Sweetwaters
Día 27
Hacerse una idea previa puede jugar malas pasadas.
De Sweetwaters sabía que era una finca particular, cerrada y pensaba que pequeña.
Pues no. Es inmensa, mas del triple que Samburu. 500 km cuadrados. Y además preciosa. Me encantó.
Las instalaciones son magníficas, las mejores del viaje. Con unas tiendas preciosas, no enormes, pero mas que suficientes. La cama, sábanas, edredón, etc: los mejores del viaje, con diferencia.
La instalación está dispuesta en forma de media luna, de forma que da vista a una generosa charca donde vienen a beber los animales, teniendo asegurado el espectáculo de día y de noche.
Y de fondo, Monte Kenia, que solo se deja ver al amanecer y a la puesta de sol, pero ese es otro tema.
Como curiosidad tienen un roble europeo, que plantó el príncipe de Inglaterra, en una de sus visitas al propietario, allá por 1930. El roble ha prosperado poco y está enfermo, pero no deja de ser curioso, que el propietario se relacionara tan alto. En definitiva, esto nos da una idea del buen gusto con lo que está hecho todo.
Pero presentada la instalación, hay que tener en cuenta que esta es otra parada técnica. Otra mas !!.
Solo tenemos una tarde y si encima está lluviosa, da para muy poco. Supongo que en 500 km cuadrados hay mucho mas de lo que vimos, que fue mas bien poco.
Nos comentó el guía, que este año han sufrido mucho, en esta instalación, por el furtivismo. Una mañana encontraron 7 rinos muertos, abatidos por los furtivos.
Y lo que si vimos fueron jirafas, muchas. Con la particularidad de que la jirafa de aquí es diferente a las anteriores. Habíamos visto la jirafa masai y la jirafa reticulada. Esta es la jirafa "de calcetines blancos", nos dijo Mwasi. Es decir de patas blancas.
Hay que reconocer que, para las jirafas, beber es un ejercicio difícil
Pero si difícil es beber, todavía lo es mas tener que mamar. Es todo un ejercicio de contorsionismo.
Aquí, además de beber, venían a lamer la sal que les dejan los de la instalación.
Además de a las jirafas, la sal también le encanta a las gacelas
Habíamos salido de Samburu a las 7,30h. de la mañana y llegamos a Sweetwaters a las 12h. Por lo que a esa hora después del check in y las fotos del entorno, fuimos a comer a la una.
Toda la instalación está frente a la charca y esta está rodeada de una zanja y una alambrada electrificada, para impedir a los animales acercarse.
O sea que allí, ante nosotros, teníamos jirafas, búfalos, facóqueros, gacelas y cualquier otro que quisiera venir a beber.
Y por la noche una colonia de ibis pernoctaba en la charca.
Es un lujo tener este espectáculo delante de la mesa del comedor. Aunque la foto sea mala.
A las 3 de la tarde, quedamos con Mwasi para empezar la visita.
El parque propiamente dicho, tienen un área vallada dedicada en exclusiva a los chimpancés. A la recuperación de estos animales, enfermos o procedentes de particulares o de cualquier otro sitio. Inadaptados o irrecuperables para la selva. La idea puede ser muy buena, pero como visita no vale mucho, por no decir nada. No pasamos de ver media docena de animales, de los 40 que tienen y con la sensación absoluta de estar en un zoo, rodeados de altas alambradas electrificadas.
Después de la visita obligada a los chimpancés, durante la cual estuvo lloviznando, salimos a dar una vuelta la campo.
Este sitio es muy húmedo. Lo delatan los líquenes que crecen en las ramas de las acacias.
Y en la pradera, nada nuevo. Babuinos, antílopes de agua, gacelas de varios tipos, facóqueros, búfalos.
Al poco rato vimos un rino, que pasó de nosotros.
Los caminos embarrados podrían haber estado divertidísimos (si hubiera conducido yo) pero no era el caso.
Un chacal, pero este no tenía ganas de fiesta.
Y al poco rato encontramos otro rino negro que al vernos, se dirigió perezosamente hacia nosotros.
Estos animales son muy torpes, ven poco y tienen muy mal carácter. Por ello, Mwasi nos dijo que guardáramos silencio, mientras se acercaba.
Solo se oían los clics de las cámaras.
Pero cuando estaba a 30 m. Se arrancó a correr, hacia nosotros, con la clara intención de embestirnos.
No hace falta decir que Mwasi arrancó tan rápido como pudo y puso tierra de por medio para evitar la embestida. Lo vimos muy cerca.
No se que hubiera pasado si nos hubiéramos quedado. Y mejor para todos quedarnos con las ganas de saber que hubiera pasado.
He visto algún documental en el que le planta cara, un hombre inmóvil, y a dos metros frena, da cuatro bufidos y da media vuelta.
A nosotros no llegó a acercarse dos metros, pero si 4.
Ya tuvimos adrenalina para toda la tarde.
A falta de animales, una acacia.
Poco después encontramos a estos franceses en una cuneta.
Llevaban un land cruiser, alto de gama, con dos ruedas de recambio, dos depósitos de combustible y dos de todo lo que se pueda doblar. Iban preparados para la guerra.
Pero se había quedado tirados.
Decidimos mirar a ver si les podíamos ayudar..
Tenían el limitador de velocidad averiado. El que corta la corriente a la bomba de inyección. Lo desenchufaron y a correr sin limitador.
Después de la lluvia, apareció un arco iris, que siempre alegra la vista.
Unos facóqueros.
Encontramos mas rinos, pero pacíficos. Eran blancos.
Y acabamos la visita en un lugar en el que tenían un rino, que veía muy poco, pero que era muy sociable. Como si quisiera borrar el mal sabor que nos había dejado su pariente. Le dimos de comer para la foto.
Y a última hora encontramos una leona con su cachorro ya crecidito. Con una incipiente melena. Iban de caza.
Pero a las 6 de la tarde, com cada día hay que regresar...
Por la noche nos entretuvimos a hacer alguna foto iluminando con la linterna a una enorme acacia que había junto a las tiendas.
Otra visita de dos horas y media en la que el precio por hora sale carísimo. Una vez mas, en estas condiciones, es prescindible.
by adolfocamino, on Flickr
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Hacerse una idea previa puede jugar malas pasadas.
De Sweetwaters sabía que era una finca particular, cerrada y pensaba que pequeña.
Pues no. Es inmensa, mas del triple que Samburu. 500 km cuadrados. Y además preciosa. Me encantó.
Las instalaciones son magníficas, las mejores del viaje. Con unas tiendas preciosas, no enormes, pero mas que suficientes. La cama, sábanas, edredón, etc: los mejores del viaje, con diferencia.
La instalación está dispuesta en forma de media luna, de forma que da vista a una generosa charca donde vienen a beber los animales, teniendo asegurado el espectáculo de día y de noche.
Y de fondo, Monte Kenia, que solo se deja ver al amanecer y a la puesta de sol, pero ese es otro tema.
Como curiosidad tienen un roble europeo, que plantó el príncipe de Inglaterra, en una de sus visitas al propietario, allá por 1930. El roble ha prosperado poco y está enfermo, pero no deja de ser curioso, que el propietario se relacionara tan alto. En definitiva, esto nos da una idea del buen gusto con lo que está hecho todo.
Pero presentada la instalación, hay que tener en cuenta que esta es otra parada técnica. Otra mas !!.
Solo tenemos una tarde y si encima está lluviosa, da para muy poco. Supongo que en 500 km cuadrados hay mucho mas de lo que vimos, que fue mas bien poco.
Nos comentó el guía, que este año han sufrido mucho, en esta instalación, por el furtivismo. Una mañana encontraron 7 rinos muertos, abatidos por los furtivos.
Y lo que si vimos fueron jirafas, muchas. Con la particularidad de que la jirafa de aquí es diferente a las anteriores. Habíamos visto la jirafa masai y la jirafa reticulada. Esta es la jirafa "de calcetines blancos", nos dijo Mwasi. Es decir de patas blancas.
Hay que reconocer que, para las jirafas, beber es un ejercicio difícil
Pero si difícil es beber, todavía lo es mas tener que mamar. Es todo un ejercicio de contorsionismo.
Aquí, además de beber, venían a lamer la sal que les dejan los de la instalación.
Además de a las jirafas, la sal también le encanta a las gacelas
Habíamos salido de Samburu a las 7,30h. de la mañana y llegamos a Sweetwaters a las 12h. Por lo que a esa hora después del check in y las fotos del entorno, fuimos a comer a la una.
Toda la instalación está frente a la charca y esta está rodeada de una zanja y una alambrada electrificada, para impedir a los animales acercarse.
O sea que allí, ante nosotros, teníamos jirafas, búfalos, facóqueros, gacelas y cualquier otro que quisiera venir a beber.
Y por la noche una colonia de ibis pernoctaba en la charca.
Es un lujo tener este espectáculo delante de la mesa del comedor. Aunque la foto sea mala.
A las 3 de la tarde, quedamos con Mwasi para empezar la visita.
El parque propiamente dicho, tienen un área vallada dedicada en exclusiva a los chimpancés. A la recuperación de estos animales, enfermos o procedentes de particulares o de cualquier otro sitio. Inadaptados o irrecuperables para la selva. La idea puede ser muy buena, pero como visita no vale mucho, por no decir nada. No pasamos de ver media docena de animales, de los 40 que tienen y con la sensación absoluta de estar en un zoo, rodeados de altas alambradas electrificadas.
Después de la visita obligada a los chimpancés, durante la cual estuvo lloviznando, salimos a dar una vuelta la campo.
Este sitio es muy húmedo. Lo delatan los líquenes que crecen en las ramas de las acacias.
Y en la pradera, nada nuevo. Babuinos, antílopes de agua, gacelas de varios tipos, facóqueros, búfalos.
Al poco rato vimos un rino, que pasó de nosotros.
Los caminos embarrados podrían haber estado divertidísimos (si hubiera conducido yo) pero no era el caso.
Un chacal, pero este no tenía ganas de fiesta.
Y al poco rato encontramos otro rino negro que al vernos, se dirigió perezosamente hacia nosotros.
Estos animales son muy torpes, ven poco y tienen muy mal carácter. Por ello, Mwasi nos dijo que guardáramos silencio, mientras se acercaba.
Solo se oían los clics de las cámaras.
Pero cuando estaba a 30 m. Se arrancó a correr, hacia nosotros, con la clara intención de embestirnos.
No hace falta decir que Mwasi arrancó tan rápido como pudo y puso tierra de por medio para evitar la embestida. Lo vimos muy cerca.
No se que hubiera pasado si nos hubiéramos quedado. Y mejor para todos quedarnos con las ganas de saber que hubiera pasado.
He visto algún documental en el que le planta cara, un hombre inmóvil, y a dos metros frena, da cuatro bufidos y da media vuelta.
A nosotros no llegó a acercarse dos metros, pero si 4.
Ya tuvimos adrenalina para toda la tarde.
A falta de animales, una acacia.
Poco después encontramos a estos franceses en una cuneta.
Llevaban un land cruiser, alto de gama, con dos ruedas de recambio, dos depósitos de combustible y dos de todo lo que se pueda doblar. Iban preparados para la guerra.
Pero se había quedado tirados.
Decidimos mirar a ver si les podíamos ayudar..
Tenían el limitador de velocidad averiado. El que corta la corriente a la bomba de inyección. Lo desenchufaron y a correr sin limitador.
Después de la lluvia, apareció un arco iris, que siempre alegra la vista.
Unos facóqueros.
Encontramos mas rinos, pero pacíficos. Eran blancos.
Y acabamos la visita en un lugar en el que tenían un rino, que veía muy poco, pero que era muy sociable. Como si quisiera borrar el mal sabor que nos había dejado su pariente. Le dimos de comer para la foto.
Y a última hora encontramos una leona con su cachorro ya crecidito. Con una incipiente melena. Iban de caza.
Pero a las 6 de la tarde, com cada día hay que regresar...
Por la noche nos entretuvimos a hacer alguna foto iluminando con la linterna a una enorme acacia que había junto a las tiendas.
Otra visita de dos horas y media en la que el precio por hora sale carísimo. Una vez mas, en estas condiciones, es prescindible.
by adolfocamino, on Flickr