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Masai Mara 4
Día 22
Vuelta a madrugar. Aunque a mi me gusta madrugar, sobre todo si es para ver amaneceres como este…
La salida de sol nos dejó bonitas fotos y después, muchos de los mismos animales que ya habíamos visto otros días.
Cebra a contraluz.
Ñu, con una luz especial.
Que bonitos tonos dejan las primeras luces en las cebras.
A medida que iba subiendo el sol, iba cambiando la luz y esto nos dejaba preciosos matices, con las gotitas de rocío en la hierba.
Facóquero.
Antílope de agua.
A este otro, le falta medio cuerno, pero no le falta ni un ápice de dignidad ni elegancia.
Enorme Eland.
Y la jirafita de turno.
Los hipos se concentran, a primera hora, en algún rincon con sol y con poca profundidad.
Como no son grandes nadadores, les gusta hacer pié.
El rio Mara.
Grullas crestadas. un lujo para la vista.
Después de una serie como esta, piensas que ya tienes la foto del día, pero el día es muy largo y lo mejor que se puede hacer es ir a almorzar.
Enfrente de la terraza teníamos este enorme lagarto, que mas que esperando comida, parecía que estaba haciendo una pesada digestión.
Después de almorzar, ya todos juntos, salimos en busca de un guepardo, al que localizamos un par de horas mas tarde.
La culpa del retraso la tuvieron esta reunión de "pastores". Y ya se sabe lo que dice el refrán:
Reunión de pastores, "cebra" muerta.
Aparentemente parecía un pacífico grupo, pero nada mas lejos de la realidad. Había que imponer orden.
Y aquí queda claro quien es el que manda.
Mientras estos otros, parecen los "parias de la tierra" esperando que alguien les diga: "En pié famélica legión"
Primero hay que quitar la camiseta del difunto
para después empezar el banquete.
Y si el jefe se despista, algún otro le roba la cartera a la cebra.
Otros hacen una entrada de cuerpo entero, pero cuando les vea el jefe, se van a enterar.
Ante la bronca que le espera, este se retira espantado. Pero a alguno le caerá el rapapolvo.
En fin, no os aburro mas con los buitres, pero para que os hagáis una idea, hice mas de 600 fotos. Te puedes pasar el día entero con la diversión asegurada.
A esta peña gacela la encontramos en un agujero, totalmente inmóvil. Su madre la controlaba de cerca.
Y poco después apareció nuestro amigo el guepardo que andábamos buscando. Parecía muy tranquilo.
A pesar de que era evidente que no tenía la tripa llena. Mas bien lo contrario
Nos dejó bonitas fotos, como siempre, pero como no parecía muy activo, después de un rato lo dejamos y nos fuimos a comer.
La comida la hacíamos normalmente en la orilla del rio, en una praderita tranquila. Allí nos montaba Sapimpi unas mesas y nos comíamos el picnic. Tambien extendía unas mantas masai, para que nos pudieramos tumbar un rato de siesta.
Pero este día la cosa cambió un poco. Había en el rio un cocodrilo, a pocos metros de nosotros, que se sumergía y cada vez que sacaba la cabeza lo hacía un par de metros mas cerca de nosotros. Y todo esto a dos metros de la orilla. Cuando llegó ante nosotros, se plantó a mirarnos a unos cuatro metros de donde estábamos.
Sapimpi decía que no había peligro, que no salen del agua, pero a mi no me hacía ninguna gracia.
Total que comimos mas rápido que de costumbre y nos largamos.
El árbol de los buitres.
Después de comer volvimos a buscar al guepardo y ahora, ya si tenía una actitud claramente depredadora.
Al cabo de un rato de búsqueda salió disparado detrás de una gacela y su cría, pero se le escaparon.
Las carreras del guepardo son intensas pero cortas.
Ya había varios coches siguiendo al animal, pero él iba a lo suyo, pasando entre los coches totalmente indiferente.
Llegaron también Jorge y Mariola, para disfrutar de la fiesta que se avecinaba. Y a la vez, esto nos iba a permitir un fuego cruzado de fotos, en el que, la que no pillara uno, la iba a pillar el otro.
Un rato después se arma un albotoro detrás nuestro. Las cebras y ñus empiezan a correr, cerrando un circulo cada vez mas estrecho y el guía, sin dudarlo dice: Leones.
Fuimos para allá, unos 300 metros y encontramos una leona bebiendo agua de un charco.
Esto añadía un componente nuevo a la escena. En ese momento no sabíamos si se iba a decidir por alguna cebra o ñu del circulo que se había formado o por alguna de las muchas gacelas.
Pero se levantó perezosamente y comenzó a caminar en dirección al guepardo.
Pero este ya había visto a la leona y estaba completamente pegado al suelo escondido detrás de unas hierbas.
Yo diría que la leona solamente había captado el olor del guepardo, porque llevaba un paso errático.
Pasó entre los coches. El de detrás es el nuestro.
Cuando la leona estaba a pocos metros, el guepardo salío disparado y la leona detrás, pero en pocas zancadas puso tierra de por medio. Esto nos dejó escenas que, afortunadamente, las pudimos registrar, pero mejor que contarlo, cuelgo las fotos.
La leona se dió cuenta pronto, que de no lo iba a pillar y se paró. De algo le tiene que servir al guepardo, el record de animal mas rápido de la tierra.
La leona acabó marchándose cuando consideró que había expulsado al guepardo de su territorio.
Nosotros dimos la vuelta a la loma intentando seguir al guepardo.
Pero este, volvió tras el rastro de la gacela a la que había perseguido. Cuando volvimos ya la había encontrado y esta vez si, cazó a la cria a la que se comió delante nuestro.
Pero aquí entró un tercero en discordia. Aparecieron una pareja de chacales. Uno mas tímido se quedó tumbado a cierta distancia, pero el otro nos dio una tarde memorable.
Quería participar del banquete pero el guepardo no estaba por la labor. Así que tuvo que poner toda su astucia en juego.
Iba por detrás y le mordía la cola al guepardo, tal cual.
Y si el guepardo respondía por la derecha, el huía por la izquierda tratando de arrebatar algo de la gacela.
Me costó averiguar que es lo que hacía, porque era muy rápido. Hasta que conseguí la foto y quedó todo claro.
Acababa consiguiendo algún hueso.
Pero para un coyote hambriento, esto puede ser una cena suculenta
Fue divertidísimo, porque duró toda la tarde. Reímos, en todos los coches con ganas. y aún ahora, me río cuando veo las fotos.
Cuando el guepardo ya tenía casi acabada la comida, levantó la cabeza y sin darnos tiempo a reaccionar, salió disparado a buscar otra gacela próxima, que nosotros no habíamos visto y a la que también le arrebató la cría.
Primero la mató, lentamente, ante nosotros y luego se la comió. Entera.
Y mientras, el chacal, a lo suyo. Siguió con el espectáculo.
Hasta que consiguió cabrear al guepardo, de verdad.
Llegó incluso, a soltar la presa e hizo correr a los chacales.
A todo esto, la tarde estaba llegando a su fin y la puesta de sol prometía bonitas fotos.
Salimos de allí con la sensación de haber vivido lo mejor del viaje. Como así fue.
A la vuelta, Sapimpi pasó por un arroyo, donde sabía que había una pitón enorme.
Entre cinco y seis metro, es lo que me dijo Jorge que medía. No en vano tenía una foto con ella, un día que se atrevió a meterse en el agua. Después de un rato de búsqueda apareció casi sumergida y completamente entregada a hacer la digestión de una gacela que se había merendado el día anterior.
Nosotros no nos atrevimos a tocarla ni con un palo.
La puesta de sol puso la guinda al un día perfecto.
Con Mariola, viendo las fotos.
Por la noche, después de la cena, los masais nos sorprendieron con un espectáculo de bailes tradicionales, incluidos los típicos saltos, en los que nos hicieron participar. Todo muy emotivo.
Aquí saltamos todos, faltaria mas.
pero unos mas que otros
Día 23
Me levanto a la misma hora de cada día, pero en vez de salir, me quedo con la informática, fotos etc, además de tener que hacer maletas, que a las 9 nos vienen a buscar. Pero Mwasi, ya estaba allí desde el día anterior.
Hacemos el último desayuno junto al Mara y nos dan otra ceremonia de despedida.
Nos sorprende especialmente uno de los masais, al que creíamos un hombre mayor, que cada noche nos amenizaba las veladas con una suavísima melodía de guitarra, desde la penumbra. Pero resulta ser un masai joven que toca muy bien la guitarra y que además canta, pero que muy bien. Estoy seguro de que se podía ganar la vida cantando en Europa.
La despedida fué larga. Besos y brazos de todos con todos.
El cheff
Mariola
El CHEETAH ha dejado un recuerdo magnífico entre nosotros. Y mucho mas, a medida que pasan los días y hacemos comparaciones con lo que vino después.
El sitio está en una ubicación privilegiada, en la misma orilla del Mara, fuera del parque, pero dentro de la zona de Conservación. Hay que decir que entre el parque y esta zona que lo rodea, no hay ninguna valla ni ninguna frontera. Solo una línea en el mapa. Y por ello los animales se mueven con total libertad. Están tanto aquí, como allí.
En cuanto al campamento propiamente dicho, hay que decir que quizás no sea la mejor instalación hotelera ni gastronómica. Aunque no tenga ninguna estrella Michelín,se come bien y abundante, . A buen entendedor, con pocas palabras bastan.
Y al entorno le pasa algo parecido. Hemos estado en sitios muy cuidados, muy bien ajardinados. Pero hay que dejar muy claro que aquí se viene a disfrutar de la naturaleza y en esto marcan diferencias. Se disfruta desde el primer minuto hasta el último. Al máximo.
Aquí, los safaris no están sujetos a ningún corsé. Si acaso, solo a la eficacia, a que el cliente quede satisfecho. Y vaya si lo queda !!
Estás todo el día fuera, buscando las mejores experiencias, las mejores fotos. Y las consigues, con seguridad. Lo que no quiere decir, en absoluto, que por ello, no respeten el medio ambiente.
Por todo esto, lo demás, pasa a segundo plano. Solo estás en el campamento para desayunar, cenar y dormir, os pondré un ejemplo:
Cuando le dije a Mariola que necesitaba cargar mas pilas para la cámara, se desvivió por cargarme las pilas y que las tuviera a punto.
Si necesitas lavar la ropa, te la lavan gratis, con el agua del Mara, si pero gratis.
En definitiva, un 10 para Jorge, Mariola y su CHEETAH Tented Camp
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