Día 21: Vuelta a casa.
(28.Septiembre.’14).
Me levanto pronto, sobre las 7. A las 9:45 sale el autobús que me llevará a Santiago. Es extraño porque estoy en Finisterre pero ya no estoy en el camino de Santiago. Se terminó.
En una cafetería cercana que tiene ordenador con internet reservo los viajes de vuelta, no había querido hacerlo antes, no quería pensar organizarme el momento de volver, solo quería salir a caminar y ya vería al llegar… como estoy haciendo.
Llegaré a Santiago al mediodía, pasaré el día por ahí y dormiré en el mismo albergue donde estuve la otra vez. Al día siguiente me iré en coche compartido a Valencia, haciendo trasbordo en Madrid.
En el autobús hacia Santiago me siento junto al chileno de ayer, otro chico español que había en la cafetería con el que no había coincidido antes y otro de mi edad de Elche, barbudo y con barriga. Este último comenta que hay varias rutas similares por todo el mundo, por ejemplo una en Polonia (lo miraré a ver, por curiosidad) y dice que es mochilero desde hace mucho tiempo. Ha estado en la India, Tailandia, también ha recorrido África. No sabe inglés, y dice que es adicto a la sensación de llegar a un sitio y no tener ni idea de qué es lo que tiene que hacer y a dónde tiene que ir. Gente cercana le comenta que si no le parece triste eso de ir solo a viajar por ahí… Él se ríe. Les responde que lo triste es no hacer cosas por el hecho de ir sólo… Me hace tener ganas de coger mi mochila y conocer mundo. Pero antes tengo que encontrar trabajo y arreglar algunas cosas, espero que pueda pronto… ahora sé que sólo necesito lo mínimo para disfrutar de un viaje… es más, tengo que huir del consumismo y el “lujo” que se vincula a eso de viajar. Solo me hace falta poder moverme, un sitio donde dormir y algo de comer.
En Santiago paso el día dando alguna vuelta y en las proximidades del albergue, con alguna copa de vino y escribiendo un poco, como he ido haciendo estos días. Esperando a que llegue mañana para llegar a casa… Me da pena que se acabe, aunque por otro lado tengo ganas de dormir en mi cama y sin ronquidos.
Esta última parte del camino que he recorrido en Septiembre no ha sido muy social si la comparo con la anterior de Mayo, aunque he conocido y he hablado con un montón de gente. Recuerdo que en Mayo fui conociendo gente y fuimos haciendo un grupo, aunque en alguna ocasión, como ya comenté entonces, me arrepentí un poco de eso por algunas historias. Esta vez he tenido algún momento en el que me he sentido solo, sobre todo al principio. Pero han sido pocos y no han sido momentos realmente desagradables. Soy bastante independiente y llevo estupendamente la soledad… la necesito.
Hubiera disfrutado más esta faceta social en otra parte del camino que no tuviera tantos finales de ruta y turistas extranjeros… aquí ha cambiado demasiado la gente del “día a día”.
He hecho lo que me ha apetecido durante todo este tiempo. Creo que el valor de este diario está en recordar que cerca de casa tengo el camino, en las sensaciones que he tenido y en el momento de mi vida en el que lo hice… recordarme que lo tengo ahí para cuando me haga falta. Sé que volveré, y espero que la próxima sea para una larga temporada, y por otro camino menos concurrido, menos turístico.
Estoy animado escribiendo esto en Valencia dos días después de llegar. Me he levantado sobre las 6 de la mañana y he tenido que salir a dar una vuelta de unos 6 km… me sentía raro sin levantarme y caminar.
Experiencia genial que recomendaré a todo el mundo. Y espero, como ya he comentado, que sea un bautizo como mochilero y que me esperen pronto otros viajes.
