado. Yo nada mas despegamos me empece a marear un poco, así que decidí tomarme una biodramina. Pues bien, la pastillita de las narices me drogó toda y casi no daba abierto los ojos. Estuve medio durmiendo, medio luchando por sobrevivir durante 5 horas, conseguí comer la comida del avión (y la de mi novio jajaja) (y la del resto del avion si me dejan jajaja) aguantándome los ojos con las manos jajajaja. En realidad fue muy gracioso, de verdad. El resto del tiempo, entre merendar y ver películas en el portátil, leer alguna que otra revista y mirar por la ventana como sobrevuelas Miami, Las Bahamas, La Habana, etc. ¡¡¡Se te pasa el tiempo volando!!!
Los trámites de entrada fueron rápidos. Solo hay que rellenar bien el impreso que te dan en el avión y ya pasas como una flecha por la aduana. Luego, tras recoger el equipaje y pasarlo por la cinta de inspección a la salida, pulsas un botón y si sale verde te vas. Si sale rojo te registran. Pero vamos, que a nosotros no nos abrieron las maletas en ninguna parte, ni a la ida ni a la vuelta, ni en México ni en España. Sales del aeropuerto, y te da la bienvenida un golpe de calor y humedad brutal. Pero, la verdad es que te acostumbras bien.
El trayecto hasta nuestro hotel, el complejo Grand Palladium, que esta situado a unos 30 km después de Playa del Carmen, iba a durar cerca de hora y media, pero al final solo tardamos una horita. Ya os contaré como conducen los mexicanos, pero bueno en resumen os diré que se pasan por el ..... las normas de trafico, y suelen adelantar a unas velocidades que en España, poco mas y son pena de cárcel, por un tercer carril del medio, que solo ven ellos.
Cuando llegamos al Grand Palladium, nos recibieron con un cóctel de bienvenida. Una vez haces el check-in te dan las llaves de la habitación y los tickets para recoger toallas, así como un plano del complejo y una breve explicación de todo. Después nos llevaron en un coche de golf a la habitación: la villa 7 del hotel Colonial, la habitación 1734. La habitación estaba en el tercer piso de la villa, y personalmente lo preferíamos porque en las plantas bajas, una vez cae la noche, te comían los mosquitos literalmente. Unos minutitos después de llegar, llamaron a la puerta. Era el "bellboy", como allí le llaman al maletero, con nuestras maletas. Una vez llegaron las maletas, nos fuimos al bar 24 horas a cenar, y madre mía... ¡¡vaya laberinto de hotel!! sobretodo por la noche. Pero bueno, conseguimos cenar y conseguimos volver a nuestra habitación, así que nos fuimos a dormir. ¡¡¡Estábamos en el caribe!!!