Amanece en Zágreb muy nublado con la clara intención de llover pero durante toda la mañana se resiste. Abandonamos el Hostal y nos disponemos a visitar la parte alta de Zágreb. Sólo disponemos de la mañana ya que tenemos pensado salir de la ciudad sobre las 12:00.

En tres horas visitamos lo imprescindible con parada obligada a desayunar en uno de sus famosos cafés. El ambiente en la calle invita a llevarse un recuerdo sensacional de la ciudad. Mercados de frutas, gente animada vestida con sus trajes regionales bailando en corro y edificios antiguos con mucho encanto. Se percibe la cercanía a ciudades centro-europeas. Sin prisas pudimos contemplar el casco antiguo de la ciudad. Justo cuando nos íbamos comenzaba a llover.

Emprendimos la ruta con destino a los Lagos de Plitvice. La idea era llegar sobre las 15 horas y ver los lagos pero el tiempo no jugaba a nuestro favor. Durante todo el trayecto vimos como las nubes cada vez eran más oscuras y no paraba de llover. Tras un par de horas conduciendo llegamos a Irinovac. Un pequeño pueblo dónde teníamos reservada noche en el hotel Sedra. Tras hacer la entrada vimos que iba estar muy complicado acercarse a los lagos ya que no paraba de llover y la niebla dificultaba la visión pero aún así y dada la proximidad de Irinovac a los lagos (10 km aprox) decidimos probar suerte. La entrada 1 a los lagos estaba cerrada y en la 2 nos dijeron que todo estaba inundado y dado que eran las 16 horas y el tiempo no podía ser peor optamos por volver al hotel y pasar la tarde en la habitación. La abandonamos nada más que para salir a cenar a un restaurante de carretera donde la comida no podía ser más insulsa. No había mucho para elegir.
Nos fuimos a dormir con la esperanza de que al día siguiente el mal tiempo diera tregua y nos dejara disfrutar de los lagos.